Nadie sabe,

nadie, menos yo, sabe

que a veces lloro.

Si pudiese pretender estar dormida

cuando mis lágrimas empiezan a caer...

Echo un vistazo desde detrás de estas paredes.

Creo que nadie lo sabe.

Nadie lo sabe, no.

A nadie le gusta,

a nadie le gusta perder su voz interior.

La que solía escuchar antes de que mi vida

escogiera. 

Pero creo que nadie lo sabe.

No, no.

Nadie lo sabe.

No.

Cariño, oh, el secreto está a salvo conmigo.

No podría ser nadie más en este mundo,

y, cariño, ¿no es como si estuviera sola?

¿Quién estará ahí cuando el último ángel haya volado

y yo haya perdido mi camino a casa?

Creo que nadie lo sabe, no.

He dicho que nadie lo sabe.

A nadie le importa.

La cosa es ganar o perder, no cómo juegas el juego.

Y el camino a la oscuridad tiene un modo

de saber mi nombre siempre.

Pero creo que nadie lo sabe.

No, no.

Nadie lo sabe.

Cariño, oh, el secreto está a salvo conmigo.

No podría ser nadie más en este mundo,

y, cariño, ¿no es como si estuviera sola?

¿Quién estará ahí cuando el último ángel haya volado

y yo haya perdido mi camino a casa?

Creo que nadie lo sabe, no.

He dicho que nadie lo sabe.

A nadie le importa.

Mañana yo estaré ahí, amigo mío.

Me despertaré y volveré a empezar de nuevo.

Cuando todo el mundo se haya ido.

No, no, no.

Nadie conoce,

nadie conoce el ritmo de mi corazón.

Lo qué hago cuando estoy tumbada en la oscuridad

y el mundo duerme.

Creo que nadie lo sabe.

Nadie lo sabe.

Nadie lo sabe menos yo.

Yo.