Capítulo 46: Hablando con su profesor

octubre 07, 2016

-Hablando de eso, he oído que ha pasado un accidente en la ciudad.
-¿Qué?
-Es sobre esa niña. He oído que tenía algo que ver con la Raza Demonio.
Después de que Dale se diera cuenta de a que se refería Cornelio, sonrió amargamente.
-Sensei tiene unos oídos muy finos. ¿Cómo te has enterado?
-Los templos tienen un mundo pequeño. Un escandalo como este que la gente intenta tapar suele hacerse famoso.-Cornelio disfrutó del aroma del té con calma y una expresión tranquila.-Además, lo especial era quién estaba involucrado en el asunto, así que supe en el acto de quién se trataba.
-…Te he dado problemas.
-No, no digo esto para condenarte. Es bueno para los encerrados que salgas a ver el mundo de vez en cuando.
Dale agradeció mucho de la forma tan casual con la que Cornelio se refería a aquello. Por supuesto, Dale no se arrepentía en lo más mínimo de sus acciones, pero era vergonzosopensar que su maestro sabía algo así.
-Los sacerdotes de Asfar que se van “afuera” como sensei, seguramente son una minoria.
-Eso no es cierto. Hay dos extremos en los que pertenecemos a Asfar. Están los que se aislan y se abandonan a las enseñanzas del templo, y entonces, están aquellos que se van a la aventura, afuera, por el bien del conocimiento.-Después de decir todo aquello, Cornelio le dio un sorbo al té.-Bueno, esa gente de mente cerrada que se dedican enteramente a la enseñanza a pesar de conocer sólo el templo seguramente sean aquellos a los que si se les echara del templo no tendrían ni idea de cómo sobrevivir. Es un castigo bastante devastador a pesar de tener sólo un efecto secundario.
En contraste con lo que decía, Cornelio parecía divertirse.
-¿…Dale?
-Latina… Cornelio sensei, no he venido a visitarte para deicr hola, estaba pensando en darte a esta niña como alumna…
-Oh…-Cornelio también parecía seguirle el juego al ver cómo cambió de tema.
No era porque no quería que Latina recordase el “incidente”. Jamás le había contado a la niña que había usado su autoridad para vengarse de la otra persona. Era una niña amable. Si supiera la razón por la que alguien había salido herido, seguramente, se entristecería muchísimo aunque no fuese culpa suya. Incluso aunque se tratase de alguien que le había hecho daño.
Siendo ese el caso, no quería que la muchacha lo supiera. No tenía sentido hacer que Latina se sintiese mal por alguien así. Para Dale, la tranquilidad de Latina era su mayor prioridad.
Tal y como había declarado Cornelio, aquellos que poseían la protección divina de Asfar se dividían entre esos dos grupo extremos: los que se marchaban por el bien del conocimiento y los que se obsesionaban con los estudios y vivían toda su vida en el templo.
Los últimos, lo único que conocían del mundo eran los templos. Dado que muchos empezaban a estudiar en el templo desde una muy temprana edad, por lo que no sabían demasiado del mundo.
A pesar de eso, mientras se quedasen en los templos sobrevivirían.
Sin embargo, aquellos sacerdotes a quienes echan de los templos además de perder su protección divina, ese poder que han estado usando toda su vida como si fuera algo normal, también se ven rodeados de dificultades puesto que, por el tipo de vida que han tenido, nunca han hecho ningún trabajo manual. Y si buscasen un trabajo relacionado con la educación, nadie contrataría a alguien que a raíz de un escándalo, han echado de su templo.
Dale le mostró una sonrisa a Latina que le miraba preocupada.
-Los dotes culinarios de Clarissa sólo llegan hasta aquí por ahora, pero sus pastelitos son famosos en el pueblo. ¿Están buenos?
-…Sí.
Siendo una chica lista como era, Latina comprendió que Dale no quería hablar más del tema. No parecía estar satisfecha, pero aún así, asintió obedientemente.
-“Sólo llegan hasta aquí”, qué malo.
-Si has mejorado me disculparé.
-Ugh…
-Puede ser que Latina sea mejor que Clarissa cocinando, ¿sabes?
-¿Eh?-Latina miró con sorpresa a Dale que, de repente, alardeó de ella.
-Vaya, ¿en serio?
-Creo que estaría bien que Latina te hiciera algo a la próxima, sensei.
-Dale, Dale. Latina, todavía no estoy lista, ¿sabes?
-¡Mira eso! ¡Aún siendo tan joven sabe lo que es la humildad! ¡Es una chica increíble y monísima, ¿a que sí?! He venido a casa de sensei para ampliar la visión de Latina, por su bien. Por favor, sensei, hazme el favor.
Dale se puso serio e hizo una reverencia, con una expresión como la de un “padre”. El resultado de que hubiese estado viviendo con Latina estos años lo habían convertido en la definición de diccionario de “padre”.
Cornelio sonrió con satisfacción ante tal vista. Se alegraba de ver cuánto había crecido su estudiante.
-Al final hemos conseguido unos pastelitos…
Envolvieron los pastelitos que habían sobrado para Latina.
Latina que caminaba con cuidado tenía una mezcla de felicidad y preocupación en su rostro mientras descendía la cuesta de la casa de Cornelio. La muchacha le habló a Dale que caminaba un paso por delante de ella.
-¿No pasa nada por habérnoslos llevado?
-Seguramente sea… porque te los estabas comiendo con mucha felicidad.
Cuando Latina comió los pastelitos que acababa de hacer Clarissa sonreía tan alegremente que los que estaban a su alrededor se sintieron felices. Su reacción fue mucho mayor a la que merecía la pastelera.
-¿Está bueno?
Y a lo que Clarissa preguntó, la niña contestó:
-Buenísimo… ¡Súper buenísimo!
La imagen de ella sonriendo mientras comía los pastelitos con tanta felicidad fue un arma poderosa. Hasta Clarissa se presionó el pecho, sonrojandose.
-Si los niños de este pueblo… estuvieran tan bien educados como ella, entonces, de verdad…
-¿Eh?
-También te puedes quedar el resto, ¿vale? Cometelos despacio.
-¿Sí? Muchísimas gracias.
Y así, Latina consiguió unos regalitos.
-Es porque Latina es adorable.
-¿Eh?
Inclinando la cabeza a un lado, Latina todavía se había dado cuenta de su encanto.
Hasta en una ciudad grande como Kroix, Latina era una jovencita cuya apariencia eclipsaba a las masas. Era una belleza que ese pueblo en el campo no había visto nunca.
Era honesta y bien educada, además, una niña que comía con mucha alegría. Quizás, no se podía evitar que, subconscientemente, quisieras cuidarla y alimentarla.
Como resultado, para cuando Dale acabó de dar una vuelta y saludar a gente, Latina aguantaba una montaña de pasteles y chucherías.
-Latina, no tendrás que preocuparte por las chucherías durante un tiempo, ¿eh?
-¿Por qué todo el mundo me da tantos? ¿No pasa nada?
-Sí.
Los dos hablaron mientras caminaban y después de dar la vuelta, volvieron a casa de Dale.
El camino que se estrechaba en medio de las montañas, a pesar de ser pequeño, se había reparado al detalle. Los rayos de luz se colaban a través de las hojas y dibujaban diseños complejos en el camino conforme seguían su paso habitual.
Con el tiempo, el sonido del agua llegó a sus oídos.
El por qué algo así resonaba en una localización tan distante se entendió cuando llegaron al final del camino y su campo de visión se expandió.
Una cascada.
El espacio, de repente, se abrió en forma de semiesfera. La base en sí misma marcaba la diferencia, pero la abundante agua clara que fluía or la cascada y llenaba la cuenca daba una impresión mísitca.
-Guau…
Latina soltó un suspiro de admiración y Dale sonrió satisfecho.
Dale subió al borde de la cuenca, extendiendo el brazo para aguantar a Latina, ya que las rocas estaban mojadas y era fácil resbalarse.
-Increíble. Es muy bonito, ¿verdad?
Llegando al borde de la cuenca, Latina, feliz, metió las manos en el agua, estaba asombrada de lo fría que estaba. Como el agua de allí era agua primaveral, no se calentaba según la estación.
-¡Qué fría!-A pesar de eso, Latina metió ambas manos en el agua primaveral otra vez.-¡Qué bonito! Es como un templo, ¿a que sí?
Dale se sorprendió un poco por su impresión. Al lado de la cascada, había montado un pequeño tempo de Korumozei, pero tenía una apariencia simple y humilde. A pesar de eso, no obstante, parecía que Latina podía ver sin mucho problema que esta era el lugar enriquecido con el poder de Dios.
-¿Lo sientes? Latina, tú no tienes una protección divina, ¿verdad?
-Sí, no tengo. Latina pensó que esto es como un templo. De algún modo siento que esto parece más un templo que el templo de Kroix.
-Es porque los templos de la ciudad son sitios para adorar a dios por el bien de la gente. Es imposible que puedan ser tan poderosos como este.
-Oh…
-Mira que poderlo sentir de alguna manera, Latina, eres rara…-Dale sonrió mientras proseguía.-Puede que los dioses te amen, eh…-Después de esas palabras, acabó continuando con.-¡Claro, después de todo eres tan mona! ¡No se puede evitar!
Y el buen ambiente se arruinó. Todo por sus terribles decisiones, como siempre.

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