Capítulo 71

diciembre 15, 2017

Más entrada la noche, Li Shi Qing le ordenó a alguien que le trajese la cena a la habitación de Xiao Li para que pudieran cenar juntos.
Los dos guardaespaldas no eran los mismos que antes, desde el incidente con Yan Ming y Liu Zi Cheng había empezado a usar a todos los lacayos, haciéndoles cambiarse cada ciertas horas.
Xiao Li no se preocupó mucho por tener que aguantar cómo le miraban mientras comía, sin embargo, Li Shi Qing parecía sentirse culpable y no dejaba de ponerle más comida en el plato para mimarle.
Por desgracia, el móvil no dejó de sonar y eso puso de mal humor a Li Shi Qing.
–Es el nuevo líder, Zheng Nan Fang, el que acaba de reemplazar a Liu Zi Cheng. – Li Shi Qing habló con cierta indiferencia. – No dejan de llamarme, todavía no han dejado de darme problemas.
–Zi Cheng tenía un subordinado llamado Yang Ze, ¿no te vale?
Li Shi Qing no respondió hasta un rato más tarde.
–No volveremos a hablar de temas de la mafia.
Xiao Li bajó la cabeza y se bebió la sopa sin dudar. Li Shi Qing cambió de tema.
–No hace falta que te preocupes por Xiao Yang. Yan Ming hizo que uno de sus subordinados fuera compañero de piso de tu hermano para controlarte, pero ahora que le hemos pillado, Lu Wu no obtendría ningún beneficio de hacerle algo a Xiao Yang. Cuando las cosas se calmen, enviaré a alguien a-…
El móvil volvió a sonar y Li Shi Qing frunció el ceño. Hizo ademán de apagarlo, pero su expresión cambió de inmediato.
–¿Qué pasa?  – Su voz estaba abrumada con urgencia.
Se pudo distinguir la voz de un hombre. La expresión de Li Shi Qing se afeó conforme escuchaba lo que tenía que decirle la persona al otro lado del teléfono. Sus cejas se juntaron y la ira se adueñó de su mirada.
–Espera, estaré ahí en nada. – Colgó, se levantó y le echó un vistazo a Xiao Li. Intentó suavizar su tono todo lo posible, pero no lo consiguió. – Comeremos juntos a la próxima.
Xiao Li asintió con la cabeza y vio como Li Shi Qing salía corriendo por la puerta con los guardaespaldas comiéndole los talones. El bajito y el alto de antes seguían en su puerta.
Xiao Li se miró el reloj y continuó cenando, entonces, se levantó y se dirigió a la ventana. Volvió a estudiar el callejón. El cielo se había oscurecido y los edificios ya no se vislumbraban con tanta claridad, pero abajo, seguía habiendo un punto rojo, como si alguien estuviese fumando.
Volvió a entrar a la habitación y llamó a alguien para que recogiera los platos vacíos. Xiao Li, aburrido, se sentó en el sofá y volvió a mirar el reloj. Veinte minutos después, se escuchó el sonido de gritos y peleas desde el otro lado de la puerta, seguido del estruendo de puertas siendo tiradas abajo y una voz gritando:
–¡Abrid la puerta! ¡Es la policía! ¡Estamos aquí para una inspección!
Xiao Li se levantó, se dirigió a la puerta y la abrió mientras la persona seguía rugiendo. Sin embargo, antes de tener tiempo a hacerlo, abrieron la puerta y la policía entró corriendo.
–¡Inspeccionad! ¡Vamos! – El hombre entró dándole órdenes a sus hombres. – Hey, tú, coge bajo custiodia a esos dos.
Los hombres de fuera cumplieron las órdenes y arrastraron a los dos guardias, que gritaban y maldecían. El oficial echó a Xiao Li a un lado, por suerte, no lo hizo demasiado fuerte.
–¿Dónde está? – Preguntó.
–La última vez que le he visto, estaba en la habitación de la puerta roja de arriba. – Respondió Xiao Li.
El hombre se limitó a responder con un: “vale”, y sacó una radio.
–Tigre, mira primero la puerta roja.
–Entendido.
El hombre apagó la radio, miró a Xiao Li y dijo:
–¿Por qué estás tan activo? ¿No estás más determinado que el propio ministro Sun?
Xiao Li se mofó.
–Ni de coña, comisario Wu. Si el ministro Sun no estuviera tan decidido, ¿de verdad te pediría ayuda para inspeccionar la habitación?
La luz roja de la radio parpadeó otra vez.
–Tigre a Tanque, hemos encontrado nuestro objetivo.
–Bien, lleváoslo. – Wu Qing Hua dejó la radio, miró a Xiao Li y se rio de buena gana. – No sé qué relación tiene ese tal Qi Xiu Yuan con el ministro Sun, y la verdad, no me importa, pero que Li Shi Qing le haya secuestrado es una prueba de que intenta ir en su contra y, siendo ese el caso, es normal que el ministro Sun no se quede tranquilo. Tú por otra parte… eres diferente. – Le dio una palmadita en el hombro. – Aunque trabajas con nosotros, siempre has sido indeciso y hecho las cosas sin mucha convicción. Todavía no te he visto darnos información útil de buena gana ni una sola vez.
–¿Todavía crees que hay más información? – Xiao Li le miró con frialdad.
Una sonrisa se extendió por los labios de Wu Qing Hua.
–Cuando me dieron esta misión supe de inmediato que algo iba mal. Entonces, el nombre: “Qi Xiu Yuan” me sonaba de algo, sobretodo cuando vi una foto suya, era como si ya le hubiese visto. Pero cuando te vi, me acordé. – Siguió riéndose.  – Xiao, el de la cicatriz en la cara, te ayudé a destruir la información de alguien cuando te drogaron en-…
Antes de que pudiese terminar la frase la radio de su cintura volvió a vibrar. La voz era seria y urgente.
–Tigre a Tanque. El objetivo no quiere venir. Su actitud es muy contradictoria…
–¡¿Qué coño?! ¿Se necesita instrucción hasta para un trabajo así de simple? – Wu Qing Hua chilló a la radio con un tono duro. – ¡Atadle!
Se escuchó un sonido estático, pero nadie respondió. La expresión de Wu Qing Hua se tiñó de nerviosismo.
–¿Tigre? ¿Tigre?
Un pitido penetrante rompió al otro lado, haciendo que Wu Qing Hua se apartase la radio del oído. Poco después, se escuchó una voz clara y tranquila.
–Qi Xiu Yuan a Tanque. ¿Eres Sun Ze Yu?
Xiao Li y Wu Qing Hua se quedaron estupefactos al escuchar esa voz. Wu Qing Hua no había sido capaz de contestar todavía cuando Qi Xiu Yuan afirmó:
–Me da igual quién seas, no me pienso ir hasta que vea a Xiao Li.
Xiao Li cogió la radio, todavía conmocionado, pero Wu Qing Hua la levantó.
–¡Mierda! Esto no es un puto móvil, ¿quieres que todo el equipo escuche tus palabras cursis de amor? ¿Eh?
El bochorno se apoderó del rostro de Xiao Li, dejó la mano al aire y miró al hombre. Wu Qing Hua le miró de mala manera, apretó el botón y maldijo:
–¡¿Quién cojones le ha dado la radio?!
Una vez más se escuchó un sonido sordo desde el otro lado y una voz incómoda dijo:
–Tigre, tigre… Comisario… Eh… Deberías venir.
–Maldita sea. – Wu Qing Hua maldijo y apagó la radio. Cuando se daba la vuelta le echó otro vistazo a Xiao Li. Xiao Li vaciló. – ¿Qué haces ahí pasmado? – Preguntó Wu Qing Hua insatisfecho. – Tenemos el control temporalmente, ¿quién sabe cuánto tiempo aguantaremos? Si Li Shi Qing vuelve, las cosas se pondrás difíciles.
–Si no pudieras llevártelo, no serías un comisario. – Xiao Li le provocó. – Si voy a verle, os será más difícil.
Wu Qing Hua le miró con agudeza, se mofó y se alejó.
Xiao Li sintió una irritación inefable. Arrugó el ceño y se dejó caer en el sofá. En menos de cinco minutos, la puerta volvió a abrirse de golpe y Wu Qing Hua se quedó de pie en el marco con el ceño fruncido y la mirada en llamas.

–¡Deja de puto malgastar el tiempo!  – Gritó enfadado. – ¡Ven y ocúpate del puto Qi Xiu Yuan!

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