Capítulo 34: Interesada en las orejas de animal

agosto 20, 2016



Las siete razas eran, en el sentido más extenso de la palabra, el mismo tipo de existencia, además del hecho de que podían dar descendencia entre ellos.
Las razas con características demasiado distintas no podían mezclar las sangres por lo que la criatura nacía con una de dos, con las características de la raza de la madre o con las del padre. Esto, sin embargo, no quería decir que no tuvieran las características del otro en sus genes.
Por ejemplo, entre una madre de la raza pez y un padre de la raza humana, nacería un hijo de alguno de los dos, más era más probable que naciese con las características de la raza de la madre. No obstante, había excepciones en las que las dos sangres se mezclaban.
Las razas con rasgos similares también podían dar a luz lo conocido como mestizos. En el caso de los humanos y los hombresbestia, los mestizos eran humanos excepto por las orejas y la cola.
Mientras lo escuchaba, Latina no paraba de mirar con curiosidad las orejas que se movían.
En vez de tener la misma sangre, él parecía un pariente lejano. No se parecía a Dale en nada. Lo único que tenían igual era el pelo negro que tenía en la punta de las orejas y la cola.
-Como ya te he dicho, hay una persona como yo.-Dijo con una amplia sonrisa.
-Como digas, Josef… ¿Te has vuelto a engordar?
El que se reía imperturbable de las palabras de Dale se llamaba Josef Byunt, un hombre de mediana edad, medio humano, medio hombrebestia. Era rechoncho con carne de sobre en sus brazos y estómago. Era bastante voluminoso con ojos achinados.
-Es grasa feliz. No hay remedio, ¿no? Mira, a qué es adorable.
Josef reía, sin perder ante Dale, el padrazo. En  sus brazos sostenía un bebé hombrebestia. La bebé, que parecía una bola de pelo, era la tan esperada primogénita de la familia Byunt.
-Aunque me preguntes… Para un humano como yo, diferenciar hombresbestia es un poco…
Latina extendió la mano  y acarició dulcemente a la bebé que dormía.
-Es adorable, ¿verdad?
-¡¿Verdad?! ¡¿Verdad?!
-Tiene los ojos de su madre, pero la cara es igual a la de Josef, ¿a qué sí?
-¡¿A qué sí? ¡¿A qué sí?!
Dale mostró una expresión complejo cuando le echó un vistazo a Josef que estaba totalmente complacido.
-Eh… ¿Latina?
-¿Sí?
-¿Puedes diferenciar hombresbestia?
-¿Eh?
Latina inclinó la cabeza al escuchar la pregunta de Dale.
Par aun humano como Dale, aunque pudiese distinguir el color del pelaje y el físico de un hombrebestia, le era imposible saber si era hembra o macho con sólo mirarles la cara.
-Bueno, todo el mundo es diferente, ¿sabes?
-O sea que sí… eh… -Dale se encontró maravillado ante ese aspecto inesperado de la raza demonio.
-Tu mujer es muy hermosa.
-Verdad.
La persona de la que acababa de hablar Latina, era una hombrebestia de pura raza. Su pelaje blanco era glamuroso y el tono grisáceo de sus extremidades era muy raro de encontrar.
-Pero, Maaya, más que una belleza, parece que será una monada.-Dijo Latina con una sonrisa de oreja a oreja, aunque, para decir la verdad, Dale no podía distinguirlo hasta el punto que al ver su pelaje negro había pensado que quizás era un chico.
-Una señorita como tú tendría un pelaje precioso.-Le contestó Josef mientras acariciaba la cabeza de Latina toscamente.
Así es como se elogian…”
La comunicación entre culturas extranjeras era algo complicada.
La casa donde Josef vivía con su familia estaba al norte del pueblo. Era una casa modesta de dos plantas con solo un comedor y un recibidor. Era una casa bastante normal para este pueblo. Dentro del edificio era un desastre por la calidez de los árboles, una tabla de madera que ejercía de mesa, y los objetos puestos por todos lados. Sin embargo, no era un ambiente incómodo, seguramente, porque eso también formaba parte del día a día.
-Que estés pasando por aquí quiere decir que vas al pueblo, ¿no?
-Sí.
Dale sacó sus suvenires. Una botella de sake que le había traído de Kroix y pescado seco de Cuvare. Se lo dio todo a la mujer de Josef, Wuute, mientras decía:
-¿Qué tal está la abuela?
-Bueno… No he oído nada de que esté muerta… Por lo que sé de la última carta, parece ser que aún no le ha pasado el liderazgo de la familia a mi viejo y está llena de viva.
-Típico de ella.
-¿Verdad?
A Latina no se la veía muy interesada en la conversación entre los dos hombres. Su vista pasaba de Maaya, que seguía durmiendo, a Wuute, que estaba en la cocina. No estaba metiéndose en los asuntos ajenos porque no eran muy cercanos pero, también, parecía absorta por todo aquello. La vida de los hombresbestia y el campo.
Tenía la necesidad de hacer algo. Wuute, que había notado el estado de Latina, la invitó a unirse a ella con una suave sonrisa. Latina se apresuró a ir como si hubiese estado esperándolo.
-Fuaaa.-Los ojos de la niña se abrieron de par en par al ver a Wuute preparar las plantas con tanta destreza.
-¿Cómo se come esto?
-Es algo bastante común por esta zona, pero, puede que te sea un poco nuevo.
-En Kroix no hay montañas, por eso.
-Ah… Es verdad.
Latina copiaba cómo trabajaba Wuute para aprender. Wuute se quedó sin habla al ver lo rápido que Latina aprendió, como si ya estuviera acostumbrada a hacerlo. Además, de que Latina parecía más pequeña de lo que era en realidad, a diferencia de otros niños de su generación, ella sabía ocuparse de la casa.
Cuando empezó a ayudar, Latina comenzó a trotar por detrás de Wuute buscando cosas qué hacer, como si estar quieta le hiciera daño.
Hay muchas mujeres a las que no les gustaba que su territorio, su cocina, lo llevasen otras pero Latina tenía ventaja en esa área. Ver a una jovencita como ella trabajar con una sonrisa era agradable a la vista.
Los platos de madera y el estofado de hierbas y carne se sirvieron en la mesa con un pan de un un color que no se veía en Kroix, fue cuando Dale y Josef cambiaron de tema para hablar de los chismorreos más recientes de la capital.
Tras un breve momento en el que estuvo como ausente, la bebé se sorprendió de la presencia de los desconocidos y se aferró a Josef preocupada.
-¿Qué? Es mona, eh.
-¿Qué dices? Para saber lo que significa ser mona, sólo tienes que mirar a mi hija.-Dijo Dale tercamente, señalando a Latina que cargaba con un bol de ensalada.
-¿Eh?- Latina se quedó perpleja cuando se vio arrastrada en la conversación.
-Encantada, Maaya. Me llamo Latina.
-¿Uuuh? ¿Aatia?
-Hola.
Maaya estaba un poco nerviosa al principio, pero poco después estuvo muy cómoda con Latina, y, una vez más, Latina se quedó en trance mirando a la pequeña Maaya.
Incluso en esos momentos, estaba ayudando a comer a Maaya con las manos temblorosas y limpiándole la boca.
Hasta ese momento, Latina había ayudado mucho en Kroix, ser una hermana mayor no parecía que fuera a ser un gran problema.
-Qué mona.
Mi hija, Latina
-Qué mona.
Mi hija, Maaya.”


Los dos hombres asintieron gruñendo con aceptación al mirar a las dos niñitas mientras que Wuute pretendía no haber visto nada y seguía comiendo.
No hacía falta ninguna réplica porque todo el mundo estaba feliz.
-Wuute, este estafado está buenísimo. ¿Qué lleva?
-Jabalí. Hay bastantes por aquí.
-Eh…
Latina levantó la cuchara y masticó un gran pedazo de carne. Era un plato que ponía el énfasis en la carne. Las hierbas sólo daban sabor, como mucho.
Latina comió felizmente pero entre los presentes, fue la que menos comió. Maaya, aún incapaz de articular bien las palabras, comió casi la misma cantidad que Latina.
Wuute y Josef, habían comido más cantidad que la de Latina y la de Dale juntas. Los hombresbestia, eran una raza de comilones.
-¿Os vais mañana, chicos?
-Ese es el plan, ¿por qué?
-Mañana los hombres del pueblo saldrán a cazar. Si va bien te podrías llevar lo que sobre de carne.
-¿Será una gran cacería?
Josef respondió a la pregunta de Dale como si no fuera nada del otro mundo.
-Es porque se ha soltado a Miko, la divinidad del Dios Índigo, Banafsaji. 

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