Capítulo 53

diciembre 25, 2017

No puedo evitar preguntárselo a pesar de que sé que puede decir que Ye CanSheng ha muerto para acabar con todas mis esperanzas. Así es débil es el corazón humano. Lo que parece unas tenazas vuelve a penetrarme causándome gran dolor.
–¿Ye CanSheng? – Lo dice otra persona. Su pronunciación es tan diferente que parece provenir de otro mundo.
–Ugh…
Arqueo el cuello hacia atrás. No siento placer ni excitación ninguna, sólo ataques de tristeza constantes y agonía.
–No te preocupes, ah, tiene mucha suerte. ¡No ha muerto ni en semejante alboroto!
No pensaba que me lo diría. Le miró aturdido. ¡No ha muerto! ¡Sigue vivo! ¡CanSheng, rápido! ¡Ven y llévame a casa!
–No pongas esa cara esperanzada.  ¡Me das ganas de violarte una y otra vez!
Me duele la rodilla por el rato que lleva doblada. No siento nada de cintura para abajo, sigo entumecido. Hay algo que entra y sale sin parar, y el sonido constante del choque de carne resuena detrás de mi oído.
–¿Por qué…? ¿Tú…? Ay… Ah… – Mi cuerpo se levanta y cae, y no consigo pronunciar una frase completa.
Lo único que pueden ver mis ojos son las cortinas que se mecen y el cabello negro de ShangFan.
Casi parece mostrar algo de consideración. ShangFan me repasa el cuerpo sudoroso, me abraza, sentándome sobre sus piernas, y detiene sus movimientos. Lo que tengo en mi cuerpo entra más adentro. Es como si una corriente eléctrica fluyese desde mi espalda. Me quejo débilmente.
–¿No tienes curiosidad por saber por qué no te he mentido y te he dicho que no ha muerto?
Me levanta las piernas y mi corazón se petrifica.
–Para, ay…

*         *        *        *        *

Pasó hace mucho tiempo, y también se trata de los momentos que no pienso olvidar sin importar los años que pasen.
En una ciudad antigua, bajo el sol, él estaba sentado debajo de un árbol y observaba el cielo. Las mariposas revoloteaban por delante de sus ojos y, ni siquiera las hojas del libro que se movían a su lado, lograban reclamar su atención.
Los mechones de su cabello negro eran suaves, brillantes y se rizaban un poco alrededor de las orejas. Había un par de gafas negras sobre el arco de su nariz que relucían bajo los rayos del sol. Nadie se hubiese imaginado que se trataba de un profesor de universidad.
Se llamaba Fang FuSheng, pero yo le llamaba XiaoFu. Era el hombre del que me enamoré en la universidad y en toda mi vida.
Los adolescentes se rebelan, sobretodo en la universidad.
Conocí a compañeros de clase exactamente como yo y, al mismo tiempo, le conocía a él que era diferente a la multitud. No era como los profesores normales y sus comentarios gastados y estereotipados. Su unicidad y despreocupación me atrajeron siempre. YunSheng también tiene este rasgo suyo.
Después de acabar con los ojos hinchados y la cara amoratada por una pelea, él se limitó a echarme un vistazo antes de volverse hacia su escritorio y preguntar:
–¿No te duele?
–No te jode. Me sale sangre, ¿cómo no me va a doler?
Recuerdo no tratarle con una actitud amable en aquel entonces, porque predije que me regañaría y me advertiría que no debía pelear si no quería que me expulsasen y demás. Todos eran iguales.
–¿Por qué te has peleado? – La pregunta que todos los profesores preguntaban.
–Porque estaba de malhumor.
–Eres bastante fuerte si has podido contra diez personas tú solo. Tienes madera de líder.
–¿Eh?
–Sin embargo, – en ese momento, su mirada pasó de su escritorio a mí. – dejar que descubra que tienes heridas graves y que te has peleado con un grupo es de imbéciles.  – Sus ojos eran serios. No me culpaban, pero albergaban una atentación increíble. – Sé que te suelen recibir con puñetazos y patadas porque eres más joven que ellos y que tienes unos antecedentes buenos. No obstante, eso no significa que puedas ir a por ellos tú solo. – Su tono era suave, pero al mismo tiempo, severo. – No me molestaré demasiado en decirte si tu método para arreglar los problemas está bien o mal, pero antes de que hacer algo tienes que considerar, primero: tus posibilidades de ganar. Dos: si puedes mantenerlo en secreto. Tres: cómo apañártelas con el desenlace. Aunque odies tanto a tu familia, pensándolo de otra manera, ¿no es un atributo que puedes utilizar? Si usas bien esa ventaja que tienes, tendrás éxito. – Me miró con total seriedad y añadió. – Espero que te conviertas en el delegado de mi clase.
Dijo el delegado de mi clase, no el delegado de estaclase.
Eso sucedió en mi primer año de universidad. Tenía diecinueve años. También fue la primera lección que me enseñó y la primera vez que respeté a un profesor. Por aquel entonces, para mí era un ser único y misterioso.
Me hizo darme cuenta de que necesitaba tener mi propio poder.
Cambié en medio año. Atraje gente, me encargué en privado de aquellos que daban problemas, superé al delegado que había y le sucedí. La primera semana estuve muy nervioso, pero, al mes, me di cuenta de que me habían engañado.

No te das cuenta de lo confusa que es una persona hasta que eres el más cercano a ella. 

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