Capítulo 14

enero 22, 2018

[…] y todo el mundo ama la vida. Es agradable posarse en el bosque verde y contemplar al sol en su carroza de oro y a la luna en su carroza de perlas. Dulce es el aroma del espino y dulces las campanillas azules que se esconden en el valle y el brezo que crece en la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el corazón de un hombre?
        Oscar Wilde, El ruiseñor y la rosa

Xu Zheng estaba sentado en la mesa de comer, girando la ruedecita de la radio con la oreja contra el altavoz.
Xu Chuan le había comprado una caja negra cuando estaba grabando en Shanghai, detrás cabían dos pilas AA que permitían al usuario llevárselo cuando fuera a pasear por el parque o a correr por la mañana: era la definición de “moderno” en los ochenta.
Su hermano escuchaba con atención el sonido estático que a Xu Ping sólo le parecía ruido. El joven tenía la misma apariencia que los agentes comunistas de incógnito de las películas, esperando para descifrar el código de algún enemigo.
El cubo rojo yacía en la parte trasera del armario junto con la pelota y la pala, cogiendo polvo.
“¡Las ruedas del tiempo son imparables! ¡El comunismo está sobre nosotros!”, Xu Ping leyó el eslogan en una de las paredes de su vecindario cuando era más pequeño y le causó una gran impresión. Una vez se imaginó el mundo como una olla de gachas que se removían con una cuchara llamada “tiempo” mientras el arroz viejo se iba derritiendo en el fondo de la cazuela y se iba añadiendo nuevo.
Los grandes líderes habían fallecido antes de que el sueño comunista se hiciera realidad, primero el primer ministro Zhou, seguido del presidente Mao. A pesar de que sólo tenía cinco años, Xu Ping no pudo olvidar las flores blancas, ni a los cientos de dolientes que se juntaron para sollozar.
Antes de darse cuenta, su hermano también había crecido. No estaba seguro de cuándo había abandonado la arena y empezó a apasionarse por complejidades como la válvula termoiónica[1]o las radios.
Xu Ping observó cómo se apresuraba a terminar su ejercicio de política que le había mandado su profesor. “Explica brevemente qué significa esta afirmación: «ahora mismo, nuestro país está en la etapa inicial del comunismo» y da ejemplos”.
La ventana de al lado del escritorio estaba abierta. La fría brisa nocturna de mayo albergaba el aroma encantador de algunas flores mientras que bichitos blancos no paraban de chocar con la malla verde en un intento de correr a la luz de dentro de la casa.
El reloj del comedor continuaba sonando a un ritmo estable.
–…El secretario del partido, Wen Jiabao[2], también estaba entre los que han ido a visitar a los estudiantes de la plaza Tiananmen. Hoy es el séptimo día de la huelga de hambre y algunos estudiantes han empezado a mostrar signos de deterioración de la salud y muchos fueron hospitalizados anoche. Esto es la VOA[3].
La voz de la presentadora de la estación enemiga empezó a sonar en el canal que Xu Zheng acababa de encontrar.
–¡Xiao Zheng! – Xu Ping bramó, sobresaltado.
Xu Zheng se giró lentamente para mirar a su hermano.
–No escuches esto. – Se apresuró a explicarle.
Después de las noticias de las nueve y media, pusieron la canción “Adiós, mi amor” de Teresa Teng[4].
Adiós, mi amor; mi amor, adiós. Adiós, mi amor, ¿quién sabe cuándo nos volveremos a encontrar?
Era una canción tan dulce y amada que hasta Xu Zheng se obsesionó e ignoró a su hermano. Xu Ping se levantó para cerrar la ventana y correr las cortinas verde oscuro. Apagó la lámpara del escritorio y se acercó a su hermano.
La habitación sólo estaba iluminada por una pequeña lámpara tenue. Xu Ping se sentó al lado de su hermano y descanso la cabeza sobre una mano mientras escuchaban la canción que había estado prohibida.
Siempre te echaré de menos, te echaré de menos con un amor suave, te echaré de menos con un corazón ardiente, te echaré de menos con un dulce, dulce beso. Oh, esa hermosa voz, ¿cómo iba a olvidar a mi amor? Mi amor, adiós, ¿quién sabe cuándo nos volveremos a encontrar…?
Xu Ping ladeó la cabeza para mirar a su hermano. Su rostro estaba medio oculto en las sombras, apreció sus ojos oscuros, sus cejas gruesas y su afilada mandíbula. El hermano pequeño giró la cabeza para enfrentarse a su hermano con una mirada concentrada pero dulce. La luz naranjosa envolvía su silueta como un halo de oro, como el de un ángel.
El corazón de Xu Ping empezó a latir.
–¿Sabes sobre qué canta?
Xu Zheng miró a su hermano sin decir nada.
–Bueno… Tú… – Xu Ping entrecerró los ojos antes de hablar, pero no terminó la frase.
Quería decirle que cuando se enamorase comprendería la canción, pero entonces, se dio cuenta que su hermano retrasado podría no llegar a experimentar el amor.  Su propia mirada se llenó de dolor. Su hermano era un muchacho apuesto, más que su padre de joven. Si tuviese un IQ normal, todas las chicas se volverían locas por él.
–Xiao Zheng. – Xu Ping se obligó a sonreír.
–¿Mmm?
¿Se enamoraría de alguna chica? ¿Lo que controlaba lo que te gustaba era el instinto o tu IQ? Pero no podía preguntar aquello; no quería que su hermano se enamorase de alguien y que le partieran el corazón sin conseguir ninguna respuesta. Si iba a ser así, preferiría que Xu Zheng se quedase estúpido y siempre feliz.
Xu Zheng estudió a su hermano que le había llamado, pero no hablaba.
–¡Tonto! – Xu Ping le frotó la cabeza con dureza. – No escuches cosas que no entiendes. No pasa nada si lo escuchas en casa, pero si te pillan escuchándola en público te arrestarán, ¿entiendes?
Xu Zheng sacudió la cabeza.
–Si te gusta Teresa Tang, te compraré unos cuantos casetes.  No vuelvas a escuchar estas cosas en la radio.
Xu Zheng volvió a prestarle atención a la radio y balbuceó:
–Es una buena canción. Me gusta.
Xu Ping soltó una risita y rodeó a su hermano con el brazo.
¿Cómo iba a entender las reglas del mundo exterior cuando Xu Zheng vivía en su propio mundillo? Los únicos que podían protegerle eran su padre y él, nadie más. Pero Xu Ping no quiso interrumpir la encantadora canción que sonaba en el mundillo de su hermano en aquel momento.
–Tonto. – Contestó en voz baja.

Después de muchas canciones de Teresa Tang empezó el programa nocturno para aprender inglés. El presentador era un hombre con la voz ronca y a Xu Zheng no le gustaba, por lo que cambió de canal visiblemente insatisfecho.
Xu Ping se levantó para estirarse.
–Es hora de lavarse e ir a la cama.
Xu Zheng volvió a dejar la radio en su sitio con cuidado, como el buen chico que era.
La caldera sólo tardó cinco minutos en calentar el agua. Xu Ping daba las órdenes desde fuera de la bañera y arremangado.
–Quítate la ropa, deprisa. El agua está casi lista.
Entonces, escuchó el estrépito de la ropa desde detrás. Xu Ping llevaba los pantalones arremangados y, cuando se dio la vuelta, se encontró a su hermano peleándose con la cremallera de los pantalones.
–Ven, déjame a mí. – Se ofreció.
Los pantalones gruesos y azules se habían puesto de moda entre los jóvenes últimamente y las camisetas de enseñar el ombligo se volvieron un icono de estilo. A Xu Zheng le quedaban de miedo por su altura y sus piernas largas.
Xu Ping tiró de la cremallera, pero no se movió. Después de examinarla, gritó casi de inmediato.
–¡Gilipollas! ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? ¡Te tienes que poner ropa interior antes de ponerte los pantalones! ¡Ropa interior, ¿me entiendes?!
–Oh. – Xu Zheng miró a su hermano embobado.
Xu Ping quiso darle un puñetazo a la pared.
–¿Oh? ¡Eso lo dices siempre, pero se te olvida en cuanto lo haces! ¡Lo haces a propósito, ¿verdad, Xu Zheng?!
Su hermano puso la cara inocente de un cachorrito.
–Aprieta demasiado. Es incómodo.
La frustración de Xu Ping era indescriptible.
–¿Qué se te pille el pelo en la cremallera es cómodo? ¡Te la estás ganando, ¿no?!
En los labios de su hermano asomó una sonrisa.
–Ugh, vale. Espera aquí. – Derrotado, Xu Ping fue a buscar las tijeras.
Después de pelearse con el pelo y las tijeras, consiguió separarse de los pantalones, rozándole los genitales a su hermano muchas veces hasta que se puso erecto. El pene era grueso y largo, con la cabeza de un saludable rosa. Formaba una pequeña tienda de campaña y asomaba por encima de la cremallera.
El cuerpo de Xu Zheng había madurado a pesar de que su cerebro continuaba siendo el de un niño. Sus testículos producían esperma y se dejaba llevar por las hormonas con el afán de reproducirse como cualquier otro hombre de la Tierra.  A Xu Ping le empezó a sudar la frente. El miembro de su hermano estaba a escasos centímetros de su rostro y notaba el fuerte hedor de su ingle. El mayor se dio cuenta que no es que los pantalones fueran demasiado apretados, sino que él era demasiado grande.
Miró a su hermano de mala manera quien le devolvió la mirada con intensidad y pureza, como si la erección no fuera suya.
–¿Qué miras? – Bramó Xu Ping.
Xu Zheng no se percató que su hermano estaba de malhumor y contestó con total seriedad.
–Eres guapo.
Si no supiese cuál era el IQ de su hermano, Xu Ping habría pensado que el muchacho le estaba molestando adrede. Se ruborizó y no supo qué replicarle.
–¡Aguanta! – Al final, le ordenó que se pusiera la mano delante de su entrepierna.
Xu Zheng se cogió el miembro mientras observaba a su hermano peleándose con la cremallera del pantalón.
Xu Ping no había estado nunca en una situación tan incómoda. Maldijo en silencio y tiró para abajo. La cremallera salió volando y por fin pudo sacarle los pantalones.
–Levanta los pies. – Xu Ping le bajó los pantalones hasta el suelo.
–Se han roto. – Xu Zheng parecía algo triste.
Xu Ping se secó el sudor con la parte trasera de la mano.
–¡No, no lo están! Luego te los arreglo.
Xu Zheng volvía a estar contento.
El agua empezó a correr. Xu Ping cogió la alcachofa de la ducha y comprobó la temperatura del agua con la mano.
–Vale, métete.
Xu Zheng, desnudo, entró en la bañera. Xu Ping se apresuró a rociar el torso de su hermano y el pequeño, le miró.
–Baja la cabeza. – Farfulló Xu Ping un poco enfadado.
Xu Zheng se abrazó las piernas con los brazos. Xu Ping le mojó la cabeza con el champú de la botella azul. Lo dejó caer sobre su hermano pequeño y empezó a frotar. Xu Zheng tenía el pelo corto, pero era negro, grueso y tenía mucho, así que se quedaba en punta incluso mojado.
Su hermano había crecido de verdad. Sus hombros se habían vuelto anchos y empezaban a notársele los músculos de la espalda. Xu Ping le habría ganado fácilmente a un pulso hacía dos años, pero aquel mismo año, en fin de año, había perdido a pesar de usar toda sus fuerzas.
Xu Ping le echó un vistazo a los fuertes brazos de su hermano y, entonces, volvió a mirarse los suyos antes de suspirar. Levantó la alcachofa de la ducha y le aclaró la capa de jabón del pelo.
–¿Qué te ha dicho papá? – Xu Ping intentó empezar una conversación.
Xu Zheng mantuvo los ojos firmemente cerrados.
–¿Hola, Xiao Zheng? Soy papá. ¿Has cenado? ¿Y qué has cenado? ¿Te han gustado las costillas? Jaja. Bueno, tienes que darle las gracias a tu hermano. Llegaré dentro de dos o tres días. Tienes que hacerle caso a tu hermano mientras yo no esté, ¿vale? Tu hermano está ocupado estos días, no le molestes. Tiene que estudiar para sus exámenes. Te llevaré a jugar cuando vuelva. Ahora mismo estoy en Yan’an, donde vivía nuestro gran presidente Mao. Te traeré papelitos para que los puedas pegar en la ventana. ¿Qué dibujos te gustan, Xiao Zheng? Son muy bonitos. Tienen de todo: gatos, perros, burros, hasta ponis…
Xu Ping prestó atención mientras su hermano repetía con exactitud cada una de las palabras que le había dicho su padre, como una grabación. No sabía cómo lo hacía. A excepción de la ausencia de emoción, las frases eran casi réplicas exactas de la conversación original. ¿Cómo podían decir que era estúpido?
–Muy bien, – Le acarició la mejilla con cariño. – ya no hay burbujas. Ya puedes abrir los ojos.
–Papá ha mentido. – Xu Zheng abrió los ojos lentamente y añadió disgustado. – Le he pedido uno de gege, pero dice que no hay.
–Vale, no seas malo con él. – Xu Ping soltó una risita. – Te haré uno con papel rojo y lo podrás pegar en las ventanas.
–Vale. – Xu Zheng asintió encantado.
Toda su frustración desapareció al ver la expresión adorablemente estúpida de su hermano.
–Levanta. – Xu Ping le tiró del brazo. – Vamos a limpiar el resto del cuerpo.
Su hermano se enderezó y mantuvo los brazos al otro lado para tensar su cuerpo.
–¡Relájate! – Xu Ping le dio una palmadita en el hombro, riendo.
Ya se había acabado la última pastilla de jabón, así que Xu Ping sacó una nueva que su padre le había traído de Shanghai. Abrió el paquete y sacó el jabón de dentro que era de un color rojizo.
Xu Ping volvió a rociar con agua a su hermano antes de empezar a frotarle con la pastilla. Del cuello a la clavícula, del pecho al estómago. El abdomen del joven empezó a crisparse.
–¿Qué te pasa? – Xu Ping le echó un vistazo.
–Hace cosquillas, gege. – Xu Zheng estaba de pie con el cuerpo tenso y cada puño a un lado.
–Tsk, – le regañó Xu Ping. – ¿de qué te quejas? ¡Aguanta!
Le dio la vuelta a su hermano y empezó a frotarle la espalda. Xu Zheng tenía el cuerpo perfecto, sus hombros formaban un triángulo con sus brazos largos y su cintura delgada. Su trasero era firme y redondo, y sus muslos fuertes y musculosos.
Conforme trabajaba con el jabón, Xu Ping se percató de que él tensaba los músculos allá donde tocase. Como si estuviese tirando una piedra a un agua mansa.
–¿Tantas cosquillas tienes? – Exclamó Xu Ping.
Volvió a darle la vuelta a su hermano y descubrió que su miembro volvía a estar firme.  Xu Ping se quedó mirando la erección durante unos instantes.  Como si le estuviese viendo, el miembro se sacudió y escupió unas cuántas gotas de un líquido claro, una de esas gotas llegó a los pantalones de Xu Ping.
Xu Ping estaba callado. Xu Zheng tenía la cara roja y le sobresalían las venas del cuello.
–Gege. – Llamó.
–¿Te encuentras mal? – Preguntó Xu Ping. Xu Zheng se tomó unos segundos para pensar antes de asentir. – ¿Sabes lo que hay qué hacer?
El tonto de su hermano sacudió la cabeza. Xu Ping se limpió el jabón de las manos despreocupadamente mientras respondía:
–Te voy a ayudar.
Entonces, apuntó la alcachofa de la ducha a la entrepierna de su hermano y abrió el agua fría.
–¡Ah! – Xu Zheng espigó como si fuese primavera y su amiguito se encogió dentro de su arbusto, hasta sus pelotas parecían más pequeñas.
Xu Ping obligó a su hermano a bajar la cabeza y le duchó con agua fría, haciéndole aullar.
–¡Maldito mocoso! – A Xu Ping no le importaron sus quejidos, se limitó a regañarle. – ¡No te atrevas a hacer esto nunca más!



[1] La válvula termoiónica, también llamada válvula electrónica, válvula de vacío, tubo de vacío o bulbo, es un componente electrónico utilizado para amplificar, conmutar, o modificar una señal eléctrica mediante el control del movimiento de los electrones en un espacio "vacío" a muy baja presión, o en presencia de gases especialmente seleccionados. La válvula originaria fue el componente crítico que posibilitó el desarrollo de la electrónica durante la primera mitad del siglo XX, incluyendo la expansión y comercialización de la radiodifusión, televisión, radar, audio, redes telefónicas, computadoras analógicas y digitales, control industrial, etc. Algunas de estas aplicaciones son anteriores a la válvula, pero experimentaron un crecimiento explosivo gracias a ella.
[2] Wen Jiabao (温家宝) es el sexto primer ministro y secretario del Partido del Consejo de Estado de la República Popular China, sirviendo como jefe de Gobierno de China y dirigiendo su gabinete.
[3] VOA (Voice of America) son unas noticias internacionales.
[4] Teresa Teng (鄧麗君) fue una cantante pop taiwanesa de gran popularidad e influencia. Su voz y sus canciones son fácilmente reconocibles para los habitantes de países de Asia Oriental como China, Corea, Japón, Tailandia, Vietnam, Malasia e Indonesia. La música de Teresa Teng fue prohibida en China continental durante los años ochenta, al ser considerada demasiado “burguesa” para la China comunista de ese entonces.

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