Capítulo 65: Un plan dentro de un plan

octubre 11, 2017

A la mañana siguiente, Li Zhang Le fue a ofrecer sus respetos a Da Furen. [1]Viendo su expresión, se alegró y no pudo evitar preguntarle:
–Madre, ¿qué buenas noticias tienes?
Da Furen sonrió y miró los hermosos y encantadores ojos de Li Zhang Le.
–Ya lo tengo todo preparado, tranquila.
El rostro de Li Zhang Le mostró un indicio de regocijo, ya había adivinado que su madre iba a deshacerse de la zorra de Li Wei Yang.
–Madre, ya he ordenado a varias personas que le echen un ojo a Wei Yang…
–No, no podemos golpear la hierba y asustar a la serpiente, esta maldita jovencita siempre está alerta, cuánto menos gente, mejor.
–Pero-… – Li Zhang Le quería castigar a Wei Yang con sus propias manos.
–Sólo mira lo que hago. – Da Furen dijo tranquilamente.
No tenía intención de contarle a Li Zhang Le todo su plan; antes no se lo contaba porque no quería ensuciarle las manos de maquinaciones sangrientas, pero ahora no quería desconcentrarla.
–Tu prioridad es gustarle al príncipe heredero o al séptimo príncipe.
–Siempre estás hablando del príncipe heredero, Dage dijo que era un idiota, y el séptimo príncipe es, más o menos, de mi edad, sólo usa el favoritismo del Emperador para asegurar su posición. Dage también dijo que el tercer príncipe no es igual que el resto, sus acciones son de un hombre de buen carácter.
Da Furen la escuchó y sacudió la cabeza.
–¿Cómo te crees lo que dice tu Dage? Es sólo un erudito, no comprende toda la situación. Da igual lo poderoso que sea l tercer príncipe, no se puede ni comparar con el príncipe heredero o el séptimo príncipe.
A pesar de que Li Zhang Le no abrió la boca, la atractiva cara de Tuoba Zhen permaneció en su mente. En su corazón no guardaba buenos pensamientos del distante príncipe heredero, ni del frío séptimo príncipe.
–Sé lo que estás pensando, el tercer príncipe parece refinado y cortés. He oído decir que es muy atento contigo; preguntó sobre tus cosas favoritas y las compró muy lejos. Pero siempre he tenido el presentimiento de que lo hace por otro motivo. Tal vez quiere controlarte y, a través de ti, controlar a tu padre.
Aunque Da Furen era una mujer, había estado mucho tiempo al lado del primer ministro Li, por lo que era capaz de adivinar este tipo de cosas. Si su hija se casaba con un príncipe con buenos antecedentes podría convertirse en Emperatriz, ¿por qué iba a escoger un camino más arriesgado?
Li Zhang Le vivía una vida cómoda, ya se había cansado de los platos del cocinero de la familia. Siendo conocedor de esto, Tuoba Zhen envió un cocinero a través de Li Min Feng; la especialidad de ese cocinero era el pastel Jiangshan. Cada capa del pastel era fina y tierna, blanda pero no pegajosa, dulce pero no grasosa, por lo que Li Zhang Le era incapaz de dejar de comerlo. Al principio, había albergado cierta admiración por él, pero ahora había aumentado.
Li Zhang Le cogió aire.
–Madre, estás pensando demasiado las cosas. Puede que el tercer príncipe no sea como dices.
–Me temo que no usas el cerebro. – Gruñó fríamente. – La madre biológica de Tuoba Zhen es de baja cuna, pobre en comparación con el príncipe heredero o el séptimo príncipe. Pero es muy prudente y se mueve cautelosamente, cuidando cada paso, para que el Emperador confíe en él, la Emperatriz también le trata bien. Parece ser muy considerado con el príncipe heredero… Seguramente tiene motivos ocultos.
El corazón de Li Zhang Le se sacudió.
–Si tiene otros motivos y se convierte en el Emperador algún día…
–Sólo es un granuja, ¿cómo se va a atrever a esperar más? ¿Qué más da si es bueno maquinando? No puede ocultar sus antecedentes y a su madre. Si tuviese un clan matriarcal como el séptimo príncipe, tu padre le podría apoyar, pero sólo es un-… – A Da Furen se le ocurrió algo de repente y miró a su hija. – ¿No me digas que te gusta?
Al final, Li Xiao Ran había adivinado por encima la ambición de Tuoba Zhen y se negó a apoyarle.
Li Zhang Le murmuró algo, se ruborizó y dijo:
–¿Quién lo dice? Dage siempre le está alabando, esto es…
–Él y tu Dage han viajado juntos, – Da Furen habló en un tono de burla. – su relación es buena, pero ve las cosas muy simples. Tu padre quería que tu Dage y tú interactuarais más con el príncipe heredero y el séptimo príncipe, no quería que os juntaseis tanto con el quinto príncipe. Pero pensó que todos ellos ya tienen un clan matriarcal poderoso y que, por tanto, cuando ascendieran al trono, no conseguirían ningún mérito, así que buscó otra forma de conseguir beneficio. No se paró a pensar que Tuoba Zhen, que no tiene aliados ni poder, podría superar todos los obstáculos. No deberías enamorarte de su comportamiento frívolo.
En el corazón de Li Zhang Le estaba apareciendo una sombra, pero habló con suavidad.
–Sí, lo entiendo, madre.
Los ojos de Da Furen se iluminaron, cambiando impredeciblemente, y habló en voz baja.
–No te preocupes, el marido que tu madre te va a buscar será indudablemente noble y sin rival.

*        *        *        *

Tras la muerte de Zi Yan, Mo Zhu y Bai Zhi eran las únicas criadas cercanas a Li Wei Yang. Todo el mundo pensó al principio que escogería a dos criadas de alto rango en poco tiempo, sin embargo, ya había pasado un mes y medio y todavía no había hecho nada. A pesar de que las criadas estaban sorprendidas, no se atrevían a preguntar nada.
Como había muchas más cosas que hacer en la residencia, Mo Zhu le pidió a Li Wei Yang que seleccionase a Qing Fang y a Hong Luo para que sirvieran el té y echaran una mano. Mo Zhu había estado vigilando a Qing Fang, que era sirvienta en la residencia de Da Furen y particularmente lista, temiendo que fuera una espía. A Hong Luo no la tenían tan controlada, en primer lugar, porque era la hija del contable Liu que esperaba para casarse y no tenía ninguna conexión con ninguno de los señores de la casa, y en segundo lugar porque era honesta y fidedigna. No hablaba mucho, pero con el tiempo se ganó su confianza y empezó a trabajar más en la residencia.
Esa noche era el turno de Bai Zhi y Hong Luo.
Li Wei Yang estaba sedienta antes de ir a la cama y ordenó que alguien le trajese un té. A Bai Zhi le gustaba mucho Hong Luo, esa jovencita reservada y trabajadora.
Hong Luo bajó la cabeza y Li Wei Yang le miró el brazo. No era algo muy notable, pero al verlo, Wei Yang notó algo extraño en su muñeca.
Hong Luo se vestía modestamente, a parte de las joyas obligatorias, no llevaba ninguna más, pero aquel día, en su muñeca había aparecido un brazalete de jade.
No era para tanto, pero era extraño que lo escondiera debajo de las mangas. Si Li Wei Yang no se hubiese inclinado tanto, nadie habría visto el brazalete.
Li Wei Yang había visto incontables joyas, por lo que supo que ese no era una pulsera normal. Todo el brazalete estaba hecho de jade verde, no tenía ni un solo defecto y brillaba en la oscuridad.
Recordó que Mo Zhu le había dicho que el padre de Hong Luo era un contable y que tenía dos hermanas mayores prometidas, por lo que la habían prometido con alguien con la esperanza de tener más regalos para las bodas de sus hermanas. ¿Este tipo de familia le compraría un brazalete tan valioso a su hija?
Muchísimos pensamientos cruzaron la mente de Li Wei Yang y, al final, no mostró nada en su rostro mientras se tumbaba como siempre y se daba la vuelta. Escuchó como Hong Luo se retiraba en silencio con los ojos abiertos.
¿Estaba pensándolo demasiado? Tal vez fuera un regalo de sus suegros.

*        *        *        *

A la mañana siguiente, después de levantarse, Li Wei Yang seguía con una expresión normal cuando vio a Hong Luo y encontró una excusa para alejarla. Entonces, llamó a Mo Zhu y Bai Zhi para interrogarlas.
–La madre de Hong Luo la había prometido, pero por alguna razón se canceló. Así que el padre le rogó al casero que permitiera a Hong Luo quedarse y echar una mano en la residencia. –Explicó Mo Zhu.
Bai Zhi se había vuelto más atenta después de lo ocurrido con Zi Yan.
–Xiaojie, sospechas que Hong Luo…
Li Wei Yang sacudió la cabeza. Sólo era un brazalete valioso, ¿qué clase de prueba era esa? Pero la paga mensual de Hong Luo era pequeña y no tenía muchas oportunidades de salir de la residencia Li. A ella no le faltaba nada y, si no se lo habían robado, ¿de dónde lo habría sacado?
–Haced como que no sabéis nada, – dijo Wei Yang. – si no pasa nada, me alegro, pero si pasa algo, hay que tener pruebas.
Sinceramente, Li Wei Yang no quería que apareciera una segunda Zi Yan, pero las cosas no funcionaban así en este mundo. Cuánto menos quieras que suceda algo, mayor es la posibilidad.
A diferencia de Zi Yan, Hong Luo había crecido en la familia Li; su trabajo era entusiasta y estable y nunca la habían visto como a una listilla. Pero cuánto más lista fuera, más fácil sería que se confiara. Si no hubiese llevado el brazalete de jade, Li Wei Yang no la habría descubierto. Pero en este mundo, cuando una mujer ve a una hermosa joya valiosa, aunque tengan que esconderla, la llevarán, aunque sea por sentirlo. Hong Luo era una mujer, después de todo, no podía soportar el dolor de quedarse mirando las joyas y asumió el riesgo.
Después de lo sucedido, Hong Luo reflexionó prudentemente sobre aquella noche y su expresión y cuerpo se empaparon de sudor. No se atrevió a volver a ponerse el brazalete y se esforzó todo lo que pudo por servir a Li Wei Yang.
Tres días más tarde, Bai Zhi informó:
–Xiaojie, he estado vigilándola en secreto, pero es muy prudente y no interactúa con extraños, nada fuera de lo normal.
–Tal vez se ha dado cuenta. – Dijo Li Wei Yang asintiendo.
Bai Zhi estaba perpleja.
–¿Puede ser que yo no haya sido lo suficientemente cautelosa y nos haya expuesto?
–Hasta el zorro más inteligente acaba enseñando la cola – Wei Yang sacudió la cabeza. – Esperaremos un poco más.
Li Wei Yang tenía razón, tres días después como Hong Luo no notó ningún comportamiento extraño en Xiaojie, creyó que estaba exagerando y actuó.
Aquella noche, Bai Zhi y otra criada estaban a cargo de montar guardia y pillaron a Hong Lo colándose. Bai Zhi ordenó que le tapasen la boca y la llevó ante Wei Yang personalmente.
Li Wei Yang miró el cuerpo tembloroso de Hong Luo y rió.
–¿Por qué estás tan asustada?
Bai Zhi se acercó y entonces, le quitó la tela que le habían metido en la boca.
–Xiajie, ¿qué he hecho? – preguntó Hong Luo de inmediato.
Li Wei Yang mostró una expresión como si no hubiese pasado nada, sonrió tranquilamente y habló:
–Te he tratado muy bien, ¿por qué me has traicionado?
Hong Luo apretó los labios, no dijo nada, pero un sudor frío no dejaba de caerle por la frente.
Li Wei Yang que Hong Luo no se podía ni comparar con Zi Yan que no tenía ninguna experiencia en las peleas; Zi Yan acababa de llegar de Ping Chen y había leído tantos teatros que seguía soñando con ser un fénix. Pero Hong Luo creció en la familia Li, así que conocía las consecuencias que aguardaban a las criadas que participaban en las peleas internas de la familia y, por tanto, no acabaría su vida por unas tentaciones tan banales. Da Furen debía tener algo suyo entre manos que había usado para amenazarla y prometerle algo.
Habiendo reflexionado hasta ahí, Wei Yang habló con suma dulzura.
–Hong Luo, todavía no tienes ni quince años. Solía lamentarme, lamentar el trágico final de mujeres hermosas. Lamentaba las vidas de las mujeres que, por dar un paso en falso, echaban a perder toda su vida. Así que, como mujeres, debemos aprender a apreciarnos. Hong Luo, no te preocupes por el presente, ¡piensa en tu largo futuro!
Hong Luo observó a Li Wei Yang atónita, su rostro palideció y su cuerpo seguía como una talla de madera.
Li Wei Yang suspiró.
–Hong Luo, Xiaojie te está dando la oportunidad de ser sincera, te está haciendo un favor. Te he visto enterrar algo, ya he enviado a alguien para que lo desentierre. ¿Por qué no nos lo cuentas? Es tu oportunidad de expiar tu crimen con una buena obra.
La expresión de Hong Luo cambió impredeciblemente, observó los ojos claros como el agua de Wei Yang y se sumió en silencio.
–Hong Luo, eres prudente, tu trabajo es limpio. – Acabó diciendo Li Wei Yang. – Tengo muy buena opinión de ti; hace dos días Bai Zhi hasta propuso subirte a primer rango, ¿por qué quieres destruir tu futuro? Si yo caigo, tú eres mi criada, ¿dónde podrás ir?
Hong Luo bajó la cabeza y, durante un buen rato, no dijo nada. Li Wei Yang sabía que estaba debatiéndose internamente, así que no la presionó. Lo único que se podía escuchar el silencioso reloj de arena.
Hong Luo ya estaba empapada de arena cuando, por fin, abrió la boca para hablar con un tono tan bajo que ni siquiera ella se escuchaba bien.
–He cometido un error, xiaojie. Por favor, enséñame el buen camino.
Li Wei Yang le hizo una seña a Bai Zhi, quien respondió sacando un pequeño estuche de su lado. Bai Zhi depositó la caja en los brazos de Hong Luo. Dentro de la caja había quinientos taeles de plata. Hong Luo se quedó estupefacta.
–Si estos taeles no son suficiente, házmelo saber. – Comentó Wei Yang.
Las manos de Hong Luo, que sujetaban la caja, empezaron a temblar y empezaron a brotarle lágrimas. Se las secó y dijo:
–San xiaojie, merezco la muerte, pero es que no me quedaba de otra. Hace tres años, cuando mi madre enfermó, a mi padre no le quedó otro remedio que robar cien taeles de los libros de cuentas para poder pagar un médico. Da Furen se hizo con las pruebas más tarde y me dijo que lo llevaría a los oficiales. Mi padre está mayor y tiene problemas en las piernas, así que me acorraló con eso y me obligó a hacer todo esto.
Era parecido a lo que Wei Yang había predicho.
–Hong Luo, – suspiró. – no voy a ponerte las cosas difíciles. Llévate esta caja, vete de aquí con tu padre y no dejes que Da Furen te encuentre.
Bai Zhi frunció el ceño.
–Xiaojie, ¿cómo puedes dejar que se vaya? ¿No es como llamar al peligro?
Li Wei Yang movió las manos para indicar que se había decidido.
Hong Luo jamás se hubiera imaginado que la señorita la trataría así, sus lágrimas no dejaban de caer. Le agradeció, se levantó y anduvo hacia la puerta, pero se detuvo tras haber dado dos pasos, como si no se pudiera mover. Su cuerpo seguía delante de ellas, tembloroso. Entonces, se dio la vuelta, se arrodilló ante Wei Yang y admitió entre lágrimas:
–Xiaojie, ruego me perdone. Si me fuera así me sentiría culpable. Da Furen me ordenó que enterrase muñecas de madera en la residencia, siete en total…
¿Siete? Li Wei Yang estaba perpleja; sacudió la cabeza. Da Furen tramaba algo. La tenía en tan alta estima que hasta había enterrado siete muñecas de una sentada.
Bai Zhi sintió temor. Si Hong Luo hubiese elegido morir en lugar de contarles todo esto, o si se hubiese ido sin más, aunque hubieran desenterrado una todavía habrían quedado las otras seis que hubieran condenado a su xiaojie. Un sudor frío le cubrió la frente, había sido demasiado negligente. ¿Cómo podía su xiaojie dejar que Hong Luo se fuera? Reflexionó y, al fin, lo comprendió, entonces, alzó la vista para mirar a Li Wei Yang. En ese momento, entendió las intenciones de su señora.
Li Wei Yang apostó por el carácter y el punto débil de Hong Luo, por lo que creía que sería sincera. Sabiéndolo, Bai Zhi no pudo evitar quedarse muda. Los pensamientos de su xiaojie eran demasiado complejos, era imposible verla venir.
–Sé que esto va contra la naturaleza y la razón[2], y que el karma se ocupará de ello, pero no podía desobedecer las órdenes de Da Furen. Para evitar que me descubrieran, me moví sólo de noche. Además de debajo de árboles, hay una de estas muñecas en cada esquina, una debajo de tu cama, y la otra… – Hong Luo enrojeció y, por fin, confesó. – la última la escondí en las hierbas de detrás de la finca.  
Li Wei Yang sonrió con la boca pequeña. Los trucos de Da Furen fueron saliendo de uno en uno, esperando su condena. Si no lo hubiese descubierto tan pronto, ¡a saber cómo hubiera muerto! ¿Muñequitas de madera? No, era vudú.
–¿Hay más gente metida en esto? – Preguntó a Hong Luo.
–No lo sé. – Respondió la criada sacudiendo la cabeza.
–Pues desde hoy, sigue pretendiendo que no sabes nada. – Ordenó Wei Yang asintiendo.
Hong Luo estaba atónita. Levantó la cabeza y preguntó:
–Xiaojie, ¿dejas que me quede a tu lado?
–Si estás de acuerdo con ello, no te echaré y te trataré como siempre. – Wei Yang sonrió.
No es que fuera a mantener a alguien que la había traicionado por lo segura que era, sino porque así tendría el punto débil de su contrincante a mano. Esta chica, Hong Luo, seguía teniendo consciencia.
Bai Zhi acompañó a Hong Luo a la salida. Mo Zhu preguntó con cautela:
–Xiaojie, ¿ahora qué hacemos? ¿Informamos a Lao Furen?
Lao Furen era quien le había otorgado a Mo Zhu, por lo que no era raro que le sugiriera algo así.
Li Wei Yang sacudió la cabeza y, tranquilamente, contestó:
–Lao Furen se hace mayor. Será mejor no preocuparla, ¿qué te parece?
Mo Zhu se mordió los labios y, a prisa, decidió:
–Sí, a tus órdenes.
Había decidido quedarse con xiaojie, así que la serviría toda su vida. Aquella con el poder de decidir su destino era xiaojie, por lo que no tenía nada de qué preocuparse.
–Busca las muñecas de madera de las que ha hablado Hong Luo. – Ordenó Wei Yang.
–Sí, las tiraré en secreto. – Dijo Mo Zhu, siguiendo sus consejos.
–No, guárdalas y convoca a Rong Er en la residencia de mi madre. – Li Wei Yang sonrió débilmente mientras respondía.
Mo Zhu se sorprendió. ¿Rong Er? ¿Esa no era la jovencita que había pasado un mensaje falso para atraer al jardín a Li Wei Yang para que se encontrase con Gao Jin?

*        *        *        *

Rong Er llegó al poco rato temblando de miedo. En cuanto vio a Li Wei Yang se arrodilló.
Estaba convencida que Li Wei Yang no la dejaría en paz, pero, para su sorpresa, no ocurrió nada. Y justo cuando empezaba a respirar tranquila, Wei Yang la llamó.
–¿Te sientes agraviada por tener que servir a Qi Yiniang, Rong Er? – Li Wei Yang tenía una sonrisa en la cara mientras le preguntó.
La expresión de Rong Er cambió un poco, hizo una reverencia con la cabeza y contestó.
–Soy torpe, pero Qi Yiniang es misericordiosa. Poder servirle es la mayor suerte que he tenido en esta vida.
Li Wei Yang sonrió tranquilamente.
–¿Da xiaojie te regaló algo grande? Si no, ¿cómo te atreves a usar el nombre de Qi Yiniang para llamarme?
Rong Er, al escuchar sus palabras, hizo una reverencia con todo su cuerpo. Le temblaba la voz.
–Yo… Yo…
–¡No puede ser que hayas olvidado lo que has hecho! – Expresó Wei Yang fríamente.
Rong Er vio que la apariencia de Li Wei Yang era gélida y su voz seria. La asustó tanto que se puso pálida y no se atrevía a moverse. Entonces, lloró:
–Yo… Yo le soy leal a Qi Yiniang, de verdad qué no sé… No sé nada sobre haberla traicionado…
Sabía que no había ningún testigo que pudiese testificar en su contra ahora que Hua Mei ya había sido ejecutada. Li Wei Yang sonrió:
–Te doy la oportunidad de hablar, pero no lo haces. Si hablas cuando no te esté dando la oportunidad, será demasiado tarde.
–De verdad que no sé qué error he cometido. – Asustada como estaba, Rong Er contestó algo así.
Li Wei Yang, de repente, dejó caer la taza de té al suelo y, mirando los trozos, ordenó:
–Arrodíllate encima.
Rong Er apretó los dientes mientras se arrodillaba sobre los pedazos de taza. El dolor de sus rodillas se extendió hasta llegar a su corazón y en sus ojos empezaron a formarse lágrimas.
–Es normal que se castigue a quien traiciona a su amo. – Comentó Mo Zhu con frialdad.
No le profesaba simpatía ninguna por Rong Er. Si hubiese conseguido incriminar a Wei Yang, habrían terminado sufriendo una muerte miserable. La muerte era demasiado suave para una criada como esta.
–Sírvele una taza de té a Rong Er. – dijo tranquilamente Li Wei Yang.
Rong Er se sorprendió. ¿Qué significaban las palabras de San xiaojie?
Mo Zhu lo entendió, bajó la cabeza mientras cogía una taza de té vacía y la depositaba en la palma de Rong Er.
–Aguántala. Si cae, aunque sea una gota, no podrás volver a levantarte nunca más.
Rong Er sujetó la taza en la palma, completamente aterrorizada. Mo Zhu se acercó con la tetera y vertió el contenido en la taza.
Rong Er no comprendía el significado detrás de las acciones de Wei Yang. Sólo sintió como la taza cada vez quemaba más y más. Rong Er rechinó los dientes, le dolían las puntas de los dedos y su frente se llenó de sudor. Lo soportó, queriendo salir de esta. No se imaginaba que Mo Zhu le llenaría la taza y, entonces, le daría otra. En ese momento, la taza quemaba y estaba llena. Poco después, la porcelana ardía tanto que sus brazos empezaron a sacudirse violentamente.
–¿Quema? – preguntó tranquilamente Li Wei Yang un buen rato después.
–No… No… – Respondió Rong Er de inmediato.
–Bien. Si no quema, cambiaremos de taza.
Mo Zhu salió y regresó con una bandeja con una taza de cobre ardiendo. Rong Er se arrodilló, sintiendo como todo su cuerpo temblaba y se empapaba de sudor. Llegados a este punto, no sabía si el dolor que sentía era de sus rodillas o de las puntas de los dedos. Hasta ahora estaba cogiendo una taza de porcelana, pero si tuviese que sujetar esa taza de cobre, la piel de su mano quedaría destrozada.
–Xiaojie, perdóneme la vida. ¡No lo volveré a hacer! – lloriqueó Rong Er.
–¿Quién te ordenó que me pasaras el mensaje? – Preguntó en voz baja Wei Yang.
Rong Er tembló y lloró. Se arrodilló con la cabeza en el suelo y suplicó perdón.
–Fue… Fue la criada de Da Xiaojie, Tan Xiang. El día antes de que me enviaran a servir a Qi Yiniang, Tan Xiang me llamó y me premió con taeles, obligándome a seguir las ordenes de Da xiaojie. Yo… me he confundí. ¡Suplico su perdón, San xiaojie! ¡Lo suplico!
Si lo hubiese dicho antes, no habría pasado nada. Li Wei Yang sonrió suavemente.
–Rong Er, ¿estás dispuesta a expiar tus acciones haciéndome un favorcito?
Después de lo que acababa de pasar, Li Wei Yang, para Rong Er, era terrorífica. La miró temerosa y asintió.
–Yo… Yo… Compensaré mis acciones.
Todo estaba listo.
–Cualquiera de nosotras puede ir a hacer lo que quiere xiaojie. Si va ella podría crear más problemas… – Susurró Mo Zhu.
–Si fuera una de vosotras, nuestra enemiga no se lo creería. – Sus ojos relucían.
–¿Y si Rong Er chiva nuestro plan? – Mo Zhu parpadeó con sus enormes ojos de forma almendrada.
Li Wei Yang repasó el borde de la taza de té con la punta del dedo.
–A ella ya la han abandonado por no haberlo conseguido la última vez. Si se atreve a traicionarme ahora que tengo pruebas… – Dijo con tranquilidad. Después, extendió los labios, mostrando una sonrisa clara y superficial.
–Hay otra cosa que no entiendo. – Mo Zhu titubeó. – ¿Cómo es que Xiaojie sabe que Rong Er es la que pasó el mensaje usando el nombre de Qi Yiniang?
Li Wei Yang contempló los pesados colores del cielo, sus ojos reflexionaron profundamente.
–Una madre ama a su hijo como si fuera un tesoro. Aquel día llovía muy fuerte, sin embargo, en el mensaje me pedía que fuera. Eso no es algo que haría una madre.
–Xiaojie es muy atenta. – Mo Zhu, finalmente, lo entendió.
Li Wei Yang ya había muerto una vez, si no hubiese aprendido nada, entonces, merecería morir en manos ajenas una vez más. La sonrisa de Wei Yang fue momentáneamente gélida.

*        *        *        *

Esa noche, Si Yiniang llamó a la puerta de la residencia de Li Wei Yang.
Bai Zhi abrió la puerta y se encontró a la buena mujer vestida con un vestido simple de color blanco. Si Yiniang entró con un estilo coqueto raro en una mujer de su edad, calzando un par de zapatos rojos mandarines y bordados. Se acercó a Li Wei Yang y, entonces, presentó sus respetos.
–Mis bendiciones.
Li Wei Yang sonrió al escuchar esa frase. Si Yiniang era una de las pocas personas racionales que había en la familia.
–¿Qué ocurre? ¿Tan urgente es?
La complexión de Si Yiniang cambió unas cuantas veces, raramente era tan variable. Sus ojos se movieron y, poco después, se posaron sobre Li Wei Yang.
–No me ha quedado de otra que venir a estas horas.
Li Wei Yang guardó silencio unos segundos, pero entonces, habló.
–Dime lo que quieres decirme directamente, Yiniang.
Si Yiniang asintió y le ordenó a su criada de confianza:
–Trae a la muchacha.
Empujaron a una muchacha hacia dentro que tropezó y cayó al suelo. Su rostro estaba cubierto de mugre y estaba despeinada. Arrodillada, su cuerpo se sacudía violentamente. Era, sin lugar a duda, Rong Er.
–¿Tú? – Li Wei Yang la estudió con frialdad.
Rong Er bajó la cabeza y continuó temblando.
–¿Qué quiere decir esto, Si Yiniang? – Li Wei Yang alzó las cejas.
Si Yiniang sonrió.
–¿Reconoces a esta criada? Es Rong Er, la que sirve a Qi Niang.
Li Wei Yang le echó un vistazo a Si Yiniang tranquilamente, y forzó una sonrisa.
–¿Qué es esto a estas horas de la noche, Si Yiniang?
El rostro de Si Yiniang estaba cubierto por una capa de frialdad.
–Esta criada ha venido a mi residencia en mitad de la noche y ha enterrado una cosa. Por desgracia, mi criada la ha descubierto, ¿adivinas qué ha enterrado?
Li Wei Yang parpadeó.
–Rong Er, ¿qué hacías en la residencia de Si Yiniang en lugar de estar durmiendo?
Rong Er continuó con la cabeza gacha y pensó, para sí, que la actuación de San xiaojie era muy buena. ¿No se lo había ordenado ella?
Si Yiniang se cansó del juego. Curvó los labios:
–Ha enterrado esto. – Mientras hablaba, tiró una muñeca de madera con unos números grabados con hilo a los pies de Li Wei Yang. Wei Yang la cogió y la estudió para descubrir que los números eran la fecha de nacimiento de Li Xiao Ran.
Li Wei Yang lo observó y entonces, puso su mirada en Rong Er.
–¡¿Cómo osas?!
Rong Er temblaba tanto que no podía decir ni una sola palabra. Si Yiniang se rio fríamente y dijo:
–No hace falta que mientas. ¿No es cosa de tu madre? ¡Quiere incriminarme usando muñecas de vudú!
Li Wei Yang se mostró estupefacta, entonces, sonrió.
–Me temo que nadie conoce la personalidad de Qi Yiniang. Si tuviese los recursos para engañar, yo no habría estado deambulando durante tantos años y ella no habría estado encerrada en Nan Yuan. Además, nunca la han favorecido, por lo que si tuviera que herir a alguien por celos, sería a Da Furen o la residencia Liu Yiniang, ¿no crees? Si Yiniang, seguramente ni tú te crees lo que acabas de decir.
Liu Yiniang Wang Doukou nació con una apariencia hermosa, era grácil y talentosa. Últimamente, había tenido la intención de superar a Si Yiniang, por lo que, al escuchar semejantes palabras, el rostro de la hermosa mujer, cambió.
–¿A no ser que sea cosa tuya? – Dijo fríamente.
Li Wei Yang sonrió.
–Si eso es lo que crees, la persona que le ha dado las órdenes a Rong Er debe estar encantada. Vete, por favor. Acompañadla a la puerta. – Li Wei Yang se levantó.
–¿Cómo no te voy a creer? Era una broma… – Su tono sugería otra cosa. – Aunque soy tonta, sé que no ha sido cosa tuya, ni de Qi Yiniang. No usarías a tu propia criada. Esto es una estratagema para incriminar a otros. – Sus dedos juguetearon con el brazalete dorado de su muñeca. – Sé que alguien debe haberlo planeado, alguien que quiere beneficiarse de una pelea… – Suspiró. Sus ojos negros albergaban astucia. – Si de verdad creyera que la que ha enviado esta criada has sido tú, no estaría aquí.
Si Yiniang era lista, pero demasiado arrogante. En el poco rato que llevaba observándola, Li Wei Yang ya había captado su actitud y su brío. Si Yiniang había estado oprimiendo a Qi Yiniang, y conocía de sobras su personalidad blanda. Sabía que Qi Yiniang no se atrevería a hacer algo así y, obviamente, sus pensamientos se dirigirían a otra persona, justo lo que quería Wei Yang.
Si Yiniang sonrió. Sabía que Rong Er era del mismo pueblo que la criada de confianza de Da xiaojie, Tan Xiang. Eran muy cercanas, pero, desde hacía poco, se habían distanciado, por lo que decidió ir a por Wei Yang de inmediato.
Li Wei Yang la miró lentamente.
–Si ya sabes quién es el cerebro detrás de todo esto y su motivo, ¿por qué has venido a verme?
–Piénsalo bien. – Dijo Si Yiniang grácilmente. – Lo que quería esta persona no era incriminarme sólo a mí. Mucho me temo que, cuando me elimine, irá a por Rong Er y hará caer a Qi Yiniang para poder culparte a ti. Cuando eso ocurra, dirá que odiabas que tu madre no fuera favorecida y que, por lo que pasó con Wu xiaojie, tú y yo somos enemigas, así que usaste vudú para acabar contra nosotras, tanto madres como hijas.
La imaginación de Si Yiniang era muy vívida.
Bai Zhi no pudo evitar reír, pero al ver que Li Wei Yang continuaba normal, como si realmente estuviese creyéndose lo que le estaba contando, se esforzó por aguantarse.
La voz de Li Wei Yang revelaba pizcas de intenciones frías.
–¿Qué planeas hacer, ahora que ya lo sabes todo?
Si Yiniang dijo:
–¿Tenemos que esperar nuestra condena porque hay gente que nos quiere mal? Soy una mujer poco decidida, así que sólo puedo confiar en que se te ocurra alguna idea.
Li Wei Yang estudió a Si Yiniang, y entonces, se empezó a reír.
–Ya que has venido, será mejor aprovechar el tiempo y discutirlo.
Una sonrisa dulce apareció en los labios de Si Yiniang.
–Me temo que no nos darán tiempo para discutirlo. Si somos demasiado prudentes, seremos indecisas. – Cuando terminó de hablar, miró de soslayo a Rong Er. – Esta criada… Será mejor que Qi Yiniang la castigue por ignorar sus deberes.
Era la oportunidad de matar a la testigo.
Li Wei Yang miró la expresión aterrorizada de Rong Er y dijo tranquilamente:
–Por ahora, solo deberíamos castigarla para evitar asustar a la serpiente. Encontraré la manera de que tenga la boca cerrada, no te preocupes.
–¿Tienes un plan ya? – Preguntó Si Yiniang después de asentir.
–Es muy repentino, tengo que pensar en ello. Si se me ocurre algo, mañana te lo diré. – Li Wei Yang sonrió.
Si Yiniang se marchó satisfecha y Wei Yang, al día siguiente, mantuvo su promesa.

*        *        *        *

Dos días más tarde, Li Zhang Le fue a Shuang Yue Ge a hacerle una visita a Li Chang Xi, como era habitual. Antes de entrar por la puerta, vio a una criada con una taza de color verde yéndose.
–¿Qué ha comido Wumei a mitad del día? – Li Zhang Le sintió tanta curiosidad que no pudo evitar preguntar.
La criada se sorprendió, sus manos empezaron a temblar y no consiguió musitar ninguna palabra con lo roja que se puso al mirar a Zhang Le. Retrocedió unos pasos y Li Zhang Le arqueó las cejas.
–Yiniang, ¿qué significa esto? ¿No me lo vas a contar?
La incomodidad apareció en el rostro de Si Yiniang que sonrió excusándose.
–Da xiaojie, era una sopa de cien flores, he usado todo lo que tenía en mis manos para conseguir la receta. He oído que es la mejor forma de eliminar las cicatrices y tratar la piel. Es para sanar la herida de la cara de Wu xiaojie. No te preocupes, no es cara.
Li Zhang Le sonrió, sabía que Si Yiniang no era fácil de manejar.
–Yiniang, no te preocupes, sólo preguntaba. – Dicho esto, entró a la habitación con Si Yiniang.
Li Chang Xi se estaba mirando en el espejo cuando Li Zhang Le dijo:
–¿Wumei?
Li Chang Xi giró la cabeza. Se acababa de aplicar polvos en la herida y no parecía tan obvia. Sonrió y dijo:
–Has llegado, siéntate, rápido.
Li Zhang Le sonrió.
–Tengo algo que decirte.  – Después, se volvió hacia Si Yiniang y le pidió. – Vete, por favor.
Si Yiniang pareció dudar unos segundos. Se movió lentamente, como si no quisiera marcharse y temiese que Li Chang Xi se fuera de la lengua. Li Zhang Le se puso más seria conforme observaba.
–¿Hay algo más que quieras decir, Yiniang? – Preguntó Li Chang Xi ignorante.
Si Yiniang la miró mal, torció el cuerpo, y se marchó.
Li Zhang Le estudió meticulosamente la cicatriz de Li Chang Xi.
–Parece que ya tienes la cicatriz casi curada.
Li Chang Xi se tocó la cicatriz inconscientemente. Seguía más o menos igual, pero en comparación con el horror que tenía hace unos días, había mejorado.
–Gracias a lo que me ha traído Yiniang–… – Empezó a hablar, pero se calló a mitad de frase cuando recordó lo que le había dicho SI Yiniang. Entonces, cerró la boca y continuó risueña. – ¿Qué es lo que querías decirme?
La gente es así, cuánto más lo escondes, más quieren saberlo. Li Zhang Le frunció el ceño.
–Meimei, no tienes que esconderme nada. Ya lo he visto todo, lo de la taza…
Li Chang Xi mostró una expresión estupefacta y se sintió inquieta.
–¡Dajie, no se lo cuentes a nadie o no podré seguir comiendo una cosa tan buena!
Li Zhang Le se sorprendió.
–¿Qué es, exactamente, esa cosa?
No podía creerse lo que le había dicho Si Yiniang, ¿por qué iba a tener que andarse con tanto secreto si sólo era una sopa de flores?
Li Chang Xi titubeó unos instantes hasta que Li Zhang Le pretendió enfadarse, entonces, murmuró:
–Es placenta humana.
Li Zhang Le se quedó totalmente atónita y su voz se rompió.
–Eso… Tú… Tú…
La complexión de Li Chang Xi empeoró y se arrodilló ante ella.
–Dajie, no me queda de otra, es mi única opción. Mi cicatriz se ha curado más y más. Tres raciones más y me habré curado del todo… No se lo cuentes a nadie, por favor…
Los ojos cristalinos de Li Zhang Le deambularon por el rostro de Li Chang Xi. Recordó que su madre le había dicho que esta muchacha todavía les era útil.
–Levántate.
–Dajie, ¿me perdonas? – Li Chang Xi temblaba por el miedo.
–¡¿Por qué sigues arrodillada?! – Li Zhang Le suspiró.
Li Chang Xi se levantó a prisa, sonriendo.
–Dajie, no lo entiendes. Suena asqueroso, pero con el tiempo, la piel se vuelve más suave y cristalina, además conserva tu juventud… ¡He oído decir que las concubinas del harén real lo usan para conservar su belleza!
Al escuchar aquello, el rostro de Li Zhang Le se ruborizó.
–¡Tonterías!
Li Chang Xi se mordió el labio inferior.
–¡Dajie, créeme! ¡Cuando lo pruebes, me creerás!
Li Zhang Le se sorprendió, pero acabó diciendo:
–¡¿Qué tonterías dices?! ¡¿Cómo voy a tocar eso?! – Después, se levantó rápidamente y dijo. – ¡No vuelvas a sacar el tema nunca más!
Li Chang Xi la vio salir a paso ligero y no pudo evitar fruncir el ceño.
Poco después, Si Yiniang entró.
–¿Tu dajie lo ha descubierto?
–Es culpa tuya, mamá. – Se quejó Li Chang Xi. – Normalmente me lo como de noche, pero justamente hoy has tenido que traérmelo por la tarde para que lo descubriera. Intentar explicárselo ha sido un gasto tonto de saliva.
Si Yiniang sonrió.
–Es mejor que lo haya descubierto.
Li Chang Xi miró a su madre. ¿Qué significaba eso?
–Tu dajie aprecia su belleza como si fuera su vida, seguro que volverá. – Dijo Si Yiniang con seguridad.
Li Wei Yang había dicho que aferrarse a las debilidades de Li Zhang Le les permitiría tomarles por sorpresa, y por ahora, parecía tener razón.



[1] Antiguamente, cada mañana los hijos iban a “ofrecer sus respetos” a sus padres, así como los magistrados se los ofrecían al Emperador. Básicamente, iban con ellos y se arrodillaban. Esta práctica formaba parte de la buena etiqueta.
[2] “Ir en contra de la naturaleza y la razón” significa: “llevar a cabo algo despiadado”. 

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