Capítulo 7

abril 28, 2017


El corazón de Chen Yi se alarmó. Su expresión juguetona desapareció sin dejar rastro para dejar paso a una apariencia lúgubre. Miró a Ye Tian con amargura y le echó un ojo a Ji Wu quién pretendió no darse cuenta.
-Hermano, si hacemos eso, ¿no nos estaremos vendiendo?-Se quejó.
Ye Tian sonrió con elegancia y gracia, rebosando dulzura. El joven hipnotizaba a todo el mundo que, al mismo tiempo, no se atrevía a provocarle. Esa sonrisa era excepcionalmente diabólica excepto para Ji Wu y Chen Yi. Si no fuera porque le conocían demasiado bien, le adorarían.
Ji Wu continuó con desdén y desaprobación.
-No se puede juzgar a un libro por su cubierta.
Ye Tian le miró con una sonrisa aún más magnificiente.
-Hermano, te equivocas. Sólo estoy siendo justo, si me pillan seré yo al que el príncipe heredero va a castigar. No pienso caer sin arrastrar a alguien conmigo.
Ji Wu no escondió su disgusto.
-Hermano… ¡Ah! El segundo hermano nos permite sacar a los prisioneros una vez a la semana para practicar. Si es sólo un ratito no le importará.
-¡Exacto! Sólo es un rato. De todas formas, va a morir.-Chen Yi se puso de lado de Ji Wu.
Ye Tian cerró los labios sin musitar palabra. Daba igual qué, estaba decidido. Su segundo hermano, tarde o temprano, actuaría pero lo que le molestaba era que no lo hubiese hecho hasta ahora y eso era lo que le ponía nervioso. ¿Acaso su segundo hermano tenía otro plan para ella o simplemente, no le caía bien?
-Hermano, ¿en qué piensas?-Preguntó Chen Yi con los ojos entrecerrados. Pero lo adivinó rápidamente.-No te preocupes, hermano. A lo mejor nuestra hermano se ha olvidado de la doctorcita. Después de todo, no le gusta mucha gente. Aunque se encuentre con ellos miles de veces, no recuerda ni sus nombres ni su cara.
-Seguramente no se acuerde. Si es algo insignificante se le olvida en cuanto sale de su vista. No te preocupes.-Le consoló Ji Wu, pero Ye Tian se limitó a observar a la pareja y estrechar los ojos riéndose.
-Qué raro es veros llevándoos bien. Qué pena que no funcione conmigo. Mi condición es la misma. Me voy.-Su tono era juguetón aunque resolutivo por lo que no dejaba lugar a reproches.
Dicho eso, se marchó caminando majestuosamente. Su apariencia era, sin lugar a dudas, muy masculina. Tenía un par de ojos tiernos que podían derretir el hielo más duro. Desde lejos parecía un inmortal exiliado que había descendido de los cielos al mundo terrestre.
Chen Yi miró a Ye Tian y suspiró.

*         *        *        *        *

Ming Luo vivía tranquilamente en un patio florecido. La muchacha se acercó a la ventana para admirar el jardín. Parecía triste y aunque quería salir de su habitación, no podía. Parecía una diosa abandonada en este mundo y sus ojos reflejaban una soledad y tristeza inexplicables.
Ya han pasado muchos días… ¿No esperaran que me quede aquí toda mi vida? De verdad, esta es la primera vez en toda mi vida que sigo órdenes e incluso reflexiono sobre mis actos y esto es todo lo que consigo. ¡Imperdonable! ¡Me da igual que sea el príncipe heredero o su orden! Quiero irme de aquí.
Cuando el sol aún no se había alzado, al amanecer,  y el clima seguía muy frío una silueta llegó al patio. Llevaba una túnica blanca que revoloteaba. Parecía exótico. Sus ojos se entrecerraron peligrosamente mientras paseaba la mirada.
En la habitación no había nadie.
¡Maldita sea! ¿No es aquí? ¿Cómo puede estar vacío?

*         *        *        *        *

Una silueta corría por el patio temprano por la mañana cuando todavía les daba pereza volar a los pájaros que seguían en sus nidos. Ming Luo tenía sudores fríos. El simple hecho de salir de su habitación ya crispaba los nervios pero es que por el patio había otro puñado de soldados. El palacio imperial no era nada fácil. La seguridad era infernal.
Ming Luo se dio la vuelta rápidamente y huyó en otra dirección. Los guardias que paseaban como si estuvieran de paso tenían un buen oído.
-¿No acabas de oír algo?
-Puede que haya sido el viento…
Pero no se pararon a pensarlo mucho y continuaron paseando. Por otra parte, Ming Luo estaba atacada.
¡¿No pueden hacer un poquito más de ruido cuando vengan esos soldados?! ¡Tonta, torpe!
Llegó al final del patio. Las paredes eran muy altas.
Me da igual… En vez de morir aquí pienso saltar esas paredes.
Pero eran demasiado altas.
La Ming Luo actual se puede imaginar como alguien que ha perdido toda esperanza en su vida. No tenía ninguna voluntad de hierro. Escaló la pared y pensó en lo buena que se había hecho escalando paredes. No sabía por qué se subía a tantas últimamente. Llegó a la cima con facilidad y una vez allí, su mente divagó.
Escalando así es fácil colarse en casa de alguien… Que mala seguridad tenía la gente de antes.
No se daba cuenta que estaba en una posición extremadamente peligrosa donde podía perder el equilibrio fácilmente y sin querer, se resbaló.
No hizo ningún ruido porque se quedó muda. No sabía cuándo había caído, pero sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa pues no había notado que alguien se había puesto a su lado.
-No te preocupes, todavía no has muerto.-Dijo el hombre.
Daba la casualidad que el hombre acababa de llegar al patio aquella mañana. Ming Luo alzó la vista, maravillada. Ni siquiera los famosos eran como este tío. Su belleza natural era difícil de esconder. Casi babeó pero como le quedaba algo de consciencia se contuvo, en cambio, se puso alerta.
El hombre rio un poco al verla alerta.
-¿Eres la señorita Yi? He venido a sacarte pero no estabas en el patio. Sigues bajo arresto.
Ming Luo no entendía por qué pero la sonrisa de ese hombre daba mala espina y le ponía la piel de gallina pero cuando escuchó sus palabras se desesperó. Se levantó para huir, pero no lo consiguió pues el hombre le agarró la mano desde atrás. Eso la pilló desprevenida ya que en aquella época un hombre y una mujer no podían ser tan familiares. Reaccionó de inmediato porque no le gustaba entrar en contacto con hombres. Por muy guapo que fuera, sólo tocaría a los hombres que fueran sus pacientes. Apartó la mano pero el agarre de él era fuerte y sólo se hizo daño.
-¡No pasa nada! No hace falta que estés tan alerta. Estoy aquí para ayudarte, sígueme, ¿vale?-La obligó a mirarle a sus ojos púrpura.
Ming Luo sintió como si esos ojos fueran a tragársela. Su voz era como un imán e inconscientemente, asintió.
Tuvo un mal presentimiento. Estrechó los ojos pero no supo qué era.
-Vale, pero no hace falta que parezcas la horca cuando lo dices.-Aunque aún le quedaba algo de miedo, le replicó.
Él la observó un rato y sintió que era un juguete interesante que le hacía querer romperla y estudiarla. Ming Luo perdió la paciencia y habló.
-Hey, ¿no nos vamos?
-Sí, vamos.-Respondió él.
Ninguno de los dos notó la presencia de las dos personas que les observaban desde lejos con apariencia complicada.
-Hey, lo ha hecho de verdad.-Dijo Chen Yi algo nervioso.
Ji Wu le miró y preguntó descontento:
-Ya lo veo, ¿crees que tengo ojos sólo de decoración?
Aunque Chen Yi escuchó su respuesta no se enfadó.
-Hey, ya lo sé, ah… Pero ahora tendremos que salir. Sólo pensarlo ya me entran nauseas.
-Bueno, ese es el trato.-La cara de Ji Wu se oscureció.
Chen Yi le miró disgustado.
-¿De quién es la culpa? En realidad, te tocaba a ti, ¿no?
Discutiendo como estaban no se dieron cuenta.
-¿Quién es esa chica? No la he visto nunca, ¿otra criminal?
Ambos escucharon la voz y se callaron de inmediato. Entonces, se giraron con cautela para a ver a Ji Wen que se acercaba e intercambiaron una mirada.
-Hermano, ¿no te acuerdas?

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