Capítulo 88: Un susto

febrero 19, 2018


‒Felicidades. ‒ Gao Min sonrió con frialdad. ‒ Estás subiendo de nivel, como consigas ser la esposa del tercer príncipe será para montar una fiesta.
Li Wei Yang la estudió con suma frialdad.
‒Prima, a parte de decir tonterías, ¿qué más se te da bien?
Gao Min dejó de sonreír, apretó los puños y la observó. Entonces, rechinó los dientes.
‒Sé qué pretendes, no olvides que sólo eres la hija de una concubina. Ni sueñes con juntarte con los príncipes o ser su primera esposa. Lo máximo que vas a ser es una concubina más, y entonces-…
Li Wei Yang se disgustó al ver su rostro.
‒¿Qué dices de juntarme con los príncipes? Se cree el ladrón que todo el mundo es de su misma condición.
‒Te he visto con el tercer príncipe ‒ Replicó Gao Min enfadada. ‒ ¡Qué cara dura eres! ¿Osas hablarme de esta manera?
‒Gao Min, ¿por qué tengo que darte explicaciones? ¿Quién te crees que eres? ‒ Li Wei Yang la miró fijamente y habló lentamente. ‒ Si tanto te gusta Tuoba Zhen, ve a por él. ¿Por qué me molestas a mí? ¿No te da vergüenza?
Gao Min no daba crédito a sus oídos. Li Wei Yang acababa de afirmar como si nada que le gustaba Tuoba Zhen.
‒¡¿Cómo te atreves a hablarme así, Li Wei Yang?! ‒ Estaba furiosa porque su secreto había sido expuesto. ‒ ¡¿No te da miedo que me chive al tercer príncipe?!
‒Si te apetece, ve y díselo. ‒ Li Wei Yang sonrió con suma dulzura. ‒ Nunca le he escondido mi personalidad. Acuérdate que contarle que te gusta y que quieres casarte con él, por favor. A ver si está dispuesto a tomarte como primera esposa… Aunque ya que somos primas, te voy a recordar que Tuoba Zhen es un hombre ambicioso y tu padre es un simple marqués, no creo que te tenga muy presente.
Gao Min se mordió el labio.
‒¡¿Qué has dicho?!
En el fondo, Gao Min sabía que Wei Yang tenía razón. Wei Guo Furen había ido a tantear las aguas con la concubina Wu Xian una vez, pero cuando sacó el tema la concubina no dijo mucho y la rechazó educadamente. El marqués de Bo Chang regañó a Wei Guo Furen al enterarse por ser demasiado segura y le dijo que Tuoba Zhen era un hombre muy ambicioso que ni siquiera se plantearía tener a su familia como aliada. Pero Gao Min, que era una doncella enamorada, no podía terminar de creérselo y se aferraba a que el motivo por el que la trataba con tanta frialdad era por lo poco que habían interactuado.
La muchacha había llegado al campamento y había peleado contra todas las demás para conseguir su atención, pero en cuanto Tuoba Zhen había visto a su prima Wei Yang, la había abandonado y eso la había llevado a la conclusión de que Li Wei Yang era una zorra de nueve colas que le había robado a su amado.
‒¡No seas bruta! ¡El tercer príncipe es mío! ¡Nadie me lo puede robar!
‒¡Ni me importa, ni sé de quién es Tuoba Zhen! Ya te he dicho lo que tenía que decir. Me dan igual estos despojos que tú consideras un tesoro, todos para ti. Cógete a tu principito y fugaos, ¡no me apetece tener a una jauría de perros ladrando delante de mí! ‒ Wei Yang fue alzando la voz mientras se acercaba paso a paso a su prima quien, a su vez, retrocedía.  Gao Min empalideció y su arrogancia desapareció. ‒ ¡Ya puedes darlo todo! Ojalá consigas ser la esposa del tercer príncipe en algún momento. ‒ Dicho esto, Li Wei Yang resopló y, sin dedicarle ninguna mirada más, se marchó.
Gao Min temblaba de ira. Se acercó a un montón de hierba y empezó a arrancarla bruscamente.
‒¡No se enfade, xiaojie! ‒ Le dijo su atemorizada criada.
Gao Min le abofeteó sin pensárselo mucho y la pobre criada se escondió tapándose la mejilla. El rostro de Gao Min se retorció; temblaba y apretó los dientes.
‒¡Más te vale recordar esto, Li Wei Yang!
Le había robado el tercer príncipe y ahora iba de arrogante por la vida. ¡Eso no acabaría así! ¡Gao Min no pensaba quedarse sentada de brazos cruzados!
Reflexionó unos minutos y, de repente, sonrió. Exacto, el príncipe la acabaría notando cuando Li Wei Yang dejase de existir. ¡Ah, si estuviese muerta…!
Li Wei Yang siempre estaba en la finca de los Li y apenas salía al exterior, por lo que no tenía muchas oportunidades, pero ahora que estaba por ahí suelta, había muchas formas de eliminarla.
La criada observó cómo el rostro de su dueña se tornaba gélido y bélico.


Gao Min se paseó por delante de la tienda de la concubina Wu Xian un par de veces. Ahora que el príncipe tenía la cabeza plagada de pensamientos sobre esa pequeña zorra, era cuestión de tiempo que quisiera casarse con ella. Y si se casaba con ella antes, ¡perdería toda esperanza! ¿Cómo iba a perder contra esa cosa, cuando ella tenía belleza y talento? ¿Pero cómo darle un giro a sus posiciones? Mientras reflexionaba pensó en la concubina Wu Xian, la madre adoptiva de Tuoba Zhen, que le había criado y a quien Tuoba Zhen siempre hacía caso. Si se lo contaba todo pararía a su hijastro.
Decidida, se acercó a la tienda, pero una criada de palacio la detuvo en la entrada.
‒Gao xiaojie, el Emperador ha convocado a la concubina Wu Xian, ahora mismo no está.
Gao Min empalideció. Escuchaba ruidos desde afuera de la tienda, ¿por qué no querría verla la concubina?  En realidad, de no ser por la alianza que tenían con el primer ministro Li, su familia no gozaría de una posición tan alta, pero la muchacha no lo sabía.
Gao Min se mordió la lengua y un rayo de luz gélida le cruzó la mirada. ¿Qué podía hacer si la concubina no la quería ver?
Se dio la vuelta enfadada y regresó a su propia tienda donde corrió a los brazos de Wei Guo Furen.
‒Madre, ayúdame. Si me ayudas, lo conseguiré.
A Wei Guo Furen le sorprendió la expresión enloquecida de su hija y se apresuró a indicarles a las criadas que la ayudasen a levantarse.
‒Min er, ¿qué ha pasado?
Gao Min se mordió los labios. Tenía la cara blanca y una mirada demencial.
‒¡Madre, tienes que ayudarme a matar a Li Wei Yang!
La joven le narró a su madre, cuyas cejas se fueron juntando conforme avanzaba la historia, lo sucedido.
‒¿Dices que Li Wei Yang estaba con el séptimo príncipe? ‒ Se aferró a esa anécdota.
‒Sí, estaban hablando y sonriéndose. ¡No tiene vergüenza! ‒ Gao Min rechinó los dientes.
‒Pues tengo una idea. ‒ Wei Guo Furen esbozó una sonrisa.
‒¿Cuál? Quería que la concubina Wu Xian castigase a Li WeI Yang y parase al tercer príncipe, ¡pero no ha querido verme! ¡Nos menosprecia! ‒ Gao Min lloraba y expresaba sus angustias.
‒Todos los de palacio nos miran por encima del hombro desde que tu hermano murió. Si no podemos ver a la concubina Wu Xian, ¡iremos a ver a la concubina Zhang De!
Gao Min Frunció el ceño. ¿Iban a ver a la madre del séptimo príncipe?
‒La concubina Zhang De tiene muchas esperanzas en el séptimo príncipe, ‒ Wei Guo Furen sonrió. ‒ ¿crees que va a permitir que su hijo vaya con Li Wei Yang sin hacer nada?
‒Pero-…
‒Niña tonta, ¿quién puede culparnos si la que hace algo es la concubina Zhang De? ‒ Wei Guo Furen continuó. ‒ Vamos, vamos a ver a la concubina.

Dos horas después, un gatito se coló en su tienda y asustó a Bai Zhi. Zhao Yue sacó la espada, pero Li Wei Yang la detuvo.
El gato tenía el lomo blanco como la nieve y los ojos amarillentos. Era deducible a simple vista de que se trataba de un animal de raza y  Li Wei Yang adivinó a qué noble le pertenecía. Justo cuando iba a soltar al gato una criada entró.
‒¡Aquí estabas, Zhui er! ¡Te he buscado por todos lados! ‒ Cogió al gato y entonces, sonrió al ver a Wei Yang y a su séquito. ‒ Xianzhu, este es el gato de la concubina Zhang De, lleva buscándolo mucho rato.
Li Wei Yang sonrió tranquilamente.
‒Pues si es su mascota, será mejor devolvérselo rápido.
La criada no movió ni un pelo.
‒Como lo he encontrado en la tienda de la Xianzhu, lo mejor será que vengas a devolverlo conmigo.
Li Wei Yang arqueó las cejas. Alguien había metido el gato ahí a propósito: la concubina Zhang De debía querer verla.
‒De acuerdo, deja que me prepare. ‒ Dijo después de reflexionar.
‒No hace falta, ‒ la criada le sonrió. ‒ la concubina Zhang De te espera.
‒Pues llévame. ‒ Li Wei Yang se levantó.


Li Wei Yang dejó de caminar delante de la tienda de la concubina. Una oficial estaba guardando la puerta cuando la muchacha entró. Sus ojos la estudiaron rápidamente y anunció:
‒La concubina Zhang De la esperaba, pase, por favor.
La concubina Zhang De siempre había sido famosa por su virtud, ¿cómo era posible que permitiese que una oficial mostrase semejante condescendencia? Li Wei Yang sospechaba que era un truco para demostrar la autoridad que tenía sobre ella. ¿Pero por qué? ¿Habría hablado con su hijo? ¿Se habría comido vivas a todas las jovencitas que le habían regalado joyas, perfumes y bolsitos? Wei Yang contuvo sus pensamientos y continuó avanzando.
El interior de la tienda era elegante; la oficial apartó la cortina de perlas. Li Wei Yang bajó la vista y entró lentamente. El incienso de lavanda hacía más serio el ambiente, pero, a su vez, más dulce. En realidad, a la muchacha no le gustaban esos olores, por lo que contuvo la respiración e hizo una reverencia.
‒Saludos, concubina Zhang De.
La estancia permaneció en silencio un rato suficientemente largo como para que Li Wei Yang pensase que no había nadie.
‒¿Eres la tercera hija de la familia Li? ‒ Preguntó una voz.
‒Sí. ‒ Respondió Li Wei Yang con suavidad.
‒¡Levanta la cabeza!
Li Wei Yang levantó la cabeza firmemente. La concubina estaba sentada en su trono, con una postura grácil y la falda verde bellamente desparramada por el suelo. Era una mujer muy hermosa, con las cejas dibujadas meticulosamente con tinta negra y cuyos ojos relucían por el sol que se colaba adentro de la tienda y le trazaba el contorno del rostro.
Ignoraba la razón, pero a Li Wei Yang esa cara le pareció fría y crispada, transmitía la misma sensación que la del séptimo príncipe, Tuoba Yu.
Mientras Li Wei Yang la estudiaba, la concubina hacía lo mismo con la joven. Sus ojos albergaron cierta pizca de sorpresa y suspiró.
‒Has nacido bien, como los lirios de agua. ‒ Sólo pronunció esa frase, como si estuviese hablando consigo misma. Poco después, la concubina Zhang De sonrió y una campanita que lucía en su cabello tintineó. ‒ He oído que eres hija de una concubina y que tu madre era una criada, ¿es verdad?
‒Sí. ‒ Li Wei Yang contestó sin cambiar de expresión.
‒Debes haber tenido muy buenas ideas para llegar a la posición que tienes ahora mismo. ‒ La concubina Zhang De alzó el mentón y la observó. ‒ ¿Qué relación tienes con Yu er?
Li Wei Yang le devolvió la mirada, fijamente.
‒Ninguna, sólo somos amigos. ‒ Tal vez, aliados.
La concubina Zhang De había creído que aquella muchacha sólo quería escalar posiciones de rango, pero el énfasis con el que pronunció cada una de las palabras que formaban su respuesta la pilló desprevenida: no la entendía. Sus ojos se nublaron por la confusión, pero se desvaneció rápidamente.
‒¿Siempre has sido tan directa?
Li Wei Yang habló con toda la tranquilidad del mundo.
‒Usted desea que sea sincera, y eso es lo que hago. Sé mis antecedentes, el séptimo príncipe y yo no somos una buena pareja, así que nunca me he atrevido a pensar nada más allá.
¡Qué determinación! La concubina Zhang De estaba asombrada, se levantó y se le acercó. Le levantó la cara a Wei Yang y estudió sus rasgos con detalle y, entonces, dijo:
‒A Yu er le gustas, te menciona a menudo.
El joven solía hablar de la tercera hija de la familia Li encantado, pero la concubina se decepcionó al verla. La muchacha no poseía una apariencia demasiado atrayente, ¿por qué su hijo se había enamorado de semejante moza?
Li Wei Yang se sorprendió y la miró a los ojos.
‒El príncipe sólo me admira; no hay amor entre nosotros.
La concubina la contempló asombrada, y entonces, la soltó.
‒Qué humilde eres… Jajaja… ‒ La concubina Zhang De prosiguió como si hubiese encontrado algo fascinante y sonrió. ‒ El futuro de Yu er no tiene límites, necesita apoyo de muchos y la mejor manera de conseguirlo es a través de un matrimonio de conveniencia. Después de todo, eres la hija del primer ministro y la mujer que ama Yu er, si aceptas ser una concubina, cumpliré tu deseo.
‒¡No acepto! ‒ Afirmó Li Wei Yang sorprendida.
‒¿Qué? ‒ La concubina la miró. ‒ ¿No quieres ser una concubina por lo baja que es la posición? ¿Quieres ser la primera esposa?
Era una situación muy tensa.
Li Wei Yang sacudió la cabeza.
‒Tampoco quiero ser la primera esposa. Tiene razón, concubina. El séptimo príncipe es de sangre leal y se enamorará de muchas en el futuro. De hecho, se enamorará y las mimará, pero mi marido sólo debe amarme a mí.
La concubina Zhang De se quedó completamente perpleja. El rostro de Li Wei Yang estaba bañado por la luz del sol, sus cejas eran delicadas como una estatua de jade. Sus ojos oscuros como un cuervo relucían bajo el fulgor de las luces y albergaban una determinación y perseverancia indescriptibles. No iba en broma.
La concubina apenas se las apañó para decir algo.
‒¿Quieres un marido que te ame a ti y sólo a ti toda la eternidad…? ¡Muchacha! ‒ La concubina reaccionó y casi se enfureció.
No le gustaba esa muchacha, pero, por su hijo, había considerado permitirle ser una de sus concubinas. ¡Sin embargo, no lo apreciaba!
‒¡Concubina! ‒ Li Wei Yang alzó su tono de voz de repente. ‒ No es que menosprecie al príncipe, todo lo contrario. No es un hijo más de la realeza y usted tiene tantas expectativas puestas en él que jamás permitiría que una joven inmadura y egoísta como yo estuviera a su lado. El séptimo príncipe es de un valor incalculable y, por eso mismo, sólo puede estar con una joya. Y yo no soy más que una piedra del camino. Le ruego, concubina, que no siga. ¡Jamás soñaría en ser un fénix! En lugar de ser una concubina de un príncipe y verme arrastrada a un sinfín de embrollos y estratagemas, prefiero una familia del montón, con un hombre del montón que me ame y me aprecie el resto de nuestra vida.
Las palabras de Li Wei Yang se clavaron en el corazón de la concubina Zhang De como una aguja y la miró horrorizada por un segundo. Abrió un poco la boca, pero no emitió ningún sonido, sólo la miró enfurecida.
‒Qué ingenua eres. ¿Qué hombre no tiene tres o cuatro amantes? ¡¿Quién te crees que eres?! ‒ A la concubina le costó encontrase la voz.
Li Wei Yang no era para nada ingenua. La muchacha ya había pasado el camino que la concubina le había ofrecido: el palacio real, nietos, subir de rango rápidamente… Pero ¿qué había conseguido después de una vida llena de lucha? Nada. Al principio no iba a decir nada, pero si no lo hubiese hecho, la concubina Zhang De podría haberse mantenido en sus trece de convertirla en la concubina de su hijo. Ser la concubina de Tuoba Yu no hubiese sido muy distinto a casarse con Tuoba Zhen, si lo hacía, sólo repetiría el mismo camino que había tomado en su vida anterior. Tuoba Yu le profesaba afecto pero Tuoba Zhen también lo había hecho alguna vez. ¿Quién le garantizaba que la amaría el resto de su vida? Nadie, ¡por lo que no pensaba casarse con Tuoba Yu!
No tenía nada más que hablar con ella. Li WeI Yang pensó en marcharse cuando la concubina le preguntó:
‒¿Sabes tocar?
‒No se me da demasiado bien. ‒ Admitió.
‒Tócame algo. ‒ Sugirió la concubina Zhang De de repente.
La música es la puerta del corazón, quería saber qué tipo de persona era aquella muchacha.
A diferencia de la del resto de jóvenes, la melodía de Li Wei Yang era extrañamente fría. Como un mar derritiéndose en los cielos, como una noche nublada o un barquito solitario flotando a la deriva en el océano. Era una melodía fría y desamparada. El sólo hecho de escucharla le transmitió la soledad y la frialdad del corazón de aquella joven.
La concubina Zhang De no dijo nada mientras escuchaba hasta que, de repente, la esquina de la tienda se levantó y una criada de palacio se apresuró a acercarse a ella.
Una cuerda se rompió y Wei Yang se levantó a prisa.
‒Qué falta de respeto, ¡perdóneme!
Era como si Li Wei Yang tuviese un espejo en sus ojos que separaban su corazón del mundo exterior, pero en cuanto empezó a tocar el qin, aquel espejo se agrietó y permitió que la concubina viese su verdadero mirar. La tranquila espesura negra como un pozo de sus ojos hervía, no mentía.  La concubina Zhang De suspiró y su expresión cambió a una de tristeza o simpatía.
‒Tienes el corazón más duro que una roca y más frío que el hielo.
Li Wei Yang se levantó y se marchó como si no la hubiese oído y la concubina no la detuvo.
Li Wei Yang salió de la tienda. El sol cegador y la calidez del exterior le atacó la vista y entrecerró los ojos.
‒¿Qué ha pasado?
La muchacha se dio la vuelta y vio que Tuoba Yu se le acercaba desde lo lejos.
Li Wei Yang le observó con los ojos tan fríos como un glaciar. A pesar de que se mantenía alejada de los problemas, sonrió.
‒Su Alteza, recuérdele a la concubina Zhang De que todo el mundo no quiere ser un fénix.
‒Tú… ‒ Tuoba Yu hizo una pausa.
Jamás se había planteado el casarse con el séptimo príncipe y hasta había intentado resolver el malentendido que ese muchacho tenía con ella. La concubina no era una imprudente y mucho menos del tipo de persona que decía ese tipo de cosas a no ser que Tuoba Yu le hubiese dicho algo. Seguramente para todos esos aristócratas, Li Wei Yang era una cosa al son del destino y pretendían que les diera las gracias por sus egoísmos. ¡Ya podían seguir soñando!
‒Disculpe. ‒ Es todo lo que le dijo antes de retirarse a pesar de lo enfadada que estaba.
La sonrisa de Tuoba Yu, que estaba desconcertado, fue desapareciendo lentamente.

*         *        *        *        *

‒¿Qué? ¿Matarla?
Zuo Yuan, el vice comandante del ejército recibió una orden difícil de creer por la tarde.
‒¡Baja la voz, ten cuidado! ¡Nos van a oír! ‒ Susurró la oficial.
Xuo Yuan tenía las manos detrás de la espalda mientras caminaba de un lado al otro.
‒Concubina, ‒ empezó a decir observando la hermosa cara de la concubina Zhang De. ‒ al Emperador le cae bien la Anping Xianzhu. La Emperatriz Viuda también la favorece y últimamente, el séptimo príncipe y ella-…
La horquilla de la concubina era de un jade exquisito en forma de seis pétalos que colgaba y se movía mientras hablaba.
‒Precisamente es por Yu er que no puedo dejarla vivir.
Zuo Yuan miró a la concubina confundido. Pocos conseguían entender la elocuencia que ocultaba su silencio.
‒Yu er ha dicho que quiere que sea su primera esposa.
Zuo Yuan se sorprendió. A pesar de que Li Wei Yang era la Anping Xianzhu, seguía siendo de nacimiento humilde, por lo que no se la consideraba igual al resto de jovencitas. Cabía la posibilidad de que los demás se rieran de él si se casaba con ella. El séptimo príncipe era un privilegiado, por eso la concubina Zhang De no quería a Wei Yang como su nuera. Pero, con rechazarla hubiese sido suficiente y tampoco es que le disgustase tanto, ¿Por qué tenía que recurrir a semejantes métodos?
‒Si lo hubiese mencionado de pasada, le habría dejado tomarla como concubina ‒ La concubina Zhang De suspiró. ‒ pero va demasiado en serio y quiere que sea su primera esposa.
Zuo Yuan no comprendía la situación, ¿por qué la concubina Zhang De que siempre había sido una mujer benevolente se comportaba de esa forma…?
‒Comprendo muy bien a este niño, ‒ la concubina sonrió con frialdad. ‒ a Yu er. Parece facilón, pero es muy terco. Si le digo que no, dará problemas y no se rendirá. Así que le he prometido que buscaré la oportunidad para conseguir que el Emperador acepte su unión, Pero ¿cómo iba a permitir que una chica así entre en nuestra familia?  La he conocido hoy y el Emperador halaga su inteligencia y astucia, pero yo creo que su actitud dominante sólo ocasionará problemas. Mira cuántos problemas ha dado con la matriarca, hay rumores por ahí de que no se lleva bien con sus mayores. ¿Una chica así puede ayudar a Yu er? No me gusta y no pienso permitir que se case con mi hijo, pero tampoco puedo rechazarla, así que la única opción que tengo es deshacerme de ella.
Zuo Yuan seguía un tanto preocupado.
‒Concubina, no hace falta montar tanto alboroto por una chiquilla, con una advertencia ya debería bastar…
¿Una advertencia? ¿Qué haría su hijo si se enfrentaba con Li Wei Yang? Pero eso no era todo, la concubina tenía otro motivo por el que se rehusaba a aprobar ese matrimonio. Tuoba Yu no era muy expresivo, pero cuando hablaba de esa joven se le iluminaban los ojos y sonreía. La concubina Zhang De adivinó de inmediato que el joven iba totalmente en serio con ella y se sentó fatal. Había llamado a la muchacha con la idea de quedársela si era una chica considerada y gentil, pero Li Wei Yang había resultado ser reacia y soñaba con un matrimonio eterno. ¿Qué bien le haría a su legado que su hijo se casase con una mujer así? Tuoba Yu se casaría con Li Wei Yang sin lugar a duda si la muchacha no desaparecía.
La mujer levantó la cabeza para mirar a Zuo Yuan.
‒Cazar siempre ha sido peligroso y siempre acaba muriendo alguien por una flecha o por el ataque de algún oso. Este año la víctima será Li Wei Yang.
Zuo Yuan se tensó y empalideció. Llevaba sirviendo al séptimo príncipe mucho tiempo y conocía su firmeza. Si algún día llegaba a descubrir que él es quien había asesinado a su amada… ¿Cómo se excusaría? Perdería la vida. Además, ¿por qué iba a arriesgarse siendo, como era, un oficial de alto rango? ¿Cómo podía ser que la concubina no fuese capaz de adelantarse a sus pensamientos?
‒No olvides que las buenas acciones albergan buenas recompensas.
Zuo Yuan estaba atónito. Era un hombre sin buenos antecedentes y en un lugar como el palacio, cualquiera que no tuviese un buen apoyo pendía de un hilo, sin embargo, una palabra de la concubina era capaz de cambiar todo aquello. ¿Qué había más tentador que la riqueza y una buena posición…? Y así, es como se decidió.


Li Xiao Ran le hizo una visita a Li Wei Yang por la tarde.
‒No corretees por ahí durante la caza. ‒ Le aconsejó algo más relajado. ‒ Es muy peligroso.
‒Tú también deberías andarte con cuidado, padre. ‒ Li Wei Yang sonrió y asintió.
Li Xiao Ran estudió a su hija con la mirada, suspiró sin saber porqué y se marchó.

*         *        *        *        *

La caza empezó al día siguiente.
El Emperador disparó la primera flecha a través de las cortinas y, pocos minutos después, una nube de flechas surcó los cielos en busca de pájaros. Los sacerdotes bendijeron el evento y cantaron una elegía mientras que los oficiales, liderados por Tuoba Yu, reunían sus flechas.
Tuoba Yu, de repente, se dio la vuelta y miró a Li Wei Yang que, como el resto de las mujeres, miraba la actividad desde una plataforma a lo lejos. Los ojos del príncipe le repasaron el rostro y, entonces, fueron más allá. La estaba mirando, pero al mismo tiempo, parecía que no lo estuviese haciendo.
Li Wei Yang suspiró. Pensando en ello, Tuoba Yu podía haber malinterpretado sus intentos de ayudarle por afecto. De hecho, era lo más normal porque nadie echaba una mano a alguien sin motivos ocultos. Después de todo, Tuoba Yu ignoraba el pasado.
No obstante, Li Wei Yang no iba a involucrarse más en el asunto. Quizás sería más distante en sus próximos encuentros con el príncipe. Lo que sentía era extraño porque, aunque pensaba como una mujer de su edad real, a los demás les parecía una niñita.
Gao Min miró furtivamente a Li Wei Yang en ese momento con una sonrisa helada.
‒Vamos a los campos de caza, ¿quién se viene?
Todas las jovencitas querían ir porque en el terreno de caza estaban los mejores caballos de Da Li y en una situación como aquella nadie les regañaría si intentaban montarlos, por lo que la mitad de las allí presentes siguieron a Gao Min.
Li Wei Yang, por su parte, se quedó donde estaba: no quería unirse a su prima.
Justo en ese momento una bella jovencita apareció ante ella.
‒¡No seas grosera! ‒ Exclamó al encontrarse la espada de Zhao Yue sobre su cabeza.
Zhao Yue apartó la espada.
‒¡Guau! ¡Qué bonita es tu espada! ‒ La princesa Jiu estaba muy animada.
Estaba claro que la chiquilla no era consciente que cualquier acción en contra de Li Wei Yang acabaría en un baño de sangre.
Li Wei Yang había creído asustarla tantísimo en la última ocasión que estaba completamente segura de que la novena princesa no iba a volver a molestarla, ¿cómo era tan tenaz? ¿Tal vez le gustase que la atormentaran? La novena princesa tenía un estatus tan alto que poca gente le hablaba con sinceridad por lo que no podía evitar sentirse atraída por Li Wei Yang, quien no le temía.
‒Juega conmigo. ‒ La princesa Jiu le dio una patada a unas piedras con la vista fija en Li Wei Yang.
Pocos serían capaces de rechazar una expresión como aquella y, Wei Yang no iba a ser la excepción. La joven suspiró y decidió seguir a la princesa para no atraer todavía más la atención por quedarse en la plataforma sola.
‒¡Qué lenta eres! ‒ Exclamaba la regocijada princesa mientras correteaba delante de ella.
Li Wei Yang sonrió. La muchacha había olvidado por completo lo que era el decoro y la etiqueta. No cabía duda de que su personalidad animada e ingenua era fruto de los mimos del Emperador.
Ya en el terreno de caza, Wei Yang se enamoró del paraje que le proporcionaba una sensación de libertad inóspita.
‒¡Mira, mira! ‒ La princesa Jiu se le acercó corriendo y le tiró de la falda para llevarla a algún lado.
Li Wei Yang bajó la cabeza y le echó un vistazo a los champiñones que cargaba en la falda.
‒¡Por ahí hay más! ‒ La princesa tiró de ella e intentó que la siguiera.
Las criadas de palacio que las seguían no dejaban de mirarse entre ellas completamente perplejas.
Las sirvientas no eran particularmente mayores, de hecho, sería más exacto llamarlas “compañeras de juego” de la princesa. Si no fuera por su diferencia de estatus, serían sus amigas.
Li Wei Yang se rió de la princesa cuando se le cayó todo lo que había recogido por levantarse demasiado la falda. Las rodeaba un ambiente alegre y despreocupado tanto, que una de las criadas se atrevió a cantarles una canción típica de su pueblo.
‒¡Mira! ‒ La princesa la interrumpió y dio un salto.
Li Wei Yang siguió el dedo de la princesa y descubrió a un majestuoso azor blanco surcando los cielos.
‒¡Quiero que mi séptimo hermano me pille uno! ‒ Li Wei Yang la miró mal. ‒ ¿Qué pasa?
‒¿Qué pensarías si alguien te captura porque le pareces “adorable”? ‒ Le preguntó con segundas.
‒Vale, vale. Si no quieres que lo capture, no lo haré. ‒ La princesa Jiu puso mala cara. ‒ ¡Eres más pesada que mamá!
Li Wei Yang suavizó la expresión, pero no dijo nada.
‒¡Qué bien monta! ‒ La novena princesa ya se había distraído con otra cosa y señaló a Gao Min.
‒Lo hace solo: “bien”. ‒ Comentó Li Wei Yang.
La novena princesa se sorprendió.
‒Pero si es la mujer que mejor monta de todo Da Li.
Gao Min, que siempre era arrogante, parecía otra persona cuando montaba libremente, sin ataduras. Li Wei Yang pensó en lo triste que era que Gao Min ignorase su propia belleza y se dedicase a intentar seguir los pasos de su prima Li Zhang Le.
‒¡Yo también quiero aprender a montar! ‒ Exclamó ansiosa la niña.
Las criadas se asustaron y corrieron a persuadirla.
‒¡No, princesa, el Emperador dijo que era peligroso!
‒¿Y vosotras para qué estáis aquí? ‒ La chiquilla empezó su pataleta. ‒ ¡Traedme un caballo ya!
Li Wei Yang frunció el ceño.
‒Si quieres aprender a montar, le pediré a tu séptimo hermano que te enseñe. ‒ Li Wei Yang le hizo una señal a una criada para que fuera corriendo a buscarle.
Tal vez fuera demasiado difícil encontrar a Tuoba Yu en plena cacería, por lo que la concubina Ruo también era una buena opción.
A las criadas no les quedó de otra, y acabaron trayéndole un caballo más bien pequeño a su princesa. La princesa Jiu, ya delante de su corcel, vaciló pero al ver a Gao Min otra vez, intentó saltar encima del caballo. Pero, como cualquier animal sorprendido, el rocín no le permitió subirse y pateó el suelo.
‒¡Eh! ¡¿Cómo se atreve…?!
Li Wei Yang se rió. Era un caballo menudo así que a la chiquilla le sería fácil mantener el equilibrio, sin embargo, a la joven temía que Tuoba Yu llegaría y la princesa seguiría intentando subirse a lomos de su animal.
La novena princesa consiguió subirse, pero por pocos minutos. Aunque eso no la desalentó: decidida, se levantó y se limpió el polvo. Saltó dramáticamente sobre el caballo otra vez y se tambaleó de nuevo. Temía caerse así que se aferraba a las riendas y al cuello del animal. Le echó un vistazo a Li Wei Yang y eso la hizo pensar que si se rendía en ese momento los demás se burlarían de ella, así que se puso derecha, y se inclinó, pero el rocín la volvió a lanzar por los aires.
‒Si quieres aprender a montar, lo primero es saber subirte. ‒Alguien le tendió una mano. ‒ Tienes que subirte bien. ‒ Li Wei Yang le secó las lágrimas a la princesa y ordenó que le trajeran al caballo. Entonces, la ayudó a subirse y le dio una palmadita en la cintura. ‒ Espalda derecha, no le tengas miedo. Si le tienes miedo, se meterá contigo.
La novena princesa consiguió sentarse sobre el lomo y Li Wei Yang puso al animal a trote. La princesa admiró el cielo azul y al pájaro que surcaba los aires. Se sentía en una nube.
‒¡Qué divertido!
Un rato después, la princesa Jiu ya se movía sola, por lo que Li Wei Yang le permitió asumir el control. La muchacha se reía con las riendas en la mano; tenía las mejillas coloradas y era adorable.
‒¡Ay, princesa! ¡No te vayas muy lejos! ¡Es peligroso! ‒ Exclamó la criada que tenía Li Wei Yang al lado.
‒Preparad un caballo para mí.
Una criada se acercó a prisa con un ejemplar grande y sano.
‒Xiaojie, este es el único que queda…
Li Wei Yang estudio al corcel y asintió.
‒Pues que así sea.
La novena princesa ya estaba lejos, así que Li Wei Yang saltó sobre su caballo y lo espoleó.
‒Ya vale, si sigues mucho rato mañana te dolerán las piernas. ‒ Le advirtió la joven barrándole el paso.
‒¡No quiero! ¡Suelta! ‒ La novena princesa estaba adicta y no quería parar.
‒¿Te parece divertido que te castiguen por ir en contra de las órdenes de la concubina Ruo? ‒Li Wei Yang se puso seria. ‒ Vale, pues de ahora en adelante, juega tú solita. ‒ Dicho esto, observó a las criadas que las aguardaban a lo lejos.
‒Vale, vale. ‒ La novena princesa se asustó. ‒ ¡Te haré caso!
Justo en ese momento, el ave que volaba por el cielo cayó en picado. La novena princesa se sobresaltó y tiró del caballo sin querer. Acaba de presenciar como el halcón se tiraba a cazar a un conejo que luchaba por su vida delante de ella. El ruido alarmó al caballo de la chica que salió disparado. La princesa Jiu se veía en el suelo, por lo que, sin otra alternativa, se aferró a las riendas y tiró de ellas, lo que provocó que el caballo se levantase y ella saliese volando.
Li Wei Yang se adelantó para cogerla por la muñeca mientras que, simultáneamente, Zhao Yue se precipitaba porque el caballo de su señora también estaba desbocado.
‒¡Salva a la princesa! ‒ Gritó Wei Yang.

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