Capítulo 44

noviembre 20, 2017

Repaso toda la calle con la mirada y le digo al hombre que tengo detrás:
–¿Todo ha ido bien?
XiYan asiente con la cabeza.
–Muy bien. Los movimientos de Ye Yun han sido casi nulos últimamente, por eso el joven amo tiene tiempo para sacarte.
–Pues no me voy a contener.
Dejo una montaña de platos delante de CanSheng. No puedo evitar aferrarme a su atractivo hombro y mirar su rostro puro, angelical que rebosa maldad. Me siento todavía más juguetón. Le levantó la barbilla y digo:
–Hoy estoy contento. ¡Hasta que nos emborrachemos, no nos vamos!
–¡Mladita sea, YeSao está camino de ser el activo! ¡Un brindis!
Justo cuando DongYan y yo estamos a punto de chocar las copas, Ye CanSheng murmura un: “que se atreva”, asustándome.
Cuando me doy la vuelta, sus ojos me observan entre chispas. Da miedo, pero sonríe.
La le ilumina la parte superior de la cabeza, contorneando su exquisito rostro y pelo. Su cara pondría celosas hasta a las chicas.
No sé qué cómo sería la escena si estuviera debajo de mí…
–¿Qué me atreva? ¿Por qué no lo intentamos hoy? – Le provoco escabrosamente y a mi alrededor rugen con ánimos.
–¡Qué poderoso es YeSao!
XiYan se sube las gafas.
–Te estás condenando.
–Luego no te arrepientas. – Ye CanSheng me coge el mentón y tira de mí, sus labios se preparan para chocar con los míos.
No quiero mostrar ninguna debilidad, así que le respondo:
–Claro que no me voy a arrepentir.
De todas formas, siempre me acaba dando él. No es que vaya a perder nada…
Le muerdo la oreja, y él no se enfada, todo lo contrario: ríe con anticipación. A mi lado tres hombres jadean y otro duerme. Es una vida inquieta.
–¿Por qué no lo probamos también nosotros? – NanYan e repente se saca la piruleta de la baca con una sonrisa encantadora, y tira de DongYan por la barba, entonces, le sopla en la cara.
Me sorprendo tanto que casi me caigo.
–¿Vosotros…?
DongYan se sube a NanYan al regazo.
–¿No te habías dado cuenta?
–No soy Dios…

*        *        *        *

–¿Ese es tu… hijo? – Pregunta Ye Yu y señala a la única persona entre la multitud con gorra.
ShangFan sonríe.
–Sí.
Ye Yun baja la vista al café que tiene en las manos y piensa en lo raro que es que dos personas con unos seis o siete años de diferencia puedan tener este tipo de relación.
–Muchas gracias por traerme y dejarme presenciar esta escena. Podemos empezar con nuestro trato. – Los ojos de ShangFan permanecen en la figura débil, delgada y pálida.
–¿La única condición es que les retrase? – Ye Yun mira a su asqueroso y odioso hermano pequeño hasta que le parece que el café pierde el sabor.
–Sí. Supongo que entretenerles de siete a diez no será muy difícil. Mañana te lo enviaré todo.
–Vale. Todavía tengo negocios que atender. No dudes en hacer lo que te plazca. – Ye Yun se levanta.
El plan tomará lugar mañana pasado, tiene que desplegar a sus hombres. Si las cosas van bien esta vez, podrá matar a esa rata.
ShangFan asiente con la cabeza y sonríe mientras ve como Ye Yun se marcha. Entonces, su mirada vuelve a la persona que hay debajo de las escaleras.
Fan YunSheng, seguramente ha bebido demasiado y está sentado en una esquina observando el bullicio de gente. Lleva una gorra gris, su rostro está pálido, limpio y un poco ruborizado. Tiene los rasgos bien marcados y los ojos repletos de sonrisas. Va vestido con una camiseta sin botones, simple y su clavícula es muy tentadora.
Su figura parece particularmente remarcable en el mercado nocturno. Limpio, bello e indolente; satisfecho y disfrutando de la comida. Dan ganas de abrazarle y acariciarle, y también, la persona que está a su lado riendo, Ye CanSheng, provoca envidia.
ShangFan le pega un sorbó a su café, se acomoda en el sillón y le pregunta a su guardaespaldas:
–Mira a esos, ¿te suenan?
8–Zero, a su lado, es el hombre que había dejado inconsciente a Fang YunSheng y había rescatado a ShangFan. Mira la mesa de CanSheng y, una vez más, baja la vista a ShangFan.
–Sí, son los de aquella vez. Los otros dos también son de la isla.
–¿Ye Yun te parece lo suficientemente bueno para entretenerles tres horas?
–Es un poco arriesgado. Es mejor que se les separe.
–¿Oh? – ShangFan echa un cubito de azúcar a su café y lo remueve con la cuchara. – Pues haz que tus lacayos den problemas en algún sitio. Sólo tienen que entretener, nada de matar. ¿Cómo de capacitado te ves?
–Un cien por cien.
–Muy bien. – Le pega un sorbo al café de dulzura perfecta y sonríe.  – Y también, investiga donde vive mi “hijo”. No podemos pasar nada por alto.
–Sí.
–Bien.

Veamos cómo escapas de la palma de mi mano, hijito mío. 

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