Capítulo 71

febrero 19, 2018


Ye CanSheng reúne a sus hombres y, básicamente, destroza su casa. La única habitación que queda intacta es en la que llevo encerrado dos meses. 8-Cero ya se ha ido protegiendo a su amo y los únicos presentes somos Ye CanSheng, los cuatro más cercanos a él y yo, que estoy delante de él, tambaleándome.
La luz de la lámpara de la mesita de noche es algo amarillenta y su tranquilidad no parece de este mundo. Oigo mis respiraciones apresuradas y nerviosas.
Los cuatro hombres que tiene detrás no osan hacer ni un mero sonido y sus ojos se llenan de preocupación e impotencia cuando CanSheng se me acerca. No sé cómo ha sobrevivido durante estos últimos dos meses, así que me aprieto la ropa y le miró en silencio.
Tiene el pelo lacio, aunque ya no está tan liso como antes. Su rostro es mucho más maduro y parece haber crecido un poco más, pero el cambio más drástico es la cicatriz en su mejilla derecha.
No es muy grande, pero parece mucho más frío que mi CanSheng. Seguramente a pasado por muchas cosas que desconozco. ¿Qué le ha podido convertir en algo tan frío y sediento de sangre, como una jade empapada de sangre fresca, cultivando semejante arrogancia y perseverancia…?
‒¿Te has divertido por ahí fuera?
Su voz es mucho más sexy y madura que antes, pero poco amigable. Me inmoviliza con una mano y ladea la cabeza. Se relame la esquina de los labios como siempre, pero su expresión ya no es de mimo.
‒¿Q-Qué dices?
Tengo la mente en blanco. ¿Qué si me he “divertido”? ¿Acaso no sabe que me habían secuestrado?
Frunzo el ceño y siento su mirada escudriñadora aferrándose a mí, obligándome a retroceder un paso.
‒Eres una putita.
Tiene la misma voz, pero ahora siento su odio. Da zancadas y me sujeta los hombros. Siento una frialdad increíble y noto cómo me desgarra la ropa.
Tiemblo e intento cubrirme con las manos frenéticamente. Justo entonces, uno de los otros hombres jadea.
‒¡Ye CanSheng!
Mi grito resuena en el mismo momento en el que me tiran a la cama. Todo lo que siente mi corazón es temor.
Veo al grupo salir de la habitación con el rabillo del ojo y, cuando el último abandona el acuarto, mi mente se rompe hasta el punto de que soy incapaz de imaginar el dolor que voy a tener que soportar.
‒¡No! ¡No os vayáis! ¡Yo…!
Bofetón.
Me gira la cara que se me hincha y arde acompañado de un sabor metálico que me disgusta. Una fuerza bruta me retiene en la cama y me obliga a mirar a un rostro: es Ye CanSheng, quien acaba de llamarme “putita”.
Miro a un lado y veo la daga clavada justo al lado de mi rostro, tan fría como el hielo.
‒Soy una putita, por eso te acogí. ‒ Me río con amargura. ‒ Soy una putita, por eso he montado lo de los fuegos artificiales. Dame-… ¡Mmf!
Me pellizca las mejillas y me las muerdo sin querer. Entonces, baja la cabeza y me mira con odio. El reencuentro que he imaginado tantas ganas ha acabado haciéndome temblar de miedo. El dolor vuelve a despertarme: esto es lo normal cuando estoy al lado de Ye CanSheng.
Una violencia conocida, un dolor conocido y el conocido olor de la sangre.
‒¿Sabes que casi me vuelvo loco buscándote? ¡¿Eh?! ¡Te has fugado a Hong Kong! ¡¿Tanto miedo me tienes?! ¡¿Quién dijo que no me abandonaría jamás?! ¡¿Quién dijo que me amaba?!
Le cojo las manos.
‒¡No, no es eso! ¡Me secuestraron!
Nunca había sido alguien seguro, si me iba siempre pensaba que pretendía abandonarle.
‒¿Secuestrado? ¿Si te hubiese secuestrado habrías permitido que ese hombre te besase el cuello y te abrazase? ¡Te ha tocado como si nada!
‒¡Ugh!
‒¡Te pegas a los ricos y me odias!
‒No, cuando he… Joder, Ye CanSheng, habla como se debe.
Tengo las manos sobre mi cabeza y me pellizca el cuello. Siento una oleada ardiente en el cuello y no puedo ni replicarle. Él está tan enfadado que hasta se le sobresalen las venas mientras que yo sólo quiero decirle que le he echado muchísimo de menos y preguntarle el motivo por el que ha llegado tan tarde.
No obstante, todas mis exclamaciones y pensamientos están bloqueados por su tiranía mientras yo me ahogo en emociones.
Para él, yo sólo soy una putita que se escapó porque quería estar en los brazos de otro. Ye CanSheng es mucho más extremo después de pasar dos meses sin mí.
Tiene los ojos inyectados en sangre, es mucho más maduro y ojeroso. Sin embargo, su temperamento cruel y despiadado ha empeorado. ¿Está casi loco o… ya lo está? No lo sé.
Me desgarra la ropa de inmediato hasta que sólo quedan unas cuántas trizas de tela sobre mí.
Mu puño aterriza y golpea mi cuerpo que se niega a pelear. Su mano es tan fuerte como el acero y sus ojos tan fríos como el hielo: es como un desconocido que no había visto nunca.
Tengo las manos atadas en el cabezal de la cama, ni siquiera puedo girarme. Cada centímetro de mi piel recuerda el dolor. Raramente me ha llegado a tocar con tanta gentileza, es como si estuviese admirando y pensando en todo esto. Dice que mi piel es tentadora y suave. Todas sus marcan han desaparecido, su voz es grave, pero me hace estremecer.
Abro las piernas y entonces, es cuando por fin procede a su lugar favorito, en su sello.
‒Mira, YunSheng. Es la única marca que sigue aquí, la marca por la que tanto te resististe y la que más me gusta.
Tengo las piernas totalmente abiertas y él baja la cabeza hacia mi entrada. La mano con la que me sujeta del cuello me aprieta sin parar, vuelve a respirar en mi cara y me dice:
‒No voy a volver a hacer la vista gorda. Nunca más.
¿Cuándo lo ha hecho?
En cuanto termina de hablar, me penetra con su ardiente miembro, pero, como no hay lubricante, se queda a mitad de camino. Me hace tanto daño que no puedo ni gritar, lo único que consigo hacer es desorbitar los ojos y notar como mi visión se vuelve roja.
‒¡Ah…!
Al final, consigue destrozarme el recto y yo grito. Tnego las manos tan bien atadas que ya no sé si me sigue quedando piel.
‒¡Sal, sal! ¡Me haces daño! ¡CanSheng, no…!
Sacudo la cabeza. No sé lo que es la dignidad, sólo sé que tengo que rogarle y suplicarle.
Me aprieta con su peso y no deja de entrar en mí. A juzgar por la curvatura de sus labios, está excitado y lo está disfrutando. Le duele mucho, pero está feliz.
Me suelta una mano y saca la daga que ha clavado en la cama para lamer la cuchilla. No parece importarle que eso pueda dañarle la lengua.
Me clava la daga en el pecho, enfriando mis huesos.
‒No, no… Sácala, sácala…
‒No quiero.
‒Ah…
Un corte, dos cortes, tres cortes. No son muy profundos, pero sí suficientes como para que la sangre rezuma.
Por fin afloja la fuerza de mi cuello, me cubre la nuca con los dientes y me muerde en su sitio favorito: la arteria. Los caninos penetran mi piel y empieza a salirme sangre. Confundido, olvido debatirme, ni siquiera se molesta en hacer nada, sólo me lame la herida. Todas las marcas que deja en mi cuerpo son la prueba de que soy suyo.
Solía odiar mi piel, solía decir que jamás dejaría una marca que fuera a quedarse ahí para siempre. En ese momento le pregunté si ese era el motivo por el que me había sellado allá abajo, y su respuesta fue que, en lugar de marcarme, lo que quería era encerrarme. Recuerdo cómo, enfadado, le mordí la nariz y cómo él me abrazó antes de irnos a dormir.
‒¡Ugh!
Vuelvo en mí por el dolor. La cara que tengo delante es la misma que recuerdo, pero algo más madura. Su inocencia ha desaparecido y se ha convertido en la dominancia y crueldad de un mafioso.
Me levanta el cuerpo y veo cómo mueve las caderas hacia adelante con brusquedad.
‒YunSheng, te lo había dicho muchas veces: no puedes ponerte en mi contra. No puedes traicionarme, Ah… Pero, ¡me abandonaste…!
Su miembro de acero entra y sale sin parar. Su mano firme e inmóvil me sujeta la cadera.
Ha cambiado. Ha cambiado totalmente. ¡No es mi CanSheng, no lo es!
Llevo anhelando nuestro reencuentro tantísimo que he imaginado cómo me besaba en la frente y me abrazaba muchas veces. ¿Cómo se ha vuelto así? ¿Tanto me ama? Su posesividad anormal me desespera. No quiero a este Ye CanSheng.
El Ye CanSheng al que quiero ver es el que me abraza y me beso en la esquina de los labios; no este que intenta destrozarme con todas sus fuerzas.
El que tengo delante ha devorado a mi adorado CanSheng.
‒¡Llámame, YunSheng!
‒Yo… No te cono…zco…
Siento como me sangran las encías y le miro con rabia. Sé que ya no soy normal, había olvidado todo este dolor. El Ye CanSheng de mis recuerdos es alguien perfecto, pero, la realidad no es el CanSheng dulce e inmaduro. Soy una mala persona, no quiero enfrentarme a la verdad de haber perdido al hombre al que amo.
‒Jaja, ¿no me conoces? ‒ Su voz me cuestiona.
Me vuelve a levantar la parte inferior del cuerpo y siento un líquido recorriéndome la espalda. Inunda mi alma y me quema el conocimiento.
‒Ugh…
Me penetra con rudeza y yo grito involuntariamente.
‒¡¿No me conoces?! ¡¿Eh?!
De repente me mueve y me obliga a arrodillarme mientras entra en mí: cada golpe de cadera es más y más profundo. Está furioso, extremadamente furioso. El dolor me desborda, me duele el estómago y siento un dolor punzante por detrás.
‒Ugh, um, ah, ah, p-para…
Me cruzo de brazos y por eso la cuerda con la que estoy atado se aprieta todavía más. Ya no me fluye la sangre, tengo las manos heladas y no siento dolor.
‒Soy el que te marcó, soy el que te ha hecho esto muchas veces. Soy el que querías en tu casa y, también, ¡soy al que más amas!
‒¡Ah…!
Me coge mi flácido miembro y lo usa de apoyo, golpeándolo sin parar. Me tambaleo y se me nubla la visión, sin embargo, sus palabras continúan resonando cruelmente en mi oído.
Sí, yo soy el que tiene la culpa, sólo yo. Pero no lo entiendo, ¿cómo puede ser que todo lo que le cambié haya desaparecido en dos meses? ¿Por qué es más cruel y mórbido que antes?
Tengo la sensación de que no podré volver a tenerle como antes. ¿Y ahora qué hago? ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a mirarle?
Odio a este CanSheng que no entiende mi dolor.

*         *        *        *        *

No sé cuánto tiempo lleva tomándome, lo único que no ignoro es que ya no siento la parte inferior de mi cuerpo. De vez en cuando le oigo maldecir.
Me penetra enloquecidamente y repite que él es el único para mí, que es Ye CanSheng, el Ye CanSheng de Fang YunSheng.
¿Cómo va a ser mi CanSheng? ¿Por qué mi CanSheng no me da los buenos días con un beso?
Oigo a alguien llamar a la puerta sin parar, parecen estar llamando a alguien. ¿A mí o al que tengo encima?
Abro la boca para decir algo, pero no puedo. Me arde la garganta y el hombre que tengo sobre mí me tiene bien cogido.
‒Perdeos todos. ‒ Dice. ‒ ¡Quiero hacérselo más, sino va a volver a desaparecer! ¡Fuera!
Me siento como si estuviese flotando sobre las nubes, tengo los ojos abiertos, ¿por qué no veo nada? Hay un campo blanco con oleadas dulces. Se parece mucho a la fragancia de las rosas que se colaba por la ventana cuando Ye CanSheng se ponía al lado.
‒Joven amo, reflexione. Tenemos que irnos ya, además, ¡si continua morirá! ¡Fang YunSheng morirá!
‒¡Me da igual! ¡Lo quiero! ¡Lo quiero!
¿Quién llora con tanta angustia? ¿Quién me abraza con tanta fuerza?
Pero, el que me sujeta habla como un niño, un niño caprichoso. ¿Acaso no sabe que está enfadándome?
Se parece mucho a CanSheng…
CanSheng…
Siempre le he estado esperando, pero al parecer todavía no ha llegado. Él también es así de caprichoso y también me posee sin que le importe nada. ¿Por qué todavía no ha llegado?
¿Por qué no ha visto cómo he encendido los fuegos artificiales a costa de mi propia vida…?
Observo el techo y siento como el agua cae de mis ojos, pero sé que no puede ser agua porque todo lo que veo es carmesí.
El color favorito de CanSheng está por todas partes, y también se ha convertido en mi favorito…

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