Capítulo 74

diciembre 25, 2017

Qi Xiu Yuan no podía calmarse en absoluto. Desde que Xiao Li se había agachado, le había mirado con un par de ojos relucientes y le había dicho que estaba dispuesto, sentía que había estado soñando.
Había escuchado como Xiao Li planeaba con la policía; escuchó su llamada y se subió al ascensor con él, perplejo y enamorado, para contemplar el poder de las palabras. Entonces, cuando Xiao Li le había empujado hacia un coche negro y le había ayudado a sentarse detrás, se sintió volar.
Hasta que Xiao Li dejó la silla de ruedas en el maletero, abrió la puerta del coche, se sentó a su lado y le dijo un par de palabras, Qi Xiu Yuan no despertó de su ensueño.
–¿Qué has dicho? – Se inclinó hacia Xiao Li y le preguntó, ignorando completamente sus propias heridas mientras se acercaba.
Xiao Li sonrió, divertido por su pequeño gesto. Ajusto la postura de Qi Xiu Yuan con cuidado, asegurándose de no tocarle ninguna herida y susurró:
–Te he preguntado si te molesta algo.
–No. – Miró a Xiao Li. – Te amo.
Guo Jin Long, que estaba conduciendo, tosió mientras Xiao Li pareció tener un poco de dolor de cabeza.
–Al menos deberías ver la situación. – Bajó la voz.
Qi Xiu Yuan estaba completamente distraído mientras contemplaba el rostro de Xiao Li con adoración y ambición, y extendió la mano.
Cuando se cogieron de la mano, notó que la de Xiao Li estaba fría y mojada, eran sudores fríos. Sorprendido, Qi Xiu Yuan recordó algo y murmuró:
–Ese plan que ibas a acelerar, ¿es muy peligroso?
Xiao Li quería decir que no era para tanto, o que no había ningún peligro y que no tenía que preocuparse, pero Qi Xiu Yuan parecía saberlo todo ya y le apretó la mano. Qi Xiu Yuan bajó un poco más la voz y le rogó:
–Xiao Li.
Xiao Li se había ocupado de sus asuntos personales desde la adolescencia y, por eso mismo, había desarrollado una manía de asumir sus propias responsabilidades. Ni la palabra “queja” ni “discusión” estaban en su diccionario. Usaba ese hábito suyo para proteger a sus seres queridos y a si mismo. Sin embargo, por culpa de su manía los que le querían le habían malentendido y habían salido heridos. Han Jia siempre le había acusado de no confiar en nadie y Xiao Yang se apartó de él durante muchos años por ello. Aunque Qi Xiu Yuan le había dicho que podría adivinarlo todo, aunque no lo dijera, parecía que no tenía las ganas de dejar correr su imaginación.
–Un poco. – Contestó, pero entonces se lo repensó y añadió. – Si esperamos un poco más, será un éxtio.
–¿Por qué no esperar?  – Preguntó Qi Xiu Yuan. – ¿Por mí? ¿Temes que sufra en las manos de Li Shi Qing?
–No, es por mí. – Respondió Xiao Li con sinceridad.
Qi Xiu Yuan iba a volver a preguntar, pero Guo Jin Long no pudo aguantar más a estos dos y tosió.
–Li Ge, ¿vamos al norte a buscar a Qiang ge? ¿Qué te parece si llamamos a refuerzos?
–No hace falta. – Se limitó a contestar Xiao Li.
–¿Pero no habíamos dicho que pasaríamos por Qiang Ge antes de nada? Es el de la vieja escuela, si no nos da el visto bueno, ¿qué vamos a hacer?
–No te preocupes. – Le consoló Xiao Li. – Feng Qiang no se ha rendido. Hoy ha hablado conmigo y parece que también está decepcionado con la banda, puede que igual de decepcionado que Fan Peng.
Guo Jin Long titubeó.
–¿Sólo habéis hablado? Li Ge, estás seguro de-…
–Al principio, – rió. – quería esperar y planearlo bien antes de volver a sacar el tema, pero hacerlo ahora también está bien y nos ahorramos problemas… – De repente, se sorprendió y abrió los ojos como platos. – ¡Para!
Guo Jin Long pisó el freno de inmediato y vio lo que había sorprendido a Xiao Li.
Al otro lado de la carretera había un coche acelerando y cambiando de carriles con urgencia. Era un Audi A8: el modelo que le gustaba a Feng Qiang.
–¡Móvil!  – Xiao Li le cogió el móvil a Guo Jin Long, abrió la puerta del coche y salió, pero volvió y le cogió de la mano a Qi Xiu Yuan.
–Quédate en el coche. – Se lo imploró y se lo ordenó.
Entonces, salió del coche y saludó con la mano a lo lejos con el móvil en la mano.
Poco después, los coches del otro lado se detuvieron y de ellos salieron unos siete hombres, ignorando las regulaciones de tráfico. Cruzaron y, efectivamente, se trataba de Feng Qiang.
–¿Por qué estás aquí?  – Llegó sin aliento de la carrera y le preguntó algo así a Xiao Li sin vacilar. – Qing Ye me ha llamado diciéndome que ha pasado algo en el Arco del Triunfo. Le preocupaba que te hubiera pasado algo y me ha pedido que fuera a buscarte, pero, ¿por qué estás…?
Se detuvo y estudió la expresión de Xiao Li; su expresión le dejó atónito, le hizo estremecer.
–¿Qiang Ge?  – El lacayo detrás de él le llamó.
–¡Manteneos alejados! – Gritó Feng Qiang.
Los subordinados ignoraban la situación y se alejaron unos cuantos pasos.
–¡Más lejos! – Feng Qiang gritó todavía más fuerte.
En cuanto sus subordinados estuvieron lo suficientemente lejos, empujó a Xiao Li contra el coche.
–Calma, estoy herido. – Xiao Li frunció el ceño.
–¿Qué cojones está pasando? – Feng Qiang no aflojó la fuerza de sus manos. – ¿Eres tú? ¿Eres tú?
Empujó a Xiao Li hasta que le escuchó jadear por el dolor. Le cogió de la muñeca y cuando Feng Qiang intentó liberarse, Xiao Li le dominó con toda su fuerza y lo apartó un poco. Se sostuvo el estómago y se irguió para responder sin vacilar.
–He sido yo.
–¿Por qué?  – Feng Qiang movió la cabeza para todos lados y echó un vistazo a sus lacayos que se habían retirado a lo lejos. – Xiao Li, – habló con enfado. – ¡hemos jurado no traicionarnos! Además, Qing Ye te ha tratado… Aunque no te haya tratado bien, el grupo nunca te ha tratado injustamente. Tú y yo no estaríamos aquí si no fuera por el grupo.
Xiao Li no respondió, en lugar de eso, le miró unos instantes. Le miró hasta que sospecho que iba a llamar a sus lacayos.
–Me preguntaste que “cuál es el propósito de que seamos líderes”.
–Sí, pero no quería decir nada más que eso. Nunca he pensado en no serlo. Sólo te dije un par de gilipolleces que tenía por la cabeza. No me digas que tú… por lo que he dicho… Los cuatro… – Se cogió del pelo irritado y bajo el tono de voz. – Xiao Li, vuelve. Haré ver que no te he visto. Haré ver que no sé nada de esto. Qing Ye lo entenderá, él-…
Seguía balbuceando cuando Xiao Li suspiró y le cogió del pelo.
Hacía muchísimo tiempo desde la última vez que estuvieron tan cerca. Por aquel entonces Xiao Li ya era líder de su propio territorio, pero Feng Qiang todavía era un hermano más. El borde de los ojos de Feng Qiang ardían y bajó la cabeza.

–No te preocupes. – La voz profunda y baja de Xiao Li sonaba muy convincente. – Tengo una forma de conseguirlo todavía mejor. 

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