Capítulo 74: Afilado como cuchillas

noviembre 22, 2017

Da Furen corrió a la residencia del Primer Ministro sin siquiera preocuparse por vigilar a Li Wei Yang: Li Xiao Ran se había marchado tres días y había vuelto con una nueva concubina. Lo único diferente era que esta vez su marido no se lo había hecho saber con antelación y eso significaba que Li Xiao Ran no la respetaba como solía hacer. Pensando en ello, Da Furen, se percató que desde el incidente del vudú no la había visita ni una sola vez.
Normalmente, no le importaba, sin embargo, no pudo soportarlo más. Se apresuró a volver con Li Zhang Le y descubrió que Li Xiao Ran se había llevado a la nueva belleza a un banquete mientras no estaba. La ira se apoderó de ella hasta el punto de que rechinó tantísimo los dientes que le salío sangre. Dio vueltas y más vueltas durante toda la noche y hasta olvidó preguntar el paradero de Li Wei Yang. A la mañana siguiente, inquieta, envió a gente a buscar a la nueva belleza: Yun Ji.
Da Furen sostuvo la taza de té entre sus manos y estudió a la concubina Yun, que estaba delante de ella.
Era una mujer con un semblante níveo y su nariz y rostro parecían gravados con sumo detalle en una piedra de jade. Allí de pie, era joven como las flores y los árboles en medio de una ventisca. A pesar de que su belleza no era rival para la de su hija, era difícil apartar la mirada de su hermosura. Se acercó como una brisa suave y la saludó elegantemente.
Da Furen enloqueció momentáneamente al ver su rostro juvenil, era como si aquella mujer hubiese vuelto. Una llama se formó en su corazón. ¡Con que su marido no había olvidado a esa mujer! Pero, había estado suficiente tiempo en la residencia como para aprender a no mostrar su odio, a pesar de despreciar a Yun Ji. Sonrió y se acercó para cogerle de la mano y echarle un vistazo. Los dedos de Yun Ji eran como cebollines: finos y largos; y su palma también era bella. Da Furen le preguntó su edad y de dónde era.
–Me llamo Yun Mei, tengo dieciséis años y soy de Changzhou. – Respondió Yun Ji.
Su voz era tan melodiosa como orioles y sus dientes tan finos como una joya. Da Furen la odió. No era difícil ver por qué Li Xiao Ran había acogido a esa cara bonita a pesar de todas las concubinas que tenía.
Yun Ji no se atrevía a devolverle la mirada a Da Furen, porque, aunque sonreía, sus ojos eran prounfos, como si se la quisieran tragar o quitarle algo del cuerpo.
–Oh. – Da Furen se dio cuenta de que no estaba comportándose apropiadamente y sonrió con todavía más dulzura y elegancia. – No temas. Me alegro por Lao Ye, viendo lo hermosa que eres. – Posó los ojos en ella y añadió. – Pero “Mei” es un nombre demasiado vulgar. Te pondré un nombre nuevo, ¿qué te parece “Yun Ruo”? Demuestra que eres elegante y generosa.
Yun Ji bajó la cabeza y curvó los labios. Estaba claramente disgustada.
Da Furen no podía creer que esa niña tan joven ya fuera tan terca. Se molestó un poco. Después de perder el favor de su marido, se irritaba con facilidad, pero no podía expresarlo. Sin embargo, tenía muchas formas de encargarse de esa zorra. Miró a su alrededor y, sorprendentemente, cambió de idea.
–Olvídalo. Parece ser que no es un buen nombre. Te llamaremos “Yun Mei” temporalmente. Cuando Lao Ye tenga tiempo, ¡te pondremos un nombre!
Yun Ji volvió a hacer un saludo y se percató de lo buena que era Da Furen en observar a los demás. Justo entonces, una criada avisó de la llegada de Lao Ye.
Da Furen alzó la cabeza lentamente, con la mirada fija en Li Xiao Ran mientras entraba. No pudo evitar mostrar su amargura en el rostro a pesar de que esa no era su intención. No le había dicho nada, simplemente, le había traído una chiquilla a casa: era demasiado humillante.
Li Xiao Ran se fijó que la expresión de Yun Ji parecía como si la hubiesen hecho sentir mal y se disgustó. Pero, después de todo, se limitó a decir:
–Vete, tengo que hablar con Furen.
La criada Lin entró de repente y le susurró unas pocas palabras a Da Furen en medio de todo esto. La expresión de Da Furen cambió radicalmente y preguntó:
–¿Es cierto?
–Sí, – la criada Lin sonrió. – lo ha verificado nuestra criada más mayor.
Da Furen se quedó pasmada, con una felicidad indetectable en su mirar. Al principio, había querido decirle algo sobre Yun Ji a Li Xiao Ran, pero ahora que se había enterado de que Li Wei Yang había desaparecido y no había vuelto al a residencia, estaba tan contenta que decidió dejar lo de la nueva concubina y acabar con Li Wei Yang.
–Criada Lin, haz que se vayan todos, tengo que hablar con Lao ye. – Sintió que esa frase era como una espada y, sin embargo, estaba sorprendentemente feliz.
Li Xiao Ran pensó que se quejaría por no avisarle de Yun Jin, y un trueno le cruzó el rostro. Da Furen conocía muy bien a Li Xiao Ran pero, en ese momento, mantuvo una expresión neutral, con una astucia indetectable en los ojos.
–Lao Ye, quiero hablarte de algo importante.
Li Xiao Ran relajó la expresión e hizo un gesto con la mano para que los demás se retirasen.
Da Furen sintió un corriente de sangre en su garganta mientras pensaba en deshacerse de Li Wei Yang. Se acercó a él y levantó la cabeza con un rastro de angustia en la cara.
–Me siento muy culpable, la situación ha sido por mi culpa. Pero tengo que contártelo.
Su voz era suave y cada una de sus palabras eran como el hielo. Li Xiao Ran frunció el ceño.
–No te hagas la misteriosa, dímelo ya.
Da Furen se sintió orgullosa de sí misma.
–Ayer, fuimos a la residencia de la princesa Yonging por su banquete, pero Lao Furen tuvo que volver deprisa porque vino una amiga suya y yo no me encontraba muy bien, así que volví con ella. Como era difícil justificarle a la princesa porque nos estábamos yendo todos, dejamos que Wei Yang y Min De se quedasen un rato más.
De hecho, Lao Furen usó la situación para ver si Li Wei Yang podía manejarse sola y, Da Furen, no se la tomó en serio.
–¿Y entonces? – Li Xiao Ran sintió que algo iba mal.
–Pues… – Da FUren mostró una expresión de culpabilidad extrema. – Me dolía muchísimo la cabeza, así que me tumbé para descansar. No pensaba que Wei Yang y Min De volverían solos. ¿Quién iba a imaginar que descubrirían el carruaje de la familia Li en una carretera oficial y todos nuestros soldados muertos? Y lo peor de todo es que Wei Yang y Min De han desaparecido…
¡Habían atacado el carruaje! Li Xiao Ran sintió un hilo de hielo perforándole el cerebro. No podía moverse, sus labios se quedaron tan rígidos como la leña y no pudo emitir sonido alguno. Lo que más temía era que le pasase algo a su familia y que el asunto fuera peor de lo que imaginaba.
–¡¿Quién ha tenido tal audacia?! – Se puso furioso, como un lobo despiadado. Rechinó los dientes y no dejó de enfadarse cada vez más. – ¡¿Quién se ha atrevido a tocar el carruaje de nuestra familia?!
Da Furen jamás había visto un gesto tan asertivo de su marido. Se sorprendió unos instantes y, entonces, dijo:
–Sí, mucha audacia. ¡Y no sólo han atacado el carruaje! ¡También han secuestrado a Wei Yang y Min De! ¿Lo que nos tememos es-…?
–¡¿Qué quieres decir?! – Rugió Li Xiao Ran. Sus ojos casi escupían fuego. No podía creerse que alguien se hubiese atrevido a tocar su carruaje en la capital y, mucho menos, a secuestrar a su hija. No sentía nada por Li Wei Yang, pero sentía que alguien había violado su autoridad. – ¡Enviad gente a que traigan a Li Wei Yang y Min De!
San Furen acababa de morir y ahora habían perdido a su hijo adoptivo. Si la gente se enterase pensaría que era todo un plan para quedarse con las propiedades de la tercera casa. ¡Debían encontrar a Min De de inmediato!
–¡Lo más importante es que han desaparecido una noche entera, Lao ye! – Da Furen se enfrentó a su mirada sin temor. – ¡Mucho me temo que Li Wei Yang ya haya perdido su castidad!
Li Xiao Ran sintió que los ojos afilados como agujas de su mujer se le clavaban. Estaba totalmente sorprendido. Se quedó quieto por un momento, los músculos de la cara se lo contrajeron. Da Furen notó que las venas de la cara de su marido estaban a punto de explotar y se retorcían como gusanos. Su enfado monstruoso acabó apareciendo en su mirar y, su ira la inquietó.
–¡Si la vamos a buscar la reputación de la familia Li quedaría en evidencia!
Li Xiao Ran no se habría imaginado jamás que una humillación semejante – que una de sus hijas desapareciese de noche – acaecería sobre su familia. ¿Qué pensarían sus compañeros de él? ¿Qué pensaría el Emperador de él? De repente, se tranquilizó. Su expresión también se suavizó, como si se hubiese puesto una máscara de hierro.
–¿Cuál es el verdadero significado tras tus palabras?
Esa frase tocó los pensamientos mejor guardados de Da Furen. Normalmente, jugaba a ser una madre generosa y esperaba a que su marido pensase en las consecuencias que acarrearía el incidente en cuestión. Esa vez no había pensado actuar de otra manera: después de todo, ella pretendería ser buena persona y enviaría a Li Wei Yang a algún templo de por vida. Así, Li Xiao Ran dejaría de dudar de sus intenciones y ella podría mantener su imagen. Sin embargo, no se había contenido lo suficiente y había mencionado los problemas. Sí, quería aprovechar esa oportunidad para matar a Li Wei Yang. Eso es lo que ocultaba su corazón, no obstante, las sospechas de Li Xiao Ran tiñeron de temor su alma. Por lo que serenó sus emociones y mostró una expresión trsite.
–Laoye, no quiero ser egoísta, sólo me preocupo por Wei Yang. Es muy buena chica y todavía no está prometida. ¿Quién se va a casar con ella si alguien se entera? – Dicho esto, sacó un pañuelo y se cubrió los ojos para hacer ver que hablaba con sinceridad.
Li Xiao Ran resopló en tono burlón, sin sonreír y con la boca medio abierta. A pesar de que creía que su esposa estaba actuando, no podía negar que tenía toda la razón. La miró con amargura y habló:
–¿Y qué hacemos?
Da Furen pretendió sorprenderse.
–Sí, también me preocupa. ¡Lo mejor será enviar a alguien a buscarla y ya discutiremos qué hacer! ¡Sólo quiero que estés preparado!
Li Xiao Ran se sorprendió y una pizca de frialdad le cruzó la mirada. Movió la mano y dijo:
–¡Llamad al mayordomo!
Li Xiao Ran se sentó y bebió un poco de té. Estaba inquieto y suspiró.
–Si no vuelve… Tendremos muchos problemas…
Da Furen sonrió, pero lo ocultó, avanzó hacia él y dijo:
–Laoye, no te preocupes, Wei Yang volverá sana y salva.
Li Xiao Ran no sabía qué decir y se quedó callado un rato. Justo cuando iba a empezar a pensar cómo arreglarlo un criado vino a informar que San xiaojie había vuelto.
Li Xiao Ran observó a Li Wei Yang acercarse lentamente, sorprendido.
Li Wei Yang se había arreglado antes de volver. Se había puesto un hibisco del jardín en el pelo, se había dibujado las cejas con un pincel y también se había puesto un poco de polvos rojos en las mejillas y los labios. Parecía ir maquillada y, al mismo tiempo, ir al natural: estaba bella. Si no se hubiese maquillado, no habría podido ocultar su agotamiento por estar toda la noche despierta. Sin embargo, Li Wei Yang nunca se maquillaba, por lo que nadie lo notó y su apariencia, como siempre, era fresca y pura, como las flores matutinas, albergando una vivacidad nunca vista.
Li Xiao Ran notó la horquilla plateada que tenía en el pelo. No sabía por qué ese día lo vio. Estaba hecha de la plata más pura. En medio de la horquilla había un agujero en forma de flores. Las flores plateadas y los capullos estaban recubiertos de gemas de colores que emitían cierta luz con los rayos del sol.
–¡Por fin vuelves, Wei Yang! – Da Furen la saludó con veneno en los ojos.
Li Wei Yang se dio cuenta, pero pretendió emocionarse y se apresuró a contestar:
–Madre, te he preocupado…
–Wei Yang, no sólo me has preocupado. ¡Pensaba que me moriría con solo pensar que podrías haber estado en peligro! – La boca de Da Furen demostraba frialdad y el veneno de sus ojos se fue desvaneciendo.
Daba igual que Li Wei Yang hubiese regresado sin ninguna herida, fuera como fuere, no sería capaz de escapar de la muerte por haber pasado la noche fuera.
Li Wei Yang se sorprendió y frunció el ceño. Su astucia ya le había hecho saber del significado que ocultaban las palabras de su madrastra, pero se hizo la ingenua.
–Madre, qué buena eres conmigo. ¡Te quedas sin dormir de tanto pensar en mí!
Da Furen apretó un poco los dientes. Al principio había pensado que la niña entraría en pánico, pero Wei Yang se mantuvo impasible.
–Los criados me dijeron que todos habían muerto y que a ti te habían secuestrado. Deja que tu madre vea si te han hecho daño.
Li Wei Yang sonrió con dulzura.
–Madre, no me han hecho nada. Mira. – Se dio la vuelt apara mirar risueña a Li Xiao Ran. – Padre, soy he sido impía y he hecho que te preocupases.
Da Furen pensó que la joven sólo pretendía estar tranquila, por lo que continuó echándole sal a las heridas.
–Wei Yang, no sufras tus penas sola. Puedes contármelo, haré algo por ti.
¿Penas? Li Wei Yang sonrió con frialdad. Contempló el repulsivo rostro de Da Furen y pensó que no tenía nada que decirle a esa animal.
–Te preocupas por nada; no me han hecho ningún daño.
Da Furen la miró a los ojos y quiso continuar atacándola, pero vio que en su mirar sólo había hielo. Sintió un escalofrío invisible, como si estuviese ante la estatua de algún templo, aterrorizándola. Li Wei Yang sonrió y su mueca se clavó en el corazón de Da Furen.
–Wei Yang, ¿de verdad estás bien? ¿Cómo has vuelto?
Los secuestradores no podían haberla traído voluntariamente, así que Li Xiao Ran la interrogó. No quería escuchar las palabras de Da Furen, pero debía saber cada detalle del asunto para poder prepararse.
Li Wei Yang comprendió la intención de su padre y no respondió de inmediato. Sonrió y, de repente, hizo como si se acabase de acordar de algo.
–Oh, sí, padre. Tengo que pedirte que prepares un regalo para la princesa Yonging y el séptimo príncipe de mi parte, si no fuera por ellos no habría podido volver.
La expresión de Da Furen dio un cambio radical.
–¿Qué has dicho?
Li Xiao Ran se levantó, atónito. Li Wei Yang, por su parte, levantó las cejas inocentemente.
–¿No lo sabes, padre? Ay, vaya una estoy hecha, sólo estoy hablando con madre y encima se me olvida mencionar lo más importante. Ayer un grupo de gente que no conocíamos ni sabíamos de dónde venía apareció de la nada y nos arrebató el carruaje. Los soldados nos defendieron, pero nos ganaban en número. Casualmente, el séptimo príncipe pasaba por ahí y nos echó una mano, ¡qué heroico! Cuando los criminales se retiraron, el príncipe vio que Li Min De estaba herido y nos envió a la residencia de la princesa Yongning para atenderle. La princesa nos permitió pasar la noche allí y hasta fue a buscar a un médico para Min De. Hemos tenido mucha suerte, si no fuera por su ayuda, no habría podido volver sana y salva.
–¿El séptimo príncipe te ha salvado? – Li Xiao Ran estaba loco de júbilo.  Li Wei Yang asintió. – ¿Y la princesa te dio cobijo? – Li Wei Yang continuó asintiendo. – ¿De verdad?
Li Wei Yang sonrió.
–¡He vuelto en el carruaje de la princesa, padre! – Dicho esto, sonrió a su madrastra con dulzura. – He sobrevivido por suerte. Si de verdad me hubiesen secuestrado los bandidos, no me habría atrevido a volver y me habría suicidado para guardar mi inocencia. Madre, he vuelto sana y salva, ¿por qué no pareces muy feliz?
–¡No, es imposible! Tiene que ser mentira. ¿Cómo puedes desaparecer una noche entera y que no pase nada? – Dijo Da Furen perdiendo las formas.
Se suele decir que cuánta más esperanza hay, peor es la decepción. Da Furen había creído que podría aprovechar esta oportunidad para deshacerse de Wei Yang por completo, y sin embargo, había vuelto sin ningún daño. ¡Tenía tanta suerte que era difícil de creer!
El rostro de Li Xiao Ran cambió de color.
–¿Qué dices? ¡Cállate!
Da Furen se quedó pasmada y empalideció. Fue entonces cuando se percató que había perdido las formas.
Li Xiao Ran había estado nervioso y furioso, pero ahora todas esas emociones se habían convertido en alegría. El séptimo príncipe había salvado a Li Wei Yang y la había dejado quedarse en la residencia de la princesa. El impacto de esas dos noticias excedía a su desaparición. No obstante, el cambio repentino les dejó sin saber qué hacer.
Li Wei Yang pareció darse cuenta y sonrió.
–Sí, la princesa me ha regalado esta horquilla por haber tenido una experiencia tan horrible por culpa del banquete. – Dicho esto, se señaló la horquilla.
Li Xiao Ran suspiró aliviado. Era una verdad sorprendente. Después de eso, miró a Da Furen furtivamente. Da Furen se sorprendió y la niebla misteriosa desapareció de su mirar.
–Wei Yang, – se obligó a sonreír. – eres muy… afortunada.
Li Xiao Ran también sonrió.
–Wei Yang, tu madre está demasiado feliz. – dijo tranquilamente.
Da Furen debía estar terriblemente decepcionada por no haberla podido enviar a una muerte segura. Su corazón era tan venenoso como las serpientes, y era muy malévola. Sin embargo, Li Wei Yang sonrió: ella era igual.
–Sí, Wei Yang. Estoy muy feliz, perdóname. – Sus palabras sonaron muy poco naturales, como si tuviera algodón en la garganta.
–Madre, no hace falta que te pongas así. Los cielos son los que me han concedido esta suerte, no se puede parar. – Aunque Li Wei Yang habló con modestia, sus palabras tenían espinas.
Los ojos de la joven eran oscuros como el agua de un pozo. Miraba a Da Furen como un fantasma de un arroyo envuelto en llamas azules del Valle de la Muerte.
–He tenido suerte de sobrevivir. Si el séptimo príncipe no hubiese estado ahí… – Li Wei Yang habló con tranquilidad. – Mucho me temo que habría muerto en la naturaleza y me habrían comido los perros.
Sinceramente, Li Xiao Ran había sentido que la muerte de Li Wei Yang habría afectado a la reputación de su familia y que daba mala suerte. Pero ahora, era una muchacha con demasiada buena fortuna. Sus expresiones faciales cambiaron, bajo la atenta mirada de Li Wei Yang, mientras reflexionaba en todo aquello.
–¿Dónde está Lao Furen?
–Padre, tranquilo. Ahora mismo iré a informar a Lao Furen.
Li Xiao Ran asintió con la cabeza mientras observaba cómo se marchaba Li Wei Yang. Justo después, se giró y miró de mala manera a su esposa. No podía creerse lo intolerante y mala mujer que era. Era la madre de la residencia y, pesé a ello, no dejaba de buscarles problemas a las hijas de sus concubinas. Li Xiao Ran no le exigía que tratase a los otros niños como si fueran suyos, pero al menos, que de cara afuera lo pretendiera. Verla expresar semejante resentimiento le dio un escalofrío. Da igual cómo fuera Li Wei Yang, seguía siendo sangre de su sangre. Que Da Furen usase una oportunidad como esta para deshacerse de ella, le había decepcionado amargamente. En la corte se estrujaba el cerebro para que nadie notase sus verdaderas intenciones y, a pesar de todo, su virtuosa esposa se dedicaba a destrozar su reputación a sus espaldas. ¡Qué decepción!
Expresó su insatisfacción con un sonido, se dio la vuelta y se marchó sin darle tiempo a Da Furen a explicarse. Entonces, justo delante de la puerta, se detuvo.
–¡No olvides preparar el regalo!
Da Furen se quedó de piedra, su rostro se llenó de resentimiento pero, impotente, contestó:
–Sí.

*        *        *       *       *

Lo primero que hizo Li Wei Yang fue ir a la residencia de Lao Furen para explicarle lo sucedido. Después, volvió a sus propios aposentos.
–Xiao jie – Bai Zhi se relajó por fin. – menos mal que eres tan lista y has ido a la residencia del séptimo príncipe para que te ayude a prepararlo todo.
–Da Furen no iba a dejar escapar esta oportunidad, ¿cómo iba a dejar que lo consiguiera?
Li Wei Yang ya había confirmado que ayudar a Tuoba Yu era la opción correcta. Era del tipo de persona que devolvía los favores a aquellos que le ayudaban y, además, los resultados eran inmediatos. Antes de volver a la residencia de los Li se había lavado, vestido e incluso preparado a fondo.
–Básicamente, lo que quería hacer Da Furen era robar durante un incendio…
–Siempre ha sido este tipo de persona…
Mo Zhe informó de repente:
–¡Xiao jie, ha venido Qi Yiniang!
Li Wei Yang se quedó estupefacta.
–Madre…
–Wei Yang… – Qi Yiniang se acercó a prisa y la abrazó entre lágrimas.
Li Wei Yang no pudo ni llorar, ni reír al ver a su débil madre. No sabía qué hacer. Bai Zhi, que estaba a su lado, corrió a sujetar a Qi Yiniang con cuidado.
–Yiniang, no se preocupe. Xiaojie ha vuelto sana y salva, ¿no?
Qi Yiniang tenía los ojos hinchados, hecho que demostraba lo preocupada que estaba. Cuando se enteró de lo acontecido corrió al encuentro de su hija.
Li Wei Yang le explicó lo que había ocurrido gentilmente. La versión que le contó era parecida a la que les había dado a Da Furen y a Li Xiao Ran, pues no quería preocuparla.
–Así que eso es lo que ha pasado… – Qi Yiniang suspiró aliviada al escuchar que su hija había pasado la noche en casa de la princesa.
La buena mujer había creído que Li Wei Yang debía estar pasando por terribles sufrimientos.
–Xiaojie quería volver… – BaiZhi sonrió.
–Pero rechazar la generosidad de la princesa fue difícil… – Añadió MoZhu.
Li Wei Yang se limitó a reír.
–No ha sido para tanto. La princesa se sintió mal porque tuve que pasar por algo así por ir a su banquete… Al principio iba a enviar a alguien para avisar, pero ya era demasiado tarde y pensé que haciéndolo sólo conseguiría asustar a Lao Furen y al resto… – Li Wei Yang habló mientras contemplaba la tristeza que todavía quedaba en el rostro de Qi Yiniang y se sintió un poco culpable. – Es culpa mía, te he preocupado.
Qi Yiniang tenía lágrimas en los ojos, asintió y sonrió. Suspiró y mostró su alegría. Pero las líneas rojas de los ojos de Li Wei Yang la inquietaban.
–Soy una inútil y no puedo protegerte.
Una pizca de calidez invadió el corazón de Li Wei Yang.
Sinceramente, tenía un sentimiento malquistado hacia Qi Yiniang. A pesar de que era su madre biológica, en su vida anterior había muerto muy joven, y tampoco se había criado a su lado por lo que nunca le tuvo gran afecto. En su segunda vida no sabía cómo interactuar con ella, ni qué hacer. Pero aquel día, verla llorar por ella con semejante honestidad le hizo sentirse culpable. Su expresión era cálida como el jade, y brillante como las estrellas.
–Madre, ya te lo dije. Desde ahora la que te va a proteger voy a ser yo.
Qi Yiniang observó a su hija con las emociones en crescendo.
–Wei Yang, no vayas a por Da Furen, te hará daño.
Tan shi era una mujer débil y lo único que deseaba era que su hija estuviese a salvo y se casase en una buena familia. No quería que le pasase algo a Wei Yang por culpa de lo despiadada que era Da Furen.
–Madre, en la vida uno se encuentra con cambios y giros. Nadie sabe lo que va a pasar al día siguiente. He elegido este camino y no pienso retroceder sin importar las dificultades o el peligro. No te preocupes, me he preparado bien. Además, aunque yo quisiera retractarme, los demás no me dejarían. No hay nada que temer a vivir de corazón y abiertamente…
A diferencia de Da Furen, Li Wei Yang no le temía ni a la muerte, ni a la vida y, precisamente por eso, vencería.
Qi Yiniang pensó en la terquedad y determinación de su hija que superaban la suya como ausente.
–Wei Yang… – Empezó. – Te apoyaré.
Li Wei Yang no pudo evitar esbozar una sonrisa y sentirse encantada al escuchar tales palabras de su débil madre. La sensación de tener una familia a tu lado era maravillosa.

*        *        *       *       *

La noticia de que el séptimo príncipe había salvado a Li Wei Yang de un ataque se extendió por la Capital rápidamente, dando celos a las jóvenes de alta cuna. Todo el mundo decía que Anping Xianzhu tenía mucha suerte. Raramente atacaban carruajes y, cuando le tocó a ella, el querido hijo del Emperador le salvó. Por supuesto, también habían otros rumores, hasta había algunos que sospechaban de la apariencia de los bandidos, incluso algunos decían que LI Wei Yang lo había preparado todo para acercarse el príncipe. Los rumores estaban por todas partes, pero a Li Wei Yang le importaban bien poco, después de todo, en comparación con haber perdido su castidad, estas habladurías no eran gran cosa. Da igual lo violenta que fuera una tormenta, ni Tuoba Yu, ni Wei Yang respondieron a nada. Desde aquel día no volvieron a mantener contacto y, con el tiempo, el incidente fue cosa del pasado.
Li Zhang Le, al enterarse al principio, pensó que Li Wei Yang caería en la ruina, nunca imaginó que la joven sería capaz de transformar una calamidad como esa en una bendición. Se puso furiosa, se sintió impotente e infeliz.
Tan Xiang notó su semblante pálido y le insistió:
–Xiaojie, ¿por qué no salimos a dar un paseo ahora que han florecido todas las flores del jardín?
Li Zhang Le la miró con frialdad y Tan Xiang se asustó.
–Yo-…
La criada tenía buenas intenciones.
Li Zhang Le vio la luz de la primavera. Últimamente le dolía más y más la cabeza, sobretodo cuando Li Wei Yang pasaba por su lado y la enfurecía todavía más.
–Vamos, da igual.
Li Zhang Le se llevó a Tan Xiang y al resto al jardín y vio a una belleza sentada en el pabellón octagonal a lo lejos. Frunció el ceño y preguntó:
–¿Quién es esa?
Tan Xiang echó un vistazo y respondió con precaución:
–Es la nueva esposa de Lao Ye, Jiu Yiniang.
¿Jiu Yiniang? ¿La mujer que su padre había traído a casa sin avisar a su madre con antelación? Li Zhang Le la miró desde lo lejos y frunció el ceño. Yun Ji era de Changzhou y había oído que cantaba en una opera china. ¿Estaría loco su padre? Mira que traer a una mujer de semejante calaña.
Li Zhang Le se dirigió hacia Yun Ji con Tan Xiang. Las otras criadas quisieron avisar a su señora, pero la expresión fría de Li Zhang Le las asustó.
Yun Jin levantó la cabeza y, al darse cuenta de que Da xiaojie acababa de llegar, se apresuró a levantarse.
Li Zhang Le sonrió, entrecerró los ojos y miró lo que la mujer tenía entre manos con una sonrisa.
Yun Ji tenía un bolsito de brocado en su mano nívea. Tenía dos flores de loto bordadas y pequeñas joyitas. Aunque el trabajo era exquisito, a simple vista se veía que estaba hecho con materiales baratos y que era viejo.
–Qué bonito. – Li Zhang Le sonrió, aunque no mostró ninguna emoción.
Yun Ji estaba muy alarmada. Lo único que había querido había sido admirar el paisaje, pero la escena le había recordado memorias del pasado e, inconscientemente, había sacado el bolsito que siempre llevaba consigo. Pensaba que alguna criada se lo diría, pero ninguna le avisó de la llegada de Da xiaojie. No sabía lo que Li Zhang Le había visto pero, un bolsito no significaba nada. Se esforzó por sonreír y fingió tranquilidad.
–Sí, me lo cosió mi madre. Siempre lo llevo, es como un amuleto protector.
Li Zhang Le era una persona muy sensible y continuaba pensando que el bolsito debía ser un regalo de algún hombre – el simple pensamiento la emocionó.
–No hace falta que te controles, te has casado y ya somos familia.
Viendo que no le iban a hacer más preguntas, Yun Ji escondió el bolsito. Li Zhang Le pretendió no darse cuenta y sonrió.
–Jiu Yiniang, Changzhou está muy lejos, ¿no piensas en tu casa?
Yun Ji abandonó su casa y había estado viajando con el grupo de teatro. Apenas recordaba a sus padres, por lo que no echaba de menos ningún hogar. Todo el mundo la había despreciado siempre por ser actriz. Entonces, la enviaron al banquete del ministro Lou para actuar y le gustó a Li Xiao Ran que se la trajo consigo. Pero en la residencia de los LI no la respetaba nadie; todo el mundo la llamaba “actriz de poca monta” a sus espaldas. Pero esta Da xiaojie era distinta, le estaba sonriendo con sinceridad, así que, por un segundo se quedó maravillada y no supo cómo responderle.
Li Zhang Le cambió de tema.
–Eres muy hermosa. Padre te amará y no tendrás que volver a vender tus actuaciones y vivir de cualquier manera.
Yun Ji sonrió con amargura, lo que significaba que no aceptaba sus presuntas buenas intenciones.
Li Zhang Le sonrió y, entonces, continuó cambiando de tema para distraer la atención de Yun Ji. Media hora después, Yun Ji empezó a tener una buena impresión de Da xiaojie y, cuando se despidieron, decidieron quedar otro día para hablar.
A Tan Xiang la situación le pareció extremadamente extraña. Da Xiaojie parecía ser una persona amigable, pero en realidad, era alguien arrogante. Jiu Yiniang era de baja cuna, ¿cómo podía ser que su señora hubiese hablado con ella con tanta alegría? ¡Era muy raro!
Li Zhang Le sonrió viendo como la figura de Yun Ji desaparecía por los jardines, se levantó y dijo:
–Vámonos.
Tan Xiang, viendo a su señora sonreír, bajó la cabeza y siguió a Li Zhang Le a la residencia de Da Furen donde estuvo hablando con su madre una media hora.
Al salir, su rostro rebosaba sonrisas, aterrorizando a Tan Xiang. Cada vez que Da xiaojie sonreía significaba que alguien iba a tener mala suerte. ¿De quién se trataba esta vez?  Jiu Yiniang no podía hacer tan feliz a Da Xiaojie.

*        *        *       *       *

Medio mes después, Da Furen llamó a Li Xiao Ran. Li Xiao Ran acababa de volver a la residencia y dijo que tenía algo urgente de lo que encargarse en la biblioteca. Da Furen le esperó hasta la noche, pero no le vio. Una vez más, envió a alguien a buscarle, pero, hasta un buen rato después, no le vio aparecer por la puerta. Se le acercó para ayudarle a quitarse la chaqueta, observó su expresión y habló risueña:
–Dentro de dos días será el cumpleaños de Jiu Yiniang, había pensado en hacer algo para animarla.
Li Xiao Ran alzó la vista y miró de reojo a Da Furen. La mujer estaba nerviosa, pero en su rostro continuaba estando esa encantadora sonrisa suya.
Li Xiao Ran no encontró nada raro, rechazó su mano y le contestó con tranquilidad.
–Vale, tengo otros asuntos que atender. Descansa.
–He preparado unos cuantos dulces. Pruébalos, Laoye. – Dijo Da Furen.
–No. – Li Xiao Ran sacudió la cabeza, se dio la vuelta y se marchó hacia la residencia de Jiu Yiniang.
La criada Lin miró a Da Furen inquieta. Da Furen rio con frialdad y mostró una sonrisa afilada. Nadie tocó los manjares de la mesa y el aroma dulce se mezcló con el frío del aire.

*        *        *       *       *

Bai Zhi le explicó a Li Wei Yang todo lo que había sucedido en la familia Li durante los últimos días. Le informó, siguiendo sus órdenes, de todos los incidentes, tanto los grandes, como de los pequeños, incluyendo la conversación amigable de Jiu Yiniang y Da xiaojie, y de que Da Furen estaba preparándole una fiesta de cumpleaños a la nueva concubina.
–Xiaojie, parece que Da Furen quiere tener a Jiu Yiniang de su lado. – Continuó la criada.
Li Wei Yang sonrió y sacudió la cabeza.
–Si no puede controlar a las concubinas de su marido como madre de la familia, se deshará de ellas. Si Yiniang y Liu Yiniang son difíciles de manejar, y padre está favoreciendo a Jiu Yiniang hasta el punto que ni siquiera se le ve la cara por otros sitios. ¿De verdad crees que Da Furen la dejará seguir viviendo?
Bai Zhi se quedó pasmada.
–Xiaojie, ¿quieres decir que-…?
–Jiu Yiniang no satisface su apetito. Lo mejor sería clavarle una espina en la piel.
La luz de la vela iluminaba los manzanos que había cerca de la ventana y que creaban una sombra en le rostro de LI Wei Yang, como si llevase un velo.

*        *        *       *       *

La criada Lin anduvo por los pasillos cuando la luz del sol brillaba por las paredes del patio. No pudo evitar fruncir el ceño. Las criadas la vieron caminar a prisa con unas cuantas criadas fuertes detrás de ella.
–¿Dónde va? ¿Por qué tiene tanta prisa? – Las más jóvenes cuchicheaban entre ellas.
–¿No lo sabes? Jiu Yiniang va a celebrar su cumpleaños y Da Furen lo está preparando. Han traído de todo: telas, sedas, platos antiguos… ¡Furen la trata muy bien!
–Sí, a Si Yiniang le ha cambiado el color de la cara y Liu Yiniang ha cerrado las puertas. ¡Nunca han tratado a ninguna como a Jiu Yiniang!
–¿Quién le mandó a Lao ye favorecerla? No lo habéis visto, pero la favorece muchísimo. Ha estado yendo a su residencia durante medio mes. Jiu Yiniang no se ha puesto ninguna de sus prendas de opera desde que se casó, Lao Ye le ha comprado ropa nueva hecha específicamente para ella y le hace cantar para él en privado.
–¿Qué? ¿No lo sabías? – Añadió otra de las criadas. – La criada Zhou de la puerta de al lado me ha dicho que Jiu Yiniang no es una cualquiera. Me ha dicho que es joven, hermosa y que sabe complacer a los hombres. ¡Qué sabréis vosotras!
Todas las criadas se callaron de repente y se quedaron mirándose entre ellas al ver a Li Wei Yang pasar por el jardín. Li Wei Yang sonrió y dijo:
–Dispersaos y tened cuidado, si la criada Liu os oye os castigará a todas.
Las criadas se pusieron contentas y se separaron rápidamente. San xiaojie era una buena persona y no solía regañar al servicio, no como Wu xiaojie que se chivaba a sus espaldas.
Li Wei Yang observó cómo la figura de la criada Liu desaparecía por los pasillos. No pudo evitar fruncir el ceño. Esta vez no tenía ni idea de qué estaría preparando Da Furen para la fiesta de Jiu Yiniang.
Tal vez estaba pensando demasiado las cosas…

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