Capítulo 31: Escuchando el sonido de la lluvia

agosto 15, 2016

Al día siguiente llovía[1]. En realidad, era algo bueno. Era una buena oportunidad para que Latina, que no paraba quieta, descansase en paz. Así es como Dale pensaba.
Estaban escuchando el sonido de la lluvia desde su habitación. Como no llovía con fuerza Dale abrió la ventana para poder ver el pueblo de Cuvare envuelto en una fina capa de humo gris. Latina observaba un pueblo así.
Siempre que encontraba algo, en ocasiones, intentaba inclinarse hacia delante y se concentraba, inmóvil, en ese único punto. A su manera era una forma de disfrutar ese tiempo.
Dale decidió que esa era una buena oportunidad para inspeccionar a fondo su equipaje.  No sólo la cantidad de comida que quedaba sino también tenía que comprobar si las herramientas mágicas no se estaban echando a perder o algo.
Sin que hubiera la necesidad de hablar, pasaron el tiempo sintiendo la presencia del otro cerca. Era un momento tranquilo, silencioso pero no malo.
Fueron a comprar la comida por lo que después de acabársela, ambos estaban soñolientos e hicieron una siesta juntos. El tiempo pasaba despacio entre el sonido de la lluvia.
Poco después de la siesta de la tarde cuando Latina tarareaba mientras escribía una carta con una expresión preocupada como si hubiese mucho que decir pero no cupiese en la carta, llegó un mensaje de la Gaviota Silenciosa.
Dale verificó la carta que le habían dado y le ofreció al mensajero una propina generosa.
-Bueno, dile que la iremos a ver mañana.
-Como desee.
Después de que el mensajero se marchase, en algún momento, Latina se había puesto a su lado. La niña le miró y preguntó:
-¿Era alguien del restaurante de ayer?
-Ah… Le di un mensaje para la música de ayer… Parece que mañana tiene tiempo libre antes de su concierto por la noche. Parece que puedo hablar con ella.
-¿Así que era un demonio después de todo?
-No le he preguntado eso… Le dije que quería escuchar la historia sobre el brazalete plateado y ha aceptado. Al menos, podremos escuchar algo.
Latina reflexionó un poco sobre esas palabras.
-Latina… Hay muchas cosas que Latina no sabe. Latina tampoco sabe nada sobre la raza demonio… Espero que Latina pueda entenderlo todo cuando se adulta.-Dijo.
-Hay muchas cosas que yo tampoco sé. Por eso, Latina, ¿no estaría bien que nos enterásemos juntos?
-¿Es lo mismo que estudiar?
-Podría ser.
Intercambiaron una sonrisa.
Por ahora, tengo que saber más sobre cómo funciona el mundo, al menos más que Latina… Tengo que tener cuidado…”, se dijo Dale a sí mismo, sudando dentro de su corazón. Conteniendo el miedo de que la niña parecía estar más adelantada que él. “Como su padre, no puedo decepcionarla. Al menos, no por un poco más de tiempo… Esto es lo que sintió Kenneth, eh”. Fue en ese momento cuándo se dio cuenta de los sentimientos del hombre que era como su hermano que se había estado esforzando, día tras día, para encontrar y crear nuevas recetas.
Ese día también cenaron en la primera planta y se fueron a dormir pronto. En algún punto, el sonido de la lluvia cesó.
Al día siguiente estaba nublado. Cuando se preparaba para salir para comprar comida, se encontró con los ojos brillantes y chispeantes de Latina llenos de expectación.
-¡Dale, Dale! ¿Sabes? Latina quiere un pez.
-Sabes que el pez crudo no te va a durar mucho, ¿no?
-¡Pez seco! ¡En Kroix no hay tantos pero dicen que aquí hay mucho! ¡Kenneth me ha enseñado a usarlo!
“¿Normalmente, una chica de su edad no estaría más interesada en suvenires o bienes generales?”, meditó. “Bueno, Latina parece feliz”, delante de la energética Latina que daba saltitos, era algo trivial.
Después de comprar y comer, y después de colocar lo que habían comprado en su cuarto, casi se había hecho hora del encuentro.
Los dos volvieron a ir a la Gaviota Silenciosa. Era pasado el mediodía y apenas había clientes. En una esquina estaba sentada la artista del día anterior.
No tenía un brillo llamativo pero daba la impresión de ser una mujer interesante.  Llevaba una camiseta extremadamente normal y una faldilla larga. En la cabeza llevaba una boina y por tanto era imposible determinar si tenía o no cuernos.

  Si hubiera ido Dale solo, la mujer habría sido cautelosa pero también estaba Latina. La imagen de la encantadora jovencita con todavía algún vestigio de su inmadurez, escondiendo medio cuerpo detrás de Dale como si estuviese nerviosa daba buena impresión.
La mujer miró a Latina y sonrió con dulzura. Los dos se sentaron en los asientos en frente de ella.
-Muchas gracias por hacer tiempo para nosotros. Me llamo Dale Reki.
-Para nada. ¿Tenéis algo que preguntarme?
-Sí, es sobre el accesorio que llevas, el brazalete…”-Dale miró al brazalete que llevaba en el brazo. Ella sonrió casualmente y asintió.
-No creo que sea nada del otro mundo.
-Conozco a alguien con algo parecido, por lo que me gustaría preguntar si hay alguna historia detrás de eso, o…
-Mmm… Perdona…-Latina alzó la voz interrumpiendo las palabras de Dale.-Latina… Los cuernos de Latina están rotos… Un demonio.
-Eh, Latina…
-Vaya…
Ambos, la mujer y Dale se quedaron perplejos ante las palabras de Latina. La niña se echó el pelo hacia atrás mostrando la base del cuerno roto.
-Pero, ¿sabes? Latina es una niña así que hay muchas cosas que Latina no sabe. Por favor, enséñame.
Latina se había dado cuenta que Dale estaba protegiéndola e intentaba esconder ese hecho, por lo que Latina lo dijo por sí misma.
Dale sabía que ese hecho dañaría y causaría animadversión en Latina. Sin embargo, ahora que se había llegado a eso, intentar esconderlo era imposible, por lo que se preparó para lo peor.
-A pesar de ser tan joven, algo así…
-Yo tampoco sé los detalles. Esta chica se quedó bajo mi protección cuando se separó de su padre fallecido. Era más pequeña… y lo único que tenía era un brazalete similar al tuyo.
-Esto es…-Murmuró en voz baja, miró hacia arriba y se quitó el sombrero.
Con una forma distinta a la de Latina, la mujer tenía cuernos en ambos lados de la cabeza, crecían verticalmente de la derecha y de la izquierda.
Como se esperaba, era de la raza demonio. La mujer hizo eso y para empezar les dijo lo siguiente:
-Este brazalete es un regalo que los padres les daban a sus hijos en mi pueblo natal… Es algo así como el regalo de las raíces de esa persona.
La mujer se hacía llamar Glaros.
A diferencia de Latina, a ella no la habían echado de la raza demonio; sino que después de viajar a la tierra de la raza humana se había casado con su marido humano y se había asentado en ese pueblo.
-Antes de nada, quiero preguntaros una cosa… ¿Hasta dónde sabéis de la raza demonio?
-Casi nada. La niña era demasiado pequeña y se fue de su pueblo natal sin que le hubieran enseñado nada.
-Eso parece… Para la raza demonio, en cuanto a crecimiento se refiere durante la infancia, no es muy distinto al tiempo humano. Su inmadurez se muestra a través de su apariencia. Que una niña tan pequeña tenga el cuerno roto… Nunca había oído de algo semejante.
La expresión de Glaros parecía descorazonada. Parecía que por lo que podía ver, la situación de Latina era bastante extraña.
-Mi pueblo natal está mucho más al sur este que esta tierra. Está en el país donde gobierna el Primer Señor Demonio, Vasirio. La raza demonio tienen asentamientos independientes por todo el mundo además de en Vasirio pero el único al que se puede llamar país, el único que posee un poder inquebrantable así como leyes, es Vasirio.
-¿Un Señor Demonio es el rey de la raza demonio?
-En absoluto. Lo único similar a lo que los humanos llamáis: “rey” es “el primer señor demonio”. Los señores demonios no dirigen el país.-Así respondió Glaros.-La tradición en Vasirio es que a los niños los cría la familia materna. No tenemos una práctica como los humanos donde los hombres y las mujeres se casan y viven juntos.
Para Dale eso fue algo que escuchaba por primera vez. Miró a Latina que estaba a su lado, esta se sorprendió como si de repente se hubiese acordado de algo.
-Sin embargo, la raza demonio apenas es bendecida con niños. Incluso para los padres, los niños son una existencia que es bienvenida. Por eso, el padre le da al hijo un brazalete con su nombre grabado por dentro. Ponérselo es una bendición para la vida del niño en cuestión. –Glaros se quitó su propio brazalete y les enseñó lo que había dentro. En el interior del brazalete habían símbolos que no había visto nunca.-Esto son letras de la raza demonio… Son bastante diferentes a los humanos, ¿verdad? Esto es lo que pone aquí: “Mi nombre es Coridaross, le regalo esto a mi querida hija Glaros. Deseo que mi querida hija sea muy feliz”. Cordiaross es el nombre de mi padre y mi nombre es Glaros y entonces, se graban las palabras de bendición.-Glaros repasó las letras con la punta de sus dedos.
Latina miraba el interior del brazalete con una concentración intensa.




[1]Esto es una recomendación mía, de Nana_L15R1, pero podríais intentar leer este capítulo con la canción: Remember de Lucas King. 

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