Epílogo
enero 03, 2017
Las aves marinas surcaban el aire. Cuando Misao miró hacia arriba, las alas de los pájaros parecían negras a contra luz. O quizás los pájaros eran negros de verdad. Extendían completamente sus alas y se deslizaban fácilmente por el cielo azul.
Masaomi estaba de pie a su lado, también mirando el cielo. Entrecerrando los ojos por la brillante luz. La solapa de su abrigo negro revoloteaba en el viento, como otra ave marina uniéndose a la manada.
Misao sonrió para sí, y Masaomi le miró. En sus ojos había una pregunta a la que Misao asintió.
Sus largos cabellos retozaron con el viento y se lo puso detrás de la oreja. Inhaló profundamente, llenándose la nariz del aroma a sal marina. Sus ojos brillaban al mirar la pura naturaleza que se extendía ante él.
Tranquilamente.
Majestuosamente.
El brillo de los reflejos de la luz.
-Es azul.-Susurró Misao, y sobre él un ave marina se sumergió en las olas para, un momento más tarde, volver a elevarse al cielo.
Masaomi estaba de pie a su lado, también mirando el cielo. Entrecerrando los ojos por la brillante luz. La solapa de su abrigo negro revoloteaba en el viento, como otra ave marina uniéndose a la manada.
Misao sonrió para sí, y Masaomi le miró. En sus ojos había una pregunta a la que Misao asintió.
Sus largos cabellos retozaron con el viento y se lo puso detrás de la oreja. Inhaló profundamente, llenándose la nariz del aroma a sal marina. Sus ojos brillaban al mirar la pura naturaleza que se extendía ante él.
Tranquilamente.
Majestuosamente.
El brillo de los reflejos de la luz.
-Es azul.-Susurró Misao, y sobre él un ave marina se sumergió en las olas para, un momento más tarde, volver a elevarse al cielo.
0 comentarios