Capítulo 65

diciembre 15, 2017

Zhang Juan Juan ya había salido antes de que los estudiantes, con expresiones nerviosas, se empujaran unos a otros. Zhang Juan Juan, después de volver de la residencia de Xiao Yang, fue a su habitación con una expresión grave y no le dirigió ni una sola palabra. Aunque se suponía que tenía que controlar sus movimientos, no era nada estricta. No solía ver su sombra y, en caso de verla, desaparecía antes de que Susu llegase. Zhang Juan Juan también desapareció cuando Qi Xiu Yuan recibió una llamada informándole que unos cuantos alumnos irían a verle.
Uno a uno, los estudiantes de metieron en la habitación y rodearon su cama. Al principio, tenían una expresión seria como si estuviesen en un funeral, pero cuando les aclararon que Qi Xiu Yuan no tenía ninguna enfermedad incurable, suspiraron aliviados. Entonces, cuando vieron que sus heridas no eran lo suficientemente serias como para que no se pudiera bromear sobre ello, una conversación muy animada se arremolinó en la sala.
–¡Profe, qué rico eres a juzgar por lo grande que es la habitación!
–¡Eres demasiado, profesor Qi! ¡¿Pillas la baja a final de semestre?!
–¡Recupérate pronto, profe!
–¡Te echamos de menos! ¡El substituto es súper aburrido!
–Profe, eres muy extremista. En realidad, te has peleado con alguien, ¿a qué sí?
Qi Xiu Yuan no pudo aguantarse la risa por todos los comentarios que le hacían y empezó a hablar con ellos un rato. Sin embargo, al cabo de unos minutos sintió como se quedaba sin energía por no haber podido dormir bien los últimos días y no tener apetito.
Los estudiantes eran excepcionalmente considerados, en cuanto le vieron demostrar un ápice de fatiga, se apresuraron a decir:
–Bueno, bueno. Ahora que te hemos visto no nos preocuparemos más. Será mejor que dejemos descansar al profe.
Dicho esto, los estudiantes apilaron todos los regalos que le habían traído, los dejaron en la mesa y se despidieron antes de irse.
Qi Xiu Yuan contempló como se iban. Sonrió un rato y, entonces, cerró los ojos y se apoyó contra la cabecera de la cama permitiendo que el agotamiento se apoderase de él.
De repente, la puerta de la habitación se abrió, pero Qi Xiu Yuan no se molestó en abrir los ojos pensando que sería Zhang Juan Juan.
–Profe… – Una sombra le llamó desde el lado de la cama.
Qi Xiu Yuan abrió los ojos al escuchar la voz.
–¿Jiang Xiao Ning?
Jiang Xiao Ning estaba cabizbajo con las cejas juntas, como si tuviese un conflicto interno que no sabía resolver. Parecía haber cambiado radicalmente en todo este tiempo que llevaba sin verle. Parecía más pálido, como una hoja que se lleva el viento. La cara que solía ser agradablemente redonda y dulce, ahora era larga con contornos blancos. Ni siquiera sus rasgos parecían los de un joven inexperimentado, sino los de un hombre maduro.
Qi Xiu Yuan le miró con ojos inquisitivos y el ceño fruncido. Recordó como Jiang Xiao Ning había estado callado.
–¿Qué pasa?  – Sabía que debía tener algo de lo que quería hablarle en privado.
Jiang Xiao Ning titubeó unos instantes.
–Profesor, ¿recuerdas al señor Han de Jing Ting?
–Oh. – Qi Xiu Yuan no sabía qué le estaba preguntando con exactitud, pero al recordar la condición miserable en la que Han Jia dejó a Jiang Xiao Ning cuando se lo encontró, le hizo una pregunta con cautela. – ¿Por qué?
–¿Te acuerdas? – Jiang Xiao Ning le respondió con una pregunta. – Cuando me llevaste a casa ese día, me dijiste que el conductor era el que me había salvado. Te pregunté quién era esa persona, pero no me lo dijiste nunca… Profesor, tú… ¿Puedes ponerte en contacto con él?
Qi Xiu Yuan se limitó a mirarle, afectado tras la mención de Xiao Li.
–¿En qué estás pensando?
Jiang Xiao Ning le miró, se mordió el labio inferior y con una expresión dubitativa, acabó decidiéndose y anunciando:
–Quiero preguntarle sobre Han Jia. Yo… No consigo encontrarle…
Qi Xiu Yuan era desconocedor de su relación con Han Jia, y le hizo otra pregunta preocupado.
–¿Por qué le buscas?
Los ojos de Jiang Xiao Ning se iluminaron, jocosos aunque con cierto aire adolorido.
–Le amo.
Aunque una espada hubiese caído del cielo en ese momento, Qi Xiu Yuan no se habría sorprendido más.  Y, después de mirarle un buen rato, incapaz de aceptarlo, preguntó:
–¿Qué has dicho?
La expresión de Jiang Xiao Ning pareció empeorar por su actitud.
–Estamos saliendo. Él y yo.
Los ojos de Qi Xiu Yuan se abrieron como platos. Se quedó callado un buen rato y volvió a abrir la boca para hablar.
–¿El profesor Jiang lo sabe?
Jiang Xiao Ning se entristeció todavía más al escuchar el nombre de su padre y bajó la cabeza.
–No. – Entonces, alzó la cabeza otra vez. – No tiene nada que ver con él. Soy libre de salir con quien yo quiera.
Qi Xiu Yuan le miró con incredulidad.
–¿Qué dices de libertad? ¿Has olvidado que Han Jia te amenazó-…?
–¡Fue un malentendido! – Jiang Xiao Ning le interrumpió. – No me reconoció. Él… Nosotros… Todo es complicado. En resumen, – le miró directamente sin evitar su mirada y explicó. – estamos aliento, pero ha desaparecido y no consigo ponerme en contacto con él. He estado esperándole fuera de su casa y de Jin Ting, pero no aparece… No tengo otra forma… – Jiang Xiao Ning ladeó la cabeza con dificultad. – El único que me puede ayudar es ese conductor…
Qi Xiu Yuan le habló con sinceridad viendo su mirada difícil.
–No sé cómo ponerme en contacto con él.
–Profe, ayúdame, por favor. – Jiang Xiao Ning le rogó. – Sé que le conoces. Os he visto yendo de compras juntos, y también le he visto esperándote fuera del colegio. No puedo seguir sin Han Jia, profe. Te lo ruego…
Aunque la voz de Jiang Xiao Ning le suplicó sin cesar, Qi Xiu Yuan sacudió la cabeza.
–No puedo aceptar.
–Profesor…
–Aunque pudiese ponerme en contacto con él y supiera dónde está Han Jia, no te lo diría. – Contestó firmemente Qi Xiu Yuan.
–¿Pero, por qué? – El tono de Jiang Xiao Ning era grave y cargado de tristeza.
–¿Por qué´? – A Qi Xiu Yuan le pareció ridículo. – La última vez que os vi juntos te estaba haciendo daño. ¿Y ahora, de repente, me dices que le amas y esperas que te crea?
–¡No me hará daño!  – El joven se agitó por esa emoción triste. – Nunca me ha hecho daño cuando supo quien era. Hasta cuando estamos… Cuando estamos juntos… Él…
Jiang Xiao Ning pareció demasiado avergonzado como para continuar hablando, Qi Xiu Yuan le echó un vistazo rápido y le preguntó sin rodeos:
–¿Es el pasivo?
Jiang Xiao Ning se ruborizó y asintió con la cabeza. Qi Xiu Yuan se negó a hacer ningún comentario y se rio. Jiang Xiao Ning se enrojeció y le preguntó con voz temblorosa:
–No le amo por eso, no soy ese tipo de persona… Profesor, tú… Tú también eres del círculo. Debes entender este sentimiento. Vamos en serio, créeme, por favor-…
–No me lo creo. – A pesar de cómo cambió la expresión de Jiang Xiao Ning, Qi Xiu Yuan le habló con suma crueldad. – ¿Has pensado en qué habría pasado si no hubiese ido esa vez que me llamaste llorando?
–Sí. ¿Te crees que nunca he tenido miedo? – Las lágrimas amenazaban con caer de sus ojos rojos, pero se contuvo. – ¿Te crees qué porque… porque estoy enamorado de él he olvidado esas cosas? No puedo controlarme. No sé cómo no amarle. Yo… – Aparentemente, quería controlar las lágrimas, se levantó y cogió aire.
Qi Xiu Yuan cayó en un trance momentáneo. Esas palabras le sonaban, él mismo le había dicho algo similar a Zhang Juan Juan.
Qi Xiu Yuan frunció el ceño e, incapaz de controlarle, dijo:
–Tus palabras no son convincentes. No debes olvidar que esto no lo hace sólo contigo. ¿Con cuántos chicos habrá usado el mismo método? Algunos le llaman jefe… ¿Cuántas vendas habrá hecho para ser uno? ¿Cómo voy a estar tranquilo si te dejo estar con este tipo de-…?
–Lo sé, lo sé. – Jiang Xiao Ning levantó el brazo para taparse los ojos, pero las lágrimas le cayeron de todas formas. – No es una buena persona y ha hecho muchas cosas malas. ¡Le van a acabar castigando! ¡Le acabarán castigando! Sólo quiero estar con él… No importa lo que pase, no importa el castigo que tenga que sufrir, sólo quiero estar a su lado y acompañarle…
El chico ahí de pie era frágil y débil, y aunque sus sollozos eran los de un joven, Qi Xiu Yuan se quedó totalmente sorprendido por el sonido. Le miró aturdido, pensando que la sombra del muchacho coincidía con la suya, que sólo les separaba unos cuántos meses y unas millas.
Cuando Qi Xiu Yuan anduvo por la montaña del condado de Yuncheng, estuvo repitiendo ese nombre durante todo el viaje, a cada latido de su corazón. Pensaba que, aunque su vida se alimentaba de oscuridad, estaba mentalmente preparado para todo. Pensaba que podía anticipar todos los obstáculos y dificultades. Pensaba que acabaría superando a los contrincantes visibles e invisibles, y, finalmente, tendría a la persona y sería de esa persona. Entonces, con una sonrisa, marcó su número de móvil.
–Al princpio sólo querrás estar con él, – Qi Xiu Yuan empezó a hablar con indiferencia, como si realmente estuviese hablando de una situación ajena. – y entonces, empezarás a tener peticiones. Esperarás que corresponda tus sentimientos, aunque sea sólo un poco. AL mismo tiempo, empezarás a tener más peticiones, y esperarás que no haga esas cosas, o tendrás la esperanza de que ya no esté unido a esas cosas: pero es imposible. Son cosas de su pasado de las que no puede escapar, es parte de él. Son cosas que le han hecho quien es hoy. Finalmente, sólo podrás odiarte a ti mismo… Odiarte por no ser lo suficientemente fuerte, por no tener el valor, ni los recursos para salvarle o salvarte, y cuando lo sepas, aparte de ser una molestia para él, serás un inútil. – Hizo una breve pausa. – Al final, sólo podrás ver cómo te suelta la mano.
Y así, al final, esa persona le soltó la mano, sin pronunciar ninguna palabra, ni emoción, ni ninguna otra acción, nada podía hacerle cambiar de idea.
Jiang Xiao Ning bajó el brazo y, aunque las lágrimas seguían reluciendo en su mirar, parecía todavía más desesperado.
–No, eso no pasará. No me volveré así. – Alzó la voz. – No lo entiendes. Él también me necesita, no soy yo el único que quiere estar a su lado…
Esa última frase requemó el corazón de Qi Xiu Yuan que intentaba estabilizar su corazón. Suspiró y continuó:
–Simpatizo contigo, pero has venido a la persona equivocada: no puedo decirte cómo ponerte en contacto con él.
–Al final… Al final… ¿Por qué? – Jiang Xiao Ning no le comprendía.
–Porque él es un chulo y tú un estudiante. – Respondió Qi Xiu Yuan. – Porque soy tu profesor y he sido testigo de cómo te torturaba, porque tu padre y yo somos colegas. No puedo quedarme callado o quieto si cabe la más mínima posibilidad de que estés en peligro. Y, además, no puedo instigarlo. – Miró a Jiang Xiao Ning, bajando el tono. – Has dicho algo muy bonito, pero tengo que ser responsable.
Jiang Xiao Ning se mordió el labio y le miró con los ojos abiertos. En cuestión de segundos, un torrente de emociones le pasó por la cara.
–¿Y si es mi padre?
–¿Qué?
–Si se lo digo a mi padre, – Jiang Xiao Ning parecía temer sus propias palabras. Hizo una pausa y, entonces, continuó. – Si mi padre te lo pidiera, ¿se lo dirías?
Qi Xiu Yuan le miró en contemplación y por fin dijo:
–Hay más posibilidades de que se lo diga a él, que a ti.
–Lo sé… – Jiang Xiao Ning se secó las lágrimas y se quedó ahí de pie un rato más. Después, dijo. – Me voy, espero que te recuperes pronto.
Pareció querer decir algo más, pero al final, no consiguió pronunciar ninguna palabra y salió caminando cabizbajo y abatido.
Qi Xiu Yuan le vio cerrar la puerta y giró la cabeza para ver el montón de paquetes de colores vivos que tenía en la mesa. Cogió una cajita de música y la abrió. Una melodía simple empezó a sonar y una bailarina diminuta daba tumbos en círculos. También había chocolates, un par de tazas, un marco transparente con la imagen de un hombre con un sombrero de marinero, fumando una pipa y con un mensaje al pie de la foto que decían: “Profesor, sueles rondarme por la cabeza. Espero que te recuperes pronto. No me importaría que fueras tan fuerte como este marinero”. También había una bola de cristal con copos de nieve dentro y otra tarjeta que olía muy bien y letra femenina…
Qi Xiu Yuan levantó la vista y echó un vistazo fuera, incapaz de seguir mirando todo aquello. Se sentó lentamente, cogió las muletas que tenía apoyadas al lado de la cama y se acercó a mirar por la ventana con cuidado.
Esa era la vida que Xiao Li debía pensar que merecía. Acompañado de un cielo claro, sin nubes y con el sol brillando. Sin compañeros con ansias asesinas y con un trabajo significante.
Había escogido, al igual que también había hecho su elección respecto a lo de Jiang Xiao Ning.
A Qi Xiu Yuan no pareció importarle que el aire acondicionado estuviera abierto, perdido en sus pensamientos, alcanzó la ventana y la abrió.
La brisa veraniega entró, contrastando con la temperatura de la habitación. Todo lo que se veía por la ventana era el cielo azul y el sol. ¿Quién se habría imaginado que el mundo podía ser un lugar tan caluroso y húmedo?
Qi Xiu Yuan se quedó callado allí un buen rato hasta que, de repente, notó un movimiento poco amistoso detrás de él. Se dio la vuelta y vio cómo dos hombres jóvenes se apresuraban a entrar en la habitación y cerraban la puerta. Pudo reconocer a uno de ellos porque era uno de los que le habían pegado. Entonces, Qi Xiu Yuan asintió con la cabeza al hombre que le estudiaba de la cabeza a los pies antes de decir:
–Qi Xiu Yuan, ven con nosotros obedientemente. Qing Ye quiere verte.
Jiang Xiao Ning todavía es joven y necesita a alguien que elija por él, pero yo llevo mucho tiempo siendo un adulto.
Con eso en la mente, Qi Xiu Yuan se puso de cara a los dos hombres robustos y sonrió despreocupadamente.

–¿Sí? ¡Qué casualidad!

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