Capítulo 87

mayo 08, 2018


La noche caerá, aunque no me guste; la mañana llegará a pesar de sus promesas. Cada mañana se convertirá en un hoy, y cada promesa tiene un precio.
La cama sigue siendo la misma en la que tanto he dormido, la habitación sigue recargada de lujuria, la persona que tengo dentro sigue siendo él.
XiYan me anestesia y casi no siento el pie; sólo veo un campo blanco ante mí. Sé donde estoy, también sé quien me está cogiendo la mano y lo que está pasando.
XiYan dice que no me lo va a desgarrar del todo y que dentro de veinticuatro horas va a volver a cosérmelo. ¿Qué más da?, eso es lo que pregunté y ahora me parece gracioso. Sí, no cambia mucho, en nada. Lo único destacable es poder o no estar de pie. Aunque poder andar no me es fácil desde hace mucho tiempo.
 Cuando me lo desgarran no lo veo, ni tampoco quiero. CanSheng, sin embargo, está atento a todo el proceso. Recuerdo su seriedad, su concentración y yo, mientras tanto, me dedico a apreciar los sonidos metálicos, me quedo en blanco y escucho el sonido de la carne desgarrándose.
Poco a poquito.
Me doy cuenta que no debería sentir ningún dolor… Obviamente, lo que me duele no es la pierna derecha. Me rozo el origen de mis males y me percato que es mi corazón. Tal vez sea por dormir poco anoche… Ah… Pero no es la primera vez que me pasa, ¿por qué duele tanto?
Tal vez sea porque, aunque lo que yo quería era su dulzura, al final, no la he tenido.
He perdido.
Sí, eso es. Lo que he hecho es una apuesta, el dejarle desgarrarme el tendón ha sido una apuesta. No tengo nada, así que he usado este cuerpo roto mío para apelar a su piedad. Pensaba que unos meses de tranquilidad le dejarían tranquilo, le harían comprender que no quiero huir… Pensaba que dormir en la misma cama y compartir la almohada durante meses le recordaría al pasado y que no me destruiría del todo de una forma tan cruel…
Pero al final, estos meses de risas no han cambiado el desenlace. No va a dejarme marchar.
Miro a Ye CanSheng que sigue sentado en la cama y veo lo excitado que está, lo feliz que está. Sin embargo, sus ojos albergan algo que ignoro, oscuridad. Tal vez sea culpa, pero es demasiado sutil, muy sutil. Tanto, que se ahoga y desaparece en su felicidad.
XiYan entra y se va arrepentido y apenado: por mí.  Ye CanSheng se levanta y se sienta al lado de mi cabeza. Me coge la mano en silencio.
‒¿Te arrepientes, YunSheng? ‒ Pregunta.
‒No, iba a pasar a de todas formas.
‒O sea que sólo lo dijiste porque sabías que no tenías escapatoria. ‒ Sus dedos se aferran a los míos. Me duele un poco.
Yo no anhelo huir, ni la muerte. A partir de ahora me voy a quedar a su lado. Eso es lo que suponía que diría.
Quiero llorar y reír al mismo tiempo por alguna razón que no entiendo. No sé qué decir, sólo le miro. No mentí, pero las palabras con las que me jugué la vida han acabado siendo malinterpretadas como resignación. ¡No confía en mí! ¡Nunca lo ha hecho!
Estoy muy irritado por la operación, es el tipo de sentimiento de cuando no consigues dormir y estás agotado física y mentalmente. No aguanto más el silencio de todos estos meses ni su opresión.
‒Fuera. ‒ Digo entre sollozos ahogados.
‒YunSheng, yo…
‒¡Que te vayas! ‒ Le aparto la mano con todas mis fuerzas. Le empujo como si estuviese loco. No siento la mitad del cuerpo, pero quiero que se vaya.
‒Cálmate, YunSheng. ‒ Me coge la mano y me abraza.
‒¿Que me calme? ¿Sabes cómo llevo calmándome todos estos días, CanSheng? ¿Sabes la de veces que he tenido ganas de reventarme la cabeza y morirme? ¿Sabes lo agotador e inaguantable que es vivir para mí? ¿Sabes que todo es por tu culpa… Sabes que podemos tener un final alternativo, más feliz y perfecto…
‒Lo sé, YunSheng. Sé que podríamos acabar de otra forma, pero llevo mucho tiempo esperando esto, demasiado… ‒ Su voz es suave y me obliga a tranquilizarme.
¿Por qué? Lo llevo soportando muchísimo tiempo… Me duele un poco el pie.
‒Ah…
Suspiro pesarosamente. Ya no estoy enfadado e intento liberarme de su mano para acariciarle la cara.
‒CanSheng, si vuelves a malinterpretar mi sinceridad me volveré loco, de verdad.
‒No lo haré más. ‒ Me acaricia el torso de la mano y frunce el ceño. ‒ Voy a por XiYan. ‒ Dice mirando la herida de la mano por haberme arrancado el tubo al intentar apartarle. ‒ No te muevas mucho.
Sí, estoy sangrando muchísimo. Curvo las esquinas de mis labios y me burlo de mí mismo. Todo está bien, estas heriditas no son nada. Lo tengo que aceptar, aceptar, aceptar…

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