Capítulo 6:

abril 28, 2017

La calidez que le provocó su sonrisa pronto se convirtió en rabia.
¡¿Cómo osas burlarte de mí?!
Ming Luo estaba realmente enfadada pero las criadas de palacio enseguida la sujetaron por los brazos.
-Señorita, por favor, vuelva a sus aposentos de inmediato.-Definitivamente no era un tono de petición, sino de afirmación.
Ming Luo se sonrió pero esa sonrisa no llegó a sus ojos.
-Sí.-Ming Luo se arrancó el dobladillo del vestido y regresó.
Cuando Zi Yan vio a Ming Luo volver con las criadas de palacio su corazón dio un vuelco.
-Señorita… ¿Señorita, qué ha pasado?
Pero fueron las criadas de palacio las que respondieron.
-Esta criada no puede estar con usted por ahora.
Ming Luo estaba atónita.
¿Por qué? ¿No me ha encerrado y ya?
La criada, percatándose de la mirada de la criada y de su ama, añadió:
-Estas siempre han sido las reglas de palacio. Nadie es una excepción. La comida le llegará a la hora. No tiene de qué preocuparse, después de todo, es usted nuestra estimada doctora imperial, cosa rara.
Las  criadas inclinaron las cabezas con respeto y se marcharon de inmediato tras despedirse de Ming Luo.
¿Esto qué es? ¿Qué reglas?
Ming Luo estaba sentada sobre un cojín y tuvo un mal presentimiento sobre lo que ocurría allí. Frunció el ceño.
No, no debería pensar demasiado en ello… Sólo me han encerrado, sólo…

*         *        *        *        *

Había pasado una semana y no había noticia alguna del príncipe heredero. Ming Luo se impacientaba. No había ido a palacio para pasarse el día sentada. En su vida anterior sí hubiese disfrutado de pasarse el día sin hacer nada pero ahora que le daban la oportunidad, era sofocante. No tenía a nadie con quién hablar a parte de las criadas que venían a entregarle la comida.
En su cabeza, la muchacha había estrangulado al príncipe muchas veces.
Humillada, simplemente estaba humillada. Si hubiese sabido esa “etiqueta de palacio”, entonces, no habría corrido de esa forma ni habría enfurecido a esas poderosas figuras. Las cosas escapaban de su control. Simplemente había olvidado que aquel lugar no era su hogar, sino el palacio imperial. No había vivido su vida entera allí, ¿cómo iba a saber cómo funcionaban las cosas? Ahora se sentía como en una jaula.

*         *        *        *        *

-Yu Chen Yi, yo también tengo mis límites…-Una voz enfadada resonó por el palacio imperial.
El incidente ocurría en la parte este del palacio.
-Wu er, sólo es un juego.-Su voz era dulce y preocupada.
-Pero, hermano… Mmm… No puedes ser tan amable con este mocoso. ¿Quién sabe lo que esconde bajo la manga?-Dijo Yu Ji Wu observando con pena a su tercer hermano, Yu Ye Tian.
Ye Tian miró a su séptimo hermano y después al sexto, Yu Chen Yi y entonces, sacudió la cabeza. No tenía poder para llevar a sus dos energéticos hermanos.
Yu Ji Wu tenía quince años y Chen Yi era sólo medio mes más mayor que Ji Wu. Se podría decir que se llevaban bastante bien y que el palacio siempre estaba animado.
-¿Qué? ¿No puedes ni con esta apuesta?-Le preguntó Chen Yi a  Ji Wu.
Ji Wu se ardió.
-¿Crees que soy como tú? Si el segundo hermano se entera, al final, será culpa mía.
-Séptimo hermano, ¿por qué no lo haces y punto, en lugar de dejar que el sexto hermano te moleste? Sólo es liberar a la doctora un día.-Dijo Ye Tian directamente pero Ji Wu no consiguió controlar el sudor frío.
-Aunque siempre apostamos cosas así y esto es muy normal, la situación de la cautiva de esta vez es distinta. El segundo hermano la ha castigado personalmente.-Ji Wu estiró cada una de las palabras.
-Pues no mencionéis la apuesta delante de él.
Chen Yi se encogió de hombros y sonrió despreocupadamente. Ye Tian estaba muy confundido y le miró como pidiéndole una explicación.
-Puede que no lo sepas porque acabas de volver, pero la doctora se coló en el estudio del Emperador y dio la casualidad que el segundo hermano estaba ahí.-Con esto, Chen Yi se sumió en sus pensamientos y volvió a hablar.-Sinceramente, creo que haberla encerrado es un castigo muy suave para sus faltas.
-Salió airosa.-Se quejó Ji Wu. Para él, cualquiera que enfadase s su segundo hermano merecía algo pero que la muerte.
Todo el mundo que escuchaba la historia creía que Ming Luo se había escapado sin dificultad excepto…
Ye Tian alzó las cejas.
-¿Pensáis que acabará con esto?-Ye Tian jamás había visto a su hermano mayor como alguien amable. Si dejaba escapar a alguien, era mala suerte.
Sólo es otra presa, pensó Ye Tian.
Si Yu Ji Wen dejase escapar a alguien por simpatía pura y dura, entonces, ya no sería Yu Ji Wen. Después de pensar un rato llegó a una conclusión.
-¿Qué os parece esto? Lo haré yo y a cambio, vosotros dos tenéis que mostrar vuestros rostro fuera de palacio sin cubriros.-Ye Tian enfatizó las últimas palabras.

¿Quién no sabía lo misteriosa que era la familia imperial? Nadie sabía cómo eran los hijos más mimados del Emperador. Mientras otros príncipes solían jugar por la capital, ellos se encargaban de asuntos del reino y jamás daban un paso fuera de palacio.

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