Capítulo 48

diciembre 11, 2017

Ye CanSheng y yo nos pasamos más de medio día haciendo vago en el sofá. Casi al anochecer recibe una llamada y se pone serio. Junta las cejas mientras se levanta para marcharse: algo debe de haber pasado.
Nunca le había visto una expresión tan ansiosa.
En ese momento, me apoyo contra la pared de la entrada y miro como se va. Por algún motivo que ignoro, justo cuando está a punto de cerrarse la puerta, de repente se detiene y da grandes zancadas hasta situarse delante de mí. Me levanta la cabeza y, sin decir nada, me muerde los labios.
–Espérame.
Justo aquí y ahora, presiento que las cosas no son tan simples como de costumbre. Y ahora, que son las ocho según el reloj que tengo en frente, todavía no ha vuelto. No tengo ningún método de comunicación y tampoco puedo salir. Todo lo que puedo hacer es dar vueltas por la cama. Normalmente ya habría vuelto…
No habrá pasado nada, ¿no…?
Maldita sea.
Tiro un cojín contra la pared que tengo delante. Estoy extremadamente irritado. Mi corazón late ansioso. Por mi pecho, huesos y extremidades se extiende una sensación de nerviosismo constante.
Cacahuete, que está a mi lado, y yo nos ponemos rígidos a la vez.
¿Qué ha sido ese ruido? Es la puerta abriéndose, ¿ha vuelto? ¿Por qué estoy tan inquieto?
Ye CanSheng siempre me llama cuando vuelve, es imposible que esté tan callado. En esta casa sólo hay un perro y un humano, yo soy el humano y el perro está a mi lado. ¿Cómo puede ser que se oigan otros ruidos?
¿Un ladrón?
Me aferró a Cacahuete y salgo de la cama. Ni siquiera soy lo suficientemente valiente como para encender las luces. Busco a tientas la apertura de las escaleras.
Anoche fue una noche de amor y hoy ha sido un día de hacer el vago entre los brazos de CanSheng, así que hasta en estos momentos siento como si estuviera flotando en el aire por la falta de ejercicio. Aunque mis pasos no son muy estables, son silenciosos porque no llevo zapatos.
A mitad de las escaleras, veo que la puerta está abierta. ¡Alguien la ha abierto!
Cacahuete se siente incómodo entre mis brazos. Escanea la habitación con los ojos y gimotea. Cacahuete no reaccionaría de esta manera si se tratase de CanSheng, por lo que es un desconocido.
Estoy sorprendido. ¡El desconocido ya está dentro de casa! Soy quien conoce mi cuerpo mejor, a no ser que tenga mucha suerte, es imposible que pueda ganar.
Le tapo la boca a Cacahuete para que no ladre y, entonces, empiezo a retirarme lentamente con la esperanza de que sólo sea un ladrón y no tenga ganas de hacerle daño a nadie.
Subo las escaleras, una a una, sin respirar. Oigo el sonido de unos pasos abajo. ¡Hay más de una persona! ¡Maldita sea! ¡¿Por qué CanSheng todavía no está aquí?! Tampoco me ha dado un móvil, así que ahora…
Antes de poder terminar el hilo de mis pensamientos, encienden las luces de casa. Mi cuerpo tiembla y me quedo totalmente en blanco al ver la persona que está justo a los pies de la escalera. Estoy alerta y cada célula de mi cuerpo se estremece.
¡ShangFan!
Debajo de la luz, el hombre está increíblemente tranquilo, con una apariencia digna y perezosa. Tiene el pelo peinado hacia atrás y frío. Lleva ropa muy de calle en lugar de uno de sus trajes bien planchaditos. Su camiseta le hace parecer más misterioso.
¿Por qué está aquí? Es imposible, esto es imposible…
Me tambaleó hacia atrás y caigo en la segunda planta, aturdido. Cacahuete salta de mis brazos, mira de mala manera a ShangFan y le enseña los dientes mientras le ladra ferozmente.
El hombre que hay abajo se limita a subir con una sonrisa.
–Ven conmigo.
Rechino los dientes enfadado. ¿Por qué molestarse en ir de fino? Se ha colado por la puerta.
–¿Puedo negarme?
–Claro que no.
Quiero hacer esa sonrisa falsa añicos.
Me arrastro por el suelo, es demasiado tarde para hacer nada a no ser que pare el tiempo. Pero ese tipo de esperanzas son realmente escasas cuando me enfrento al hombre que tengo delante. El hecho de que haya encontrado este lugar y que haya entrado en él tan abiertamente significa que ya debe tener un control absoluto de la situación. ¿Qué se supone que voy a hacer?
¡Maldita sea!
El hombre sube las escaleras una a una, cada paso amenaza mi corazón. Está lleno de seguridad, sin embargo, yo retrocedo poco a poco.
La opresión innata de ShangFan me hace querer escapar. Y la verdad, es lo que hago. Me doy la vuelta y corro a mi habitación antes de cerrarla. Por ahora, cada segundo que pueda ganar cuenta.
–¡No me pienso ir! – Grito. – ¡Esta no es tu casa! ¡Idos tú y tus hombres!
Repaso la habitación con la mirada y la posó en una lámpara que hay al lado de la mesa.
–Jajaja…
Su voz resuena fuera del cuarto.
–¿Crees que esta vieja puerta podrá pararme sabiendo que he traído a tanta gente?
Por supuesto que sé que no. ¡Pero no pienso dejarme secuestrar sin oponer resistencia!
Cojo la lámpara de la mesita de noche y espero al lado de la entrada mientras escucho los sonidos de fuera con nerviosismos.
Oigo los pasos de los que suben por las escaleras y el pomo de la puerta empieza a retorcerse. A los pocos segundos, la manecilla se mueve más y más, va a entrar.

Estoy tan nervioso que me sudan las palmas de la mano. Estudio la distancia entre la pared y la puerta. Estoy demasiado asustado como para parpadear. ¡Desearía poder dejar a este tío inconsciente! 

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