Capítulo 66

diciembre 15, 2017

Qi Xiu Yuan anduvo lentamente hacia la puerta. Los dos hombres se miraron mutuamente, instándose a hacer algo, pero ninguno se movió. Qi Xiu Yuan, cuando llegó a la puerta, les miró.
El hombre al que había reconocido se percató que una de las manos de Qi Xiu Yuan le colgaba cerca del pecho y la otra se apoyaba en una muleta, por lo que dio un paso grande y le abrió la puerta. Fuera había otro hombre con una camisa azul y claramente más joven que los otros dos haciendo guardia. Sorprendentemente, tenían una silla de ruedas para él.
–¿Qué ha pasado? – Preguntó, algo asustado al ver que Qi Xiu Yuan salía caminando. – ¿No habíamos acordado en dejarle inconsciente?
–Es bastante cooperativo. – El otro hombre, mientras que el que había reconocido permanecía callado a un lado.
–¿Y le creéis? ¿Eh? ¿Qué va a pasar si se pone a gritar a medio camino? – El hombre de azul tenía una voz bastante grave. – ¡Hay mucha gente por aquí!
–¿Con que digáis que estoy loco no bastará? Estamos un hospital, después de todo. – Qi Xiu Yuan intervino despreocupadamente y se dirigió a la silla de ruedas. – Que alguno me ayude a levantar la pierna, que sino no me puedo sentar bien. – Los tres hombres tardaron en reaccionar, así que Qi Xiu Yuan suspiró. – Mi amiga volverá dentro de nada, no querréis que os vea, ¿no?
Los dos hombres intercambiaron miradas, pero ninguno se movió. Al notarlo, el hombre de azul supo que era, efectivamente, un mal día para él. Se acercó, se agachó delante de Qi Xiu Yuan y le aguantó la pierna para que pudiera sentarse. Entonces, empezó a empujar la silla.
El hombre que conocía anduvo detrás de ellos y el otro a unos pasos más allá.
–Gira a la izquierda. – Dijo Qi Xiu Yuan de repente.
–¿Qué? – Preguntó el hombre de azul.
–Date prisa o nos encontraremos con mi amiga e informará a la policía. – Explicó.
El hombre de azul bostezo con desdén y continuó avanzando sin cambiar de dirección, pero entonces, el hombre que reconoció le cogió la parte trasera de la silla con decisión y empujó a Qi Xiu Yuan por el pasillo izquierdo.
–¿En serio, Ah Long? ¿Le crees? – Murmuró el de azul con incredulidad.
Ah Long se limitó a resoplar. Qi Xiu Yuan les ignoró y siguió dándoles indicaciones.
–No vayas por aquí, gira ahí y sube al ascensor del otro lado para ir directamente a la primera planta. ¿Puedes ir un poco más deprisa? Si mi amiga vuelve, ve que no estoy y nos persigue, ¿qué haréis? No gires. ¿No os conocéis el atajo? ¿El coche no tiene asiento para inválidos? Deberíais ir mejor preparados a secuestrar a gente. Déjalo, no hace falta que quites el asiento. Ayúdame a sentarme y no pierdas el tiempo.
Ah Long se sentó en el asiento del conductor y encendió el coche en silencio. El hombre de la camisa azul tuvo la sensación de haber vuelto a primaria durante todo el tiempo por las regañinas de aquel profesor. Y lo peor de todo, era que empezaba a dudar de si estaba secuestrando a ese hombre o ayudándole a escapar.
Después de que el hombre de azul le ayudase a sentarse, se sentó en el del acompañante y le indicó al tercer hombre, que estaba vigilando, que se metiera en el coche.
–Hey, ¿vais a tirar la silla aquí? – Preguntó Qi Xiu Yuan en cuánto el hombre levantó un pie. – ¿Cómo vais a bajarme después?
La cara del hombre se tornó horrible y miró al hombre de camisa azul, pero éste se hizo el sordo. Al darse cuenta, el tercero tuvo que tragarse la humillación, salir del coche y meter la silla en el maletero. Cuando por fin subió y el coche empezó a moverse, el ambiente era extraño. El hombre de la camisa azul no dejaba de mirarle con una expresión prudente por el espejo interno. Los tres hombres no sólo no hablaban con él, tampoco se decían nada entre ellos.
Qi Xiu Yuan reconoció la avenida trasera del Arco del Triunfo veinte minutos más tarde. Ah Long aparcó el coche, el de azul cogió la silla y ayudó a Qi Xiu Yuan a bajar del coche y sentarse en ella antes de empezar a empujarle. Esta vez, Ah Long fue el que se mantuvo cerca, vigilando el entorno.
El hombre de camisa azul le empujó y pasó por muchas esquinas hasta entrar en el Arco del Triunfo y meterse en el ascensor.
El ascensor parecía estar hecho a medida. Estaba separado de cualquier puerta o ventana y, aunque se oían los cantos, bailes y risas a lo lejos, eran los únicos en él.
Esperaron un rato hasta que Ah Long se aseguró de que todo estaba seguro y los cuatro se subieron. El ascensor los llevó directamente a la planta más alta. Los tres hombres le dejaron en una habitación muy lujosa solo.
Qi Xiu Yuan empezó a estudiar la silla de ruedas. Había visto algunas con botones para moverse, pero esa no tenía ninguna de esas funciones. Era difícil moverse con una sola mano, pero eso no significa que no fuera divertido. En cuanto intentó moverse por sí mismo, la puerta se abrió.
Dos hombres robustos entraron detrás de Li Shi Qing que se detuvo a unos tres pasos de él y le miró con arrogancia.
–Eres atrevido. – Dijo con una sonrisa gentil.
–Me halagas. – Qi Xiu Yuan también sonrió profesionalmente. – Nosotros también tratamos a los estudiantes que no admiten que han cometido un error así a veces. O sea, les hacemos esperar en una habitación para que se preocupen y, entonces, aparecemos. Suele tener buenos resultados. – Dijo arrastrando las últimas sílabas. – Pero no funciona siempre.
–Me gusta encargarme de gente lista. – La sonrisa de Li Shi Qing era excepcionalmente dulce conforme se acercó y se sentó en un sofá mientras que su guardaespaldas giraba la silla de Qi XIu Yuan en su dirección.
Qi Xiu Yuan contuvo los comentarios sarcásticos que amenazaban por salir y le miró sin ni una pizca de miedo.
Li Shi Qing masculló algo para sí, entonces sonrió y dijo:
–La verdad es que el motivo principal por el que te he traído aquí es para darte las gracias. Qi Xiu Yuan, ¿no? Profesor Qi Xiu Yuan, eres muy devoto a mi subordinado Han Jia. – Hizo una pausa y miró su expresión. – Todos te admiramos por haberle salvado de las garras de Luo Dong.
Qi Xiu Yuan le devolvió la mirada sin ningún efecto.
–No fue nada. Soy más devoto a Xiao Li. ¿No lo sabes ya?
Li Shi Qing no se enfadó.
–Sí, lo tengo bastante claro. Quieres ayudarle a salir de la mafia, qué competente.
Qi Xiu Yuan, con el ceño algo fruncido, se rio de buena gana. Le echó un vistazo a Li Shi Qing y volvió a reír.
–¡De qué te ríes? – Li Shi Qing pretendió preguntar de buena fe.
–Me rio de mi mismo por subestimarte. – Dijo Qi Xiu Yuan mirándole directamente. – Estaba pensando por qué me habrías secuestrado y, al parecer, es por Sun Ze Yu.
La sonrisa de Li Shi Qing desapareció, entrecerró los ojos y le miró furtivamente. Pero cuando iba a hablar, la puerta se abrió.
–Qing Ye, Li ge, él-…
Xiao Li hizo a un lado a un subordinado en pánico. Frunció el ceño y apretó los labios. Los pantalones le quedaban holgados y tenía la camisa blanca abierta, exponiendo las vendas con manchas de sangre al lado derecho. Obviamente, se había puesto una camiseta de cualquier manera, mientras estaba descansando en otra habitación, y había venido corriendo. Escaneó toda la habitación y al ver que Qi Xiu Yuan seguía vivo, su expresión se suavizó. Entonces, posó la vista en Li Shi Qing.
Esta vez, su expresión era horrible pero su tono seguía siendo respetuoso.
–Qing Ye, voy a esperar a que acabes esto afuera. Tengo algo de lo que hablarte.
–Ves. – Li Shi Qing le estudió de arriba abajo. Miró a la puerta y volvió a mirar a Qi Xiu Yuan sonriente. – Tendré que pedirte que esperes un momento. Como eres tan listo, espero que cuando vuelva ya sepas lo que quiero que me cuentes.
Qi Xiu Yuan pareció no haber oído nada de lo que le había dicho. La sonrisa que había tenido en la cara desde el principio había desaparecido al ver a Xiao Li. Todo lo que hizo fue mirar a la puerta en silencio. Li Shi Qing, con el ceño fruncido, se levantó y anduvo hacia la puerta. El subordinado, atemorizado, intentó explicarse:
–Qing Ye, no me he atrevido a-…

Li Shi Qing le dedicó una mirada gélida para que cerrase el pico y salió. 

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