Capítulo 75

diciembre 25, 2017

Una fila de coches con las luces largas interceptó a Li Shi Qing mientras volvía para la ciudad.
En esta ocasión el conductor era Ah Long. Soltó una maldición amarga y pisó el acelerador aumentando frenéticamente la velocidad del coche. Moviendo el volante muy poco, se aferraba al cambio de marchas ferozmente. Viendo que el coche estaba a punto de chocar contra el que estaba en medio de la carretera, Ah Long giró el volante bruscamente y tiró del freno. Se escuchó el sonido estridente de las ruedas contra el asfalto y el coche derrapó abruptamente sin llegar a colisionar. El conductor del otro coche esperó a que se bajasen.
Ah Long ya estaba cubierto de un sudor frío; la cara de los dos guardaespaldas de Li Shi Qing – el que estaba en el asiento del pasajero y el que estaba en el asiento del acompañante – también cambió. Sin embargo, Li Shi Qing no mostró ningún cambio y se limitaba a atender la llamada del móvil sin expresión alguna.
–Lo sé… ¿Has podido ponerte en contacto con Zheng Nan Fang y Zhang Xue Ming? Mmm… Fan Peng ya no es de confianza… ¿Qué? ¿Estás seguro? ¿Feng Qiang no está-…?
Su llamada terminó cando la fricción de las ruedas hicieron un ruido y el coche se detuvo de repente, haciendo caer hacia adelante a todos los pasajeros.
La carretera estaba cortada por una hilera de coches en círculo que atraparon a Li Shi Qing y le impidieron continuar adelante.
–Qing Ye… – Ah Long se secó el sudor de la frente y habló con nerviosismo. – Es inútil.
Li Shi Qing gruñó.
–No es la primera vez que me engañan. Contra una persona puedo perder, contra un montón de coches no. Sal y abre la puerta del coche.
Ah Long y los guardaespaldas se bajaron del coche. Li Shi Qing también salió del coche a prisa, avanzó un par de pasos y entonces, soltó una risotada sarcástica.
–¿No habéis preparado este montón de coches para verme? ¿Por qué os escondéis?
Unos instantes después, todos los coches abrieron sus puertas y de ellos bajaron miembros de la mafia vestidos de forma similar y poniéndose en una formación de pelea opresiva.
Al fin se abrió el coche que estaba directamente delante de Li Shi Qing y, para su sorpresa, Yang Ming emergió con una sonrisa en la cara, le dedicó una pequeña sonrisa a Li Shi Qing y se dio la vuelta para abrir la puerta respetuosamente y así, darle la bienvenida a un hombre de unos cincuenta años. Aunque este hombre ya tenía el pelo cano, seguía guardando su porte.
Los dos anduvieron, uno delante del otro, hacia los miembros de la banda y se pusieron en medio de todos ellos. El señor era sorprendentemente bien hablado, como un profesor. Era como si no se contentase si no hablaba en un formato bien hecho, como el de un libro clásico.
–Li Shi Qing, podrías darme a tu sobrino, viendo el poco afecto con el que lo tratas.
Li Shi Qing sonrió.
–Lu Wu Ye, Yan Ming quiso matar a su propio tío y lo sigues queriendo. Te lo ofrezco con las dos manos.
La apariencia de Yan Ming, que estaba al lado de Lu Wu, no cambió en absoluto. Se limitó a soltar una risita y decir:
–Tío Lu, ¿no me aceptas? –
–Li Shi Qing, – Lu Wu rió. – Eres un hombre generoso. Me dan ganas de darte de hostias para ver tu expresión de humillación.
La sonrisa de Li Shi Qing no cambió al escuchar sus palabras.
–Si es lo que quieres ver, ¿por qué no me lo has dicho antes?
–¿Qué habrías hecho si te lo hubiese dicho? – Lu Wu le provocaba y le seguía el rollo con ganas.
–Si lo hubieras hecho, te habría dejado verlo. Por desgracia, tengo una enfermedad. – Li Shi Qing prosiguió con lentitud. – Me es imposible tener una expresión de humillación en este tipo de montañas áridas y salvajes.
Lu Wu rió con ganas: sus subordinados, incluido Yan Ming, le acompañaron en sus carcajadas. La risa llenó aquella carretera suburbana durante un rato.  La cara de Li Shi Qing era algo terrible cuando Lu Wu dejó de reír y eso le complació.
–Yan Ming, ¿sabes cuándo ha perdido tu tío?
–Tío Lu, ¿no es demasiado pronto para decir eso? Todavía no ha admitido la derrota. – Dijo Yan Ming, sonriendo traviesamente. – Pero… Decirlo no hará daño.
Lu Wu le echó un vistazo rápido a Yan Ming y habló lentamente.
–Al principio, esta ciudad tenía tres facciones de mafia. Ma Que Zi tenía dinero y gente, mi hijo adoptivo, Luo Dong, tenía antecedentes fuertes y favorables y, aun así, tu tío fue capaz de superarles a todos a pesar de haber llegado el último. Dime, ¿en qué crees que se apoyó para conseguirlo?
–Por decir algo… – Yan Ming miró a su tío. – Se debió apoyar en un gran número de gente competente, de gente con talento.
–¡No está mal!  – Le elogió Lu Wu asintiendo con la cabeza. – Cuando la banda todavía estaba creciendo a Li Shi Qing, el dragón que había sacudido las hampas y a los cuatro líderes de los territorios que parecían tigres corriendo por las montañas, se le conocía hasta en la provincia donde vivía yo. Liu Zi Cheng era talentoso y precavido, además de malvado y despiadado: Xiao Li era tranquilo y con saber estar, valiente y experimentado, Fan Peng era callado y competente en el manejo de los asuntos interiores y exteriores, y Feng Qiang era cruel y con un gran espíritu de batalla. Sumándole que su sobrino tenía dinero y poder, estaba claro que os iría bien. Cada uno de vosotros tenía su propia habilidad para ayudar a aguantar los pilares.
Yan Ming asintió con la cabeza repetidamente con respeto, entonces, Lu Wu continuó.
–Pero es una lástima que no haya sido capaz de mantener a ninguno de ellos.
Los subordinados de Lu Wu estallaron en carcajadas y la expresión de Li Shi Qing empeoró visiblemente.
–Li Shi Qing, ¿sabes? – LU Wu le miró con cierta simpatía. – Cuando Liu Zi Cheng me pidió ayuda me sorprendí. – Sus palabras eran tan afiladas como cuchillas. – No esperaba que te fueran a derrotar así. Ni siquiera has conseguido ganarte a tu sucesor. – El humor de Lu Wu mejoró porque Li Shi Qing no dijo nada. – Liu Zi Cheng es un hombre con talento, inteligente y capaz de adaptarse, es una pena que sea tan ansioso. Lo que da todavía más pena es que Yan Ming y yo llevamos cooperando desde hace ya un buen tiempo. Liu Zi Cheng sólo era una pieza en el frente de la partida de ajedrez y lo descartamos. – Dejó escapar una risa lamentable. – Ni siquiera te has podido ganar a tu propio sobrino, esa es tu segunda derrota.
Li Shi Qing resopló con burla.
–¿Y? Ni Liu Zi Cheng ni Yan Ming se han salido con las suyas.
Lu Wu rió.
–¡Exacto! No me lo esperaba. ¿Quién se habría esperado que Xiao Li estaba con Yan Ming pero al final le traicionaría…? Li Shi Qing, supongo que debes tener el orgullo de poder decir que consigues lo que quieres. ¿Creías que Xiao Li, que es frío e insensible, se emocionaría por tu sinceridad y se acabaría enamorando de ti al final?
Li Shi Qing, finalmente, fue incapaz de permanecer indiferente o tranquillo y espetó:
–No tiene nada que ver contigo.
–¿Por qué te haces el tímido? – Lu Wu estaba todavía más contento. – ¿No me digas que… de verdad que crees que Xiao Li no tiene su propio plan?
Li Shi Qing frunció el ceño, apretó los labios y permaneció callado.
–¿Cómo es que no te sorprendes?  – Lu Wu suspiró. – Ah, ¿ya lo sabías? Pero para ser justos, no se puede culpar a Xiao Li. Hace mucho tiempo intenté ganármelo, pero nunca cedió y te fue leal. Qué pena que traicionase a Yan Ming para ti con la esperanza de poder sacar algo de todo esto. Después de asumir tanto riesgo, ¿cómo puede ser que acabase encerrado y usado como a una mujer? – Su voz era particularmente amable. – No fuiste capaz de ganar a Xiao Li, esa es tu mayor derrota.
Li Shi Qing le miró con frialdad y habló con lentitud.
–Lu Wu Ye, no creo que me hayas detenido aquí para enseñarme a ser un buen líder, ¿no?
–¿Y quién dice que no? – Lu Wu estaba extremadamente feliz. – Liu Zi Cheng está muerto y Yan Ming a mi lado. ¿Has llamado a Fan Peng y no te lo ha cogido? ¿Feng Qiang ya no te coge el móvil? Y a lo mejor, Xiao Li ya ha acabado con los dos líderes, Zheng Nan Fang y Zhang Xue Ming. No creo que los otros no hayan conseguido llegar muy lejos… Li Shi Qing, ay, ¿qué se siente cuando te aíslan? – Lu Wu rió y entrecerró los ojos. – Los tigres de la montaña han vuelto para morderte. Me temo que al enfurecido dragón de antaño sólo le queda hundirse. ¡Jajaja!
–¿Qué beneficios obtienes si me hundo? – Preguntó Li Shi Qing con amargura.
–Muchos. Tu banda está destrozada y carece de unidad. Sun Ze Yu se librará de un disgusto; yo podré vengarme en nombre de mi hijo adoptivo, Luo Dong, además de conseguir más territorio y buenas calles; Xiao Li conseguirá… – Hizo una pausa y rió. – ¿Quién sabe lo que quiere? Pero de todos modos, que ningún hombre le vaya detrás le dejará estar más tranquilo.
Li Shi Qing sabía que si continuaba hablando sólo recibiría más comentarios sarcásticos, por lo que se limitó a guardar silencio.
Lu Wu quiso añadir algo más, pero entonces, escuchó el motor de un coche: la persona que había interceptado a Li Shi Qing antes estaba acercando su coche despreocupadamente.
El coche se detuvo y un hombre embutido en un autendo similar al resto de los miembros allí presentes salió.
–Wu Ye.
–Chen Wu, acércate para conocer al legendario Li Shi Qing.
Chen Wu, robusto y alto, estudió a Li Shi Qing de arriba abajo y entonces, asintió con la cabeza.
Lu Wu sonreía complacido y miraba con pena a Li Shi Qing.
–A mi modo de ver, dejarte morir aquí con una sola bala sería bastante bueno. Qué lástima… – Suspiró. – Todo el mundo usa a los demás y los contiene. Hay alguien que te quiere vivo, así que no puedo hacer lo que me apetece.  – Se dio la vuelta y miró a Yan Ming. – Niño, mete a tu tío al coche y reflexiona si lo deberíamos meter en un psiquiátrico o en la cárcel.
Yan Ming se giró para coger un haz de cuerda del maletero del coche y anduvo hasta posicionarse al lado de su tío con una sonrisa.
–Tío, con permiso. – Sonrió y ató a Li Shi Qing.
Li Shi Qing resopló con ironía y dijo:
–Vaya, qué considerado.
–No me malentiendas, el que te quiere vivo no soy yo. No soy tan malo como para dejarte vivir y sufrir. – Comentó Yan Ming con una expresión temerosa. – Además, sólo quiero la ayuda de Wu Ye. No tengo el poder de discutir las condiciones con él.
Li Shi Qing no dijo nada más con el ceño fruncido.
–Tío, hoy das mucha pena. – Una sonrisa juguetona apareció en los labios de Yan Ming. – Te daré unas buenas noticias que te consolarán.
Li Shi Qing no le prestó ninguna atención.

–No me ignores. – Dijo Yan Ming mientras se inclinaba sobre la oreja de Li Shi Qing. Su tono era agradable y susurró. – El que te quiere con vida es tu cariñito: Xiao Li.


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