1 - "¿Eres el Rey Demonio?" "No, lo he dejado"

julio 07, 2017

Los rumores dicen lo siguiente:
Se dice que en el Imperio Artian, la nación o continente más fuerte, hay cinco “espadas”. Con habilidades de esgrima tan avanzadas que ni siquiera los espadachines veteranos serían capaces de seguir la espada, junto con una espada capaz de destruir cualquier cosa y todo de un solo golpe además de una defensa inexpugnable, esta combinación perfecta de magia y habilidades se conoce como “espada mágica”.
La gente alababa esa “espada”, la casa Ashrien, el mejor clan de espadachines del imperio. “Alababa”, en pasado. Las artes de la casa Ashrien, el estilo de “las llamas azules” era demasiado brillante y por tanto, la gente de a pie no podía comprenderlo aunque lo estuviese viendo, incluso los que se hacían llamar genios eran incapaces de entenderlo. Así pues, cuando el fundador de los Ashrien falleció, la casa empezó a bajar hasta menguar drásticamente en dos generaciones cuando el por entonces jefe del clan cayó en una pelea contra organizaciones malévolas. Sin embargo, los dioses todavía no habían abandonado a los Ashrien y así, nació una genio.
Dejó su familia arruinado y, mientras viajaba por el mundo, comprendió y dominó las llamas azules a la tierna edad de veintiún años, algo que desde el fundador nadie había conseguido.
Cuando las gentes, que no podían seguir sus movimientos, vieron su espada teñida de llamas azules la empezó a llamar: “La guardiana de las llamas azules” o “Yuria, la llama azul”.

*        *        *        *

–¿De verdad que es aquí?
Una chica con la melena roja larga hasta la cintura miró a la cabaña inclinando la cabeza. Se llamaba Yuria Ashrien y a petición del Emperador y del Papa se había embarcado en un viaje para subyugar al Demonio. Su instrumento mágico detectó poder mágico que le había llevado hasta donde se encontraba.
–No parece que este trasto este roto… A lo mejor hay alguna habitación secreta en el sótano.
El compás sagrado que operaba en la premisa de oponerse al poder demoníaco para localizar los demonios había funcionado durante varias generaciones como defensa contra el Rey Demonio. Era imposible que se hubiese equivocado siendo algo tan poderoso. Además, la muchacha conocía sótanos con bases secretas y, por tanto, agarró la empuñadura de la espada con la mano.
El Emperador le había prometido que salía exitosa de aquello le devolverían a su familia todas las tierras que había tenido que vender al imperio. La tierra que su familia había estado cultivando desde su época virgen y que incluía los espíritus de sus antepasados.
La joven cerró los ojos un instante para calmarse. Su contrincante era el Rey Demonio, un señor de los demonios con millones de diablos bajo sus órdenes. Hasta los demonios de bajo nivel eran capaces de convertir aquella casa en un pozo de maldad.
El Rey Demonio ya debía haber notado su presencia y debía haberle preparado trampas, o tal vez hubiese invocado decenas de demonios de alta clase, pero tenía que ir. Sino su propia familia y todos los ciudadanos sufrirían bajo el renacimiento del Rey Demonio.
Yuria dio muchos golpes con sus llamas azules a la puerta y retrocedió unos pasos, después de todo, podría haber un sinfín de trampas.
Justo cuando Yuria aterrizaba, nueve pedazos de puerta caían al suelo. A través de la puerta vio a un joven de pelo negro.
Cualquier mujer se enamoraría de la apariencia de ese hombre. Su figura escondida bajo la ropa era musculosa pero no voluminosa, haciéndole todavía más atractivo.
Yuria había luchado con muchos demonios que usaban su belleza para seducir a la gente y llevar a cabo acciones pecaminosas, pero aun así, se ruborizó al ver semejante hermosura.
–¡Tranquilízate! ¡El enemigo es un Rey Demonio!
Tal y como cabía esperar de una guerrera que había experimentado muchas dificultades, Yuria se calmó en un instante y adoptó una postura en la que podía desenvainar la espada en cualquier momento. Fijó la vista en el hombre y gritó:
–¡¿Eres el Rey Demonio?!
El hombre abrió la boca para responder a la mujer con aura asesina.
–No, lo he dejado.
–¿D-Dejado? – El cuerpo de Yuria se tambaleó. – ¿Se puede dejar de ser un Rey Demonio?
No puede ser. ¡¿Cómo puedes dejarlo?!
–¡No me hagas reír! ¡¿Piensas que me voy a creer una mentira así?!
–Bueno, no es una mentira.
El Rey Demonio dio un paso hacia Yuria con una mueca. En cuanto él avanzó, ella se encogió, retrocediendo y sacando la espada.
–¡¿Qué pretendes?!
–Es de educación básica hablar con alguien de cerca. ¿Para los humanos es diferente?
–¡¿A quién crees que podrás engañar con los planes diabólicos de un Rey Demonio?! – Gritó Yuria mirando al Rey Demonio que había inclinado la cabeza con inocencia.
En cuanto Yuria desenvainó la espada, el Rey Demonio dio unos pasos para atrás, sorprendido.
–No, no intento engañarte. – Dejó escapar una exclamación y se sacó un objeto del bolsillo. – ¿Con esto me crees?
–¿Una escama del Dios Jefe?
Ella ya había visto algo así durante su promesa con el Emperador. Nadie sabía cuántas reliquias del Dios Sermia que había creado el mundo quedaban en el mundo. No obstante, cuando  se jura algo por el Dios Jefe hay que cumplirlo, sino se dice que el mismo Dios se asegura de que no se pueda incumplir el juramento. Era un objeto legendario que ni las mayores existencias de este mundo, los Dioses Divinos ni los demoniacos, podían evitar.
–Bueno, vamos a hacer esto. Prometo que no usaré ningún truco.
Un suave fulgor emanó de la escama. Yuria, incapaz de desgarrar a alguien que había jurado por Dios, envainó la espada y dijo:
–Voy a escuchar tu historia, pero si eres el Rey Demonio, te mataré.
A pesar de las palabras sedientas de sangre de Yuria, el Rey Demonio sonrió con una felicidad insondable en su cara.
–Bueno, ¿pues qué te parece si lo hablamos dentro?

*        *        *        *

–No tiene veneno, bebe. – Dijo el Rey Demonio depositando una taza de té llena de un líquido verde ante ella.
–¿Qué es?
–Se llama té verde en el mundo humano. No es fácil de encontrar por estos lares, es del Imperio del este y está delicioso.
El Rey Demonio saboreaba el gusto del té como un anciano a pesar de que su apariencia y lo que era en realidad distaba completamente de un anciano. A pesar de ello, Yuria no se molestó en mirar el té y continuó observando al Rey Demonio. Aunque hubiese jurado por Dios, un Rey Demonio seguía siendo un Rey Demonio.
La mayoría de los villanos de tercer grado, según las experiencias de Yuria, se pondrían nerviosos o enloquecerían, normalmente, los que siempre estaban alegres y contentos, como era el caso del hombre delante de ella, eran los peores de todos los demonios.
El demonio chasqueó la lengua mientras miraba a la mujer sumida en sus pensamientos.
–Bueno, no bebas si no quieres.  Hace mucho tiempo que no se pasa nadie así que he sacado lo mejor que tengo.
–¿Quién se bebería como si nada el té que le ha ofrecido un Rey Demonio?
–Te lo acabo de decir, lo he dejado. No tengo ninguna intención de pelear.
Hay criminales que fingen arrepentimiento cuando se les lleva al límite, pero ninguno de ellos acaba reformándose de verdad. Simplemente, mienten para salir de una situación extrema.
Normalmente hay dos tipos de estos villanos: el primero son los de clase baja que se dedican a aprovecharse de los débiles y vuelven a ser lo que son cuando ha pasado el peligro; el otro tipo son los que se preparan para algo más grande, estos están dispuestos a vivir el bochorno para poder vivir y cumplir con su objetivo.
El Rey Demonio debe ser del segundo tipo.
Era obvio que el Rey Demonio ocultaba algo en aquel estercolero.
–¡Estoy segura que intentas algo! ¡Algo como hacer una grieta dimensional o construir un castillo!
El Rey Demonio la miró atónito y respondió:
–Eh… Ni siquiera los Dioses pueden hacer una grieta dimensional y, si quisiera construir un castillo para demonios lo haría en un punto estratégico o en alguna fortaleza divina. ¿Por qué lo construiría en este yermo?
–¡Eso es…! ¡Eso es sólo un cambio de perspectiva!
El Rey Demonio suspiró.
–A lo mejor el trabajo de héroe es mucho más simple de lo que pensaba…
Al escuchar esas palabras, la mano de Yuria se arrastró hasta la empuñadura de la espalda pero se contuvo por el sentimiento de derrota, apretó el puño y golpeó la mesa.
–¡No digas gilipolleces! ¡Aunque lo hayas dejado todavía tienes que pagar por tus crímenes!
El Rey Demonio sonrió como si nada.
–Bueno, ¿y qué he hecho?
Yuria resopló con incredulidad ante esa respuesta alcista.
–¿Qué? ¿De verdad no lo sabes? ¡Por culpa tuya han sacrificado cientos de niños y miles de personas han muerto en manos de tus súbditos! ¡La única razón por la que todavía no te he matado es porque voy a someterte a un juicio público!
El Rey Demonio se cogió la barbilla con una mano, con expresión divertida.
–Creo que no te acabo de entender. Déjame volver a preguntártelo. ¿Qué he hecho yo?
–¡No me digas que no me has escuchado! – Chilló Yuria dando un salto y golpeando la mesa.
Pero el Rey Demonio se limitó a mirar las tazas rotas del suelo y murmuró:
–Hey, esa taza era cara… Y el té que me estaba bebiendo también…
Yuria, observando al joven lamentar más la pérdida de una taza que la muerte de sacrificios humanos, sacó la espada y gritó:
–¡¿Estás de puta broma?!
El Rey Demonio sonrió a las palabras cargadas de sed de sangre y dio un golpecito en la mesa.
–¿Y si apostamos?
Tenía la escama del Dios Jefe en la mano.
–¿Una apuesta?
–Sí, una apuesta. Si soy inocente, me concederás un deseo pero si soy culpable, yo te lo concederé a ti. Por ejemplo, si me ordenas que vaya a la cárcel, iré yo mismo. ¿Qué te parece?
Yuria entrecerró los ojos con la mano siempre preparada para clavar la espada en el corazón del Rey Demonio.
–¿Qué truco es este?
–No he cometido ningún crimen, pero tú sí, no paras de insistir con que sí. Es injusto, ¿no?
–¿Ahora la mala soy yo? ¿Y eso por qué? ¿Según las leyes del mundo demoniaco?
–Sí, y también por las del mundo humano.
Todavía frotándose la barbilla, el Rey Demonio la señaló con un dedo.
–Para empezar, has dicho que me ibas a poner en un juicio. Pero, según las leyes del imperio, excepto por circunstancia de rebelión, desastre natural o de destrucción como terrorismo, es ilegal entrar en casa de otro sin el permiso necesario. Pero tú no lo tienes, ¿no?
–No pasa nada porque tú ya has causado mucho daño y destrucción.
–¿Ah, sí? ¿Quieres apostar?
¿Es uno de los planes del Rey Demonio? Pensó Yuria.
Ella estaba libre de pecado mientras que el Rey Demonio no. Mientras se usaran las escamas del Dios Jefe no estaría en desventaja.
–Vale, apostemos.
–¿Sí? Pues repite conmigo. – El Rey Demonio puso la mano en una de los lados de la escama y dijo. –Juro, en nombre del Dios Jefe, que si he cometido los crímenes de los que me acuso la heroína seguiré todas sus órdenes.
–¿Todas?
–Sí, pero tú también tienes que jurar lo mismo para estar a la par.
Yuria titubeó al pensar que tendría que seguir todas sus órdenes, pero el sentimiento de que no iba a perder contra las tonterías de un Rey Demonio ganó y colocó la mano al otro lado de la escama.
–Juro, por el Dios Jefe, que si este Rey Demonio es inocente yo, Yuria Ashrien, seguiré todas sus órdenes.
Cuando ambos retiraron la mano de las escamas, una luz suave emanó de estas. Se debatió para ir hacia un lado u otro hasta que por fin, desapareció como si no hubiese existido jamás.
–Contrato completo. ¿Empezamos?
Mientras la luz se desvanecía el Rey Demonio sonrió y volvió a apuntar con el dedo.
–Bueno, mi segundo argumento es que tú eres la invitada y yo el dueño de esta casa. No, para ser preciso, tú eres una bandida.
–¡Y una mierda, bandida!
La voz de Yuria se volvió más y más fuerte.
–No has entrado por la puerta, la has roto. No, más bien la has quemado. Además lo del té… Es de la república del este, así que es muy caro. La taza la hizo un conocido artesano. Has destruido la propiedad y los bienes de alguien. Aunque afirmes que lo de la taza no ha sido queriendo, lo de cargarte mi puerta sí, ¿no?  Si no recuerdo mal, un ladrón roba a hurtadillas mientras que un bandido usa la fuerza, así que a ti, que has entrado tirándome abajo la puerta, te voy a llamar: bandida.
–¡Te acabo de decir que no me ha quedado de otra para capturarte!
–Vale, entonces… ¡el tercero! – levantó otro dedo. – ¿Y qué he hecho yo?
–¡Tú…!
De todas las palabras que recorrieron la boca de Yuria, esa fue la más astuta. Su voz estaba cargada de un ansia asesina, pero el Rey Demonio se limitó a reír y a enfrentarse a ello.
–¿Y te haces llamar: “héroe”? ¿Te das cuenta de lo gracioso qué es eso?
–¿Qué es gracioso?
–¿He sacrificado cientos de niños y miles han muerto por mis secuaces? ¿Por eso me quieres plantar en la corte de tu imperio?
–¡Sí! ¡Todo es por tu culpa! ¡Tienes que pagar por esos pecados!
El Rey Demonio bajó los dedos y subió la barbilla.
–Eso es lo gracioso. ¿Yo? ¿Revivir? No, me invocaron y encima a la fuerza. La sangre no es un sacrificio, es para complementar el poder mágico de los magos oscuros porque no tenían suficiente. Y, ¿todos los demonios son malos? Eso es un estereotipo. Nosotros, al igual que los humanos, también tenemos demonios que prefieren la paz y otros que son poco mejores que bestias. El motivo por el que todos los demonios parecen malos es porque a la mayoría de los que se van, les gusta pelear pero en el mundo demoníaco no pueden ni levantar una vela. – Sorbió de su taza para suavizar su garganta seca y prosiguió. – ¿Y eso de mis lacayos? He venido solo. A los que llamas “mis lacayos” son de la alianza malvada y no sé qué. Para empezar, me llamaron para que fuera a conquistar el mundo con ellos, pero les dije que no y me fui. Y en respuesta a eso todos los templos empezaron con lo de “oh, ha venido un Rey Demonio, a por él”, enviaron a todos sus niños pero se murieron, ¿qué culpa tengo yo[1]?
Yuria cerró la boca. Si lo que el Rey Demonio decía era cierto, entonces, era inocente y quien había obrado mal era ella.
–No parece… una trampa… Así que… ¿es culpa mía? Déjame preguntarte algo: ¿por qué dices que has dejado lo de ser un Rey Demonio?
El Rey Demonio hizo una mueca y contestó:
–La gente se equivoca en una cosa: no soy el soberano de la raza demonio. Un Rey Demonio viene a ser el equivalente a un rey humano, para ser más preciso, somos como los arcángeles que sirven al Rey. Aparte de mí hay otros seis con el mismo rango, y por encima, está el Papa Demonio que es el representante del Dios Demonio.
–¡¿Hay siete Reyes Demonio?!
Sólo bastaba un Rey Demonio para poner en riesgo la existencia de la humanidad, sin embargo, había siete de esos seres. El Rey Demonio comentó con una sonrisa al ver la sorpresa en el rostro de ella:
–Hey, ¿no me has hecho una pregunta? Préstame atención.
–¡¿Cómo puedo estar atenta cuando hay siete reyes demonio?!
–No hace falta que te preocupes tanto.  Los Reyes Demonio no pueden pasar por las grietas dimensionales y para invocar a uno tendrías que arruinar, más o menos, un país. Además, hay muchos tipos de Rey Demonio: están los de tipo de batalla, que os hacen entrar tanto en pánico porque no podéis pelear contra ellos, los de tipo militar, que aconsejan al Dios Demonio, y los que son como yo y se encargan de los asuntos domésticos. Yo soy el más fuerte.
–¿Los demonios no priorizan la fuerza militar por encima de todo?
Yuria no podía acabar de creer que ese Rey Demonio harapiento fuera se hubiera proclamado a sí mismo el más fuerte.
–¿No me crees? Bueno, es verdad que soy el más débil entre los Reyes Demonio pero sigo siendo un Rey Demonio nombrado por el Dios Demonio. Nos llaman los siete Demonios celestiales: lucha, magia, destrucción, pesadilla, oscuridad, maldad y por último, yo, economía.
–¿Economía? – Yuria dudó de sus oídos, no le parecía haber escuchado bien.
La economía regulaba la producción, distribución y consumición además de todos los bienes y servicios esenciales para cubrir las necesidades. Era un campo de estudio que observaba y analizaba las relaciones sociales y el fenómeno económico.
De todos los tipos de títulos demoníacos tenía que ser economía.
–Raro, ¿a qué sí? Es muy diferente del resto de títulos y eso. Bueno, “lucha”, para ponerlo en términos humanos es el general más fuerte. Es el típico líder valiente que guía la vanguardia. “Hechizo” usa a gente hermosa para acabar con tropas enemigas en secreto, y “destrucción” es el Rey Demonio más fuerte, dirige el ejército. “Pesadilla” se especializa en la estrategia, la “oscuridad” en el espionaje y el “mal” se ocupa de educar a los demonios. Los que están bajo su tutela se convierten en los demonios más malévolos, tanto que hasta los otros diablos les odian. – Se sirvió otra taza de té antes de continuar. – En el mundo demonio se tiene que comer y vivir, como aquí. Hasta tenemos moneda. Y las finanzas de ese mundo las manejo yo. Si Lucha decide meterse en líos, le bajo las pagas y ya está. Si Hechizo no para de molestarme, le quito los ahorros para productos de cosméticos, y Destrucción tiene un pedazo de deuda porque no deja de romper cosas. Si no me hacen caso puedo limitarme a embargarles los castillos. Pesadilla es listo, sabe que si se pelea conmigo acabará perdiendo, así que no hace nada. Oscuridad lo intentó una vez, pero decidió que lo mejor era someterse después de que le pintase su castillo de color blanco y pusiera un cartel de: “en obras”. Y en cuanto a Maldad, si le doy dinero, monta algo divertido para todos así que es un buen consorcio. Ergo, tengo la autoridad absoluta.
Yuria se quedó en blanco durante un breve segundo. Recordó como nadie del Imperio podía siquiera quejarse al Ministro de Finanzas. ¿Quién se hubiera imaginado que los cabeza de chorlito de los demonios también vivían así?
El Rey Demonio sonrió al ver la expresión de Yuria.
–Bueno, ¿esto significa que he ganado la apuesta?
–¡Hey!
–¿No habías jurado ante el Dios Jefe que si era inocente seguirías cada una de mis órdenes?  ¿No habías dicho eso? – Dijo el Rey Demonio enfatizando la palabra: “cada”.
Yuria se mordió el labio. Tal y como había dicho ese Rey Demonio había entrado por la fuerza a la morada de un Rey Demonio inocente y había montado un alboroto, no era mucho mejor que un villano.
–¿Qué deseas? – Su voz tembló un poco. El deseo de ese Rey Demonio sellaría su destino.
Mientras la muchacha le miraba con ansiedad, él dijo:
–No soy un Rey Demonio muy fuerte así que no puedo volver solo, pero tengo un montón de trabajo que hacer así que pensé: “bueno, justo a tiempo” y lo dejé todo atrás, pero como no me he traído nada pues se me hace difícil ganarme la vida, ¿sabes? He intentado conrear, pero, ¿sabes? Es un trabajo muy duro. Los agricultores merecen mucho respeto.
–¿Y bien…?
–Pues me falta ayuda. Así que… esta es mi orden: desde hoy eres mía.
–¿Qué? – Yuria volvió a quedarse en blanco. – Creo que se me está yendo mucho…
El Rey Demonio se rascó la barbilla con una expresión tímida.
–Sí, sí. Esto es una proposición. Amor a primera vista.
–¡Eh…!
–Cuando te he visto rompiendo la puerta, ha sido tan… ¿Cómo decirlo? Mmm… No, me limitaré a llamarlo: “amor a primera vista”, así que desde hoy eres mía.
–¡No digas tonterías!
–¿No vas a cumplir tu promesa? Lo has jurado por las escamas del Dios Jefe, ¿sabes? ¿No te da miedo el castigo divino?
Yuria empezó a sonrojarse por el tono sincero y juguetón de él.
–Eso… Eso es…
–¿Adorable…?
El rubor de Yuria escaló hasta su rostro y no pudo ser más rojo. Girando la cara, tartamudeó:
–Vale… Ya lo pillo… De todas formas he perdido…

*        *        *        *

Año Imperial ochocientos cuarenta y dos: el Rey Demonio ha conquistado a la heroína Yuria Ashrien.


[1] Obviamente los templos no enviaron a niños para matarle, se refiere a sus esbirros. Está hablando sarcásticamente. 

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