Capítulo 40: Llegando a su pueblo natal

agosto 29, 2016

Dale hizo a Braoh correr a máxima velocidad a través del camino del bosque.
Aunque parecía que los asaltantes no eran conscientes de que había una niña y no pensaban en qué su caballito podría correr a máxima velocidad con los dos encima, Dale había conseguido sorprenderles.
Corriendo, se giró y disparó flechas detrás de él a modo de advertencia.
-¡Dale!
-¡Es peligro, agáchate! ¡Latina, concéntrate en no perder la magia de la reducción de gravedad!
La razón por la que había girado era porque los asaltantes eran buenos escondiendo sus presencias en el bosque. Hasta con sus sentidos de la percepción, Dale no podía asegurar que notase todas las presencias.
-¡Maldita sea!-Maldijo y cortó una flecha que llegaba con la espada en su mano derecha. Sin siquiera mirar cómo la flecha caía al suelo hecha pedazos, Dale aceleró.
La razón por la que pudo concentrarse en ocuparse de los asaltantes fue porque Latina se ocupaba de la magia. Gracias a que Latina aligeró la carga de Braoh, el caballó podía usar toda su fuerza para acelerar mientras les cargaba a ambos.
-¡Me había imagina que saldrían tarde o temprano, pero… no quería encontrármelos!
-Dale…
-¡Ya lo sé!
Ante la advertencia de Latina, Dale cogió las riendas de Braoh con una mano y le hizo saltar. Ni siquiera dudó ni pensó en ello. Los que les perseguían estaban preocupados. Al parecer, allí había un agujero trampa, seguramente, si Latina no hubiera estado allí, él no se habría percatado de ello. Nada tuvo que ver con su habilidad única ni nada, simplemente sus poderes de observación eran altos. Cada vez que sentía algo raro a su alrededor, llamaba a Dale y tenía razón.
Justo enfrente de ellos había un túnel, hacerles entrar por ahí era el propósito de sus asaltantes.
-¡Como si me fuera a creer eso!
Dale disparó mientras hablaba con sí mismo e hizo que Braoh parase de repente. Como resultado, Latina salió volando, pero Dale la frenó con su propio cuerpo, evitando que cayera. Tal y como esperaba, justo entonces, una roca rodó, bloqueando la única entrada al túnel.
-¡¿Son tontos?! ¡De verdad!
Una vez más hizo correr al caballo y recitó hechizos a la entrada bloqueada.
-Oh, tú, que perteneces a la Tierra, escucha mi nombre, cambia a lo que yo desee, Transformación terrestre.
No era un ataque magia, simplemente hizo que se cambiase de forma pero fue suficiente.
El obstáculo frente a ellos se hizo pedazos.
Dale protegió a Latina de las piedras, los trozos de roca y la nube de polvo que emergió, abrazándola, envolviéndola con su propio abrigo. Así, seguramente, no la verían los que iban detrás.
Pasado el túnel, su campo de visión se agrandó. Y entonces, Dale gritó.
-¡Joder! ¡¡Esa vieja bruja!! ¡¿No le había dicho que no vendría solo?!
-Vaya, vaya…. No deberías llamar a tu abuelita “vieja bruja”, ¿sabes?
Al otro lado del túnel una señora de avanzada edad saludó a Dale con una expresión preocupada.
-¡También hablo de ti, mamá! ¡¿De verdad quieres matar a tu hijo al que no has visto en tanto tiempo?!
-Cariño… Sólo hemos cerrado un poco la entrada, una tontería nada más.
-¡Si hubiese sido demasiado tarde no habría sido una tontería!
-Cariño, qué exagerado eres…
-Tiene razón. Hacer algo así es normal, ¿verdad?
-¡Papá, tú igual! ¡No me dispares!
-Eso dices, pero tú también me has disparado a mí…
Dale se giró hacia la voz de detrás de él, aumentando su enfado. Sin embargo, la voz que le contestaba no sabía de qué estaba hablando.
-Les habíamos quitado la punta a las flechas… A diferencia de ti.
-Se las quité antes de dispararlas, ¡¿no?! Aunque no tengan la punta, si te dan te dolerá igual. ¡Además, me estabais disparando de verdad, ¿no?!
-Bueno…
Ni la voz ni la expresión parecía arrepentida.
Mientras hablaban, las figuras que quedaban llegaron.
-¡Qué malo eres, Dale, estoy lleno de polvo!
-De verdad, hace una eternidad que vuelves... No seas así.
-¡¿Yo soy el malo?! ¡¿Yo?!
Las caras eran todas conocidas, de sus primos y de sus amigos de la infancia.
-Es que fue orden de la jefa.
-Cierto.
Así le respondieron a Dale, que les culpaba.
-Aunque esto haya sido simple, lo has hecho bastante bien, eh…-Empezó a decir el padre, antes de posar la vista en la jovencita que Dale protegía entre sus brazos.
De repente, su padre dejó de moverse, se parecía a su hijo pero, en esos momentos, todavía no la había señalado.
Latina miraba a su alrededor con los ojos en punto e inmediatamente miró a Dale, a su lado, con cara sorprendida.
-Dale… ¿Tú y tu familia no os lleváis bien?
-No… Mmm… Verás, Latina…
Mientras Dale buscaba una respuesta, el alboroto de su padre se trasmitió a la otra gente.
-¡¡Era una niñita!!
Latina pego un salto cuando le gritaron directamente.
-¡¿Fuaaa?!
Saltó tanto que casi se cae del caballo.
-Gua… Tu abuela me había dicho que traerías a alguien, pero… Todo el mundo pensaba que sería como siempre, alguien de tu trabajo, ¿sabes?
La madre de Dale sonrió como si estuviera preocupada e intentara evitar el tema.
-Mmm… Me llamo Latina. Encantada de conocerte. Espero no molestar.
-Vaya, vaya, vaya. Qué cosa más linda. Lo siento, te he asustado, ¿verdad?
-De verdad… Si Latina se hubiera hecho daño, ¿qué habríais hecho…?
-Ese también es tu trabajo, ¿no? Protegerla de eso.
-¡Reflexionad, os lo ruego!
Separados de los otros conocidos, Dale y sus padres además de Latina, caminaban. Dale se bajó del caballo y tomó las riendas del caballo mientras caminaba, dejando a Latina encima del caballo. Los otros parecían estar ocupándose del agujero que habían hecho para hacer que Dale cayera.
Se trataba de un pueblo remoto pero, no era como si no tuviesen visitantes.
La única entrada al pueblo era por el túnel que acababan de pasar que estaba en una parte de una pared de piedra. Un túnel hecho con magia de la Tierra era muy grande por lo que un carruaje de caballos no tendría mucha dificultad para pasar por ahí. Después de ese túnel, estaba el pueblo natal de Dale.
A diferencia de los habitantes, la zona del pueblo era muy grande. Daba la impresión que era un pueblo que podría haber existido toda la vida. En la plaza del pueblo, seguía habiendo una sección que se mantenía de la carretera que se extendía desde el camino. A ambos lados del camino había edificios. En las pendientes que rodeaban la zona, había campos. Era un espacio totalmente cerrado por las cuatro direcciones por montañas.
-La de ahí es mi casa.
-Es grande…
-Sí, después de todo, es la mansión donde vive la jefa del clan… Aunque es un tanto vieja.
Latina miró con la boca abierta una notablemente mansión gigantesca que llamaba la atención en medio de la plaza del pueblo. Aunque tal y como había dicho, era un edificio antiguo, tenía un encanto que te hacía sentir que era un lugar con historia.
-¿Por qué las casas son distintas al resto?
-Mmm…
Su pregunta no era irrazonable. Ninguno de los edificios de este pueblo tenía el tejado rojo. Latina había llegado a la conclusión, por lo que había visto, que “normalmente los tejados son rojos”. Sólo con eso, la niña se sintió fuera de lugar.
Los edificios eran de un color aburrido a causa de estar constantemente expuestos a los elementos del campo, sin embargo, si mirabas con mucho, mucho cuidado, las entradas estaban decoradas con un aro de flores.
-Es porque nuestro pueblo le reza al dios naranja, Korumozei.
-Dale, me contaste que como Korumozei era el dios para desear cosechas abundantes, tenía templos por todos lados, ¿no?
-Sí. ¿Cómo decirlo…? Al igual que el país de Raband le reza a Ahmar, el dios rojo, como su dios principal, este pueblo le reza a Korumozei.
-También es porque en nuestro pueblo hay muchos con la protección divina de Korumozei.
La madre de Dale también sonrió cómodamente como si nada.
-La mitad de la gente de aquí pueden usar magia, pero, hay muchos que tienen el atributo mágico de la Tierra.-Y entonces, sonriendo, dijo.-Bienvenida a nuestro pueblo, el hogar de aquellos amados por la tierra.

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