Capítulo 88

mayo 08, 2018


Cuando se va me da demasiada pereza moverme o controlar mi herida. Dejo caer la mano casi inerte y la sangre no para de fluir. Sigo sangrando y sangrando, y lo veo todo rojo. Oigo un zumbido y, al cabo de pocos minutos, vuelvo a verlo todo de color blanco. El aroma metálico de la sangre entra por la nariz, el ácido ataca mi estómago y la saliva se me atraganta en el esófago.
Tengo arcadas y el estómago me da tumbos. Me duele la cabeza y se me nubla la vista.
Hago todo lo posible por tragar con los ojos en el techo. Tengo espasmos e intento sobrevivir. El dolor acaba disipándose, pero no puedo pensar y no me quedan fuerzas.
‒YunSheng.
La puerta se abre, pero no parece real.
‒¿YunSheng?
Giro la cabeza para mirar al que acaba de entrar a pesar de la luz cegadora.
‒Sí. ‒ Respondo.
Sé que es CanSheng. Escupo lo que tengo en la boca y que no he conseguido tragarme. Siento un cosquilleo líquido y cálido en la esquina de la boca. Él parece darse cuenta de repente y se me acerca para recogerme. Como me he movido demasiado antes me ha afectado.
‒¡Urgh! ‒ Empiezo a tener convulsiones violentas.
Intento apartarle a pesar de no tener fuerzas, pero acabo echándoselo todo encima.
El olor rancio me hace querer vomitar más, los jugos incoloros penetran en mi nariz y empiezo a llorar.
‒¡XiYan!
Oigo unos pasos acelerados corriendo al encuentro de su líder cuando CanSheng grita. Sigo vomitando.
‒YunSheng, no me asustes, YunSheng.
Se me saltan las lágrimas y no veo nada. Lo único que recuerdo es un rostro atractivo con el ceño fruncido, un par de ojos negro mirándome fijamente y una agonía inundándome el corazón.
No lo aguanto.
Me sacude el cuerpo y se me aferra. Le tiembla el cuerpo y parece estar lamentándose, pero sigue callado. No sé si es porque no oigo nada o porque está demasiado apenado… Ignoro por qué parece tan renuente a separarse de mí.
No quiero morir, pero me encuentro fatal.
No puedo centrar la vista, me pitan los oídos, tengo los ojos secos pero no consigo cerrarlos. CanSheng me toca la cara y me toca con su frente.
Qué cálida…
Me relajo y dejo de escupir ácido. Noto como alguien me inyecta un líquido en el cuerpo y por fin logro ver el par de hermosos ojos de CanSheng.
‒YunSheng, no te mueras, no me dejes. ‒ Se lamenta.



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