Capítulo 39: Los días que él cuidó de ella

agosto 29, 2016

Latina se resfrió.
Sus estornudos eran algo adorable, sin embargo, que el acento de sus estornudos fuera algo extraño era típico de ella.
Habían pasado muchos años desde que él había empezado a vivir con la chica y nunca se había puesto enferma hasta entonces. Seguramente, era sólo una muestra de su fatiga, aparte de eso, otra posible razón para ello podía ser…
-Es porque estabas tan animada aunque estaba lloviendo, ¿sabes?
-Sí… Es verdad… Perdona…
El día anterior habían estado viajando lloviendo. Era imposible esperar a que parase la lluvia. Dale no quería forzarla demasiado pero, al ser el campo, no había muchas casas por ahí. Tenían que moverse hasta encontrar un sitio donde resguardarse de la lluvia.
El abrigo que Dale solía llevar repelía el agua. Normalmente, como también lo usaba para viajar cuando hacía tormenta, se ponía la capucha y se ataba el cinturón en el cuello, ese era su plan contra la lluvia.
La capucha que iba con la capa de Latina también era una herramienta mágica y como repelía el agua, no tenía problemas con una ligera lluvia. Sin embargo, por el hecho de viajar bajo un tiempo lluvioso, él le hizo ponerse el chubasquero.
Latina parecía feliz meramente por caminar bajo la lluvia. Miraba arriba mientras caminaban por el camino de la montaña, no había nada menos cielos grises y nubes enormes entre los espacies de los árboles en el denso bosque. Hasta las gotas de lluvia que le caían en la cara parecían no hacerle daño, y la niña miraba arriba de vez en cuando. Intentaba pasar por todos los charcos evitándolos o, en ocasiones, saltando en ellos a propósito, haciendo barro y con apariencia de haberla liado.
-Latina… Ten cuidado que resbala bastante.
-Sí, no pasa nada.
Fue justo cuando había dicho eso que Latina se cayó. Se resbaló en el charco que había pisado y salpicando tuvo una caída espléndida.
-Ay…
Al parecer se torció el tobillo. Latina parecía preocupada sentada en el barro incapaz de levantarse.
-Gua… Ves, te lo he dicho…
Dale inmediatamente fue a por ella y usó magia para curarle el tobillo. Así, la herida se curó pero no se pudo hacer nada con la ropa embarrada y llena de agua. En esa situación, en medio de la lluvia, era difícil incluso cambiarse. Dale subió a Latina al caballo e incrementó el paso al que se estaban moviendo.
Era el último tramo. Dale tenía unos cuántos conocimientos geográficos sobre la zona. No sólo las posiciones de varios pueblecitos escampados sino que también las posiciones de las cabañas que usaban los cazadores. Además, hasta podía adivinar la localización de las cuevas naturales. El lugar más cercano a donde estaban era, probablemente, una cueva pequeña algo alejada de la carretera. No quedaba otra alternativa a apresurarse allí con paso ligero.
Sea como fuere, estaban en la mitad de las montañas. A pesar de ser principios de primavera, el aire frío les robaba su calor corporal. A Dale, que se apresuraba por el camino con mala estabilidad, no se le podía culpar por no notar que Latina temblaba y, por eso, aunque lo hubiese notado, no podría haber hecho nada.
Cuando llegaron a su meta, la cueva, Latina estaba temblando y pálida.
-Aah… Iré a buscar algo que podamos usar como leña, ¿vale? Quítate la ropa mojada y después de secarte, envuélvete con una sábana.
-Sí.
Así fue como Latina le respondió pero, después de ver a Dale escurrirse entre la lluvia, se acercó a Brauh y empezó a bajar el equipaje inquieta. Copió a Dale, haciéndolo como él solía hacerlo, para aliviarle la carga al caballo. Y después de eso, por fin, se quitó la ropa y se cambió la ropa interior mojada, y se envolvió en una sábana. La niña se alegró de estar envuelta en una sábana en contra mesura contra la lluvia. No pudo bloquear el aire frio del suelo pero pensó que no se podía hacer nada.
-Fua…
-Latina rodó y se tumbó de lado con cara relajada.
Dale volvió y usando el atributo mágico del agua quitó la humedad del montón de ramas consiguiendo así leña, aun así, para cuando consiguió hacer el fuego, la niña ya se sentía febril.
Esta serie de acciones fueron la causa de porqué Latina se había resfriado.
-No es un sitio muy bueno para quedarse pero… Tendremos que quedarnos aquí otro día… Todavía queda un poco para el siguiente pueblo.-Dijo Dale mientras miraba la situación de la lluvia.
En cuanto volvió, extendió una sábana que había envuelto en un repelente de agua en el suelo, y allí puso su cambio de ropa y demás, y entonces, movió a Latina que había estado envuelta en una sábana, allí. Cerca hizo una hoguera y bombardeó la ropa sucia de Latina con bolas de agua con magia para limpiarla. Entones, cogió ropa nueva del equipaje y se la puso a Latina. Normalmente, Latina habría intentado hacerlo sola pero, en esa ocasión, hizo todo lo que le dijo distraídamente. Después de eso, empezó a dar cabezadas, quedándose dormida en el suelo. Para Latina, que raramente se ponía enferma, se podía decir que tenía una resistencia muy baja cuando estaba enferma.
Al día siguiente, la lluvia no había parado y Latina seguía resfriada. Dale no quería forzar las cosas y decidió quedarse quieto por el momento.
-Dale… Perdona…
-No pasa nada por equivocarte mientras juegas. La próxima vez ten más cuidado. No hace falta que te disculpes por resfriarte, ¿vale?
-Sí…
-Lo mejor sería que te recuperases pronto.-Dale sonrió y pasó la palma de su mano por la frente de Latina.
El día anterior había estado caliente pero, el hombre se alivió al comprobar que estaba bajando a una temperatura normal. Si seguía así, mientras no se sobres forzase, no se les iría de las manos.
-Aun así la cena… Se supone que es la obligación de Latina…
-No pasa nada porque te mimen cuando estás enferma.
Dale sopló en la sopa de arroz que estaba hirviendo en una cazuela, mientras la triste Latina hablaba. A pesar de estar en tal condición, el hecho de que la niña estuviera decepcionada por no haber podido hacer su trabajo era algo típico de ella, pero era un poco desagradable.
La sopa llevaba la sal salada que les habían dado en el pueblo de los hombresbestia. Dale, partió las verduras en pedazos y las tiró dentro de la sopa a hervir junto con el pan duro y el queso. Era decepcionante, pero la cena de aquel día era una no muy apetecible sopa de pan.
-Cuando tienes un resfriado lo mejor es comer comida caliente, descansar y dejar que te mimen.-Mientras hablaba, Dale probó lo que había cocinado y puso una expresión complicada.
No es que estuviera malo, y honestamente, para ser comida de campamento ya era algo muy bueno, sin embargo, parecía que le faltaba algo.
Antes de darme cuenta… Ya me he acostumbrado a comer comida buena…”
Al parecer, se había acostumbrado a la comida excelente de Latina. Hasta cuando usaban los mismos ingredientes parecía que si era Latina quién lo hacía, sabía mejor.
A pesar de ello, Latina levantó la cuchara para comer y sonrió.
-Qué bueno.
-No… No mucho… Lo siento…
-Está bueno.
Hasta él sabía la puntuación de la comida que había hecho. Dale sonrió con amargura pero Latina sacudió la cabeza en rechazo.
-Es algo que Dale ha hecho para mí… Está buenísimo.-Su cara se iluminó por los rayos de la hoguera y tenía una sonrisa feliz y cariñosa.-Pero esto no está bueno…
-Porque la medicina no está hecha para saber bien.
Después de comer, Latina parecía visiblemente abatida cuando Dale le dio una sopa medicinal que había hervido. La niña tomó un sorbo y frunció el ceño.
-Es amarga…
Creo que habría sido más fácil si te la hubieses bebido de un trago… Me pregunto si eso es una enfermedad ocupacional[1]…”
Dale ladeó la cabeza dubitativo mirando a Latina saboreando lentamente mientras se bebía la sopa.
Cuando le preguntó más tarde, parecía que se trataba sólo de un mal hábito, porque cuando le recomendó bebérselo de un golpe, la niña puso una cara acabar de darse cuenta.
Cuando Dale se despertó a la mañana siguiente, notó los rayos del sol entrando por la entrada de la cueva.
-La lluvia ha parado.
-Cierto, pero el estado del camino sigue sin ser muy bueno, así que ten cuidado.
-Sí.
Mirando al cielo azul que brillaba por los finos rayos del sol, Latina río. No se había recuperado del todo pero parecía estar lo suficientemente bien para caminar.
En el próximo pueblo… Supongo que la dejaré descansar un poco más…
Pensando así, Dale se preparó para irse.
Quizás fuera porque el día anterior se habían quedado quietos pero Brauh caminaba ligero como si fuera divertido. Latina parecía un poco insatisfecha cuando Dale le hizo llevar capas de ropa extra y montar encima de Brauh, quería caminar con sus propios pies.
Dale sonrió con alivio al ver a Latina como siempre y volvió al camino, mojado y embarrado.



[1]Por “enfermedad ocupacional”, Dale se refiere a una manía, un hábito de su ocupación, es decir, de cocinar. Pero quería mantenerme lo más literal posible al texto original por lo que he decidido no cambiarlo y añadir una nota explicándolo. 

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