Capítulo 13

febrero 26, 2018


Hai Xiu volvió a clase y se pasó medio día sin dirigirle la palabra a Feng Fei.
‒¿Has visto un fantasma o algo?  ‒ Feng Fei le miró. ‒ ¿Qué ha pasado? ¿Te ha molestado alguien?
‒No… Nadie. ‒ Hai Xiu sacudió la cabeza.
‒¿No? ¿Sabes la cara que tienes ahora mismo? ‒ Feng Fei no se lo creyó y se levantó. ‒ Voy a echar un vistazo.
‒¡No! ‒ Hai Xiu le detuvo. ‒ Si-… Siéntate.
Feng Fei no lo hizo, pero sí contempló a al chico sorprendido. Entonces, salió de la clase.
Se detuvo delante de la puerta de y repasó el pasillo con la mirada, pero no vio a nadie, sólo a Hai Xiu culpabilizándose por algo que ignoraba. Volvió a su asiento.
‒¿Qué ha pasado? ¿Alguien te está dando problemas?
‒He dicho que no… ‒ Hai Xiu no mentía. Apartó la vista. ‒ Yo… Me he asustado porque casi me caigo…
Feng Fei se rió sin querer.
‒¿Tan débil tienes el corazón?
Hai XIu no dijo nada, se limitó a asentir.
Feng Fei no se creyó lo que le había dicho a pesar de que le conocía bien, sin embargo, sonrió y continuó:
‒Para asegurarme de que estás bien de verdad, iré contigo al baño cada vez que tengas que ir. No es bueno para tu amiguito que te aguantes mucho. ‒ Hai Xiu se avergonzó. ‒ Bueno. ‒ El profesor de la primera hora entró. ‒ Empezamos.
Hai Xiu no volvió a decir nada, sólo bajó la cabeza para leer mientras Feng Fei le contemplaba.
Hai Xiu le parecía un buen chico y no debería haber nadie en la escuela intentando meterse con él, pero podría darse el caso y visto lo visto, Hai Xiu no quería decirlo, por lo que no le iba a obligar, así que le seguiría a todas partes.

‒Toma. ‒ Ni MeI Lin miró como ausente a Feng Fei que estaba detrás de Hai Xiu. ‒ ¿Qué pasa, Feng Fei?
‒Nada. ‒ Feng Fei sonrió. ‒ He venido a ayudarle. ‒ Cogió el montón de papeleo que cargaba Hai Xiu y le preguntó con mucha considereación. ‒ ¿Volvemos a clase?
Hai Xiu parecía aterrorizado, tiró de Feng Fei y le obligó a salir corriendo de la sala de profesores.
‒D-Deja de seguirme. ‒ Estaba incómodo. ‒ La profe Ni… Pensará algo raro…
Feng Fei estaba indiferente, como si no le importase.
‒¿Algo raro? ¿O sea que no podemos estar juntos? Pero a mí me gusta seguirte por ahí, ¿qué tiene de malo? ‒ Feng Fei miró a su alrededor. Hai Xiu estaba demasiado angustiado como para arrastrarle hasta la clase, así que tiró de su camiseta y le dirigió.
Cuánto más ansioso estaba Hai Xiu, más le divertía a Feng Fei y más quería molestarle.
‒Tú, tú… Date prisa…
‒Toca educación física, todavía quedan veinte minutos para la próxima clase. ¿Por qué tienes tant aprisa? ‒ Feng Fei hizo una mueca. ‒ Hai Xiu estás empeorando, no hay nadie en clase. ¿Por qué estás así? ¡¿Qué pretendes hacerme allí adentro?!
Feng Fei se detuvo, sonriendo y mirando de arriba abajo a Hai Xiu, rehusándose a moverse sin importar lo mucho que su amigo tirase de él.
‒Vamos… a leer.
‒Pues prefiero no volver. ‒ Feng Fei se dio la vuelta para irse de paseo. ‒ Me voy a dar una vuelta.
A Hai Xiu se le ocurrió otra cosa.
‒Creo… que quiero ver lo que vamos a comer hoy…
Feng Fei se las apañó para reír, relajó los pies y permitió que Hai Xiu le arrastrase a la clase sin olvidarse de aprovecharse de él.
‒Mira, me has agrandado la ropa de tanto tirar. Este fin de semana me tienes que acompañar a comprarme más, ¿eh? También quiero zapatos, tendrás que venirte conmigo. ¿Quieres que nos compremos los mismos? ¡Hey, que te estoy hablando! Bueno, ¿dónde vamos este finde? Conozco un sitio-…
Hai Xiu tiró más y más de Feng Fei. Al llegar a su clase, se encontraron con la chica que le había pedido que le entregase la carta aquella mañana mirándolos absorta y rechinando los dientes al ver lo mucho que Feng Fei mimaba a Hai Xiu.

Hai Xiu estaba comiéndose las galletas que le había dado Feng Fei mientras le corregía los deberes.
‒¿Lo he hecho bien? ‒ Preguntó Feng Fei apoyándose en su brazo para mirarle. ‒ Deja ya de mirarlo, sé que está bien. Este finde podríamos salir, por un día no pasará nada… ¿Qué vas a hacer en casa? ¿Leer y ya está? ¿Por qué no te vienes conmigo a jugar?
Hai Xiu marcó una de las respuestas de Feng Fei ignorando su insistencia.
‒Mira, préstame atención. Este tipo de respuesta puede restarte puntos.
Feng Fei suspiró, miró la marca y se dio cuenta de que, efectivamente, lo había hecho mal. Prometió corregirlo y continuó con su persuasión.
‒¿Ya está? ¿Y si te voy a buscar y te llevo luego de noche? Claro, que siempre puedes quedarte a dormir en mi casa. Ah, sí, ¿no te acuerdas de lo mucho que te me pegaste el sábado?
Hai Xiu se ruborizó, le metió una galleta en la boca para callarlo y volvió a centrarse en su libro. Feng Fei sonrió y se comió la galleta. No le gustaban demasiado las cosas dulces y grasientas, así que tuvo que beberse media botella de agua después.
Guardó la botella y le echó un vistazo a su compañero de clase. El sol brillaba sobre él, su corazón se tranquilizó.

Los demás compañeros de clase subieron después de terminar educación física. El bullicio no molestó a Hai Xiu que siguió leyendo su libro como si nada, mientras que Feng Fei se levantaba e iba a rellenar su botella de agua.
 ‒Oh,  ‒ He Hao le dio una palmadita en el hombro. ‒ para ti.
Feng Fei se dio la vuelta y le miró.
‒¿De quién es?
‒Ji Ya Qi, de la clase cinco. ‒ He Zhao giró la carta y suspiró. ‒ Las de artes son muy meticulosas…
Feng Fei aceptó el sobre e hizo ademán de sentarse cuando He Hao volvió a llamarle.
‒¿Qué? ‒ Frunció el ceño.
‒Ella… ‒ He Hao no estaba seguro de si debía decirlo, pero no se le daba bien decir que no y la chica se lo había pedido por favor. Vaciló. ‒ Ji Ya Qi quería que supieras que se lo había pedido a Hai Xiu esta mañana pero que se ha negado.
A Feng Fei se le iluminó la cara. He Hao se arrepintió de habérselo dicho, hizo un gesto con la mano y se explicó:
‒¿No le conoces? No le gusta hablar con la gente, además, Ji Ya Qi es muy guapa, debe haberse puesto nervioso.
‒Gracias. ‒ Feng Fei asintió regocijado, volvió a su asiento y tiró la carta sobre el escritorio antes de sentarse.
Hai Xiu empalideció al verla.
Feng Fei le miró y su expresión era idéntica a la de esta mañana, hecho que le hizo sonreír. Al principio había creído que alguien se estaba metiendo con él, pero viendo su reacción por la carta de amor, ese no era el caso. Sin embargo, aquella chica había intentado buscarle problemas por no haberla ayudado.
‒¿Te suena? ‒ Feng Fei le miró. ‒ ¿Por qué parece que hayas visto una rata muerta?
Hai Xiu fingió no saber de qué iba aquello, pero tampoco quería mentir.
‒Lo… siento… ‒ Susurró.
‒¿Una chica te ha pedido que me la dieras? ‒ Feng Fei contuvo la risa y Hai Xiu asintió. ‒ ¿Y no has dicho que sí? ‒ Feng Fei pensó que la personalidad de este chico era increíble, no podía creerse que la hubiese rechazado de verdad. ‒ ¿No la has ayudado?
Hai Xiu volvió a asentir.
‒¿Por qué no? ‒ Feng Fei estaba encantado. Hai Xiu se mordió los labios y guardó silencio. ‒ ¿Por qué no? ‒ El tono de voz de Feng Fei albergaba una dulzura única.
Hai Xiu apretó los puños, no sabía cómo explicarlo. Ni siquiera él mismo entendía por qué se había negado, ni porqué se había enfadado. De hecho, le había pedido a Feng Fei que no saliera de clase para que no se la encontrase.
‒Sí, lo siento… ‒ Todo le parecía más y más complicado. ‒ No sé… Yo… Yo, a propósito…
‒¿A propósito? ‒ Cuánto más oía Feng Fei, más contento estaba.
Por otro lado, Hai Xiu estaba abochornado. Creía que si no le daba la carta, Feng Fei no se enteraría nunca, pero le habían pillado con las manos en la masa.
‒Jaja…
Feng Fei le miró y pensó que la verdadera víctima aquí, sabiendo de la estratagema de Ji Ya Qi, había sido Hai Xiu. ¿Qué más da si no quería ayudarla? Que no quisiera pasarle su mensaje no quería decir que no fuera un buen chico.
La carta de amor le parecía una molestia. Feng Fei le revolvió el pelo y se rió.
‒No pasa nada, no estoy enfadado. ¿De qué tienes miedo?
Hai Xiu parpadeó.
‒¿No… No te has enfadado conmigo? ‒ Dios sabe lo mucho que temía que Feng Fei se enfadase con él.
‒No, ¿por qué debería? ‒ Entonces, Feng Fei prosiguió con ironía. ‒ Qué tonto eres. Si no querías que leyese la carta, deberías haberla aceptado y podrías haberla tirado. Así ella habría creído que me la habías dado y cuando viese que no le hago ni caso, se daría cuenta de que no me interesa. Aunque si viene a perseguirme y a preguntarme por qué no me gusta, la partiré en dos y exigiré pruebas. ¿Qué te parece?
Hai Xiu no sabía qué contestar.
‒¿Cómo puede ser…?  ‒ Reaccionó segundos más tarde.
‒¿Me vas a replicar? ‒ Feng Fei arqueó una ceja.
Feng Fei miró la carta que tenía sobre la mesa, soltó una risotada y sin abrirla, la arrugó delante de él para tirarla por la ventana. Entonces, sacó el libro de la próxima clase y se puso a leer.

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