Capítulo 79

marzo 07, 2018


Fang YunSheng es Fang YunSheng y es imposible que se pueda acostumbrar al dolor ni a la agonía que le concede Ye CanSheng, y el motivo es precisamente, por los sentimientos que le profesa.
‒YunSheng, YunSheng. No me puedes olvidar… ¿Cómo me has podido olvidar…? ‒ Intenta separarme las piernas como loco, pero ya no las siento hasta que el tirón me reabre la herida y yo grito.
Mi grito alerta a XiYan que corre a intentar apartarle de mí, pero es inútil.  Ye CanSheng me sujeta la muñeca y me arrastra como un niño lo haría con su juguete favorito.
‒Soy Ye CanSheng.
‒¡No te conozco! ¡Vete! ¡Piérdete!
Me resisto con la única pierna que todavía puedo mover un poco y le muerdo como si fuese un desconocido.
Él me coge del cuello.
‒Joven Amo, si sigue así lo lamentará. ¡Lo lamentará!
‒YunSheng, no me puedes olvidar. Soy CanSheng, tu Ye CanSheng. ¡Mira tu pierna, ese sello es mi nombre! ¡Soy yo! ¡Soy yo…!
Me roza la marca que tengo en el muslo y me araña la piel.
‒¿Quién…? ‒ Tengo la voz ronca y ahogada. Eso le sorprende y me suelta. ‒ Jaja… Jajaja… ‒ Empiezo a reír con suavidad. Es como si me hubiese vuelto loco de verdad.
Cierro los ojos, me tiembla todo el cuerpo.
XiYan menciona una “voluntad” y la expresión de CanSheng cambia justo cuando accede a que XiYan me “cure”.
CanSheng parece estar muy solo, pero ya no tengo pies que me permitan correr a abrazarle. Y de tenerlos, no llegaría hasta él porque tendría una cadena.
Por su poca confianza.
Por la poca confianza que me tiene.
Es su elección, es lo que tendrá que soportar… Y yo también.
El mundo sigue dando vueltas cuando me reincorporo.
‒¿Le has engañado?
‒Le estoy salvando. Sin ti se volvería loco. Gracias por cooperar, conseguiré hacerte salir de esta situación. ‒ Su tono es sincero, pero yo sigo indiferente a todo.
‒Me has dicho que me hace todas estas cosas por lo cabezón que es, pero… ¿Qué tengo de atractivo?
Me repaso con la mirada. Tengo moratones, heridas y manchas de semen por todas partes. No entiendo cómo puede obsesionarse tanto con un cuerpo como este.
‒Puede que no te des cuenta… ‒ Su voz es algo más suave, hasta parece estar a punto de sonreír.  ‒ Pero tanto el Joven Amo como nosotros cuatro teníamos ganas de pasar el día contigo. Puede que este anhelo roce la obsesión. ¿De dónde crees que venimos? Nunca hemos disfrutado de una brisa al sol en un jardincito. Tú no lo sabes, pero cada vez que estás en la hamaca con Cacahuete sobre tu regazo, el Joven Amo se queda embelesado sin moverse, observándote. Y en esos momentos siempre me dice lo maravilloso que eres.
‒Es lo menos raro que ha dicho.
‒YunSheng, no has vivido nuestro pasado, no nos comprendes. Una imagen como esa es fatal para nosotros, y todavía lo es más tu personalidad. Eres tranquilo, sereno y gentil. Es imposible que el Joven Amo deje escapar a alguien con esas cualidades.
Él habla en voz baja y yo escucho en silencio sin replicar.
‒Soy un hombre… ¿Dónde te parece a ti que soy gentil?
‒¿Crees que le importa tu género, edad o apariencia? YunSheng, nuestro señor no es tan superficial…
‒No, pero no quiero que me trate como si fuera una mujer. No pienso permitir que me quite mi hombría, ni estoy dispuesto a vivir bailándole el agua. Quiero libertad. ‒ Acaricio la cadena que descansa a mi lado. ‒ XiYan, si fuese una mujer no me resistiría ni soñaría con la libertad. Me quedaría a su lado y le cuidaría, pero soy un hombre, no soy tan complejo como una mujer. Antes quería estar con él, pero… El deseo de la libertad me atormenta, no me puede tener encerrado.
XiYan hace una breve pausa.
‒Ninguno de nosotros te ve como a una mujer, tenemos muy claro que eres un hombre. Eres delgado y débil y con una mente muy fuerte. Eres muy fuerte, más que un hombre normal y corriente.
¿Soy… fuerte? ‒ Levanto la cabeza para mirarle.
Él asiente en las sombras.

Hacía mucho tiempo que no veía la luz del sol y es el mismísimo CanSheng quien me saca de la habitación porque XiYan le dice que necesito una habitación cómoda y bien iluminada para poder relajarme y recuperarme.
CanSheng me abraza y me ayuda a lavarme el cuerpo. Yo estoy muy callado y él muy suave.
Cada vez que me toca, tiemblo. Ya no llevo la cadena y se me permite vestirme, hasta ponerme pantalones. La sensación de la ropa me es extraña.
CanSheng se da la vuelta y abre las cortinas antes de vovler y, cuando el primer rayo de luz choca con su cuerpo, yo entro en un trance.
Anonadado, me siento al lado de la ventana y admiro su cuerpo alto bañado por la luz pensando en que, seguramente, es él quien atrae al sol y recuerdo lo que XiYan me ha estado contando.
 Se me acerca paso a paso, creando una sombra. La palma de su mano me cubre la cara, el cuello y la clavícula. Sus labios están ligeramente teñidos de rojo por el sol.
‒¿Me reconoces?
No respondo, me limito a mirarle. Ya me acuerdo: todavía no estoy curado.
Sacudo la cabeza y él me abraza.
‒¿Si hago algo imperdonable, tampoco sabrás quién ha sido? Pero XiYan dice que no puedo hacerlo… ¿Qué voy a hacer contigo, YunSheng?
Tenso el cuerpo porque sé que se refiere a mis piernas…

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