Capítulo 67

diciembre 15, 2017

Li Shi Qing había ordenado a una criada que se ocupase de Xiao Li, que estaba esperando en el pasillo.
–Señor Xiao, – dijo la criada que había vuelto corriendo con un par de zapatillas. – ¿puede darme unos segundos? Por favor, no salga descalzo aunque se vaya corriendo de esta manera. – dijo la mujer de mediana edad que llevaba un moño de cualquier manera. – El señor Li me culpará si lo hace.
–Lo siento, Wu Jie. – Xiao Li se puso las zapatillas y le habló con dulzura. – Iba con prisas. No volverá a ocurrir.
–No olvide que es un paciente. Aunque la bala no le haya tocado ningún nervio, sigue habiendo restos en su carne. Tiene un agujero… Ah, señor Li. – Wu Jie saludó y levantó la cabeza.
Li Shi Qing asintió y se acercó a Xiao Li. Bajó la vista y notó la mancha de sangre en el pecho de Xiao Li.
–Te llevaré abajo.
Dicho esto, se adelantó, sin embargo, Xiao Li se quedó parado en el sitio y susurró:
–Qing Ye, quiero quedarme y preguntarte qué está pasando.
Li Shi Qing se dio la vuelta y no dijo nada durante unos instantes, mientras que Xiao Li le miraba sin decir nada tampoco.
Wu Jie retrocedió un paso.
–Voy a ir a preparar la medicación del señor Xiao.
Xiao volvió a abrir la boca cuando la silueta de la mujer hubo desaparecido por el pasillo.
–Qing Ye, me dijiste que no le harías daño.
Li Shi Qing continuó estudiándole con ojos tormentosos y, Xiao Li, sin retractarse, le devolvió la mirada.
–Me dijiste que no le harías-…
Antes de poder seguir hablando, Li Shi Qing le empujó contra la pared. Xiao Li cogió aire frío al notar la herida y, antes de que pudiese quejarse, Li Shi Qing le cogió por la barbilla y le besó.
Xiao Li frunció el ceño e intentó apartarle, pero fue todo en vano. Li Shi Qing le sujetaba la cara con una mano y con la otra le tocaba despiadadamente la zona herida, provocando un dolor inmenso que hacía temblar involuntariamente a Xiao Li. Aun entonces, apretó los dientes y rechazó su beso.
Li Shi Qing quitó la mano de su herida y le liberó los labios, pero le repasó con los ojos. Xiao Li se apoyó contra la pared y esperó a que el dolor se disipase. Todo mientras sus ojos negros se concentraban en el hombre que tenía delante.
–No hace falta que te preocupes. – dijo Li Shi Qing mientras le acariciaba la cicatriz de la cara. – Le he pedido que venga para otra cosa.
–¿Para qué? – Xiao Li se inquietó todavía más.
Li Shi Qing se quedó callado un buen rato antes de ejercer todavía más fuerza sobre la mejilla de Xiao Li y, entonces, habló con lentitud.
–¿No ha pasado una semana ya?
–Sí. – Contestó Xiao Li en voz baja.
–No te tocaré porque estás herido, pero eso no significa que el acuerdo no valga. – Había cierta frialdad en su tono de voz. – Deja la mafia y no te involucres con lo que ocurra.
Xiao Li frunció el ceño.
–Qing Ye, no quiero meterme en los asuntos de la mafia, pero no puedes prometerme que no tocarás a Qi Xiu Yuan y luego traerle aquí. Da igual qué motivo tengas, me hiciste una promesa y tienes que cumplirla.
–¿Te crees que quiero que esté aquí? Si pudiese no le dejaría aparecer delante de ti nunca más. – Li Shi Qing apretó los dientes y le miró antes de apoyarse. – No olvides que lo único que prometí es no hacerle daño. Ahora mismo está bastante bien. Además, me ocultas muchos asuntos personales suyos.
–No tengo nada que esconder.
Li Shi Qing se burló.
-¿No me digas que no sabes nada de su relación con Sun Ze Yu?
Xiao Li apartó la vista, sorprendido.
–No sé.
Li Shi Qing volvió a resoplar mofándose.
–¿Me estás diciendo que fuiste a salvar a Han Jia tú solo y que además conseguiste evitar que Luo Dong te persiguiera? ¿Te crees que me lo voy a tragar?
Xiao Li le miró pasmado.
–Cuando perdiste la olla y llevaste droga a la provincia vecina, – Li Shi Qing continuó hablando. – Qi Xiu Yuan y Sun Ze Yu se tomaron un té durante media hora. Entonces, el ministro me pidió que te dejará salir de la mafia… ¿Te crees que no me enteraría-…? – Li Shi Qing se detuvo. Xiao Li tenía la apariencia de alguien procesando demasiada información.
Xiao Li sólo había oído cómo Qi Xiu Yuan mencionaba al ministro una sola vez. Esa vez, estaba cubierto de heridas y moratones y le contaba el secreto de sus padres, y de lo mucho que había querido huir de ese hombre.
¿Cuántas veces habrá negociado con él?
Li Shi Qing estudió el rostro de Xiao Li y frunció el ceño.
–En resumen, tengo que descubrir por qué Sun Ze Yu le hace caso.
Retrocedió un paso, pero Xiao Li le cogió por la muñeca y le miró con su par de ojos agudos.
–¿No le harás daño?
–Si coopera, no. Xiao Li, deberías estar apoyándome. – Li Shi Qing frunció todavía más el ceño. – Ahora que hemos destruido a Liu Zi Cheng y Yan Ming, tenemos una herida terrible en la mafia. Fan Peng y Liu Zi Cheng solían tener la mejor de las relaciones, pero ahora se ha vuelto más y más desobediente. Feng Qiang no satisface mis expectativas… Su territorio no deja de dar problemas, y ahora encima, tenemos que añadir los problemas de Sun Ze Yu. Debemos ser una amenaza para él…  Xiao Li, he pasado media vida en esta mafia, por eso he llegado donde estoy. No puedo abandonarlo todo por problemas internos y externos. El cielo me ha dado la oportunidad de explotar a Sun Ze Yun y obligarle a cumplir mis órdenes. Si fueras yo, ¿qué harías?
Xiao Li le miró, pero no dijo nada.
–No me culpes. No hay nada más importante que la mafia para mí. – La voz de Li Shi Qing era suave. – Si quieres proteger a ese chico, reza porque me diga todo lo que sabe de Sun Ze Yu. Así no le haré daño, y yo no te haré enfadar. ¿No estaría bien que los dos consiguiéramos lo que queremos?
–Si te lo dice… ¿no le harás daño?
Li Shi Qing le miró y sonrió.
–Pensaré en todas las formas posibles para hacer que cante sin tener que hacerle daño.
–Cuando te lo cuente, ¿le dejarás-…?
En cuestión de segundos, Xiao Li volvió a estar contra la pared.
–Si te digo que no le haré daño, no se lo haré. Xiao Li, te lo he explicado porque me lo has preguntado, pero no te creas que estás por encima de mí. – Una vez más, Li Shi Qing se inclinó sobre él. – No me gusta que hayas corrido hasta aquí para interrogarme sobre otro hombre. Si insistes, te dejaré entrar para demostrarle a quién le perteneces. Puede que estés herido, – le levantó la barbilla con la mano e introdujo un dedo en su boca. – pero tu boca sigue siendo útil.
Xiao Li cerró los ojos y escuchó la respiración de Li Shi Qing.
–Conoces mi temperamento y no dejas de buscar problemas. Mírate, ¿crees que no me harás sentir mal?
Cuando Li Shi Qing sacó el dedo, Xiao Li abrió los ojos y le vio lamerse el dedo mientras estudiaba sus labios. Xiao Li evitó su mirada.
–Si tan preocupado estás, puedes entrar conmigo. – Li Shi Qing rio. – Por una vez me he dado cuenta que tenemos el mismo objetivo. – Suspiró. – A lo mejor se portará mejor si estás a mi lado.
Xiao Li reflexionó y finalmente dijo:
–Vale.
Li Shi Qing sonrió y vio que la boca del estómago de Xiao Li sangraba todavía más. Suspiró y le abrochó la camisa.
–Tenemos que encargarnos de esto lo más rápido posible, entonces, te llevaré a que te traten la herida.

Xiao Li le dejó hacer y le siguió a la habitación en silencio. 

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