Capítulo 72

febrero 19, 2018


¿Cuándo perdí mi libertad? ¿Desde cuándo tengo una cadena en el pie? ¿Cuánto tengo que esperar para la libertad?
Soy el único en esta prisión aterradoramente silenciosa y oscura como la boca de un lobo.
Me hago un ovillo en una esquina con una cajita entre manos. Mi cerebro me indica que el contenido de esa caja es lo que me puede salvar.
Irme de aquí no es lo que importa, lo que importa es la caja. Estoy esperando. Espero a que rompa su cascaron, espero a que aparezca…
El pulso es más rápido que antes. Sé que está a punto de aparecer.
La caja empieza a moverse al cabo de un rato y una perla roja aparece: una perla que irradia luz y calor.
La bola cambia de estructura y se transforma en un humano con la cabeza algo ladeada y el cabello revuelto y esparcido por su piel. Tiene los ojos cerrados y camina lentamente. Mi corazón late como loco. ¿Me va a sacar de aquí y me va a llevar a un mundo lleno de risas y ánimos?
Me estiro y me acerco a él…
En esta habitación oscura, él se planta ante mí y su existencia parece fuente de luz. Reluce tanto como un espíritu maligno.
No puedo evitar anhelar acercarme a él y, de hecho, eso hago.
Extiendo la mano para tocarle y, en cuanto le rozo la mejilla con el dedo, él abre los ojos negros de los que caen lágrimas escarlatas.
Sorprendido, retiro el dedo, sin embargo, antes de conseguirlo él me coge la mano. Entonces, oigo cómo la piel se desgarra.
La ruptura llega hasta el brazo y yo chillo y me debato mientras él me inmoviliza…
Lentamente, me atormenta y me arrastra hacia él. El aroma de la sangre e envuelve.
‒¡No…!
Su cuerpo se inclina sobre el mío, su respiración está tan cerca que mis pulmones respiran el aire que suelta.
‒Me has despertado tú, ‒ dice. ‒ ahora asume las consecuencias…
Su voz es muy suave pero alberga los colores de la exigencia. Mi cuerpo se estremece.
El suelo bajo mis pies se distorsiona, la oscuridad envuelve mi tobillo izquierdo y un dolor penetrante me desborda. Entro en pánico e intento tirar hacia atrás, pero él me inmoviliza de un golpe.
En ese momento, el suelo oscuro me absorbe. Oigo una risita dulce y conocida en mi oído cuando caigo con él, y admirando mi terrible expresión, dice:
‒YunSheng, cae en mis manos Rápido.
La oscuridad me envuelve.
‒¡Ye CanSheng…! ‒ Suelto un grito ahogado.
Abro los ojos para ver la nada. Quiero irme de esta oscuridad, quiero irme de aquí. ¡Irme, irme, irme! ¡Quiero irme!
Unos sonidos crispantes atacan cada uno de mis nervios cuando intento marcharme. ¿Por qué? ¡Estoy encadenado con una cadena de acero!
¡No, no!
Pero algo me inmoviliza otra vez y no puedo moverme. En cuanto lo intento, vuelvo a donde estaba. Vuelvo a debilitarme y el miedo me consume.
‒No te muevas. Ya estás a salvo.
Un sonido conocido resuena en mi oído. Me callo después de asegurarme de que no es Ye CanSheng. Jadeo mientras la luz empieza a entrar en mi campo de visión. Me duelen los ojos y recupero mis sentidos lentamente. Me duele todo el cuerpo.
Giro la cabeza y veo la silueta borrosa de alguien a mi lado. Parpadeo un par de veces y creo reconocerle.
‒Tranquilo, ya está. Después de descansar un poco te encontrarás mejor. Llevas mucho tiempo inconsciente…
Le miro aturdido, pero no quiero recordar lo ocurrido en absoluto. No debería recordarlo, eso es lo que me dice mi razón.
Una imagen borrosa aparece ante mí. Las cortinas negras cubren la luz del sol y vuelvo a aparecer en una habitación que no conozco.
Me doy la vuelta y, después de estudiarle con los ojos, reconozco al dueño de esa voz: XiYan.
Entonces, suspiro emocionado. ¿Tan mal tengo los reflejos?
‒XiYan… Se te da bien… la medicina.
Quiero ser sarcástico, pero no lo consigo. Abro la boca y notó lo agrietados que tengo los labios.
Tengo la garganta seca y ardiente. Ni siquiera puedo pronunciar correctamente las palabras de lo mucho que me cuesta hablar. Veo lo rojos que están los ojos de XiYan y sé que no debe haber dormido desde hace unas cuántas noches para poder salvarme.
‒Me alegra que te hayas despertado.
Levanto las esquinas de los labios. Entonces, siento cómo se me parten, pero hablo de todas formas.
‒En realidad, no quería… levantarme, pero… XiYan, he tenido una pesadilla…
‒YunSheng… ‒ Su voz resuena en la habitación con una pizca de simpatía y tristeza.
‒Tú también crees… ¿Qué me escapé?
‒Sé que es imposible, pero en cuanto el Joven Amo vio que no estabas, enloqueció. Tu desaparición acabó con toda su cordura, no hemos pudimos hacer nada…
‒¿Por eso habéis dejado que pensase que me había escapado? ¿Has permitido que me odie y que jure que me encontraría para poder hacerme esto? ‒ Mi voz es suave y tengo los ojos pegados a las manillas de cuero que tengo en las muñecas.
A diferencia de antes, esta vez también tengo atadas las manos.

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