Capítulo 5

abril 28, 2017


Menuda suerte la de Ming Luo. Justo cuando iba a empezar a instalarse se escuchó cómo llamaban a su puerta. La joven le indicó a Zi Yan que fuera a ver quién era y así lo hizo la criada.
-¿Está aquí la nueva doctora imperial Yi? La princesa me envía para hacer que la doctora examine este gato.-Una criada entró con aires de arrogancia.
Ming Luo salió cuando escuchó su voz a lo lejos. La mujer parecía una criada y no había nadie más. Ming Luo podía ver lo orgullosa que era y reflexionó en las palabras que acababa de decir.
¡Gato! ¡Santo cielo! ¡He estudiado medicina, no veterinaria!
-¿Qué ocurre aquí? Zi Yan, explícamelo.-Ming Luo habló como si menospreciase a todos los seres de este planeta.
Pensaba que si mostraba debilidad, entonces, la etiquetarían de fácil de molestar y, por supuesto, Ming Luo no iba a permitir que eso ocurriese.
Zi Yan estaba a punto de responder cuando la criada la interrumpió.
-Esta criada hablará en su lugar. Es la querida mascota de la segunda princesa pero ha estado enferma una semana y se niega a moverse. Su nombre es Miaomiao. La princesa me ha enviado a buscar a la doctora imperial Yi para que le revise.
Ming Luo no pudo evitar sentir impotencia ante esa situación. No quería ser la doctora imperial pero el Emperador había dado un edicto. Estaba ahí atrapada y si no era capaz de curar al gato, entonces, ridiculizaría al padre la nación, el Emperador.
Ming Luo indicó que le pasaran el gato a Zi Yan. Entonces, miró a la criada.
-Déjame al gato y ven de aquí dos días a buscarlo.
Ming Luo no esperó su respuesta pues era una afirmación no una petición.

*         *        *        *        *

Ming Luo había estado observando al gato durante una hora y media. El animal no había movido un músculo desde que había llegado. Se dio la vuelta hacia Zi Yan que se encargaba de sus asuntos de criada.
-Zi Yan, prepara agua caliente para lavar al gato.-Dijo Ming Luo y por fin vio como el gato se encogía.
¡Fantástico! ¿El gato entiende el lenguaje humano?
Zi Yan hizo una reverencia para Ming Luo y salió de la habitación.
Ming Luo bajó la guardia porque no pasaba nada pero, ¿quién iba a imaginarse que en cuanto la criada se marchase, el gato se volvería totalmente activo y correría hacia la ventana? Ming Luo sólo tuvo tiempo a parpadear antes de ver al gato saltar por la ventana.
¡¿Qué demonios…?!
Ming Luo estaba atónita. Ni siquiera quería dormir. Salió corriendo a buscar a Miaomiao por todas partes.
Ese gato gordo me va a matar.
Vio a Miaomiao corriendo y después de algunos giros y vueltas, lo atrapó cuando entraba en algún edificio.
Ming Luo no prestó atención a su alrededor, porque de haberlo hecho, habría visto el cartel que colgaba en la puerta y, por supuesto, la mirada de las criadas. ¿Por qué? Porque no se comportaba como una señorita. ¡¿Quién entraría corriendo a palacio como un perro enloquecido?!
Era una chica rápida y no les prestó mucha atención a los guardias. Si estuvieran en tiempos modernos los soldados habrían reaccionado más deprisa, pero en aquel entonces, temían los rugidos del príncipe heredero y sus cinco sentidos estaban entumecidos.
Ming Luo estaba furiosa con el gato.
-¡Miaomia, tú sólo espera a que te despelleje vivo!
Con el grito de Ming Luo los soldados por fin volvieron en sí y, por suerte, la detuvieron antes de que entrase en el estudio, pero por desgracia, la puerta del estudio estaba abierta porque el gato acababa de entrar. La expresión del príncipe heredero era terrorífica. ¡Muy tenebrosa! Sintieron como sus piernas les fallaban. Muchos guardias cayeron de rodillas e incluso algunos se desmayaron por el miedo. Algunos soldados ya habían ido a la guerra y su aura era temible pero en comparación con este príncipe heredero demoníaco que tenía escrito: “demonio” por todo el cuerpo, no eran nada. Era como si el Emperador no existiera. Le temían hasta el punto de olvidar que el Emperador estaba justo al lado del príncipe heredero al que le imploraban misericordia.
El corazón de Ming Luo también estaba en caos. Sería mentira si dijera que no estaba asustada, pero no parecía lamentarse tanto como los otros guardias aunque era la instigadora de aquel caos. Ming Luo se sorprendió todavía más cuando vio a la persona ante ella. ¡Era el príncipe heredero!
Tenía que decir que daba mucho más miedo que su profesor de cincuenta y seis años. Ming Luo no imploró perdón ni nada, se limitó a arrodillarse.
Ji Wen, miró a la multitud delante de él. Todos arrodillados en el suelo pidiéndole misericordia y miró a la chica en la puerta. Se había arrodillado pero no decía nada, pero ese hecho no haría que cambiase de opinión. Si se atrevían a molestarle entonces, tendrían que cargar con las consecuencias.
-Callaos. ¿Tengo que repetirlo?-Ji Wen pasó la vista por los arrodillados.-Os azotarán sesenta veces y sino, beberéis veneno y moriréis…
El corazón de Ming Luo se detuvo.
¡Sesenta veces! ¡Karma! ¡Esto es el karma! Esto, sin duda, es mi karma. Si me azotan sesenta veces, ¿no me voy a morir? ¡Y si no me muero, como poco, me desfigurarán! Lo mejor será beber veneno y morir guapa con el cuerpo intacto.
Una pizca de pánico le recorrió el rostro pero se había decidido: el veneno.
Ji Wen se dio la vuelta para mirar a Ming Luo, su pánico no escapaba de sus ojos tan bien como su resolución. Inconscientemente, la esquina de la boca de él se torció.
-Y tú…-Él observó su expresión conforme lo decía.
Ella estaba todavía más sorprendida.
¿Qué guarda para mí?
Satisfecho con su reacción él prosiguió:
-Te encerraré hasta que así lo ordene.
El príncipe pasó de largo mientras ella seguía arrodillada. Su dulce aroma invadió la nariz de la joven que instintivamente le miró. El sol brillaba sobre él haciendo que pareciese más majestuoso. Era como si hubiese descendido de los cielos. Él inclinó la cabeza y la miró. Ella no pudo ver su expresión por culpa de la luz del sol pero lo sabía, estaba sonriendo y por algún motivo, eso le provocó cierta calidez a Ming Luo…

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