Capítulo 64

enero 21, 2018

Decido que tengo que encontrar una salido. No puedo quedarme de brazos cruzados esperando mi maldición. No sé nada sobre la condición de CanSheng, lo único que sé es que está vivo y, también estoy seguro, de que va a venir a buscarme. No obstante, esperarle es demasiado doloroso. Si no me encuentra o llega demasiado tarde, yo ya me habré convertido en otra persona. Una persona que no reconoceré, alguien que no amará.
¡Tengo que encontrar una salida!
De lo primero que tengo que deshacerme es de la droga que me inyectan dos veces al día. No voy a tener ninguna oportunidad si me paso el día tumbado. Todo lo que puedo hacer es quedarme tumbado en la cama observando mi alrededor aturdido. Mi vida lleva siendo así un mes. ShangFan se ha obsesionado con El Diablo Azul. Lo usa como si nada, lo que a cambio también significa, que no puedo hacerme daño. Hace tiempo que no siento nada. Ni siquiera puedo recordar cuánto. Medio mes o así.
Ya no siento los cambios de temperatura, ni ningún dolor. Es como si viviese en un molde. Vago por ahí pero no siento nada…
La única persona a la que puedo ver es a ShangFan. A veces le veo sentado en la silla cerca del sol y siento grandes deseos de hablarle o tocarle. La mayor parte del tiempo, él se queda sentado en su escritorio dorado revisando sus archivos. Da igual si estoy dormido, siempre me lleva al sofá y, como no me puedo mover, me dedico a sentarme y contemplarle u observar los rayos de sol. Si es un día lluvioso, cierra las ventanas, enciende la luz y se bebe una copa de vino conmigo. Después de darme de comer, suele ignorar la enorme montaña de documentos de la mesa y me cuenta cosas que pasaron entre él y mi padre mientras me abraza.
–Le gustaba mucho el vino tinto y la frase de William Young: “un montón de uvas es una imagen inmóvil, pura y hermosa, pero no deja de ser fruta; si se aplastas, se convertirán en una criatura porque cuando se conviertan en vino, serán una criatura”.
Dice que esto es lo más atractivo del vino y, a la vez, lo más atractivo que tengo yo.
Le pregunto qué parte de mi destrozado yo es atractiva. Él se ríe suavemente mientras abre las cortinas. El exterior está oscuro y repleto de nubes negras y densas, la lluvia cae constantemente desde el cielo grisáceo.
En este enorme sofá, dos hombres nos abrazamos.
La fría copa de cristal refleja la imagen actual. El alta lleva una camisa bien puesta y algo abierta, dejando al descubierto las líneas de su piel y su textura. Tiene rasgos tensos y una expresión indiferente. Una de sus manos sujeta una copa de vino y la otra envuelve la cintura del otro hombre con despreocupación y comodidad. Cualquier mujer se enamoraría de su astuto perfil.
Por otra parte, el otro hombre delgaducho está entre sus brazos, sólo viste un camisón largo azul turquesa entreabierto para facilitar el movimiento. Sus pies no dejan de cruzarse y enrollarse. Su palidez es terrorífica, pero ciertamente seductora. Sus ojos sin vida, la cabeza despeinada con el pelo negro por todas partes, le da una apariencia todavía más delicada y pura. Es tan callado que deja sin palabras a los demás y, sus labios, brillan con un color rosado gracias al vino que le ha estado dando el otro hombre boca a boca.
Extendiendo la mano y no puedo evitar tocar el rostro de esa persona en el cristal, justo entonces, es cuando me percato de que este hombre soy yo.
Soy yo.
–No…
Hago un ruido horrendo y sacudo la cabeza. Este no soy yo, ¡no soy yo! A pesar de estar constantemente obligado a perder los sentidos y esperar a Ye CanSheng, me libero. Me embargan el disgusto y lucho contra las manos de ShangFan.
–Así eres después de que te aplasten. – Me lame el lóbulo de la oreja. – Empiezo a entender los sentimientos de CanSheng cuando te hacía esas cosas.
Dejo de moverme de inmediato y miró a la persona que se refleja en el cristal de mi copa: por fin estoy seguro de que esperar no sirve para nada. Ahora mismo estoy en Hong Kong. ¿Cuántas ciudades y pueblos tiene que rebuscar CanSheng hasta descubrir que ya no estoy en China…?
Me asusto. Tiemblo sin dejar de mirar las gotas de lluvia y recuerdo el miedo de CanSheng a los rayos. No sé si allí estará lloviendo, en la casa de CanSheng y mía.
He seguido vivo esperando a que viniera a por mí. Pero tengo que parar, cualquier cosa que me haga será mejor que esto.
El hombre que tengo al lado no está enamorado de mí, sólo quiere mi cuerpo. Quiere convertirme en la persona de sus recuerdos, en una marioneta obediente y delicada. Y la razón por la que a CanSheng le da igual mi cuerpo es, simplemente, porque sólo me quiere a mí y a mi vida. Le da igual mi apariencia, sólo desea que sus marcas permanezcan en mi cuerpo porque le pertenezco… Y ese es, precisamente, la sensación que yo, Fang YunSheng, quiero. Ese tipo de devoción entusiasta.
No puedo ser el sustituto de nadie. Yo soy yo.

Ye CanSheng también es la única persona en mi corazón y, ahora entiendo, que tengo que zafarme de mi situación actual y volver a ser yo mismo.  

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