Capítulo 10: El territorio del norte (parte 1)

enero 09, 2018

Lucia se despertó porque necesitaba ir al baño bastante tiempo después de que Hugo partiese. Se levantó y tiró de una cuerdecita para llamar a sus criadas. Por culpa del alcohol de anoche tenía acidez. Las sirvientas aparecieron en escasos segundos, como si hubiesen estado esperando al otro lado de la puerta.
–Buenos días, señora.
–Me gustaría usar el baño, ayudadme.
Lucia consiguió apearse de la cama con la ayuda de las criadas. Cuando intentó ponerse en pie, le recorrió un dolor por todo el cuerpo obligándola a hacer una mueca.
–¿Se encuentra mal? ¿Llamamos a un médico?
Lucia observó las expresiones de sus criadas momentáneamente. Las tres le hablaban con el mayor de los respetos, sin embargo, era como si le estuviesen diciendo que sabían por qué y dónde le dolía.  Tal vez fuese por su propio complejo de inferioridad, porque las expresiones de las criadas no cambiaban. Era un alivio que la estuviesen atendiendo criadas mayores. Si fueran jóvenes de unos veinte habría estado muy incómoda y avergonzada.
Lucia comprendía cada detalle de la vida de las criadas y sus hábitos. Delante de sus amos, se comportaban con cortesía y estaban adiestradas para mantener una expresión neutral todo el tiempo. No obstante, sólo ponían esas enseñanzas en practica delante de sus amos, a espaldas de sus señores se jactaban y reían como cualquier otro ser humano.
A menudo, las criadas vivían en la misma casa que sus amos y su libertad era restringida. Por tanto, sus intereses y su fuente de entretenimiento se dirigían a los asuntos familiares de su dueño. Sus vidas se basaban en la constante observación de las palabras y las costumbres de sus amos.
Cuando Lucia trabajó de criada se limitó a concentrarse en sus tareas, había sido una sirvienta sincera y callada y, gracias a ello, terminó convirtiéndose en la criada favorita de su amo e incluso se le ofreció la oportunidad de asistirle en eventos sociales. Las otras criadas, al enterarse, la empezaron a mirar con desdén y la marginaron.
Si la personalidad de Lucia hubiese sido más animada, le habría pedido a su amo que castigase a las otras y hubiese andado con la cabeza bien erguida, sin embargo, todo lo que le importaba era poder llevar a cabo su trabajo lo mejor que pudiese.
Tal vez alguien pueda pensar que las criadas se lo agradecieron, pero no fue así: la trataban como si fuera un bicho. Aun así, a Lucia no le dolió su comportamiento. Sus conversaciones nunca fueron demasiado elegantes, sobre todo por la mañana cuando sus amos salían de sus aposentos. En esos momentos sus cuchicheos eran especialmente horribles y todo lo que Lucia podía hacer era suspirar.
Estas criadas del palacio del duque no eran diferentes. Sin embargo, si no se las pillaba hablando de esa manera, no se las podía castigar. Era bastante estresante porque sabía todos los secretos sucios y oscuros que iban a suceder detrás del telón.
–…No hace falta. Si me ayudáis estaré bien. Ah, sí, ayer rompí una copa.
–Ya lo hemos limpiado, pero lleve sus zapatillas por precaución, por favor.
La joven había estado durmiendo todas aquellas horas ignorando que las criadas habían entrado y salido de su cuarto. Era posible que hasta se hubiese desmayado. Lucia volvió a su habitación con pasos lentos, pero se detuvo delante de la ventana. Las sirvientas que la ayudaban también se detuvieron y la esperaron en silencio.
Desde el balcón podía apreciar el enorme jardín. Era un lugar homogéneo y entre todas las plantas, descubrió algo corriendo a paso ligero a la mansión.
¿Roy Krotin…?
Corría como un oso salvaje al que intentaban cazar. ¿Habría sucedido algo aquella mañana? Podía adivinar de un vistazo que se trataba de algo importante.
–¿Dónde está mi señor?
–Ha partido hacia el norte esta mañana.
–¿…No está aquí?
–El mayordomo jefe está esperando para informarla, señora.
–Dejadle pasar, pues.
–No tiene permitido la entrada…
–Ah…
Nadie tenía permitido pasar a su habitación si su marido no estaba, a parte de otras mujeres. Xenon era flexible en cuanto al adulterio, pero dejar pasar a cualquier hombre a la habitación principal era un tabú.
No pasaba nada si los encuentros eran en jardines, pero dentro de los dormitorios estaba prohibido y de darse esa condición, era imposible que el divorcio no implicase alguna compensación.
Antes de la guerra hubo otro país que señaló a Xenon y afirmó que era un desastre. Xenon envió una carta recriminándoles que estaban insultando a la familia real y se las apañaron para recibir una disculpa, aunque Lucia dudaba que fuera cierto.
–¿Y lo de salir mañana?
–El señor ha ordenado que todo posponga hasta mañana.
–Entonces, no debe ser nada demasiado urgente. Hablaré con el mayordomo después, voy a descansar un poco más.
Lucia pidió una taza de agua con miel y volvió a dormir. La expresión desesperada de Roy todavía seguía en los pensamientos de la muchacha.
¿Qué necesitaba Roy si el duque se había marchado aquella mañana? Era demasiado problemático y volvió a quedarse dormida.

*         *        *        *        *

–¿Cómo ha podido pasar? ¿Cómo?
Roy hervía de rabia bajo el brillante sol matutino. Su cabello rojo parecía llamas en esos momentos. Era algo habitual y a nadie le interesaba.
–¿Y el príncipe heredero? ¿Por qué estás aquí?
–¿A quién le importa? ¡No he aceptado!
El príncipe heredero había accedido a que Hugo se marchase de la capital mientras dejase a un soldado ahí y Roy había sido seleccionado como el candidato perfecto. Era imposible predecir con qué saldría Roy, pero nadie podía vencerle. La única persona que podía hacerle papilla era Hugo.
A nadie le importaba la opinión de Roy. Hugo le había dado las órdenes con su acostumbrado: “porque yo lo digo” y había ignorado las objeciones del muchacho. Hacía dos noches que Roy se había convertido en el soldado de Kwiz y Hugo le había dado semejante paliza que tenía la cara negra y azul para obligarle a cumplir con su trabajo.
Aquella mañana, el duque le había enviado una carta a Kwiz y Roy había podido leerla por encima del hombro de su protegido. Era una carta breve en la que se explicaba que había sucedido algo en el norte, por lo que tenía que partir. En cuanto Roy había leído aquello, salió corriendo tan rápido como pudo en busca del duque, pero su señor ya había partido.
–El señor ya te ha dado una tarea. Será mejor que vuelvas, no es bueno que dejes tu puesto.
–¡No tengo tiempo para eso! ¡Las cosas en el norte no están bien! ¿Cómo me puedo quedar sin diversión?
Dean miró a Roy como si fuese patético.
–¿A eso lo llamas diversión?
–¡Es cien veces mejor que quedarme pegado al príncipe heredero como una estatua! Voy a seguirle.
–Sí, claro. Dalo todo. El señor te matará en cuanto te vea.
A pesar de la predicción despiadada de Dean, Roy se cruzó de brazos.
–Hmph, puede que me deje al borde de la muerte, pero no me matará.
–…Te enorgulleces de lo más raro que pillas. Pero sí, no morirás, aunque seguramente perderás una o dos piernas. No, espera. No te romperá los huesos, pero te dará semejante paliza que no podrás moverte en tres o cuatro días.
Roy le echó una mirada furtiva con ojos molestos, pero al final, dejó caer los hombros. Roy admiraba muchísimo a su señor, pero de vez en cuando, su personalidad era realmente peculiar.  Roy era el único caballero que el duque se molestaba en pegar y, además, la única persona que se atrevía a molestarle era él. En realidad, era bastante admirable que Roy continuase siendo capaz de desafiar al duque a pesar de sufrir esas golpizas tan horribles.
–Sí, duele bastante. ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo es que no has seguido a nuestro señor?
–Estoy a cargo de escoltar a la señora hasta el norte.
–Ah… Está casado. – Murmuró Roy en un tono neutral.
Los demás habían jadeado de la sorpresa al enterarse de las noticias, sin embargo, Roy simplemente se lo había tomado tal cual, sin reaccionar demasido. Su mentalidad era algo distinta a la del resto de la población.
–Mm, ¿y quién es la señorita de la casa? Me he enterado de que es una princesa.
Aunque ya sé quién es.
Roy no era tan estúpido como para filtrar la información privada del duque. Cada vez que pensaba en cómo su señor y la jovencita se habían conocido no podía evitar hacer una mueca. La princesa le había dado un golpe directo con su: “he venido a proponerle matrimonio”. En ese momento el duque se había quedado completamente aturdido. Fue novedoso ver a una jovencita tan menuda atacar de esa forma al duque.
–Estoy un poco preocupado. No estoy acostumbrado a escoltar a… nobles.
–Creo que estarás bien.
–¿Mmm? ¿Ya la has visto?
Roy se rascó la cabeza.
–No, pero… Bueno, seguramente no te pasará nada. Tengo un presentimiento.
Dean estalló en carcajadas.
–Vale. Voy a confiar en tu instinto animal. Bueno, para ya y vuelve a tus quehaceres. Si el mayordomo te pilla te va a dar una buena regañina.
–Ugh… Jerome me da… miedo.
A veces era mucho más terrorífico que el mismo duque.
–Bueno, me alegra oír eso.
Roy empalideció al escuchar la voz que provino de su espalda. Jerome había aparecido detrás de ellos hacía un buen rato y les estaba mirando como una bestia salvaje hambrienta. Roy chilló como si el dios de la muerte llamase a su puerta.

*         *        *        *        *

Cuando se despertó, el sol del mediodía brillaba. Pudo abrir los ojos, pero no conseguía moverse como quería. Era como si su cuerpo se hubiese convertido en una roca gigantesca y la hubiesen pegado en la cama. Estaba mucho más fatigada que aquella mañana.
Qué daño…
Sus músculos le dolían cada vez más con el paso del tiempo. Si el dolor hubiese subsidiado en su reposo se podría haber tranquilizado, pero no fue así. Tal y como le habían dicho, viajar en esas condiciones le habría sido imposible. Las criadas que la asistían adivinaron que se encontraba peor y parecían inquietas.
–Mi señora, ¿se encuentra muy mal?
–¿…Podríais traerme una comida ligera? Me gustaría poder comer tranquilamente en la cama.
Lucia hizo una mueca de dolor mientras hablaba. Tenía la garganta seca desde aquella mañana y ahora la sentía adolorida y garabatosa.
–Ah, sí, señora. Se lo prepararemos de inmediato.
Las criadas le trajeron bandejas llenas de una gran cantidad de platos en poco tiempo. Un vaso de leche caliente, fruta cubierta de nueces y con miel, un platito con aperitivos, pan recién hecho y demás. Se levantó con la ayuda de otra muchacha y comió. Sintió como se llenaba de energía mientras comía.
Terminó de comer, se dio un baño y, después de aquello, volvió a descansar hasta bien entrada la tarde. Entonces, fue al recibidor para charlar con Jerome. A pesar de que sólo había pasado un día, Jerome se preocupó al ver que su condición animada había cambiado drásticamente, como si tuviese un pie ya en la tumba.
–Nuestro señor ha pedido a un doctor para usted, mi señora.
–No hace falta. He oído que ya se ha ido para el norte.
–Sí, ha recibido un mensaje urgente del ducado de Taran y se ha partido de inmediato.
A Jerome le inquietaba que la nueva señora de la casa enfureciese por ese motivo. El duque se había marchado por asuntos urgentes cuando se acababan de casar. Se había marchado sin despedirse y, para empeorar las cosas, era imposible determinar cuándo volverían a verse.
A Lucia, por su parte, no le sentó para nada mal. Sabía que habían arreglado su matrimonio con tanta prisa por lo de su ducado.
–¿Cuándo nos iremos?
–Ah, sí. En un principio mañana, pero mi señor ha dicho que no hace falta que tengamos prisa. Podemos irnos cuando usted esté lista.
–Nos iremos mañana porque es lo que está programado.
–Sí, señora. Me gustaría discutir las instrucciones del viaje. ¿Cuándo será posible?
–Si está todo listo, me gustaría escucharlo ahora.
–Sí, señora. Partiremos desde la capital al ducado Taran en Roam. Roam es una ciudad con el mismo nombre que el castillo del duque de Taran. Está muy lejos, pero viajaremos por la puerta para acortar el viaje a cuatro días. ¿Alguna vez ha usado la puerta?
–Nunca.
Xenon había conseguido mantener su poder gracias a su artilugio de magia llamado: “la puerta”. Sin importar lo lejos que estuviese, el Emperador puede recibir cualquier mensaje en menos de una semana gracias a ello. A pesar de que muchos países eran conocedoras de las puertas, Xenon era el dueño de la mayoría.
Antiguamente, la magia era algo común, sin embargo, de repente, se volvió algo casi inexistente y los historiadores de hoy en día siguen investigando ese fenómeno.
Cuando el reino de la magia desapareció del mundo, la profesión y toda la investigación que lo envolvía también lo hizo. No obstante, algunos artefactos mágicos continuaron en el mundo y ahora se consideraban reliquias que se guardaban en la tesorería nacional.
–Hay un día y medio de camino hasta la puerta más cercana. Entonces, nos teletransportaremos a los territorios del norte y continuaremos hasta Roam.
–¿El castillo del duque está a cuatro días de camino de la puerta? Está bastante lejos; ¿la gente normalmente no construye sus palacios más cerca?
–Hay sólo cuatro puertas en el norte. La que está más cerca de Roam está rodeada de muchas rocas y peñascos, lo que hace viajar en carro muy molesto.
–¿Sólo hay cinco? ¿A pesar de lo grande que es el territorio?
–Sí, sólo cinco.
Por ese motivo los nobles del norte no solían frecuentar la capital: era demasiado difícil viajar.
–Pero Jerome, todo el mundo no tiene permitido… acceder a las puertas. Sé que sólo los oficiales pueden acceder. ¿No pasará nada por viajar por allí por motivos personales?
–Estrictamente hablando, usted tiene razón. Sólo se permite el uso de la puerta por asuntos gubernamentales, sin embargo, la puerta principal de la capital permite su uso a todo aquel que pueda pagar. Además, el duque ha afirmado que la va a usar. ¿Quién sería lo suficientemente valiente como para oponerse?
–…Ya veo.
Su marido era un personaje importante, pero todavía no se había hecho la idea. El estatus de una mujer se basaba en el de su padre o marido, pero eso no significaba que si eras la Emperatriz la alta sociedad fuera a aceptar. Las mujeres eran una propiedad más del marido o del padre. Si la duquesa mostraba su influencia, las baronesas tendrían que acatar sus órdenes. No estaba escrito por ley, pero todo el mundo aceptaba ese sistema.
En su sueño había sido una condesa. El Conde Matin poseía territorios y gracias a su larga historia en la capital tenía una influencia mayor que otros, por lo que había habido mujeres por debajo de ella. Aun así, Lucia jamás había pisoteado a las de su alrededor por orgullo. Para empezar, nunca se sintió parte de las pertenencias de su marido. Por lo tanto, nunca concretó su lugar en la pirámide social.
¿Si ahora usase su posición para controlar a los demás lo acabaría disfrutando? En esos momentos sólo se sentía como un parásito en la vida del duque.
–Mañana le presentaré a los que van a escoltarla. ¿Alguna pregunta?
–¿Hay algo con lo que tenga que ser prudente?
–Si se me ocurre algo, la informaré mañana.
Se pasó el resto del día descansando en la cama y a la mañana siguiente ya se sentía mucho mejor, pero tenía otro problema. La sangre no se había detenido desde su primera noche con él. No sangraba demasiado, pero las criadas no pudieron evitar percatarse de ello.
–Señora, permítenos que llamemos a un doctor por precaución.
Al día siguiente, en lugar de partir tal y como se había previsto, se llamó a una doctora.
No había demasiadas doctoras, raramente se aceptaba a una mujer en la escuela de medicina y, aunque consiguieran entrar, siempre las comparaban con sus colegas masculinos. Nadie aceptaba la diagnosis de una mujer como la final. Y, aunque el dormitorio de una noble estaba limitado a otras mujeres, los médicos eran una excepción, por lo que era innecesario buscar a una doctora. La demanda de doctoras era baja y era mucho más fácil encontrar a un hombre. Por tanto, la mayoría de mujeres que trabajaban en el campo de la medicina apenas se las apañaban para subsistir.
Generalmente, las esposas de los doctores solían ser sus ayudantes durante un tempo antes de empezar formalmente su formación de doctora. Si tanto el marido como la esposa eran médicos salía muy rentable y, por tanto, la mayoría de doctoras estaban en esa situación.
Pero la doctora a la que habían llamado aquel día era viuda.
Era muy extraño que una noble de prestigio llamase solicitase a una doctora. La mujer siguió a la criada hasta el dormitorio de la señora de la casa y cuando descubrió a la muchacha menuda sobre la cama, se relajó. Se esperaba una noble abrumadora pero la paciente que tenía ante ella era una jovencita.
–¿Dónde le duele?
El rostro de la noble se ruborizó como una cereza y no respondió de inmediato. La mujer vaciló y miró a la criada en busca de ayuda. La criada se percató de ello y preguntó:
–¿Debería explicarlo en su lugar, señora?
Y entonces, cuando se le concedió el permiso, la sirvienta dio una explicación de una forma concisa y tranquila.
La doctora, que escuchó atentamente, se fue relajando. Echó un vistazo a su paciente que yacía en la cama y se tragó la risa. La recién casada parecía ser adorable.
–Mi señora, ¿le duele en algún sitio?
–…Un poco cuando me muevo…
–¿No cree que pueda estar menstruando?
–No.
–Cada virgen reacciona de una forma diferente después de su consumación. Algunas sangran mucho y otras nada. Hay casos en los que sangran durante muchos días. Mientras no sangre mucho como si estuviese menstruando o dolor, no hay nada de qué preocuparse. Su cuerpo se arreglará solito con el tiempo. No se fuerce y descanse durante cuatro días más, por favor, y se recuperará.
A Lucia empezó a quemarle el rostro mientras escuchaba a la doctora. Llamar a una doctora había sido innecesario, todo lo que necesitaba era descansar. Era como si estuvieran anunciándole al mundo entero los acontecimientos de la noche anterior, y no podía levantar la cara del bochorno.
–Ah, por favor no lo hagan hasta que deje de sentir dolor cuando se mueva. Los órganos reproductivos de las mujeres son más delicados de lo que parecen. Si no tiene cuidado, podría tener efectos secundarios. De todas formas…
¿De todas formas, qué? Ahora mismo él no estaba ahí, así que era imposible que pudiesen consumar. ¿Eso significaba que si hubiese estado allí tendría que haber hecho algo?  Lucia no dejaba de darle vueltas a esas preguntas, acrecentando su bochorno.
–Ah… Sí, entiendo. El trabajo está hecho, gracias por pasarte.
–No necesita medicación, pero le recetaré unos medicamentos para ayudarla a recuperarse.
Jerome llamó a la doctora, después de que terminase de recetar los medicamentos, a otra habitación.
–¿Ha pensado en la oferta?
Jerome buscó rápidamente una doctora talentosa en cuanto el duque lo pidió. Allí en la capital fue fácil encontrar alguna, pero en Roam no había ninguna y no podía dejar pasar las órdenes de su señor como si nada. Había reflexionado a fondo en las posibles segundas intenciones que pudiesen significar sus palabras y cumplió con sus deberes. A veces era difícil llevar a cabo su trabajo, pero ser mayordomo era vocación suya y jamás se le había pasado por la cabeza que fuese algo molesto.
La familia del duque era Philip, un hombre y, al parecer, su señor no estaba especialmente contento con la idea de que fuese él quien controlase la salud de su señora. Sus instintos solían tener razón.
Jerome le ofreció a Anna convertirse en la doctora de su señora. El día anterior le había pedido que se pasase por la mansión y la mujer había accedido fácilmente a atender a la paciente.
–Me dijiste que no tendría que irme de la capital para siempre.
–Sí, podrás volver de aquí unos años.
–Acepto.
Anna no quería abandonar este lugar plagado de recuerdos, pero ahora vivía sola y era difícil encontrar un trabajo estable en una familia noble de prestigio. Jerome rió con una sonrisa educada.

–Te doy la bienvenida a la familia del duque de Taran, Anna. 

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2 comentarios

  1. muchisimas gracias por los caps estuvo muy buena la zuculencia n_n

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  2. Muchas gracias por traducir esta novela, me encanta

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