Capítulo 109: Identidad secreta

enero 17, 2019

 Li Min De dejó atónita a Wei Yang que sintió algo inexplicable.
–Min De… – Empezó. – ¿Por qué no quieres que sepa quién eres en realidad?
Li Min De se le acercó, sorprendido por sus palabras. La luz de la vela alumbró su tez de porcelana.
–¿De verdad quieres saberlo?
Li Wei Yang asintió decidida y echó un vistazo afuera.
–¿No es un mal momento?
–¿Lo dices por ellos? – Li Min De soltó una risita. – Da igual. – Era obvio cuánto confiaba en las habilidades de Jiang Nan. – Si tanto quieres saberlo…
Su sonrisa se le antojó extraña a Wei Yang. Hasta ahora había sido alegre, pero, de repente, poseía cierta severidad que a su vez recordaba más al dolor y a la pena, como si quisiera llorar.
–Si no quieres hablarlo, no lo hagas. Cuéntamelo cuando tú creas conveniente y estés preparado. – Dijo Wei Yang lentamente.
–Todo en orden, joven amo. – Anunció Zhao Nan desde afuera. – Se nos ha escapado el líder… – Masculló entre dientes. – No se preocupe, joven amo.
–¿Los ha matado? – Bai Zhi se quedó mirando aterrorizada a Zhao Yue que estaba a su lado con una expresión imperturbable.
Li Wei Yang se sorprendió y miró a Min De. ¿Había acabado con todos los hombres de Jiang Nan? ¿Cómo podía ser?
–Eran bandidos. – Li Min De se la miró y explicó. – Le he echado una mano a Jing Zhao Yin con todos estos desparpajos. La Corte no se va ni a plantear el investigarlo.
Li Wei Yang corrió la cortina del carruaje para mirar afuera. No quedaba nadie vivo a excepción de un grupo de asesinos vestidos de negro. Era increíble. Los hombres de Jiang Nan destacaban por su habilidad bélica y, sin embargo, un grupo tan reducido como este había conseguido vencerles.
–No te preocupes, ya me ocupo yo. Jiang Nan no podrá usarlo en tu contra. – Sonrió el muchacho.
–Pero… – Li Wei Yang frunció el ceño.
–Se lo merece. – Li Min De sacudió la cabeza. – Informaré a Jing Zhao Yin que han entrado a un ejército privado a la Capital que, encima, se ha dedicado a ocultarse entre los civiles y a abusar de su poder. Sobre lo de hoy le diré que los Li son los que han acabado con ellos. Si Jiang Nan osase reclamar que son sus hombres, le acusarán de traición. ¿Quién se atrevería a confesar ante el Emperador que ha traído un ejército a la Capital?
Li Wei Yang se rio. Estaba estrictamente prohibido que los generales entrasen en la Capital con sus soldados. La única protección que podían llevar consigo eran los guardias de sus casas que no tenían ni punto de comparación con aquellos que habían vivido una batalla en su piel. Si Jiang Nan admitiese tener a sus hombres en la Capital, su familia entera sería marcada como desleal a la corona.
–¿Y si te preguntan por qué tus guardias son tan fuertes? – Li Wei Yang alzó una ceja.
–Bueno, los soldados del Primer Ministro Li no son del montón.
–¿Quiénes eran? – Preguntó Wei Yang, cambiado de tema.
–Los que se dedican a matar gente. – Explicó Li Min De en voz baja. – Los que se ocupan de los cuerpos. No quedará rastro en un periquete. No te preocupes, es una broma. No puedo enviarle tantos cuerpos a Jing Zhao Yin y esperar que esto no se nos vaya de las manos. Dentro de un cuarto de ahora aquí no habrá ni un rastro de sangre.
Li Wei Yang procuró permanecer tranquila, pero no lo consiguió. Estaba desconcertada. Ignoraba cuánto tiempo llevaba Min De con semejante grupo a su lado, ni siquiera ella o los Li sabían que existía. ¿Por qué habría reclutado a tantos hombres? La joven analizaba a toda prisa lo ocurrido. No podían ser soldados de poca monta si habían sido capaces de eliminar a los hombres de los Jiang en un abrir y cerrar de ojos, pero tampoco era correcto afirmar que eran asesinos. ¿Quiénes eran, pues, los hombres de Min De?
–Creo que me debes una explicación. – Li Wei Yang no podía seguir fingiendo ignorancia. Necesitaba saber de dónde venía Min De.
–Es una larga historia. – Li Min De bajó la vista. – ¿Quieres escucharla?
–Si estás dispuesto a hablar, yo estoy más que dispuesta a escuchar. – La muchacha asintió con la cabeza. – Escucharé el rato que haga falta.
Li Min De hizo un gesto con la mano.
–Llévate a Bai Zhi al carruaje de atrás, Zhao Yue. – Ordenó.
Bai Zhi miró a su señora de soslayo y siguió a Zhao Yue cuando ésta asintió. Zhao Nan montó guardia fuera del carruaje y los asesinos desaparecieron sin dejar rastro, como si nunca hubieran estado allí para empezar. Los soldados de la familia Li se miraron unos a otros, aturdidos.
–Todo empieza con el antiguo Emperador de Yue Xi. – Empezó Li Min De como si el asunto no fuera con él. Inexpresivo. – Favorecía a la hermosa y joven concubina Liu y se mostraba esquivo con la Emperatriz Song. Además, se tragó las palabras de su querida concubina y terminó creyendo que la Emperatriz había usado brujería para maldecirle con la intención de rebelarse en su contra. A raíz de aquello, investigó a la Emperatriz, despojó su clan de todas sus propiedades y la condenó a muerte. Por aquel entonces, la concubina Qian, prima de la Emperatriz Song, acababa de dar a luz a una princesita y no pudo soportar ser testigo de todo aquello, por lo que imploró el perdón de Su Majestad. Sin embargo, la concubina Liu ordenó que la matasen a golpes y envió a la princesita al Palacio Frío[1]. El príncipe heredero, hijo de la Emperatriz Song, de tan sólo dos años se vio arrastrado al meollo del asunto por culpa de la concubina Liu y se le encarceló junto al resto del clan de los Song. El príncipe sobrevivió gracias a las súplicas de muchos ministros incansables, pero continuó alejado junto a sus familiares que, uno a uno, fueron cayendo en el exilio, siendo decapitados, partidos por la mitad por caballos o escindidos hasta dejarle completamente solo. El príncipe creció sin ningún maestro o guía que se atreviese a contarle quien era en realidad, dejándole abandonado en aquella cárcel.
Li Wei Yang estudió la serenidad del rostro de Min De y adivinó que aquel príncipe del que hablaba debía tener alguna conexión con él.
–La concubina Liu dio a luz a un príncipe. El Emperador, en su regocijo, la convirtió en Emperatriz y envió a sus emisarios por todo el reino. Pero el destino es caprichoso: el recién nacido murió un mes más tarde y la nueva Emperatriz descubrió que se había quedado estéril. A partir de entonces, cada vez que se enteraba que otra concubina se había quedado en cinta la obligaba a abortar cegada por los celos y la envidia. Las otras concubinas debían aceptar su destino por el poder que ostentaba en palacio. Ni siquiera el mismísimo Emperador podía controlarla. El miedo se apoderó de los ministros por la falta de heredero, el Emperador de edad avanzada no podía concebir por muy generoso que fuera… Entonces, recordaron al príncipe que había estado encerrado en aquella cárcel…
–¿Lo dejaron salir? – Preguntó Wei Yang.
Li Min De soltó una carcajada.
–La Emperatriz Liu asesinó a todos los ministros que osaron proponer semejante alternativa y regañó al Emperador que… no era más que un mísero cobarde. Un cobarde incapaz de controlar a su mujer o mantenerse firme en su trono. ¿Qué iba a hacer? Su Emperatriz se ocupaba hasta de las propuestas de la Corte. La Emperatriz Liu empezó a aborrecer al príncipe cada vez más después de aquello. En un principio le había perdonado la vida por la cantidad de oficiales que creían en la inocencia de los Song y tampoco había creído necesario deshacerse de él: pero ahora era otro cantar. Por aquel entonces, el príncipe contaba ya con diez inviernos y nadie le había hablado o contado jamás quién era.
–¿Quería matarle? – Li Wei Yang se emocionó.
Yue Xi estaba situado al sur de Da Li y era un país formidable. Como los países no mantenían demasiada relación, nunca había conocido los detalles de las relaciones Imperiales del reino vecino, sin embargo, sabía que la lucha por el trono era cruel y despiadada.
–Al principio no, pero… Cuando vio lo mucho que había crecido la hija de la concubina Qian que era la viva imagen de su madre y de la Emperatriz Song, recordó el rencor que les guardaba y se le ocurrió un plan. – Li Min De bajó la vista como si no quisiera continuar hablando, pero prosiguió. – Obligó a la princesa a acompañar al príncipe día y noche con la condición de que no se les revelase su verdadera identidad. El príncipe tenía diez años y la princesa ocho. Se convirtieron en el amigo y el apoyo del otro.  – La expresión de Li Min De se desencajó y le tembló la voz. Wei Yang le cogió la mano y notó cómo se tensaba hasta que, finalmente, consiguió serenarse. – El príncipe no había visto a nadie desde los dos años, obviamente, la princesa se convirtió en su consuelo durante los ocho años que siguieron. A pesar del rechazo de los demás, esa niñita siempre había estado a su lado, consolándole y cuidándole. Para él era como la luz y… se enamoraron.
Li Wei Yang se sorprendió. ¡Qué desfachatez! La princesa y el príncipe eran medio hermanos. El rostro de Li Min De se tiñó de tristeza.
–No sabían que compartían lazos de sangre, los únicos que lo sabían eran los soldados de la Emperatriz Liu que… había sido la instigadora. Su plan desde un principio había sido corromper el linaje Imperial. Había enloquecido.
–Demasiado. – Li Wei Yang estaba horrorizada.
Normalmente, cualquier otra persona había matado al príncipe, pero la Emperatriz Liu hizo todo lo contrario: para vengarse de las dos mujeres que más había aborrecido en su vida, dejó vivir a sus niños y los hizo enamorarse de quien no debían.
Los ojos de Min De adquirieron un odio profundo: delicado y oscuro como el hielo.
–Llevaban once años juntos. Once años en los que sólo se habían podido apoyar en el otro. Ojalá jamás hubiesen sabido la verdad… – A pesar del temblor de su voz, Min De continuó. – La Emperatriz Liu cayó enferma e incapaz de ocuparse del estado, así que llamó al comandante Pei Xiu que sería el primero en pronunciar el nombre del príncipe. El Emperador envió a un mensajero a por el príncipe y ordenó que se le volviese a inscribir en el registro familiar. La Emperatriz moriría después de aquello seguida por su marido un mes después, y Pei Xiu acompañó al príncipe durante su odisea hasta el trono.
Parecía un final feliz. El villano estaba muerto y el héroe había conseguido el mejor de los desenlaces, pero aun quedaba una persona…
–¿Y… la princesa?
–Pei Xiu casó a su hija con el príncipe heredero… O mejor dicho, el Emperador.
–¿Y la princesa? – Wei Yang frunció el ceño. – ¿Se olvidó de ella?
–La entró en palacio, pero no se casó con ella tal y como había prometido por el simple hecho de que jamás pudo aceptar que era su media hermana. La princesa terminó siendo la solitaria princesa Qi Xia. No obstante, la pareja se continuó viendo, no podían controlar su deseo. La Emperatriz Pei se enteró un año después y, sensata, ordenó guardar silencio y lloró todas sus amarguras. Su padre, el comandante Pei, terminó averiguando lo ocurrido y les propuso a los ministros que se dieran prisa en casar a la princesa…
Li Wei Yang escuchó con atención. Podía adivinar lo que se avecinaba, pero… ¿Qué relación tenía todo esto con Li Min De?
–El Emperador hizo todo lo posible por evitarlo, hasta prometer una buena compensación a los Pei, hasta prometerles la corte entera.
Aquel buen hombre amaba a su media hermana más que a su reino. Era difícil decidir si era malo o bueno, pero los sentimientos que se profesaban no eran culpa de ninguno de los dos. Comprendía al Emperador que, a pesar de todo, no podía hacer pública su relación o eso significaría la muerte para la princesa.
–La princesa Qi Xia no quería que él se sacrificase por ella. Si se quedaba el Emperador no compartiría lecho ni con las concubinas, ni con la Emperatriz y la Corte le criticarían… Así que accedió a casarse con Cui Jing, un atractivo hombre de Yue Xi.
–¿Qué pasó después?
–El príncipe consorte Cui provenía del linaje de los Jing. Era un hombre educado, culto, sofisticado, cortés y habilidoso con las artes marciales, un buen partido para la princesa. Por desgracia, el buen príncipe se enteró de que la princesa había perdido su virtud, así que la ignoró y se centró en su concubina, Tao Ye. Cuando el Emperador lo descubrió advirtió al príncipe consorte Cui que se anduviera con cuidado y la tratase bien. Las buenas intenciones del desconsolado Emperador cayeron en oídos sordos y el consorte de la princesa la creyó una chivata y decidió encerrarla sin comida ni agua en unos aposentos. El Emperador no tardó mucho en saber de la terrible situación en la que se hallaba su hermana y la hizo volver a entrar en palacio. El comandante se resignó y le propuso un trato al monarca: si concebía un heredero con la Emperatriz, la princesa podría permanecer a su lado.
Li Wei Yang se sorprendió, usar los sentimientos de la pareja en su contra era un método despreciable.
–El Emperador acababa de asumir el trono y no podía permitir que volviesen a poner en peligro la vida de la princesa. Angustiado, aceptó el trato y cumplió su parte con la Emperatriz y las concubinas. Los Pei se enfurecieron, pero tuvieron que aceptarlo. Todas las concubinas contaban con el respaldo de sus familias nobles, así que todos sus hijos eran posibles herederos con derecho al trono…– Li Min De suspiró. – El Emperador aguardó a que la situación de la Corte se estabilizase y dejó de favorecer a las concubinas. Se centró en la princesa y la Emperatriz se lavó las manos por el momento hasta que la princesa se quedó en cinta.
Li Wei Yang se quedó pasmada y le miró. Aquello era un acto imperdonable. A pesar de ser hermanos de sangre se amaban y… iban a tener un hijo. La familia Imperial estaba en peligro. Era una situación peligrosa, era una locura.
Los ojos de Li Min De carecían de toda emoción y miraban a algún lugar desconocido. Tal vez el motivo por el que no podía mirar a Wei Yang era porque nadie en el mundo aceptaría semejante linaje. Nadie aceptaría el fruto de dos hermanos, de algo tan repugnante.
–Creo… Que la Emperatriz Pei no permitiría que el niño naciese… Y los que hasta ahora habían estado callados seguramente… también se opondrían. – Li Wei Yang rompió el largo silencio.
Estaba casi segura que el niño del que hablaban era Min De, pero prefirió seguir escuchando.
–Lo que pasó es simple. El Emperador deseaba con todas sus fuerzas que la princesa diese a luz a ese bebé que hasta los Cielos iban a maldecir. La princesa lo consiguió a pesar de las pesadillas y el dolor que la atormentaban… – A Min De se le quebró la voz, desesperado. – Y dio a luz a un niño…
Sentía como si le estuvieran arañando mil uñas, pero no sangraba. Su sangre continuaba atrapada bajo su piel. Gracias a Wei Yang había llegado a comprender que existía amor en el mundo, y sin embargo, había tenido que contarle la verdad aun a riesgo de perder su propia dignidad. Temía su reacción y se arrepentía de haberle contado quien era en realidad. Sabía que Wei Yang ya había adivinado hace rato quién era.
Li Min De no había entendido jamás qué era la belleza a pesar de lo mucho que la gente lo halagaba. Decían que poseía una belleza descomunal, hasta su madrastra le había asegurado que todas las chiquillas se prendarían de él. No obstante, en cuanto supo qué ocultaba su pasado se vio como un ser indigno, sucio. Su belleza era la marca de un linaje no convencional, sucio y pecaminoso. Se aborrecía a sí mismo y, sobretodo ante Wei Yang, odiaba la idea de su propia existencia.
Li Wei Yang se percató del cambio en su humor, pero guardó silencio sin dejar de mirarle tranquilamente, sin vacilar.
–Lo siento. – Susurró Min De con los ojos cerrados. Entonces, se giró y la miró. – Yo soy ese niño. – Confesó con una mueca.  – La princesa enloqueció después de dar a luz. No sé si se volvió loca o se lo provocaron. Olvidó quién era y que tenía un hijo. Al Emperador le dio miedo que se empezase a lesionar y la vigilaba día y noche. Pero es imposible tener vigilado a alguien todas las horas del día y… Al final, la encontraron en el lago flotando. El Emperador perdió el control y mató a muchísimas personas. Sospechó de todos los que le rodeaban y se lo embargó la paranoia. Para mantener a salvo al niño, ordenó que se lo llevasen a un súbdito fidedigno al campo hasta que fuese lo suficientemente mayor. Una noche, atacaron y asesinaron a todos los niños de cuatro años del pueblo.
–Pero no estás muerto y llegaste a Da Li. – Dijo Wei Yang. – Empecé a sospechar de ti cuando vi al hombre de gris. No era la primera vez que te venía a ver. Ya te habían venido a buscar, ¿verdad? Quieren que vuelvas a Yue Xi, pero no has querido. ¿Por qué?
–Si te dijera que es porque no quiero dejarte… ¿Me creerías?
–Durante unos instantes. – Wei Yang soltó una risita. – Pensaba que no querías que me enterase de todo esto, pero ahora creo que eres tonto. ¿Crees que me vas a ablandar el corazón con estas patrañas?
–Ni se me había pasado por la cabeza.
Sí, el joven se lo había estado ocultando por miedo a tener que enfrentarse a sí mismo, no para conseguir empatía.
–¿Tanto te importa? ¿Tanto te preocupa tu identidad?
–No hay nadie más en el mundo con una identidad tan… diferente. – Contestó Min De perdiendo su alegría. – Sé que no fue culpa suya, pero no eran normales. ¡Sus sentimientos no eran normales! Les odio. ¿Por qué trajeron al mundo a alguien tan repugnante como ellos…?
–No digas eso, – le regañó ella. – son tus padres.
Li Min De alzó la cabeza para mirarla.
–Yo solía odiar a mi madre. – Sonrió. – Pensaba que era una incompetente y una debilucha. Me preguntaba por qué me había tenido si era incapaz de protegerme. Pero con el tiempo, me he dado cuenta que no podemos elegir a nuestros padres y que, aunque no le haya salido bien, siempre ha intentado protegerme. ¿Cómo voy a odiarla? Tu caso es igual.
–¿No te doy asco? – Li Min De se la quedó mirando, sorprendido. – Ya sabes lo que soy un… – Se guardó la palabra: “monstruo”.
–Nadie le muestra sus cicatrices o sus fallos a los demás por el bien de su reputación. – Li Wei Yang sonrió. – Yo también tengo muchos secretos, todo el mundo los tiene. Eres una persona normal como yo. ¿Por qué me ibas a dar asco? Ahora mismo te va muy bien, ¿no? Lo mejor es dejar el pasado atrás.
Al principio, Min De se quedó atónito, pero poco después le inundó la alegría. No le tenía asco y saberlo le hizo sentir como el que encuentra agua en el desierto. Apoyó la cabeza en el regazo de Li Wei Yang lentamente y susurró:
–Gracias…
Pero su buen humor no duraría mucho.
–Cuando mi tía te adoptó tenías un año… – Continuó Wei Yang. – Pero has dicho que mataron a todos los niños de cuatro años… ¿Cuántos años tienes? Recuerdo que un mercader con el que hablé una vez me dijo que la hermana del Emperador de Yue Xi murió hace quince años, ¿de verdad eres hijo suyo…? – Li Wei Yang lo miró extrañada.
Si el mercader le había dicho la verdad, entonces, Li Min De era mucho mayor de lo que creía.
Li Min De se ruborizó.
–Yo pregunté lo mismo. – Vaciló. – Me dijeron que por eso tardaron tanto en encontrarme.
–¿Qué comiste para dejar de crecer…? – Li Wei Yang frunció el ceño.
–¿Desde cuándo existe algo así? – Li Min De se sobresaltó. – He nacido así… No sé, a lo mejor es por la sangre. No soy normal y punto, ¿vale? – Crecía mucho más despacio que el resto.
A LI Wei Yang le parecía extraño. Tal vez había sido un capricho de los cielos para permitirle escapar de una muerte segura.
–Entonces, ¿en realidad no eres un niño? – La expresión de Wei Yang cambió radicalmente.
–Creo que…  – Li Min De no esperaba este cambio de tema. – debo tener tu edad o por ahí…
–¿Qué significa “por ahí”? – Li Wei Yang insistió.
–Un mes… ¿más? ¡Como mucho dos meses más! – Ni siquiera él mismo sabía su fecha de nacimiento exacta. Había crecido celebrando su cumpleaños el día que lo adoptaron.
Li Wei Yang quiso recriminarle cómo había estado fingiendo ser un niño inocente, débil e ingenuo y se había atrevido a ir corriendo a verla casi cada día como si no hubiese testigos además de verla cambiarse de ropa… ¡Menudo caradura! Por suerte para Min De, el carruaje se detuvo justo a tiempo, él saltó y anunció:
–¡Ya estamos aquí!

Li Wei Yang fulminó con la mirada al muchacho que fingió no verla ante las puertas de palacio. Li Wei Yang suspiró y decidió que no valía la pena pensarse demasiado las cosas. ¿Qué más le daba si sus padres eran hermanos? A Min De no le faltaba ninguna pierna o tenía ninguna deformidad. Sí, quizás su desarrollo era más lento, pero seguía siendo más apuesto que ningún otro.
–Tengo unos libros en mi carruaje que puede que te gusten. – Li Wei Yang se acercó a saludar a Sun Yan Jun con una gran sonrisa. – Luego se los doy a tu criada.
–¡Claro! – Sun Yan Jun contestó con la misma alegría. – Ah, sí. ¿Tu hermana no tenía una alergia o algo así? ¿Cómo es que se ha recuperado tan rápido?
Li Wei Yang siguió la dirección que señalaba su amiga con la vista. Li Zhang Le lucía su buena figura con el maquillaje perfecto junto a Jiang Yue Lan. Todo el que la veía se descubría conteniendo el aliento, temeroso de molestar a una flor tan bella.
–No sé porqué, pero huele raro.
–A podrido. – Añadió Min De que acababa de llegar.
–¡Eso, eso! ¡Huele a carne podrida! ¿Qué le pasa? ¿De qué está hecho su maquillaje? Huele fatal. ¡No quiero ni acercarme! – Sun Yan Jun criticó a su hermanastra con entusiasmo.
–¿Huele mal? – Li Wei Yang se confundió, avanzó un par de pasos y trató de captar el aroma de los cosméticos de su hermanastra que, en efecto, ocultaban un hedor indescriptible e inimaginable.
Tanto Wei Yang como Min De se sorprendieron.
–A saber qué se habrá tomado para curarse tan rápido.
–Sun Yan Jun miró a Li Min De por primera vez y se quedó pasmada, se sonrojó y tiró de la manga de Wei Yang como si quisiera decirle algo.
–Me voy a saludar. – Li Xiao Ran le acababa de dirigir una mirada.
Li Wei Yang asintió con la cabeza y en cuanto se quedó a solas con su amiga, ésta sonrió.
–Es el más apuesto de todos los hombres que hay aquí sin duda.
–¿De verdad? – Li Wei Yang estaba tan acostumbrada a verle, que su atractivo no le sorprendía.

Jiang Nan se las apañó para perder a los que le estaban persiguiendo y se dirigió a palacio como una bala. Allí entre la multitud distinguió a Wei Yang. El resto de jovencitas parecían haber perdido su fulgor al compararlas con el rostro juvenil, sus grandes ojos y la piel nívea y delicada de la joven. ¿Cómo una chica tan cruel podía poseer unos ojos tan encantadores y cautivadores?
Reflexionó en lo que acababa de suceder, en cómo su plan de enseñarle una lección de una vez había fracasado estrepitosamente, y mientras lo hacía, se acercó inconscientemente a la joven. No obstante, antes de llegar a Wei Yang, Li Zhang Le se plantó ante él.
¡Qué sorpresa! Jiang Tian le había dejado claro que su prima no podría recuperar su belleza natural nunca más, que era imposible, y sin embargo, aquí estaba, tan hermosa como siempre.
–Cuánto tiempo, querido primo. – Dijo Zhang Le. – ¿Y lo qué me habías prometido?
Jiang Nan miró de reojo a Li Wei Yang.
–Está todo listo.  –Dicho esto, hizo el ademán de reanudar su marcha cuando vio a Tuoba Yu, el séptimo príncipe, acercarse a Li Wei Yang con una sonrisa de oreja a oreja y una expresión de loco enamorado. Jiang Nan resopló divertido, pero su burla se vio interrumpida por la mirada gélida de Li Zhang Le. – No te preocupes, no te decepcionaré.

–¿Me estás escuchando, Wei Yang? – Preguntó Tuoba Yu con suavidad.
Sun Yan Jun no daba crédito a sus ojos. ¿Aquel que hablaba con tanta dulzura a su amiga era Tuoba Yu? ¿De verdad? ¿El mismo Tuoba Yu famoso por ser siempre frío con las mujeres estaba hablándole a Wei Yang con la mayor de las ternuras? ¡Hasta saludaba a los que estaban con ella! Sun Yan Jun creía que había perdido la cabeza.
–Sí. – Li Wei Yang se lo miró y entonces, posó la vista sobre el adivino que había en uno de los salones.
La oscuridad había engullido el cielo, lo único que se veía eran las luces irreales de las puertas de palacio y el salón principal. Daba la sensación que unas fuerzas belicosas peleaban entre ellas en lo desconocido. Sí, aquella iba a ser una noche emocionante.


[1] El Palacio Frío () era, en realidad, una situación en la que un príncipe, princesa, concubina o cualquier persona perdía el favor del Emperador y se le prohibía salir de palacio. Si bien es cierto que dicha persona se solía encerrar en un lugar pequeño, húmedo y oscuro y mantener bajo estricta vigilancia a no ser que su crimen no fuese especialmente severo, en ese caso, se les confinaba en sus aposentos o en un lugar relativamente decente.

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3 comentarios

  1. No me imaginaba que los orígenes de Min De fueran de esa manera, sin embargo me alegra que él por fin haya podido liberarse ese peso de encima, ahora con mayor razón mi shipp de Min De x Wei Yang crece!
    Pero también amo a Tuoba Yu! Muchísimas gracias por actualizar, me leí la historia como 3 o 4 veces esperando el nuevo capítulo.

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  2. Hola gracias por el capítulo está historia es muy buena aunque no esperaba que min de fuera fruto de incesto OoO

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  3. Gracias por el capitulo , espero que no se quede con Li min de. No se no me cae bien

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