Capítulo 53: Engañando

agosto 22, 2017

Li Xiao Ran, terriblemente presionado, se pasó los siguientes cinco días ocupado.
Mo Zhu trajo una taza de té y observó con esmero el rostro de Li Wei Yang.
–Xiaojie, Da Furen ha ido a pedirle la recompensa a Lao Ye, y-…
Li Wei Yang alzó una ceja y la miró.
Los labios de Mo Zhu se entreabrieron.
–¡Lao Ye[1] se ha enfadado tanto que hasta se ha puesto en pie de un salto y la ha regañado con mucha severidad! ¡He oído decir que cuando Da Furen tenía los ojos rojos cuando se ha ido del estudio de Lao Ye!
Li Wei Yang, que ya se lo había esperado, se limitó a sorber té.
–¿Y…?
Mo Zhu prosiguió.
–Lao Ye le ha ordenado a Da shaoye[2]que piense en algo, pero Lao Ye ha rechazado todas sus ideas. Puede ser que Da shaoye se haya vuelto despiadado por la ansiedad, pero ha dicho que deberían atarte e interrogarte. Lao Ye le ha recompensado con una bofetada en la cara y le ha echado del estudio.
Li Xiao Ran era un padre con favoritos, pero no era estúpido, si la ataba y la interrogaba no conseguiría ninguna solución, y lo que es peor, no hay ningún muro sin agujeros por lo que llevar a cabo algo así sería lo mismo que gritarle al mundo entero que Li Zhang Le no era la autora de aquella idea.
–Da xiaojie no se ha atrevido a dejarse ver a sabiendas de lo enfadado que está Lao Ye. ¡Se ha pasado todo el tiempo escondida en su habitación! ¡Hasta le llevan la comida en secreto! Todo el mundo la regaña por pensar en algo tan dañino para los ciudadanos de a pie.
En cuanto Bai Zhi terminó de hablar, de repente, recordó que había sido Li Wei Yang quién había pensado en todo aquello y se calló de inmedatio.
Li Wei Yang sonrió.
–Tienes razón, son malas ideas.
Cada uno de los métodos tenía un peligro oculto, si no se implementaba específicamente hablando,  pasaba desapercibido. Li Zhang Le tan sólo había pensado que eran buenas ideas, se había llevado el mérito y no sabía cómo arreglar los fallos. Cuánto más alto estés, peor será la caída. Después de que todo el mundo que la elogiaba hubo descubierto que la diosita no era más que una necia que había saltado al abismo sin mirar fue doloroso.
–Me han dicho que un escolar escribió un verso andrajoso en la puerta trasera de la casa del primer ministro ridiculizando a Da xiaojie, diciendo que era una criminal y que había traído el desastre a las gentes y al país. Como el mayordomo ordenó que lo quitarán de ahí, lo pintaron en las paredes blancas de la casa con pintura roja. Eso atrajo a muchísima gente y la hizo hervir de rabia.
Li Wei Yang escuchó con interés, en su cara había una sonrisa adorable desde un principio.
Cualquiera que la viese pensaría que era una chica ingenua, nadie apostaría que ella era la estratega de todo esto. Bai Zhi pensó que el corazón de su señorita era bastante negro por haber podido un movimiento tan despiadado. Después de pasar por todo este asunto, ¿qué reputación le quedaría a Da xiaojie que hasta los niños de las calles tarareaban rimas regañándola?
En ese momento, Li Wei Yang se levantó de repente y dijo:
–Vamos a He Xiang Zhai.
–Ah…
Bai Zhi y Mo Zhu se miraron mutuamente, confundidas.
–Si sigo reacia a ofrecer soluciones, padre se acabará viendo obligando a saltar de un muro.
Li Wei Yang parpadeó, tranquila y recatada.

*        *        *        *

Al día siguiente, la madre del primer ministro Li, una mujer de primera categoría con el título de Meng Shi, le envió un librete a la Emperatriz Viuda. El contenido de dicho libreto era una estrategia para ocuparse de aquel desastre. Por supuesto, la mitad de la estrategia estaba allí escrita pero la otra seguía en la cabeza de Wei Yang.
Seis horas después de enviar el librito llegó un decreto de palacio: la Emperatriz Viuda les convocaba. Obviamente, la persona a la que llamaba no era Da xiaojie – Li Zhang Le – sino a San xiaojie, Li Wei yang y por ello la casa entera dio un vuelco durante un buen rato.
Li Xiao Ran se preparó a prisa y Da Furen se escondió afirmando sufrir un terrible dolor de cabeza. Er Furen observó felizmente como se encogía Da Furen. La única que trajo un poco de dinero para que Li Wei Yang pudiese premiar a los criados de palacio fue San Furen. La prioridad para Lao Furen era que sus propias criadas, que conocían tan bien las normas, entrenasen a Li Wei Yang de suma emergencia temiendo que la muchacha quedase en evidencia ante la Emperatriz Viuda.

*        *        *        *

Li Zhang Le yacía enferma en la cama de su habitación. Cuando se enteró de que Wei Yang iba a acudir a palacio se enfadó. No sabía qué idea había tenido su hermana para que la Emperatriz Viuda la llamase a palacio.
La luz del sol entraba por las ventanas decoradas con temas florales. Li Zhang Le retorció un pañuelo de seda que tenía entre las manos sin piedad, como si quisiera agujerearlo.
Tan Xiang entró y al ver el malhumor de su señorita se asustó. Justo cuando pensaba en huir escuchó la voz de Li Zhang Le.
–¡¿Qué estás evitando?!
El corazón de Tan Xiang le dio un vuelco, pero en su rostro apareció una sonrisa de emergencia.
–Xiaojie, no hace mal tiempo, ¿por qué no te ayudo a dar un paseo por los jardines?
Con un golpe seco un jarrón de flores de la familia cayó al suelo desde la mesa haciéndose añicos. Tan Xiang se sorprendió y se arrodilló de inmediato.
Se escucharon los sonidos de varias personas hablando desde fuera y Lu Zhu apartó la cortina para pasar. Al presenciar semejante escena, bajó la cabeza y anunció:
–Xiaojie, San xiaojie acompañada de la criada Luo están aquí.
Li Zhang Le se sentó de repente. Li Wei Yang se había atrevido a venir. Si no fuera por ella, ¡¿cómo la iba a maldecir el mundo entero?!
A Li Zhang Le no se le pasaba por la cabeza que si no se hubiera adjudicado los méritos de otra persona no hubiese acabado en esa situación, temiendo enfrentarse a la gente.
–¡Que se vaya! – Justo cuando terminó de pronunciar dichas palabras Li Zhang Le se percató que no era lo correcto. – ¿Luo está con ella?
Lu Zhu respondió con prudencia.
–Sí, la criada Luo ha venido con ella.
Li Zhang Le frunció el ceño.
–Limpia el jarrón.
Lu Zhu suspiró aliviada pues eso significaba que vería a las dos mujeres. La criada se apresuró a recoger los pedazos del jarrón junto a Tan Xiang y entonces, dejaron pasar a Wei Yang.
–Dajie, ¿qué ocurre? ¿Te encuentras mal?
Li Wei Yang estaba de buen humor. Su rostro delicado rebosaba vigor. Tan Xiang le sirvió té sin ser del todo educada una vez se hubo sentado en la mesa. Lu Zhu trajo otra mesita para la criada Luo.
Li Zhang Le miró a su hermana con una sonrisa forzada.
–¿Cómo es que Sanmei ha venido a verme?
Li Wei Yang sonrió mientras sostenía la taza de té sin hablar. La criada Luo abrió la puerta y vio la montaña.
–Da xiaojie, San xiaojie irá a palacio pronto pero no somos capaces de preparar ropas adecuadas en tan poco tiempo, Lao Furen le ha dicho que podía coger algo tuyo prestado.
La expresión de Li Zhang Le se retorció por un segundo.
–Mi ropa-… Me temo que no le quedarás bien a Sanmei. ¿No se hicieron nuevos atuendos con los materiales que trajo Dage?
Li Wei Yang parpadeó como si no hubiera escuchado nada, mirando atentamente las hojas verdes de su taza.
La criada Luo sonrió.
–Lao Furen ha dicho que esas ropas son demasiado brillantes y hermosas, la Emperatriz Viuda prefiere ropa simple y recatada. Da xiaojie, por favor, concédenos este favor.
El enfado y el resentimiento que sentía Li Zhang Le era inaguantable. Su propia madre había hecho esa ropa, después de varios intentos para descubrir qué le gustaba a la Emperatriz Viuda. Se la había hecho especialmente para ella. Y ahora se lo tenía que dar a otra persona. ¡¿Cómo iba a estar dispuesta a algo así?!
–Sanmei, mucho me temo que no te irán bien. – dijo de inmediato.
La casa se sumió en un silencio repentino, nadie se atrevía a hacer sonido alguno. Li Wei Yang dejó la taza como si no entendiese nada y sonrió.
–Si no me van bien, se pueden arreglar. Lao Furen tiene un sastre.  – Entonces hizo una pausa. – ¿O acaso tienes miedo de que destroce la ropa? No te preocupes, sólo te la cogeré un ratito, te la devolveré.
Li Zhang Le se quedó atónita, su cara se tornó azul y blanca.
–Da xiaojie, es tarde-… – Empezó a decir la criada Luo.
Li Zhang Le cogió aire y rechinó los dientes.
–Muy bien, llévatela. Pero tienes que devolvérmela.
No lo entendía. ¡¿Qué clase de idea podía tener esa pueblerina?! ¡Lo mejor sería que ofendiera a la Emperatriz Viuda y la castigaran con la muerte!


[1] Lăoye () significa “señor”, “amo” de forma respetuosa y formal, sin embargo, en lenguaje coloquial también significa “abuelo”.
[2] Shàoye () significa “hijo del jefe”, “joven amo de la casa” o, en caso de ser un honorífico, “tu hijo”. 

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