Capítulo 18

mayo 25, 2018


–¡Diario X, mentiras y blasfemias! ¡Engañáis a la gente, malditos sinvergüenzas! ¡No es el momento de vengarse! ¡Pero, cuando llegue la hora, la gente lo hará!
Xu Ping pedaleó por la Plaza del Pueblo[1], donde había reunidos decenas de miles de personas, con su hermano sentado detrás. Una mujer de pelo corto vestida con una chaqueta gris estaba hablando por un altoparlante delante de un cartel tan alto como ella, gritando al mar de gente ante ella. Al oeste de la plaza estaba el ayuntamiento y a su lado, la oficina del periódico local, el Diario X. En medio de la plaza se alzaba una placa conmemorativa de la liberación rodeado de, como cualquier otro día, de flores. Sin embargo, la plaza estaba llena de gente.
Xu Ping saltó de su sillín como los otros y cogió a su hermano de la mano.
–Está a petar. No me sueltes la mano.
La mujer de pelo corto bajó del pódium y la reemplazó un chico alto y delgaducho.
–Ayer lo acabamos en el tema de la democracia. ¿Qué es la democracia? Por lo que veo, “demo” significa “gente” y “cracia”, poder. ¡Nosotros, la gente, tenemos que hacernos con el poder!
La multitud aplaudió y explotó en gritos de apoyo.
Xu Ping se quedó de piedra, cómo si no pudiese creer lo que estaba viendo. Zu Zheng le cogió del brazo de repente. Xu Ping, entonces, se dio la vuelta para ver todavía más gente entrando a la plaza, muchos en bicileta y con banderas rojas con las palabras: “universidad X” escritas.
Xu Zheng se aferraba al brazo de su hermano con tanta fuerza que sus dedos se hundieron en su piel.
–No te preocupes, ya nos vamos.
Xu Ping hizo todo lo posible por avanzar mientras empujaba la bicicleta.
–¡Disculpen! ¡Intento pasar!
Empujó la bicicleta con una mano y sujetaba a su hermano con la otra. Había muchos estudiantes con bandas blancas en la cabeza donde se podía distinguir las palabras: “huelga de hambre”.
–¡Apoya nuestra causa, por favor! –Uno de estos estudiantes se cruzó con Xu Ping y le pegó un panfleto en la cara. – El país le pertenece a la gente y nosotros somos la gente. Compañero, ¡ayúdanos de corazón, por favor!
Xu Ping cogió la hoja y la revisó. Entonces, empujó un poco al estudiante.
–Salid, por favor. Tenemos prisa. –Se dio la vuelta para mirar a su hermano, que parecía inquieto entre la multitud clamorosa. Xu Ping le cogió la mano, entrelazando los dedos. – ¡Da igual lo que pase, vamos!

Los chicos llegaron a la pista de básquet una hora y media tarde. Xu Ping dejó la bicicleta y vio cómo He Zhi, sin camiseta, salía corriendo detrás de la pelota. Entonces, buscó un banco en la sombra para que Xu Zheng pudiese sentarse.
He Zhi avistó a Xu Ping y salió de la pista después de decírselo a sus compañeros de equipo.
–Perdona, Da Zhi. – Xu Ping soltó una risita. – nos hemos quedado atascados en la Plaza del Pueblo.
–Se me olvidó decírtelo. – He Zhi se pegó en su propio muslo. – Esta semana hay muchos estudiantes de protesta. Las carreteras están a petar.
Xu Ping frunció el ceño sin decir nada.
He Zhi le sacaba una cabeza. Tenía una cara del montón, pero era enorme y fortachón. Era de piel oscura con un ligero matiz rojo, como si fuese carbón ardiente.
El muchacho vio a Xu Zheng, que estaba detrás de su hermano, y se inclinó para saludarle.
–¿Te acuerdas de mí, Xiao Zheng?  Soy Da Zhi gege[2]. Solía ir a tu casa.
Xu Zheng fingió no haber oído nada. Xu Ping le dio una patada a su amigo.
–¿Qué demonios dices? ¡¿“Da Zhi gege”?!
Da Zhi se rascó el pelo y empezó a reír.
–A tu hermano sigue sin gustarle hablar, ¿eh? Pensaba que mejoraría con el tiempo.
Xu Ping dejó de desnudarse y le respondió con suavidad.
–Siempre ha sido y será así.
Percatándose de que no debería haber dicho eso, He Zhi se frotó la nariz. Xu Ping se quitó la camiseta, quedándose con la camiseta interior que llevaba debajo y le dio un golpecito en la espalda a su amigo.
–Vale, vamos a jugar.
Xu Ping tenía la piel mucho más pálida en comparación con su amigo, y era mucho más delgado. Se le veían los omóplatos, pero, aunque no era muy alto, estaba bien proporcionado. Los músculos le abrazaban los huesos con tanta fuerza que parecía un palo de bambú.
–Estás más delgado que la última vez. – Dijo He Zhi frunciendo el ceño. – ¿Son los efectos secundarios de tanto estudiar?
Xu Ping le quitó la pelota y pivotó un par de veces.
–Es por los exámenes de admisión. Últimamente estudio toda la noche, pero cuando terminen estaré bien.  – Le devolvió la pelota y asintió. – ¿Vamos a jugar o no?
La pista de baloncesto donde solían reunirse muchos jóvenes de la ciudad para jugar era del Instituto de Investigación de Acero y Metal. La pista estaba bien remarcada con líneas blancas y las ramas de los árboles bailaban al son de la brisa.
Xu Ping estiró y pegó unos cuantos saltos. El aire de mayo que seguía siendo un poco frío le puso la piel de gallina. La luz del sol sobresalía por detrás del edificio. Xu Ping entrecerró los ojos y saludó a su hermano con la mano antes de empezar la partida.

Xu Ping se secó el sudor de la frente y se agazapó jadeando.
‒Tenemos cosas que hacer. Será mejor que lo dejemos aquí. ‒ Gritó uno de los jugadores del otro equipo.
He Zhi asintió con la cabeza y fue a por la pelota que se había ido rondando. Después, volvió con Xu Ping y se sentó con su amigo en un banco para coger aire y beber agua.
Xu Ping había sudado tanto que estaba pálido. Sacó la botella de agua y pegó varios tragos hasta que le quedaba poco, entonces, lo tiró al aire y dejó que las gotas cayesen por su cabeza.
‒Gracias. ‒ Dijo devolviéndole la botella a su amigo. ‒ Siempre acabo bebiéndome tu agua.
‒Tranquilo. ‒ He Zhi contestó con una risita. ‒ Hacía mucho que no te veía. Desde que entraste al instituto no tienes tiempo ni para ir a echar una partidita.
Xu Ping se cruzó de brazos y los apoyó sobre las rodillas mientras sonreía.
‒No saldría si fuera otra persona, pero si eres tú, sí.
He Zhi soltó una carcajada y ambos se quedaron en silencio. Xu Ping se dio la vuelta para mirar a su hermano que estaba sentado como un niño de primaria: las manos sobre las rodillas y la cabeza inclinada hacia adelante.
‒Tienes que entregar el formulario de admisión a finales de mes, ¿no? ¿A qué universidad quieres ir?
Xu Ping contempló a los otros hombres que corrían por la pista de baloncesto.
‒Todavía no me he decidido.
He Zhi se paró a pensar unos segundos antes de decir nada.
‒No me preocupas. Tienes buenas notas, entrarás en la que te dé la gana. Conseguiste entrar en uno de los institutos más difíciles de la provincia. No tienes ni idea de las broncas que me llevé de mi madre por no parecerme a ti.
Xu Ping se giró para mirar a su amigo de la infancia. He Zhi había partido una ramita seca y se dedicaba a darle vueltas distraídamente.
‒¿Cuánto sacaste en el examen local? ‒ Xu Ping musitó su número. ‒ ¡Joder! ‒ Exclamó He Zhi y agachó la cabeza. ‒ No tendrás ningún problema con las mejores universidades. Si te va bien el examen puede que acabes entrando en la de Pekín[3] o en la Qinghua[4]. Cuanto te vayas a Pekín nos veremos todavía menos que ahora…
‒Déjate de gilipolleces. ‒ Repuso Xu Ping.
He Zhi soltó una risita, suspiró y alzó la vista al cielo.
‒Mi padre tenía razón. No estoy hecho para estudiar. La verdad es que no he sacado ni la mitad que tú. Seguramente no podré entrar a ninguna universidad, pero mi cuñado es policía. Creo que puedo meterme en la academia de policía por enchufe.
‒¿Y qué tiene de malo ser policía? ‒ Xu Ping le regañó. ‒ Es un trabajo honorable y no todo el mundo puede serlo. Además, eres grandote y siempre te ha gustado meterte donde no te llaman, ni siquiera puedes tener el culo quieto en la silla. Has nacido para ser policía. Sería una gran pérdida para el cuerpo si no te unieras.
He Zhi estalló en carcajadas sonoras y le dio un golpe en el hombro a su amigo.
‒¿Desde cuándo hablas tan bien?
Xu Ping se quitó su mano del hombro.
‒Lo digo en serio. ¡No tengo tiempo para animarte!
He Zhi suspirará.
‒Creo que te acabarás enterando de todas formas, así que será mejor que me quite el peso de encima y ya.
‒¿No me digas que tú también estás estresado? ‒ Xu Ping se lo miró de soslayo.
‒Oh, sí. ‒ He Zhi sonrió. ‒ ¿Sabes a quién vi el otro día, Ping zí?
‒¿A quién?
‒¡Al que iba con nosotros a primaria! ¡Tu archienemigo Lu Jia!
‒Ah. ‒ Xu Ping parpadeó sin entusiasmo ninguno.
‒Parece otro. Al principio no le reconocí, pero sigue teniendo la cabeza cuadrada y las cejas grandes. Parecía peligroso, no alguien de nuestra edad, ¿sabes?
‒¿A qué se dedica ahora? ‒ La descripción despertó la curiosidad de Xu Ping.
‒Echaron a su padre de la oficina en la huelga[5] de hace unos años y cuando su madre se divorcio se llevo a su hermano pequeño. Como no tenía buenas notas, no pudo entrar a bachillerato y acabó trabajando de obrero con un familiar. Ahora se dedican a comprar terrenos.  ‒ Xu Ping alzó una ceja. ‒ Calla, no digas nada. Se ve que le va bien. Lleva una cadena de oro en el cuello y tiene móvil. Mi padre y mi cuñado invitaron a comer a uno de los mandamases de la policía a uno de los restaurantes más caros de la ciudad y el tío éste estaba sentado al lado y hablaba cantonés[6]. ¿Te lo puedes creer?
‒¿Lu Jia hablando en cantonés?
‒¡Aunque cueste de creer, sí! No le reconocí. Se me acercó él primero y se bebió una ronda con nosotros. Tiene mucho aguante, se traga el baijiu[7]como si fuera agua. Ni siquiera se le subieron los colores. El pedazo bastardo me dio una tarjeta. Es jodidamente elegante, hasta estaba perfumada. Me dijo que era el vicepresidente de no sé qué compañía de inmuebles.
‒¿Cuál?
‒No me acuerdo, pero él no es el jefe, es su tío o no sé quién. Mi cuñado dijo algo así de que su tío ganó la puja para construir la carretera. ‒ Xu Ping asintió con la cabeza. ‒ Ah, sí. Me preguntó por ti. Dice que le gustaría llevarte a comer algún día y me pidió tu número.
‒¡¿Qué?! ‒ Exclamó Xu Ping. ‒ ¡¿Quiere comer conmigo?!
‒Ah, sí, yo también me sorprendí. Antes te odiaba, eras el que peor le caía… Hasta se metió con tu hermano. Y ahora se porta como si fuerais mejores amigos o algo. ¡Menudo imbécil!
‒¿Y le diste mi número?
‒¡Ni de coña! Le dije que no me lo sabía y la cosa quedó ahí. Pero si quieres, puedo decirle algo.
‒¿Qué crees que quiere conmigo? ‒ Xu Ping arrugó la nariz.
‒No estoy seguro. ‒ He Zhi frunció el ceño. ‒ Pero te lo advierto, no es el mismo de antes. Tienes que andarte con cuidado porque no es uno de los nuestros.
‒Lo sé. ‒ Xu Ping tiró la ramita que se le había caído en la cabeza. ‒ Sé el tipo de persona que es desde los doce años. ‒ Miró a su hermano de reojo. ‒ No quiero verle. Si vuelve a preguntarte por mí, quítamelo de encima.
He Zhi asintió.


[1] La Plaza del Pueblo o Rénmín Guǎngchǎng (人民广) ocupa el espacio del antiguo hipódromo de Shanghai, del que todavía quedan algunos restos. En 1949, cuando las autoridades comunistas prohibieron el juego, el hipódromo fue derruido y una parte del espacio fue ocupado por la nueva Plaza del Pueblo que se enlaza con la gran Avenida del Pueblo.
[2] Aunque “gege” significa “hermano mayor”, también se utiliza como término cercano. De la misma manera que en España se dice: “tío” y en Estados Unidos: “bro”.
[3] La universidad de Pekín (京師大學堂) La Universidad de Pekín es una de las universidades más importantes de China. Fundada en 1898, está considerada la primera universidad de la historia moderna china y posee la mayor biblioteca de toda Asia, con una colección de casi ocho millones de volúmenes. A lo largo de su dilatada historia, ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la educación superior en China.
[4] La universidad Qinghua o Tsinghua (清華大學) es una universidad localizada en Pekín, República Popular China y es miembro de la Liga C9 de universidades chinas. Se la considera una de las mejores instituciones académicas de Asia, obteniendo el puesto 14 a nivel mundial en el 2014 por el Times Higher Education World Reputation Rankings.
[5] Las huelgas o “yanda” fueron una serie de campañas del partido comunista para acabar con la alta tasa de criminalidad y la inquietud civil.
[6] El cantonés es una variedad semítica bastante conservadora que retiene un buen número de las características del chino antiguo. De hecho, se considera que el cantonés es más cercano a formas antiguas que la mayoría de las otras variantes, tales como el chino mandarín estándar. Ello se refleja, por ejemplo, en el hecho curioso de que la poesía antigua china, cuya pronunciación original se conoce imperfectamente, rima mejor leída en cantonés que en mandarín.
[7] Baijiu () normalmente se traduce como “vino”. Las dos variedades principales de vinos chinos son los vinos fermentados (黃酒) y los licores destilados (白酒). Tradicionalmente los vinos chinos son entibiados antes de ser consumidos. El licor es calentado a temperaturas entre los 35 a 55 grados Celsius, muy por debajo del punto de ebullición del etanol. Al calentar los licores se aprecian mejor sus aromas sin perder demasiado alcohol. La temperatura óptima para calentar depende del tipo de vino como de la preferencia del bebedor.

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