Capítulo 29

octubre 11, 2017

Creo que he dormido demasiado, así que, para cuando me despierto Ye CanSheng sigue durmiendo. Este es un hecho extremadamente raro para una persona tan perezosa como yo.
Antes, hubiese abierto mis ojos para encontrarme con los suyos completamente en mí, entonces, me abrazaría y me besaría la esquina de los labios saludándome con un: “buenos días, YunSheng”. Sin lugar a dudas, esto es el resultado de su “lección”. Es su manía.
Ayer me dormí antes de que él volviese del baño y dormí otro día entero. Por lo que no es de extrañar que Ye CanSheng siga durmiendo cuando yo me levanto. Extiendo la mano y jugueteo con el pelo de su frente mientras pienso en otras cosas sin importancia. Al final, no me queda nada en qué pensar y miro la mejilla de Ye CanSheng soñador.
Es muy raro que baje la guardia de esta forma. No me canso de mirarle. ¿Cómo puede ser que hay nacido con una cara tan maliciosa? Aun así, me quedo absorto escudriñándole. Ye CanSheng no pone ninguna expresión y abre los ojos. No me asusto porque es lo que esperaba.
Estiro las manos para tocarle el cuello y le beso la frente con una sonrisa.
–Buenos días, CanSheng.
La mano que he depositado en su cuello siente como él se estira, como si siguiera en el mundo de los sueños. Mi intención era molestarle un poco, pero él me tira hacia él y me muerde los labios.
–¡Ay!
¡Se acaba de levantar y ya está tan despierto!
–Buenos días, YunSheng.
Me suelta los labios, se tapa con la sábana y me frota la base del cuello.
–Tan temprano y ya estás así.
No me responde, tampoco suelta mi cadera. Se queda callado como si se hubiera vuelto a dormir.
Espera un momento… ¿Se ha vuelto a dormir?
–¿CanSheng? ¿CanSheng? – Repito su nombre dos veces con suavidad.
El sonido suave, lento y rítmico me recuerdan que la persona al lado de mi oreja se ha vuelto a dormir. ¿Tan rarito es?
Y así, permanezco entre sus brazos hasta que se despierta.
La primera vez que salgo de la habitación, Ye CanSheng me obliga a ponerme un par de pantalones. Por supuesto, para evitar que la tela de los pantalones me roce la herida y se me infecte, pone un par de tiritas. Estoy desconcertado. ¿Desde cuándo me deja llevar pantalones?
Hasta que no bajo las escaleras y veo a cuatro hombres tumbados en el sofá, no me percato de las intenciones de Ye CanSheng.
La sonrisa de XiYan sigue tensa. Al verme, extiende las manos y da dos palmas.
–¡Uno, dos tres!
–¡Hola, Ye Sao[1]!
Detengo mis pasos, miro mis pies descalzos y pienso: “¿debería ir a ver un doctor…?”.



[1] Así es como se dirigen a la esposa del hermano mayor. ( / 嫂子)

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