Capítulo 101: La Furen de verdad

junio 25, 2018


Li Wei Yang se acercó a He Xian Yuan aquella noche. Las criadas apartaron las cortinas para dejarla pasar.
‒Lao Furen te espera, Xianzhu. ‒ Informaron sonrientes.
Li Wei Yang hizo una mueca sin detenerse y entró rápidamente. La criada Luo estaba sirviendo el té.
‒Levántate. ‒ Ordenó Lao Furen. ‒ Ya has demostrado suficiente sinceridad viniendo a estas horas.
Li Wei Yang se levantó y se lo agradeció. Lao Furen señaló unas pastas que tenía al lado y dijo:
‒Pruébalas, las ha enviado tu madre esta mañana.
Li Wei Yang sonrió y fue a ello, entonces, notó que los dulces tenían oro espolvoreado por encima. Cogió una, se la puso en la boca y la alabó sin querer.
‒¡Qué buena está! ¿Cómo se llama?
Lao Furen sonrió en silencio.
‒Son pastelitos dorados, Xianzhu. Están hechos a mano. Son agridulces. A Lao Furen le encantan.
Li Wei Yang analizó el sabor y preguntó:
‒¿Son de espino?
‒Los ha hecho con toda la buena intención del mundo, Lao Furen ha estado resfriada sin mucho apetito.
‒Me alegra que tengas una nuera tan buena, Lao Furen.
Sus palabras y sonrisa no encajaban con sus verdaderas intenciones. En cuanto la anciana dejó de hablar, fue a por una taza de té y se la llevó a su abuela. Lao Furen observó lo modesta que era y le dio un sorbo al té sonriendo.
‒Qué buena muchacha, es una pena que tengas que estar haciendo estas cosas para mí.
‒¿Qué tonterías dices? ‒ Se apresuró a replicar la muchacha. ‒ Lo hago porque me gusta.
‒Me gustaría hablarte de una cosa. ‒ La faz de la anciana se ensombreció.
‒Adelante, por favor.
Lao Furen se la miró de reojo y continuó.
‒Las dos sabemos porque Jiang Yue Lan se ha casado. Ahora que forma parte de la familia Li la trataré como tal. Es una persona inteligente que sabe sus prioridades, no hemos aceptado una mala nuera.
Li Wei Yang escuchó a Lao Furen con atención. Jiang Yuelan no era una cualquiera, había conseguido que la anciana la aceptase y la viese con nuevos ojos.
‒Te lo digo porque me importas. ‒ Lao Furen sonrió. ‒ Min Zhi está más gordito.
Li Wei Yang fingió no darse cuenta de que su abuela acababa de cambiar de tema.
‒Sí, está bien gracias a tus cuidados.
‒Mi nieto es encantador. ‒ La anciana soltó una risita. ‒ Claro que le voy a cuidar.
Li Wei Yang mostró su mueca normal, pero su corazón se heló. Lao Furen observó su expresión y dijo con suavidad:
‒Es una lástima que no seas hija de una dama a pesar de lo buena niña que eres. Habrías tenido un futuro maravilloso, hasta podrías haber sido una princesa. Con Min Zhi pasa lo mismo, si hubiese sido hijo de una señora, tu padre le amaría como nadie y no dejaría que le hicieran daño. Por eso hemos decidido que lo críe Jiang Yuelan. ‒ Li Wei Yang pretendió sorprenderse. ‒ Wei Yang, lo hago por Min Zhi. No puedo permitir que otro de mis niños pasen por lo mismo que tú. ‒ Lao Furen estudió su rostro conforme continuaba. ‒ No quiero que sufra, es mi nieto. Tranquila, no pienso permitir que Jiang Yuelan lo trate mal. ¡No se lo perdonaría!
Li Wei Yang era plenamente consciente de ello. Si Jiang Yuelan adoptaba el niño y le ocurría algo malo, la anciana removería mar y tierra para acabar con ella. Su hermano tendía un mejor futuro si se le criaba como hijo de una de las señoras, sin embargo, se convertiría también en el prisionero de la nueva matriarca.
‒Entiendo tus buenas intenciones, claro.
‒Qi Yiniang-… ‒ Empezó la anciana.
‒Qi Yiniang lo comprenderá y no se opondrá. Puedes estar tranquila.
Lao Furen se regocijó al ver que la muchacha no se oponía a su decisión.
‒No te preocupes, no voy a permitir que nadie vaya en vuestra contra. Ni de ti, ni de Min Zhi.
‒Gracias, Lao Furen. Eres en la única persona en la que podemos confiar.
Entonces, la buena anciana hizo un gesto a la criada Luo que le acercó un cofre. Dentro, había guardado un brazalete y dieciocho perlas. Era muy valioso.
Lao Furen se lo enseñó y comentó:
‒Es de cuando entré a la familia, pero a mi edad no tengo muchas oportunidades de ponérmelo, así que te lo quiero regalar. ¿Entiendes mis intenciones, Wei Yang?
‒Sí. ‒ Susurró ella.
‒Eres la más lista. ‒ Lao Furen hizo una breve pausa. ‒ Oh, aunque Jiang Yuelan sea joven, sigue siendo tu madre. Tienes que pasar por alto sus errores. ‒ Añadió. ‒ Claro, que no pienso dejar que cause problemas mientras yo siga viva. ‒ Viendo que la joven asentía, la anciana prosiguió. ‒ Bueno, ve a descansar.


En cuanto puso un pie fuera de He Xiang Yuan, Li Wei Yang vio a Jiang Yuelan y a Li Zhang Le paseando juntas. La nueva matriarca le dedicó una sonrisa al verla.
‒Vaya, Wei Yang también está aquí. De haberlo sabido te habría dicho de venir juntas.
‒Sí, ‒ Li Wei Yang contestó risueña. ‒ no sabía que vendríais. Acabo de probar tus pastelitos, estaban de rechupete.
Jiang Yelan asintió.
‒Si quieres, puedo enviarte unos cuantos.
‒No me atrevería a molestarte tanto. ‒Aseguró la joven.
Li Zhang Le se forzaba a sonreír por lo que era difícil adivinar sus pensamientos.
‒Para nada. ‒ Jiang Yue dijo. ‒ Ya he contratado a una niñera para Min Zhi, ¿cuándo me lo traerán?
‒Bueno… ‒ Li Wei Yang frunció el ceño, pero su sonrisa continuaba siendo dulce. ‒ Qi Yiniang dice que lleva días escupiendo la leche, tendrás que esperar un poco, madre.
La expresión de la joven era modesta, sin embargo, Li Zhang Le se escondió detrás de Jiang Yuelan instintivamente.
‒No es nada fuera de lo normal. ‒ Aseguró Jiang Yuelan. ‒ En casa tenía muchos hermanos y hermanas. Si dentro de unos días no mejora, no pasará nada porque lo pruebe. ‒ Entonces, cogió la mano a una de las criadas y se marchó.
Li Zhang Le contempló a Li Wei Yang.
‒¡Li Zhang Le! ‒ Llamó la nueva madre.
‒Sí.
Li Zhang Le respondió y se adelantó echándole un último vistazo a su hermanastra.
‒Qué modosita está. ‒ Comentó Bai Zhi.
‒Sí, ‒ Li Wei Yang sonrió. ‒ Solía ladrar mucho, pero ahora está calladita. No me acostumbro.


Estaban en una estación de cambio cuando los días se acortaban. Aquel día sólo se podía apreciar la quietud de la oscuridad. Los colores de la noche parecían más vivos y, de no ser por las velas de las casas, el mundo entero se habría sumido en la oscuridad.
Li Wei Yang sonrió con las manos en el calentador bajo la luz de la vela. Acaba de volver de Li Xiang Yuan y miraba a Qi Yiniang mover una pandereta para hacer reír a Min Zhi.
El pequeño Min Zhi abrió sus enormes ojos negros y estudió a su hermana desde lo lejos. Su madre le acarició la cabeza y mostró una expresión de paz. A los tres se los había tragado otro mundo dulce. La mujer estaba satisfecha. De no tener la protección de su hija no habría podido gozar de esa tranquilidad. No obstante, en esos momentos, Li Wei Yang parecía estar de muy mal humor.
‒¡Qué bien huele! ‒ Exclamó la joven cuando su madre cogió las tenazas. ‒ ¡Huele a patatas a la brasa!
‒Sé que te gustan. ‒ Dijo su madre sonriente. ‒ Todavía no están listas. ‒ Mientras hablaba depositó las patatas en la sartén y Bai Zhi ayudó a pelarlas.
‒Tráelas. ‒ Ordenó Li Wei Yang.
Bai Zhi sonrió y se las pasó. Li Wei Yang las peló rápidamente sin miedo a quemarse. La estancia estaba bien iluminada y repleta del aroma de las patatas.
‒Venid. ‒ La madre sonrió y llamó a unas cuantas criadas.
Zhao Yue fue la primera en reaccionar, pero al ver a Li Wei Yang sus piernas dejaron de funcionar.
‒Adelante. ‒ Li Wei Yang sonrió.
Las criadas, Zhao Yue, Bai Zhi y Mo Zhu, rodearon la sartén y buscaron las nueces y las patatas para comérselas.
El ambiente era encantador. Li Wei Yang contempló la escena y, de repente, posó la mirada en su hermano pequeño.
‒Lleváoslo todo y compartidlo. ‒ Dijo la madre de Wei Yang.
Las criadas intercambiaron miradas y, finalmente, miraron inquisitivamente a Wei Yang, que asintió permisiva. Entonces, cogieron las bandejas y se lo llevaron todo al salir.
‒¿Qué te preocupa? ‒ Le preguntó su madre cuando se quedaron a solas.
‒No te preocupes, madre ‒ Wei Yang sonrió. ‒ No es nada.
Tan Shi sonrió y habló con la más dulce de sus voces.
‒Niña tonta, eres mi hija, sé cuando no estás bien. Puede que no sea muy útil, pero puedo escucharte. Hay muchas cosas que se solucionan hablándolas.
Li Wei Yang sonrió y miró a su hermano.
‒¿Tiene que ver con Min Zhi?
‒Por lo que sé, padre se ha pasado estos últimos tres meses en los aposentos de la nueva Furen, es obvio que la favorece mucho.
‒Sí, ‒ Tan shi asintió. ‒ Jiu Yiniang le ve de vez en cuando, pero el resto de las concubinas no le ven ni un pelo.
Li Wei Yang notó el tono indiferente de su madre, no le importaba, y asintió.
‒Sé que la nueva Furen es la favorita, así que he advertido a los míos que no te causen problemas.
Li Wei Yang no pudo evitar sonreír.
‒A veces los problemas los empiezan otros.
‒¿Está en tu contra? ‒ Tan Shi preguntó con cautela.
‒No, no ha pasado nada. Sólo que…
Jiang Yuelan acababa de llegar, y sin embargo, en el corto período de tres meses había conseguido ganarse el corazón de Li Xiao Ran. No le había dado tiempo a darle problemas.
‒Di lo que sea que tengas que decir. Sólo estamos nosotras. ‒ Dijo su madre.
Li Wei Yang volvió a echarle un vistazo a su hermanito que mantenía la mirada fija en ella y suspiró.
‒En realidad, ya me lo esperaba, pero no me imaginaba que iba a pasar tan rápido. He dio a ver a la abuela porque me he enterado de que se había resfriado. Me ha dicho que Jiang Yuelan quiere criar a Min Zhi.
‒¿Qué? ‒ Tan Shi se sintió como si le hubiesen dado una bofetada.
‒Normalmente la matriarca es quien cría a los hijos de las concubinas. Da Furen tenía a Li Min Feng y a Li Zhang Le, por lo que no quiso molestarse con más niños, pero la nueva Furen no tiene hijos, es una situación completamente diferente. Ni padre ni Lao Furen van a estar en contra.
Tan Shi contuvo las lágrimas. Ya lo sabía, sabía que como concubina no debía considerar a sus hijos suyos, todos sus retoños pertenecían a la matriarca. Min Zhi al crecer no la vería como su madre biológica, sino como una concubina de su padre más. Por eso delante de los demás tenía que llamar a su propia hija, San Xiaojie. Era una realidad incambiable.
Li Wei Yang estudió la expresión de su madre y adivinó sus pensamientos. Para ella el culpable de todo lo ocurrido era Li Xiao Ran, fue él quien obligó a su madre a vivir una vida de servidumbre.
‒Si la nueva Furen se encarga de Si Shaoye y lo cuida bien, Lao Ye y Lao Furen la amarán todavía más. No creo que vaya a hacerle ningún daño a mi hijo.
Li Wei Yang se quedó de piedra, creía que su madre le rogaría que buscase alguna manera de evitarlo.
‒Todo el mundo cree que eres una de las favoritas, ‒ Tan Shi estaba un tanto preocupada. ‒ pero yo creo que cada paso que das te acerca más al peligro. No te metas en líos con la nueva matriarca. Si quiere al niño, que lo tenga… ‒ Se le quebró un poco la voz. ‒ Puedo ir cada día a ofrecerle mis respetos, así que podré-…
Li Wei Yang contrajo la cara. El sacrificio de Tan Shi era únicamente por ella.
‒Podemos hacer algo. ‒ La interrumpió.
‒Estate alerta y evita cualquier error. Si empiezas una guerra con la nueva furen por Min Zhi, ¿crees que Lao Furen te ayudará? No seas cabezona.
Li Wei Yang sonrió e hizo el ademán de explicarle su plan cuando escuchó un alboroto fuera de la estancia.
‒¡Xiaojie! ‒ Bai Zhi entró a prisa. ‒ ¡Jiu Yiniang intenta entrar!
Jiu Yiniang no iba a ser capaz de entrar con Zhao Yue ahí, pero parecía determinada a entrar sin importar qué. En otro momento de su vida, Zhao Yue hubiese sacado la espada y se habría encargado de ella en cuestión de segundos, no obstante, después de servir a Li Wei Yang durante tanto tiempo era consciente que eso sólo acarrearía consecuencias indeseables.
‒Que pase.
‒Sí. ‒ Bai Zhi salió y, al cabo de unos segundos, Jiu Yiniang entró corriendo con la cara llena de lágrimas.
La joven había perdido uno de sus zapatos y estaba obviamente alarmada.
‒¡¿Qué hacéis?! ‒ Exclamó Bai Zhi con frialdad a las criadas. ‒ ¡¿Cómo habéis permitido que una Yiniang corre hasta aquí sola?!
Jiu Yiniang ignoró la regañina y empujó a la criada.
‒¡Xianzhu! ¡Tienes que salvar a mi hija!
Li Wei Yang se la miró con fría tranquilidad. Al principio, Jiu Yiniang había pretendido montar un buen alboroto, pero cuando se enfrentó cara a cara con Wei Yang se estremeció por el miedo y pensó en retirarse, sin embargo, acabó hablando por el bien de su hija.
‒¡Furen acaba de llevarse a mi niña!
Qi Yiniang se quedó de piedra y miró a Min Zhi inconscientemente. No es que fuera extraño. Li Min Zhi era el hermano de Li Wei Yang, la Xianzhu, así que la nueva Furen no podía llevárselo como si nada. No obstante, no hacía falta tener tanto tacto con Jiu Yiniang.
Jiu Yiniang empalideció y sólo lloraba. Se tiró al suelo de rodillas y rogó:
‒¡Xianzhu, sé que hice mal! ¡No sabía qué hacía! ¡Hasta me atreví a darte problemas! ¡Lo siento, lo siento, lo siento! ¡Te ruego que me ayudes a recuperar a mi Jing’er! ¡Es mi propia hija, ¿cómo puede ser que se la puedan llevar a la Furen siendo tan pequeña?! ¡Ayúdame, por favor!
Li Wei Yang continuó impasible. Zhao Yue se le acercó y arrastró a la Yiniang a una silla. Tan Shi escuchó los llantos de la otra mujer y empatizó con ella.
‒No llores, Jiu Yiniang. ‒ La consoló. ‒ También se va a llevar a mi Si Shaoye, no podemos hacer nada.
Jiu Yiniang dejó de llorar de repente y miró a Wei Yang con incredulidad. ¡¿Cómo se había rendido tan fácilmente?!
‒Ya lo has oído, Jiu Yiniang. ‒ Li Wei Yang suspiró. ‒ Min Zhi también irá con la nueva Furen y estoy segura de que tú ya has ido a rogarle a padre y a Lao Furen, ¿verdad?
Jiu Yiniang se sobresaltó. Sí, se había arrodillado en el despacho de Li Xiao Ran y en el patio de Lao Furen, pero ninguno había vacilado.
‒Los niños de las concubinas los tiene que criar la Furen. Además, tú has cometido un error imperdonable.  ‒ Jiu Yiniang miró a Qi Yiniang desesperada. ‒ Para empezar, que la Furen acepte criar a tus hijos es una bendición; Lao Furen y Padre lo están haciendo por el futuro de la meimei y, sin embargo, tú has montado un pollo. Y para acabar, te has presentado aquí ignorando toda etiqueta para pedirme que colaboremos para ir en contra de la nueva Furen. Esto es de todo menos respeto.
Jiu Yiniang abrió los ojos sorprendida, sin llorar. Tan Shi quiso hablar, pero al ver la expresión severa de su hija prefirió guardad silencio y le ofreció un pañuelo a la otra concubina.
‒Si te portas así, sólo conseguirás que la nueva Furen le coja manía a tu hija. Si crece y se porta mal porque no la cuidan bien, podría decir que es porque ha heredado tu mala educación. Da igual lo que a ti te importen los modales, pero deberías considerar como tus acciones pueden afectar a Liu meimei. ¿Entiendes?
Jiu Yiang parecía a punto de desmayarse.
‒¡Rápido, ayudad a vuestra señora! ‒ Ordenó Tan Shi.
Dos criadas se adelantaron para sujetarla. Jiu Yiniang bajó la cabeza y empezó a llorar.
‒Jiu Yiniang, Furen todavía no es madre. Lao Furen y Lao Ye le están dando nuestro hijos, así que no podrá tratarlos mal.- Tan Shi la consoló. Ella también se entristeció, comprendía totalmente a Jiu Yiniang.
‒Si Yiniang es la que te ha dicho que vengas aquí, ¿verdad? Te habrá dicho que soy lista y que debo saber de alguna forma de cambiar la situación, ¿correcto?
Jiu Yiniang se quedó paraliza con los ojos empañados de lágrimas, levantó la cabeza y acabó asintiendo.
‒Esa mujer sólo quiere ver el mundo arder. Jiu Yiniang, te aconsejo que no le hagas caso a este tipo de gente. Si das problemas, tanto Liu meimei como el cariño que te profesa padre se verán afectados.
‒Entonces… ‒ Jiu Yiniang recordó la expresión gélida de su marido. Se había dedicado en cuerpo y alma a su hija, no se había parado a pensar en ello. ‒ ¿Qué puedo hacer…?
‒Asearte e ir a ver a padre. ‒ Aconsejó Wei Yang. ‒ Hazle saber que lo que has hecho antes ha sido un descuido y que ahora que te lo has pensado entiendes la importancia del asunto y esperas que Liu meimei sea feliz con Furen.
‒Pero-… ‒ Jiu Yiniang comprendió lo que Wei Yang pretendía, pero no pudo evitar replicar.
‒¡Nada de peros! ¡Que alguien la acompañe a la salida!
‒¡Esto…! ‒ Tan Shi reprendió a su hija. ‒ Wei Yang, has sido demasiado dura.
‒ Si de verdad se le hubiese caído un zapato por ser presa del pánico, ¿por qué no tienes los pies sucios? Está claro que se lo ha quitado antes de entrar para que la ayude.
Las concubinas eran meros objetos con la función de producir descendencia. Una vez daban a luz, sus hijos pasaban a ser propiedad de la familia, por lo que sus hijos eran legalmente de la matriarca de la casa. El decoro y las normas exigían que así fuera, Jiu Yiniang no tenía nada que hacer al respecto. Además, esa concubina había pretendido empezar una batalla dentro de la familia y Li Wei Yang no pensaba entrometerse.
Tan Shi miró a Zhao Yue y le hizo un gesto. Suspiró y se acercó a la cuna de su hijo.
‒Mañana enviaremos a Min Zhi a Furen a primera hora.
Li Wei Yang observó cómo su madre contenía las lágrimas.
‒Tranquila, madre. ‒ Sonrió. ‒ Te aseguro que en diez años Jiang Yue Lan te lo devolverá personalmente. ‒Tan Shi se miró a su hija sorprendida insegura de qué estaría maquinando. ‒Pórtate bien, chiquitín. ‒ Li Wei Yang se acercó a su hermanito y le pellizcó la nariz. ‒ Tu hermanita vendrá a buscarte dentro de poco.
Min Zhi continuó durmiendo sin que le importasen las palabras de su hermana mayor.

*         *        *        *        *

Qi Yiniang llevó a Min Zhi al patio de Lao Furen a la mañana siguiente. Al principio, su idea había sido entregárselo directamente a la nueva matriarca, pero Li Wei Yang tenía otros planes. Así pues, se presentaron ante la anciana bajo la envidiosa mirada de Jiu Yiniang.
‒Cada día se parece más a su padre. ‒ Lao Furen soltó una risotada al ver a su nieto.
Li Wei Yang se miró a su hermano y no pudo estar más en desacuerdo, Min Zhi era la viva imagen de Tan Shi. Su abuela extendió las manos y lo cogió en brazos.
‒¡Ay, ay! ‒ La tez de Min Zhi era nívea, sus ojos negros y redondos, y sus labios siempre curvados. ‒ ¡Me está sonriendo! ‒ Se alegró.
Li Wei Yang hizo una mueca. Su hermano sonreía a todo el mundo.
‒Casi nunca llora, ¡le encanta sonreír! ‒ Le alabó la criada Luo.
‒¡Le espera un futuro brillante! ‒ El resto de criadas se unieron a los cumplidos viendo las expresiones de la anciana.
Li Wei Yang estudió a Min Zhi y dudó que su futuro fuera a ser tan esplendido: no parecía tener muchas luces.
Jiang Ye Lan hizo acto de presencia mientras conversaban. En cuanto vio a Min Zhi sonrió. Lao Furen le dio un vistazo y le pasó al bebé que, en cuanto notó sus brazos, rompió a llorar de repente. Sin embargo, gracias a la experiencia que había conseguido en su casa, Jiang Yue Lan empezó a acunarle y a consolarle sin ponerse nerviosa. Pero todos sus intentos fueron en vano, el niño continuó llorando sin parar. Tan Shi hizo un amago de acercarse, pero Li Wei Yang la frenó: no era el momento.
‒¿Por qué llora de repente? ‒ Lao Furen acarició la frente de Min Zhi. ‒ ¿Se encontrará mal? Qué raro, no tiene fiebre.
‒A lo mejor es porque no me conoce. ‒ Jiang Yue Lan sonrió como si nada. ‒ ¡Estoy segura que dentro de un par de días llorará cuando no esté conmigo!
Lao Furen le echó un vistazo nervioso y guardó silencio.
‒¿No te molesta? ‒ Le preguntó Zhang Le a Wei Yang.
‒¿Por qué? ‒ Contestó ella sonriendo. ‒ Min Zhi va a vivir muy bien gracias al amor de madre. Además, estoy segura de que me dejará ir a verle cuando quiera.
‒Claro. ‒ Respondió la nueva matriarca algo impactada.
‒Me encanta veros llevándoos tan bien. ‒ Lao Furen asintió con la cabeza.
Se llevaron a Min Zhi todavía en llanto. El bebé miraba en dirección a su hermana y su madre. Aún era incapaz de distinguir a la gente visualmente, se guiaba por el olor.
Li Wei Yang miró atrás y se encontró a Tan Shi con los ojos empañados de lágrimas. Esperó que no la culpase por su crueldad. Si quería que Si Di se criase con ella, debía sacrificar estos momentos y guiarse por la lógica y la razón. ¡Necesitaban paciencia y aguante!
Las criadas acompañaron a Qi Yiniang. La buena mujer tenía piernas de mantequilla, temblaba y ni siquiera podía tenderse derecha por el dolor. Li Wei Yang se despidió de su abuela y se encontró con su hermanastra en las escaleras.
‒Eres de lo que no queda, meimei. ‒ Li Zhang Le sonrió con dulzura. ‒ Qué bien controlas tus emociones.
‒Gracias. ‒ Li Wei Yang contestó con la misma mueca que su hermana, sin cambiar de expresión y la pasó de largo.
‒Vamos. ‒ Li Zhang Le miró furtivamente la espalda de Wei Yang y esbozó una sonrisita. Entonces, se giró hacia Tan Xiang y ordenó. ‒ Vamos a Fu Rui.

*         *        *        *        *

Li Xiao Ran había ordenado a los criados que preparasen el patio Fu Rui para la nueva esposa que tendría autoridad para cambiarlo a su antojo cuando entrase en la familia. Li Zhang Le notó los cambios. Había árboles enormes, bayas rojas y flores carmesíes además de viñedos chinos, jazmines, begonias y petunias. Todo el terreno estaba cubierto de flores y árboles. La hermosa muchacha se emocionó al verlo porque recordó a su difunta madre a quien sólo le interesaba lo material y que, por tanto, jamás se habría molestado con detalles tan banales.
Esta Furen era distinta, lo había decorado con la sofisticación y elegancia que le gustaba a Li Xiao Ran. Jiu Yiniang había perdido su favor desde la entrada de la nueva matriarca, aunque no era nada fuera de lo común. La concubina podía bailar para complacerle, cantar para hacerle feliz, pero no compartir problemas y pensamientos. No dejaba de ser un mero juguete.
Li Zhang Le entró en la habitación y se encontró a Jiang Yue Lan con Li Min Zhi en brazos.
‒Madre. ‒ La saludó.
Jiang Ye Lan le pasó el bebé a la niñera cuando la escuchó.
‒No sé qué hacer con este niño. Cuando lo cogí la otra vez reía, pero ahora no deja de llorar sin importar quién lo coja.
Li Zhang Le hizo una seña para indicarle a la niñera que se retirase con su hermanastro.
‒No es de los nuestros ‒ declaró. ‒ no vale la pena malgastar tiempo con él.
Jiang Yue Lan sonrió sin responder.
‒No reconozco a la niñera. ‒ Li Zhang Le se dio cuenta que no era buena idea provocarla. ‒ ¿No es de aquí?
‒Lao Ye la ha contratado personalmente por si acaso yo no soy capaz.
‒Padre mima mucho a este niño. ‒ Suspiró Zhang Le. ‒ Cuando nació le regaló un juego de tintas y papel para que sea exitoso y nos honre cuando crezca.
‒Normal, es el único varón de la familia. ‒ Jiang Yue Lan sonrió.
‒Qué pena me da mi hermano… A ese hijo de concubina lo están tratando tan bien que-…
‒Relájate, Zhang Le. ‒ Jiang Ye Lan volvió a sonreír. ‒ Da Shaoye volverá sano y salvo.
Jiang Yue Lan y Li Zhang Le sabían que Li Min Feng estaba bajo los cuidados de Jiang Dan. Li Zhang Le sonrió y dijo:
‒Le diré a la abuela que lo estás haciendo bien. Ver como le arrebatabas el niño a Qi Yiniang me ha complacido muchísimo. ¿Por qué tengo que sufrir sólo yo? No aguanto verles tan contentos.
Jiang Ye Lan se limitó a darle un sorbo a su té. Li Zhang Le la estudió con la mirada y tanteó el terreno.
‒Li Wei Yang tendrá problemas ahora que tenemos a Min Zhi en nuestras manos. Madre, eres la única Furen de esta familia a parte de Lao Furen. Lo tienes todo a tu alcance. Min Zhe, él-… ‒ Quería sugerir algún motivo para acabar con ese niño, pero Jiang Yue Lan la interrumpió de repente.
‒Lao Ye y Lao Furen me han dejado este niño precisamente porque confían en mí. Le trataré bien, le querré y le mimaré. Me llamará madre y si tiene éxito, será un honor para mí. ‒ Dijo.
Li Zhang Le se disgustó, pero comprendió el doble sentido de sus palabras rápidamente y la alabó.
‒Tienes razón.  A partir de ahora es tu hijo, podemos criarle como nos venga en gana. Lo mejor será que crezca sin querer nada con esas zorras. A Li Wei Yang se la llevarán los demonios. ‒ Remarcó jubilosa, imaginándose la expresión furiosa de Wei Yang.
La criada Rong, que llevaba todo el rato al lado de Jiang Yue Lang, habló cuando Zhang Le se marchó.
‒Que Da xiaojie no te mal influencie, Furen. No hagas tonterías.
‒Claro. Min Zhi es un amor, le cuidaré muy bien. ‒ Sonrió la nueva matriarca. ‒ Criada Rong, asegúrate de ordenar a todo el mundo que cuiden a Si Shaoye como a un príncipe: que le dejen hacer lo que quiera y que lo malcríen todo lo que puedan.
‒Sí, señora. ‒ La criada Rong comprendió a su señora y asintió.


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2 comentarios

  1. Muchísimas gracias por el capítulo estuvo muy bueno n_n pobres madres T_T

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  2. Nunca he comentado, pero me encanta wei yang... creo que la versión live action se queda muy corta con lo que está escrito, habría sido muy pero muy interesante algo más fiel a la novela, sobe todo con lo de la reencarnación. Gracias por su trabajo!!!

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