Capítulo 4: Castigando a la señora Liu

septiembre 26, 2016


Zhou Qing era un hombre con la habilidad de ver el panorama general en comparación con la señora Liu. Nunca había tratado a Li Wei Yang demasiado mal porque su principio era dejar siempre una vía escapatoria en todo tipo de situaciones. Por lo tanto, cada vez que volvía a casa, Li Wei Yang tenía unos cuantos días de paz y tranquilidad.
Después de terminar de comer, apagó el fuego. Li Wei Yang abrió los ojos, borrosos por el humo. Después de contemplar un poco, se puso en pie. Justo cuando iba a masajearse sus cansadas extremidades, una voz entró desde el pasillo.
-Maldita muchacha, otra vez siendo una vaga. ¡Date prisa y friega la cocina! ¡Luego volveré a ver si sigues siendo una vaga!
Li Wei Yang miró a la jovencita de la puerta con sus brazos como jarras que la observaba con mala cara. La jovencita tenía un año más que ella pero medía una cabeza más que ella. Tenía una cara bonita pero su actitud amarga arruinaba su belleza natural.
Zhou Lan Xiu envidiaba los rasgos delicados de Li Wei Yang. Se mofó por dentro y entonces, se dio la vuelta y se fue. Por encima de los hombros le ordenó:
-Recuerda limpiar a fondo las cazuelas. Y nada de charcos. ¡También hay que ordenar las cosas de horno!
Li Wei Yang, de pie en la pequeña cocina con los ojos en la espalda de la muchacha y entonces, hizo una mueca. Una hora y media después ya había terminado de limpiar las cazuelas, encorvó la espalda y empezó a limpiar el suelo.
En ese momento, Zhou Lan Xiu metió la cabeza a través de la venta y dijo:
-Si lo haces así no quedará limpio. ¡Tienes que arrodillarte y limpiar! ¡¿Cómo no puedes saberlo?! Oh, y el depósito de agua está vacío, cuando acabes, llénalo. ¿Me oyes?
Li Wei Yang se secó el sudor de la frente y la barbilla, y así, continuó con las tareas.
Siempre había sido así. Como hija de una familia de granjeros, Zhou Lan Xiu también tenía que trabajar pero, constantemente, buscaba formas de pasarle todas las tareas a Wei yang. Después de eso, reclamaría todo el mérito por ello. Solía salir y gritar a los cuatro vientos lo cansada y ocupada que estaba, diciendo que tenía que ocuparse de una xiaojie mimada que no sabía hacer nada. No sólo eso, en aquellos tiempos, todo lo que quedaba en el plato cuando por fin Wei Yang podía comer eran dos bollos fríos y un poco de sopa. Li Wei Yang, antes, lloraba mientras trabajaba pero ahora, no le importaba nada de eso. A pesar de lo agotadoras que eran las tareas del hogar, podía soportarlo.
Por la noche, Zhou Qing no se quedó en casa para cenar. El alcalde le había invitado a cenar. En Ping Cheng, un jardinero como él, era un don nadie, pero en este pequeño pueblo, era una persona de alto estatus.
Li Wei Yang sabía que Zhou Qing tenía una gran tolerancia al alcohol. Antes de volver a casa, solía beber hasta que llegaba a la medianoche, por lo tanto, era una buena oportunidad. Calculó el tiempo, esperando hasta esa tranquila medianoche. En secreto, recogió la tela roja que había escondido a propósito el otro día mientras hacía la colada. Se levantó, abrió las puertas y caminó hasta la valla. Enganchó la tela en la valla y la miró un buen rato, después, rio suavemente y volvió a su habitación rápidamente.
En la mitad de la noche, se escuchó un sonido abrupto conforme se abrían las puertas. Li Wei Yang agudizó su oído y escuchó con atención. Hubo una conmoción y entonces, hizo ver que no escuchaba nada. Justo en ese momento, Zhou Qing, borracho, volvió y vio que en su habitación había la alta y ancha silueta de un hombre. Frunció el ceño y automáticamente, se despertó del ebrio estupor. Sacó un cuchillo y de un golpe, abrió la puerta.
Ese simple sonido asustó a todo el mundo dentro de la casa a excepción de Li Wei Yang que todavía tenía los ojos cerrados y escuchaba, en silencio, lo que ocurría fuera.
Se escuchó un sonido abrupto, como si hubiesen abofeteado a alguien con dureza, seguido de gritos de Zhou Qing.
-¡Zorra, has esperado a que me fuera de casa para llamar a otro hombre! ¡No tienes vergüenza! ¿Qué? ¿Qué no sabes de qué hablo? ¡He visto claramente la silueta de un hombre salir corriendo de tu cuarto! ¿Te atreves a ser tan cara dura y decir que no sé de qué hablo? Si alguien me mata algún día, me temo que tú dirías que no sabes nada, también.
Tras esas palabras se escucharon dos bofetadas más. Era obvio que a quien estaban castigando era a la señora Liu. Sin dar tiempo a que la señora Liu se defendiese, Zhou Qing volvió a gritar:
-¡Arrodíllate ya! ¡Quiero que me expliques quién era ese hombre! ¡Si te quedas callada, te juro que mañana tendremos un funeral!
-¡Soy inocente! ¿Cómo iba a hacer algo tan humillante?-Sollozaba y suplicaba la señora Liu.
Dentro de la habitación, Zhou Qing escupió en la cara de la señora Liu y dijo:
-¿Inocente? ¿Quién intenta inculparte? ¡No hay nadie que te odie como para que te pueda inculpar!-Dicho esto, volvió a empezar a pegarle.
La señora Liu no pensaba rendirse. Agarró las mangas de Zhou Qing y devolvió los golpes. Zhou Qing siguió regañándola, poniéndose aún más furioso. Con una mano, cogió del pelo a la señora Liu y la arrastró por el suelo, pegándole y amonestándola simultáneamente.
-¡Has manchado el honor de Zhou!
De hecho, la señora Liu sí tenía un amante pero sólo se reunía con él cuando su hijo y su marido no estaban en casa. El atar una tela roja en la valla era su código secreto. Aquella noche no había enganchado la tela, pero, por alguna razón, su amante se había pasado por allí. Estaba abriéndole la puerta trasera  a su amante para dejarle marchar pero, inesperadamente, su marido volvió.
Ahora mismo, sentía que miles de flechas se le clavaban en el pecho y era imposible esquivarlas. Zhou Qing continuó pegándole. Reunió toda su fuerza para escapar.
Zhou Qing rugió:
-¡Perra, vuelve aquí!
La persiguió por el patio y consiguió cogerle del pelo. La señora Liu gimió y cayó al suelo. Zhou Qing estaba a punto de volverle a pegar pero Zhou Jiang corrió a ellos y dijo:
-¡Padre, padre! ¡Para, para! ¡Mamá nunca haría algo así! ¡Vamos a la habitación y lo hablamos! ¡Vamos a hablarlo!
La señora Liu lo escuchó y, instantáneamente, entendió lo que su hijo quería decir. Volvió a empezar a sollozar queriendo crear un alboroto todavía más grande para que Zhou Qing tuviese que repensárselo.
-Has vuelto borracho y te has imaginado cosas. ¡Y ahora quieres acusarme erróneamente!
Zhou Qing se rió con frialdad.
-¿Acusarte erróneamente? ¡Sí, hombre! Esta noche me he bebido medio litro de vino. ¡Eso no es suficiente para emborracharme hasta el punto d no saber diferenciar a un hombre y una mujer! No me puedo creer que seas tan mayor y todavía hagas algo así. ¡Quién sabe cuántas veces ha venido tu amante mientras no estaba en casa estos últimos años! ¿Por qué todavía pretender ser formal y apropiada delante de mí?
-¡Muy bien, si no me crees me mataré! ¡Si me muero es porque tú, Zhou, me has obligado!
La señora Liu era una mujer desdeñosa. Dio un brinco con la intención de darse en la cabeza contra la pared, sin embargo, Zhou Qing tenía buenos reflejos y le cogió ambos brazos.
-¿Te atreves a amenazarme con suicidarte?-La tiró al suelo y pisoteó su pecho. Cuánto más pensaba en ello más se enfadaba. Se dio la vuelta, cogió una vara y procedió a golpear a la señora Liu repetidas veces. Los gritos de la señora Liu eran igual que los cerdos del matadero.
Li Wei Yang se levantó, las esquinas de su boca se curvaron hacia arriba.
Tal y como dicen, uno recoge lo que siembra.
Al escuchar la conmoción, los vecinos abrieron sus puertas y salieron. La señora Ma y Zhou Lan Xiu que estaban en sus habitaciones, respectivamente, habían estado escuchándolo todo, pero la señora Ma era la nuera y por lo tanto, no se atrevía a intervenir en los asuntos de sus suegros. Zhou Lan Xiu quería ayudar a su madre, pero cuando vio la apariencia asesina de su padre a través de la ventana, no consiguió mover ni un músculo.
Zhou Jiang miró a su alrededor e interrumpió a Zhou Qing con rapidez. En voz alta le dijo:
-Padre, has bebido demasiado. Ya es tarde, no está bien hacer tanto alboroto y despertar a los vecinos.-Hablando de esta forma, se adelantó y le quitó la vara a Zhou Qing y lo hizo a un lado. Entonces, susurró.-Padre, vámonos tranquilamente. Si quieres usar los puños, hazlo dentro. Da vergüenza que lo vean los vecinos.
Zhou Qing miró furtivamente a la señora Liu, la había pegado hasta el punto que a ella le faltaba la respiración. No obstante, todavía no se la había pasado el enfado y golpeó a Zhou Jiang.
-¡¿Tú tampoco puedes vigilar la casa mientras no estoy?! ¡Qué humillante y vergonzoso! ¡Éntrala!
Zhou Qing se tragó el enfado y ayudó a levantarse a la señora Liu a la que habían pegado hasta traumatizarla. La señora Liu era una mujer arrogante. A pesar de que le habían pegado hasta casi quedar inconsciente, siguió insistiendo en su inocencia y no dejó de llorar.
Un rato más tarde, se escuchó la regañina de Zhou Qing.
-¡Cállate! ¡Ya es tarde! ¿Por qué lloras como si fuese el funeral de alguien?
Instantáneamente el mundo se sumió en la paz.
Tras escuchar esa última frase, Li Wei Yang no se pudo aguantar más y soltó una carcajada.

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