Capítulo 40

noviembre 13, 2017

A pesar de haberse despertado, Han Jia seguía débil y en malas condiciones. El doctor se pasó para hacerle una revisión y anotar cierta información en su libreta, mientras que Qi Xiu Yuan y Xiao Li le pedían detalles y escuchaban sus órdenes.
Los ojos de Qi Xiu Yuan permanecieron en Xiao Li todo el rato. Le contempló cuidar de otra persona con un vestigio de tristeza, aunque la persona en cuestión estaba herida. A su vez, notaba la mirada gélida de Han Jia sobre él. Por alguna razón, se sentía algo agraviado.
Cuando el doctor se fue por fin, Xiao Li se dio la vuelta y le preguntó:
–¿Tu móvil se había quedado sin batería?
Aunque su voz sonaba gentil y estable, Qi Xiu Yuan se sintió algo decepcionado porque tuvo la sensación de que le estaba echando. Todo lo que pudo hacer fue obligarse a sonreír.
–Bueno, hablad, chicos. Iré a comprarme un cargador.
Al marcharse, rozó la mano con los dedos de Xiao Li. Xiao Li se movió para evitarle. La extraña expresión de su cara casi le hizo imposible a Qi Xiu Yuan irse.
Después de que Qi Xiu Yuan se marchase por la puerta de mala gana, Xiao Li se sentó en la silla al lado de Han Jia y le miró. Entonces, su amigo le dijo:
–Luo Dong no te dejará marchar.
Todo lo que sintió Han Jia al abrir la boca para hablar fue dolor. Todo lo que consiguió fue apañárselas para murmurar unas cuantas palabras con una expresión pasmada.
–A Qing Ye le preocupa que Luo Dong le dé problemas al grupo, así que hizo que Zi Cheng vaya a negociar con él. – Xiao Li también estaba perplejo. – Pero, a Luo Dong no le pareció importar mucho. No dijo nada a pesar de que exploté su casa. – Miró a Han Jia directamente. – ¿Sabes de qué va esto?
Han Jia frunció el ceño y sacudió la cabeza.
–A Zi Cheng le preocupa que esté ocultando a alguien influyente. – Xiao Li suspiró. – Este es el territorio de Luo Dong. Ya he ordenado que vengan unos cuantos hermanos a cuidarte…
La habitación se llenó de risas. Han Jia rió a pesar de la incomodidad en su pecho. Xiao Li le ayudó a reincorporarse mientras dejaba un cojín en su espalda para que estuviese más cómodo.
–¿Qué tontería te ha entrado?
Han Jia dejó de reír.
–¿Quieres enviar a alguien para que me cuide? ¿Es una orden del grupo o tuya?
Xiao Li no dijo nada. Han Jia sonrió sarcásticamente.
–Me han abandonado así como así, ¿eh? Bueno, yo también…   ¿O es que le tienen miedo a Lu Wu y por eso me han dejado aquí para tener a Luo Dong tranquilo? Joder, ¿cómo de graves son mis heridas?
–Ya has tenido suerte teniendo sólo esas heridas. – Comentó Xiao Li con voz pesarosa. – La bala te atravesó el pulmón y te ha roto una costilla. Al parecer, te ha dañado un nervio, así que sufrirás efectos secundarios. – Volvió a mirar a Han Jia. – Tal como estás, no te puedes mover mucho. Quédate aquí y recupérate. En dos meses te traeré a la ciudad-…
–¿Cómo cojones voy a estarme tranquilo? – La voz de Han Jia seguía siendo ronca. – Ahora soy un inútil. ¿Cómo puedo estarme tranquilo en el territorio de Luo Dong?
–Tranquilízate. – Xiao Li extendió la mano para taparle la boca. – ¿Cómo vas a ser inútil si no estás ni muerto, ni manco?
Han Jia le miró y relajó los hombros.
Al verlo, Xiao Li le destapó la boca y empezó a consolarle.
–No hace falta que te preocupes por lo de Luo Dong. Encontraré a alguien que te pueda proteger. Me da igual lo que haya decidido el grupo, no te abandonaré bajo ningún concepto.
Han Jia suspiró y se apoyó contra el cojín que tenía detrás. Entonces, habló:
–Te burlas de mí otra vez… Yo sólo… Yo sólo… – Y no dijo nada más.
Unos minutos después, por algún motivo, echó un vistazo a Xiao Li y empezó a reírse.
–¿Me tienes envidia?
–¿Envidia?
–Porque el grupo me ha abandonado. – Dijo Han Jia lentamente. – Me tiraron a Luo Dong y, aunque me has salvado, a Luo Dong no le da igual. Soy inútil… Ahora estoy medio muerto. Menos tú, no me echaría de menos nadie. Qué interesante… Qué interesante…
Una sonrisa extraña continuó su comportamiento tranquilo: como si por fin se sintiese libre y hubiese aceptado la realidad.
Xiao Li acabó hablando:
–Sí, te tengo envidia.
Han Jia le miró con incredulidad. Sin embargo, Xiao Li ya había posado la mirada en otro sitio.
–Lo que me dijiste que querías que le dijera a Jiang Xiao Ning, se lo puedes decir tú cuando te den el alta. – Reflexionó unos segundos y volvió a hablar. – Cuando Qi Xiu Yuan vuelva, me tendré que ir. No le he dicho a nadie que venía y se tarda un buen rato en llegar. Puede que no vuelva a poder venir hasta de aquí un tiempecito. Tienes que cuidarte y -…
No le dio tiempo a terminar la frase antes de que Han Jia le cogiera de la mano.
–Xiao Li. – Le brillaban los ojos. Estaban inquietos e intranquilos. – Tú y ese animal de profesor…
Le miró recordando todo por lo que habían pasado él y Qi Xiu Yuan. Xiao Li no pudo evitar hacer una pausa abochornado.
–No le llames eso.
Han Jia abrió los ojos como platos.
–¿No te gustan las mujeres? Me esforcé muchísimo por seducirte, y tú ni siquiera… Si quieres estar con un hombre, ¿Qing Ye no te basta? ¿Qué tiene ese profesor? Es un Don nadie…–Xiao Li parecía querer decir algo, pero Han Jia le cogió de la mano. – Puedo adivinarlo, aunque no lo digas. Corriste a salvarme. Debes estar en problemas. Qing Ye tiene ese tipo de pensamientos por ti… ¿Qué haces provocándole? ¿Intentas matarle a él o a ti mismo?
Un dolor penetró en los pulmones de Han Jia por hablar tan deprisa. No pudo soportarlo y se aferró la zona de las heridas antes de coger aire. Xiao Li le ayudó a tumbarse en el cojín y le consoló.
–Ya basta. Lo sé. No hace falta que te preocupes.
Los ojos de Han Jia seguían en él mientras hablaba.
–Pues si lo sabes, deberías corresponder a Qing Ye. Xiao Li, escúchame, he sido un chulo de la mafia durante muchos años, ¿qué puede haber que yo no sepa sobre este tipo de cosas?  – Cogió aire antes de proseguir. – Tienes que aprovecharte de que Qing Ye todavía tenga sentimientos por ti. Prepara una ruta de escape. Qing Ye… Es de una clase mucho peor que Luo Dong. Si no puede esperar a que tú tomes la iniciativa o quiere controlarte de verdad… Te obligará a... – Casi no le quedaba aliento, pero se obligó a continuar. – No quiero que tengas ese tipo de final. Xiao Li, sé un poco más listo.

Xiao Li frunció el ceño y no volvió a decir nada, ni siquiera después de que Qi Xiu Yuan volviera. 

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images