Capítulo 63

diciembre 15, 2017

Li Shi Qing se levantó y ocultó su expresión en las sombras.
–Qing Ye… Qing Ye… – Liu Zi Cheng tartamudeó detrás de él, como si todavía no se hubiese recuperado de la sorpresa. La espalda de Li Shi Qing le parecía exhausta.
Li Shi Qing suspiró, recogió la pistola y dijo lentamente.
–No me lo esperaba…
–Yo tampoco. – La voz de Liu ZI Cheng volvió a resonar. Sin embargo, esta vez no era ahogada, sino albergaba peligro y estabilidad mientras se acercaba al lado derecho de Li Shi Qing.
Un incidente desprevenido apareció de repente.
Li Shi Qing no tuvo tiempo de reaccionar antes de que un objeto helado le presionase la parte trasera de la cabeza. Al mismo tiempo, aunque un poco antes, los cuatro hombres que habían traído a Xiao Li también se movieron. Ding Yong alcanzó su pistola, pero los otros dos hombres fueron más agiles y le apuntaron directamente. Al parecer, Xiao Li también se había preparado antes, pero apuntó su pistola a Li Shi Qing.
Incluyendo la de Liu Zi Cheng, habían aparecido cuatro pistolas simultáneamente y un “click” resonó por el almacén cuando todos quitaron el seguro.  Entonces, Liu Zi Cheng abrió fuego.
La bala debería haber hecho un agujero en la parte trasera de la cabeza de Li Shi Qing, pero él apartó la cabeza y sólo le hizo un arañazo. Entonces, esquivó y meció el cuerpo apuntando a Liu Zi Cheng. El antiguo maestro y discípulo se estaban apuntando mutuamente con los ojos fríos como el hielo.
Xiao Chen avanzó un paso, y a pesar de que Li Shi Qing le estaba dando la espalda, parecía que le podía ver con total claridad, pues sonrió. Liu Zi Cheng miró a Xiao Chen y le hizo una señal para que parase de apretar el gatillo.
–Qing Ye, tus habilidades son innegables. – Liu Zi Cheng le miró y rio. – Sin embargo, somos cuatro contra dos, no creo que sea una estrategia muy inteligente.
Li Shi Qing no le prestó atención a la sangre de su cabeza, sólo apuntaba al estómago de Liu Zi Cheng con una sonrisa.
–Bueno, ya veremos si aprecias tu vida o no.
–¿De verdad vale la pena tanta molestia? – Liu Zi Cheng hablaba con una pizca de cariño y sujetaba la pistola con un control admirable. – ¿O acaso ganas algo de que muramos los dos? Has sido muy amable dejando morir a Xiao Li con dignidad, pero nosotros no tenemos ese sentimiento hacia ti. ¿Qué te parece esto? Voy a bajar el arma, y te dejaremos morir en paz, evitaremos que mueras de una forma tan, tan horrible.
–¿Te crees que soy un niño? – Li Shi Qing hizo una mueca y ambos cayeron en un punto muerto.
La escena se tensó mentalmente. La risa de Li Shi Qing rompió el silencio.
–Eres muy digno de esgrimir una pistola.
–Qing Ye, me halagas. – exclamó Liu Zi Cheng riendo relajado. – Dame la pistola.
Li Shi Qing suspiró y le miró directamente.
–Zi Cheng, desde que eras un mísero miembro de la banda, hasta ahora, nunca te he hecho nada por lo que tenga que disculparme.
–¿Qué es esto, Qing Ye? – Liu Zi Cheng mostró su superioridad, retrasando el tiempo felizmente. – ¿Hay algo por lo que uno tenga que disculparse en la mafia? ¿Tú no usaste el mismo método para ganar el poder?  Sólo soy un discípulo que sigue tus pasos. Qing Ye, deberías alegrarte de esto. Además, todavía eres joven. ¿Por qué sería tan impaciente si fueras viejo como Sun Ze Yu o Lu Wu?
Li Shi Qing le observó.
-¿Por qué has incriminado a Xiao Li? – preguntó con lentitud. – Pensaba que de quien tenías que protegerte era de Yan Ming.
Liu Zi Cheng estalló en carcajadas.
–Yan Ming no me ha preocupado nunca. Todo lo contrario, has ido mimando a Xiao Li más y más, hasta le has dado mi territorio a Lu Wu para compensar lo que él ha hecho. Si realmente hubiera estado contigo, ¿cuántas cosas habría perdido dado que ibas a morir? – Chasqueó la lengua. – Ahora, podéis morir el mismo año, el mismo mes y el mismo día. ¡Qué romántico! Baja la pistola, así los dos moriréis juntitos. Además, voy a ser tan amable de enterraros juntos. Qing Ye, ¿puede ser… que no estés dispuesto a hacerlo?
–¿Enterrarnos juntos? – Li Shi Qing resopló. – ¿No has preparado todo esto porque querías que muriese conmigo para que fuera más fácil incriminarnos?
Liu Zi Cheng se limitó a reír de buena gana.
–¿No es una buena situación? Qing Ye, ¿quién del grupo no sabe que quieres a Xiao Li? Digamos que te lo follas a la fuerza después de que él se negase. Entonces, se llena de ira y asesina a Da Gui para que Lu Wu y tú caigáis. Después, descubres la verdad y no te queda de otra que castigarle, sin embargo, en esa pelea caótica acabáis muriendo los dos. Tiene todo el sentido del mundo.
Li Shi Qing frunció el ceño con una mirada asesina. Liu Zi Cheng continuó provocándole y sonriendo al ver el cambio de sus emociones.
–Qing Ye, estate tranquilo. Aunque ese sea el caso, encontraré la manera de enterraros juntos. Cuando llegue el momento, todo el mundo hablará de ti como si fueras un héroe, pero al final, dirán que perdiste la vida por follarte a un hombre… Sencillamente, épico.  Puede que la gente se olvide de mí dentro de diez o veinte años, pero estoy seguro de que se acordarán del ridículo y pervertido líder de la mafia que fuiste.
El semblante de Li Shi Qing empeoró y sujetó la pistola con todavía más fuerza. Cuando Liu Zi Cheng vio la mano con el rabillo del ojo, dejó de hablar y continuó riéndose entre burlas. No obstante, Li Shi Qing también sonrió.
–¿Con quién trabajas? –Liu Zi Cheng se sorprendió momentáneamente. – Fan Peng y Feng Qiang no son tontos, y no me creo que Yan Ming no te parezca útil. Siempre os habéis estado controlando el uno al otro. Si te has atrevido a hacer esto es porque tienes a alguien detrás. Déjame adivinar, – entrecerró los ojos. – ¿Lu Wu o Sun Ze Yu?
Liu Zi Cheng sonrió espléndidamente y rio.
–¡Como se nota que llevas mucho tiempo en la mafia y no has muerto! Xiao Li tiene razón, el que más sospecha es el que más vive.
Li Shi Qing no les prestó atención a sus burlas.
–¿Así que trabajas con Lu Wu? ¿Qué beneficio sacas?
–¿Trabajar con alguien? Qing Ye, estás halagándome a mí y al territorio demasiado. – Liu Zi Cheng se alegró. – No trabajo con él, sólo me apoyó en Wu Ye.
–¿Desde cuándo?
–Cuando Luo Dong envió una mano para aquí, tuve la suerte de encontrarme con Wu Ye. Así es como me enteré de que tú te habías arrodillado delante de él, le eras obediente y controlabas tu cabreo. – Liu Zi Cheng rio un poco. – Si te seguía, sólo sería uno de los muchos jefes, pero si seguía a Wu Ye, la mitad de la ciudad sería mía. Empecé en esta ciudad así que conozco bastante cómo van estas cosas y, estoy totalmente seguro, que será una ciudad todavía más hermosa.
Li Shi Qing se limitó a exclamar un: “oh” y permaneció inesperadamente tranquilo, sin decir nada. El silencio que reinaba inquietó a Liu Zi Cheng, que frunció el ceño y le miró.
–¿Como no dices nada es que lo has aceptado?
–Es que ya he preguntado todo lo que quería saber.
Una sonrisa se formó en los ojos de LI Shi Qing y en sus labios. La sonrisa recuperó algunos de los recuerdos de Liu Zi Cheng y le hizo temblar de miedo.
Algo no va bien.
Un parpadeo de luz cruzó los ojos de Liu Zi Cheng y con el rabillo del ojo vio como Xiao Li estaba tumbado de lado en un charco de su propia sangre.
No, si le hubiese disparado en el corazón de verdad, no habría tan poca sangre.
De repente, apretó el gatillo, pero Li Shi Qing ya se había preparado para esquivarlo. A pesar de que la bala le dio en el brazo izquierdo, no le importó y aferró la pistola con fuerza. Cuando consiguió evitar caer de espaldas por el impacto de la bala, abrió fuego.
Xiao Li, que estaba en el suelo, hacía rato que se había tumbado de lado. Tenía una pistola en la palma de la mano y apuntaba a Liu Zi Cheng astutamente.
Xiao Chen, prácticamente al mismo tiempo, disparó a dos de los subordinados de Liu Zi Cheng, y así, Ding Yong pudo tomar su propia pistola, hecho que le permitió a Xiao Chen disparar a los otros dos hombres sin detenerse.
Obviamente, todo ocurrió en cuestión de segundos, pero dio la sensación de tardar una eternidad. El único sonido en el espacioso almacén era el de las balas volando por la estancia. Li Shi Qing continuó sonriendo hasta que se quedó sin balas, y dejó de apretar el gatillo cuando escuchó el sonido vació de su cañón.  Sus subordinados y los de Liu Zi Cheng cayeron muertos en una piscina de sangre.
Xiao Li jadeó y soltó la pistola mientras se levantaba, pálido.
–Qing Ye, ¿estás bien?
Li Shi Qing también se levantó, cubriéndose la herida del brazo.
–Sólo es una herida pequeña, pero tú-…
La enorme puerta del almacén se abrió de hito a hito en medio de su conversación y los hombres apuntaron con sus pistolas al hombre que entraba.
–Soy yo, no disparéis. – Era la voz de Yan Ming y, entonces, cinco sombras entraron.
Los hombres entraron al almacén, como si fueran una pared e iluminaron la estancia.
Ding Yong y Xiao Chen seguían sujetando las pistolas con firmeza, rehusándose a soltarlas.
–Qué lento eres. – Se burló Li Shi Qing.
–Tengo muchos hombres fuera para arreglar todo esto. – Yan Ming se acercó perezosamente con cinco subordinados, observando a Ding Yong y Xiao Chen entre risas. – Caray, ¿por qué tanta cautela?
Ding Yong y Xiao Chen le echaron un vistazo a Li Shi Qing, en busca de indicaciones. Sin embargo, Li Shi Qing estudiaba a Xiao Li. AL notarlo, los guardaespaldas se miraron entre ellos y bajaron las armas.
–No puede ser, tío… ¿De verdad le has disparado? –Yan Ming se agachó y le tocó el estómago a Xiao Li, haciéndole curvarse un poco. – ¿No habíamos acordado que sería una bolsa de sangre falsa y que usaríamos balas de mentira?
–Ha sido una bala especial, pero había demasiada poca distancia. – Li Shi Qing frunció el ceño y movió la vista. – Además, ¿cómo íbamos a engañar a Liu Zi Cheng con un truco tan barato?
–Qué pena. – Yan Ming se inclinó para examinar a Xiao Li y descubrió la capa de sudor frío que le recubría por el dolor enloquecedor. – Hasta tiembla.
–Vale. – Li Shi Qing le miró de mala manera. – Nosotros nos quedaremos aquí para ocuparnos de esto. Ding Yong llevará a Xiao Li al hospital.
–¡Seguiré tus órdenes, tío! – Yan Ming respondió traviesamente y se quedó en el sitio, sin moverse.
Li Shi Qing le echó un vistazo y se dio la vuelta, entonces, la situación cambió: les habían rodeado.
Los cinco hombres que habían entrado con Yan Ming habían tomado sus posiciones y estaban esperando a que se diera la vuelta. En cuanto vieron la señal, levantaron las pistolas a la vez y le rodearon con Ding Yong y Xiao Chen atrapados en medio.
–¡¿Yan Ming?!  – Li Shi Qing gritó enfadado.
Yan Ming soltó una risita y se quedó de pie detrás de él hablando sin prisas.
–Estaba esperando que Liu Zi Cheng y tú os matarais entre vosotros, porque yo mismo acabaría del que sobreviviera. Qué molestia, ¿a qué sí, Xiao Li?

Xiao Li se aferraba a la herida y se limitó a pronunciar un mero: “sí”.  

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