Capítulo 28

octubre 15, 2018


Llegaron minutos antes de que las clases comenzarán, así que Feng Fei, a diferencia de Hai Xiu, decidió hacer una parada en el baño antes de volver al aula.
En los baños se oía el rumor de un grupo de chicos que se habían encerrado en un cubículo para cuchichear. Feng Fei agudizó el oído y prestó atención a sus palabras; esbozó una mueca, se abrochó los pantalones, se lavó las manos y volvió a clase.
Aquel día tocaba estudio libre. Hai Xiu siempre intentaba ayudar a Feng Fei a resolver aquellas preguntas que no había hecho bien durante los exámenes y el otro chico escuchaba atentamente las explicaciones. Gracias a ello, los resultados de Feng Fei habían mejorado drásticamente en cuestión de meses.
‒Lo has hecho todo bien. ‒ Comentó Hai Xiu cuando le devolvió la hoja.
Feng Fei no contestó, se limitó a arquear una ceja y observar la copa de un árbol nevado.
‒¿Por qué me miras tanto? ‒ Hai Xiu llevaba unos minutos admirándole bobaliconamente.
‒Nada… Yo sólo… ‒ Hai Xiu vaciló. ‒ Sólo te estaba mirando…
‒¿Por lo guapo que soy? ‒ Bromeó Feng Fei, inclinándose hacia él.
Hai Xiu se ruborizó y asintió con la cabeza.
‒Ah… No me puedo creer que tenga que usar mi cara para atraerte después de una vida intentando no usar mi belleza para conseguir lo que quiero… ‒ Feng Fei sacudió la cabeza y suspiró. ‒ Mira a He Hao… Alguien le ha escrito una carta de amor. Eso es el amor verdadero, ¿no? ¿Y tú qué? ¿Dejaré de gustarte cuando me haga mayor?
‒¡No! ‒ Refutó Hai Xiu casi inmediatamente. ‒ A mí… ¡Me gusta todo de ti!
El corazón de Feng Fei se hinchó de felicidad, se recocijo.
‒Pues tendrías que fijarte en lo que hay dentro, no sólo en el exterior… Mira qué bien he escrito aquí.
Hai Xiu contuvo una risotada. Entonces, sacó una libreta para apuntarse las preguntas que Feng Fei había fallado y la guardó.
La pareja no habló durante toda la clase. No fue hasta que sonó la campana que Feng Fei rompió el silencio.
‒¿Qué quieres para cenar?
‒¿Qué quiero para frenar?
Feng Fei estalló en carcajadas, todo el mundo se giró para mirarlos. Empezó a temblar para controlar la risa y necesitó coger aire para calmarse.

Después de clases, Feng Fei se llevó a Hai Xiu a cenar a un restaurante de barbacoa coreana que había a dos calles.
‒Venga, no tardes mucho en comer, que tenemos prisa. ‒ Dijo mientras le servía un poco de té a Hai Xiu. ‒ Joder, antes íbamos de comprar y te cocinaba, pero ahora no tengo tiempo ni para eso.
‒Puedes venirte a casa los fines de semana… ‒ Se apresuró a ofrecer Hai Xiu.
Al muchacho le sabía mal que siempre era él quien iba a casa de Feng Fei. Quería entretenerle en su propia casa.
‒Si voy no tendrás tiempo para estar con tu madre. ‒ Feng Fei no quería acapararle. ‒ Aunque, espérate a que traiga un par de cosas para tu casa y acabe enamorando a tu madre. ‒ Bromeó.
‒No, no traigas nada. Ya te… entretendré yo. ‒ Se rio Hai Xiu.
Feng Fei sonrió y continuó comiendo encantado.
‒¡No tienen que comer papilla ni nada para llegar a nuestro nivel los demás! ‒ Feng Fei volvió a iniciar la conversación una vez más. ‒ Ellos todavía están escribiéndose cartitas y pasándose notitas, mientras que nosotros ya hemos vivido juntos y hasta conocemos a los padres del otro.
‒No hemos vivido juntos de esa manera… ‒ Hai Xiu corrigió a Feng Fei rojo como un tomate. ‒ Y pasarse notitas está bien.
‒Sí, bueno, las notas se pueden esconder. Eso está bien. ‒ Feng Fei quiso fastidiarle. ‒ Si nos hubiéramos conocido antes tendrías el armario lleno de notitas mías.
Hai Xiu se avergonzó y eso divirtió a Feng Fei.
‒¿Qué más te gustaría hacer a parte de las notitas? Podemos hacerlo antes de graduarnos. ‒ Preguntó.
Hai Xiu reflexionó y se estrujo el coco para pensar qué le parecía romántico como hacer deporte juntos, ir a por ropa, escribir cartas de amor… Pero en esos momentos todo aquello carecía de sentido, no le importaban. Si Feng Fei estaba a su lado todo era perfecto.
‒¿Y tú? ¿Qué te gustaría hacer a ti?
‒Ah… ¿De verdad quieres que lo diga? ‒ Feng Fei sonrió. ‒ Quiero besarte en clase, tocarte, ponerte sobre mi mesa y-…
Hai Xiu se ruborizó, cogió una pieza de sushi rápidamente y se la encajó en la boca.
‒¡Come y calla, que tenemos que volver a clase dentro de nada!
‒¡Pero si me lo has preguntado tú! ‒ Protestó Feng Fei entre risitas. ‒ Anda que… Me preguntas cosas, pero no quieres que te lo responda…
Todavía colorado, Hai Xiu regresó a clase acompañado de su amigo. Ya había anochecido y la escuela estaba casi vacía.
‒Es la primera vez que estoy aquí de noche.
‒¿Es la primera vez que estudias de noche? ‒ Preguntó Feng Fei que se había acercado más a él. ‒ ¿No tienes miedo?
‒¿De qué? ‒ Hai Xiu frunció el ceño.
‒Antes había un cementerio aquí. ‒ El tono de Feng Fei tenía una pincelada misteriosa. ‒ Me han dicho que estaba maldito. Dicen que no habían podido construir carreteras porque siempre ocurrían accidentes y que los sacrificios a los dioses no servían para nada.
‒¿Crees en… esas cosas?
‒Para nada. ‒ Feng Fei recuperó su tono de voz habitual. ‒ Pero me han dicho que nadie se atreve a ir al campo de futbol de noche.
‒Es porque está prohibido… ‒ Explicó Hai Xiu.
‒Piénsalo, ‒ Feng Fei alzó una ceja. ‒ ¿por qué está prohibido?
A Hai Xiu le recorrió un escalofrío por la columna vertebral.
‒Dicen que el decano no quería molestar a los muertos. ‒ Feng Fei bajó la cabeza y continuó hablando mientras jugaba con su móvil, como si le diera igual. ‒ En realidad, antes no dejaban que los alumnos se quedasen a estudiar de noche. Pero como no ha pasado nunca nada, han dejado de ser tan cautos. Casi nadie sabe estas cosas.
Hai Xiu no era asustadizo, pero se le puso la piel de gallina. Se frotó el brazo, bajo la cabeza y se concentró en contestar las preguntas.

El reloj dio las siete. Feng Fei esbozó una mueca triunfal y empezó la cuenta atrás. Diez, nueve, ocho… ¡tres, dos uno…! ¡Y de golpe se escuchó un siseó y todas las luces se apagaron de repente! Todos los estudiantes empezaron a chillar y gritar espantados. Hai Xiu abrió los ojos como platos se arrimó a Feng Fei sumido en el pánico.
Feng Fei ya sabía lo que iba a pasar, por lo que no se inmutó. Sin embargo, el tener a Hai Xiu tan cerca le aceleró el corazón. La escuela estaba a oscuras. Feng Fei se levantó, cogió a Hai Xiu y lo sentó sobre su propia mesa y, antes de que Hai Xiu pudiera darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, bajó la cabeza y buscó sus labios.
Feng Fei colocó una mano detrás de la nuca de Hai Xiu para que no pudiese huir y profundizó su beso.
‒Menuda suerte. ‒ Feng Fei acarició los oídos de Hai Xiu. ‒ Justo hoy he dicho que me gustaría hacerlo.
A Hai Xiu el corazón le dio un vuelco entre las carreras y los gritos de sus compañeros de clase.
‒Tú… Lo sabías…
‒Cuando he ido antes al baño he oído a unos cuantos decir que pasaban de estudiar. ‒ Feng Fei estrechó a Hai Xiu por la cintura. ‒ Así que me he inventado una historieta para asustarte… ‒ Sonrió. ‒ Qué divertido es molestarte.
Hai Xiu frunció el ceño. Iba a decir algo, pero Feng Fei no le esperó y le volvió a besar.

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