Capítulo 72

diciembre 15, 2017

–Cuando han venido a por Qi Xiu Yuan se pensaban que venían a por un discapacitado y ya, no estaban en guardia. Pero es extremadamente astuto. Nos ha sacado información con un par de palabras. Entonces, se ha puesto gallito y se ha acercado lo suficiente a Tigre para quitarle el walkie-talkie y aprovechando la conmoción, se ha encerrado en el balcón.
Wu Qing Hua caminó mientras murmuraba para sí. Él no sabía si se estaba quejando de lo terribles que eran sus hombres o si le estaba justificando a Xiao Li que normalmente, no eran tan malos.
Caminaban mientras hablaban y, al fin, llegaron a la vigésima planta y salieron del ascensor. Cuando la puerta se abrió se encontraron con cinco agentes de policía rodeando el área del balcón. Uno de ellos estaba intentando mediar con alguien.
–¿Todavía temes por tu seguridad…? Estese tranquilo, soy-…
–Eres ese “tigre”, ¿no? – La voz de Qi Xiu Yuan sonó desde el balcón: llena de agitación y hostilidad. – ¿Queréis que me esté tranquilo mientras me lleváis de un lado para el otro? Creo que en vuestra próxima operación deberías llamarte: “aguafiestas”.
Xiao Li estaba perplejo, el Qi Xiu Yuan que conocía nunca era así de sarcástico o amargo. El agente de piel morena también se sorprendió y se enfadó tanto que se preparó para patear la puerta, pero uno de sus camaradas le detuvo.
–¡Para, para! – Gritó Wu Qing Hua. – ¡Si unas palabritas como estas te agitan tanto significa que no estás calificado! ¡Esperad afuera!
El agente moreno estiró el cuello para replicar, pero sus camaradas le consolaron y le arrastraron por la puerta.
–Como mucho tienes quince minutos. – Dijo Wu Qing Hua. – Sino, le dispararemos un tranquilizante. No sé si lo sabes, pero los tranquilizantes pueden matar. Si no lo arreglas en quince minutos, tendremos problemas.
Xiao Li asintió y vio como el comisario se marchaba antes de levantar la mano y tocar a la puerta del balcón.
–¿No querías verme? Estoy aquí-…
La puerta del balcón se abrió desde el otro lado. Qi Xiu Yuan estaba sentado en una silla de ruedas y miraba adelante.
Xiao Li no se esperaba que Qi Xiu Yuan pudiese ser así. La luz tenue del balcón trazaba una sombra sobre su rostro, mostrando las costras negras de la boca. La expresión de sus ojos no se podía describir del todo, a primera vista, parecía albergar ira o, tal vez, ansiedad. Cuando Xiao Li le miró su expresión no se suavizó.
Xiao Li, pensando en lo sarcástico que había sido con el agente, pensó que debía estar pagando su enfado con otra persona. No pudo evitar suspirar. Quería decir algo para consolarle, sin embargo, decidió quedarse callado.
–De repente han venido a rescatarme. – Qi Xiu Yuan alzó la cabeza para mirarle. La luz del comedor era más brillante que la del balcón, tanto, que le imposibilitaba poder ver la expresión de Xiao Li con claridad. – Pensaba que Sun Ze Yu usaría esta oportunidad para acabar con todos vosotros. No sabes lo preocupado que estaba. Tenía miedo de que te-… – Ralentizó la voz y se volvió sombrío. – Pero, cuando os he escuchado hablara  ti y al comisario… ¿Estás trabajando con Sun Ze Yu?
Xiao Li suspiró y respondió rigurosamente.
–Ya no estás preocupado, ¿no? – Antes de que Qi Xiu Yuan pudiese responder, él se dio la vuelta. – Les informaré para que te lleven.
Quería irse. Hasta avanzó un paso, pero Qi Xiu Yuan gritó su nombre y no pudo resistirse. Su voz estaba cargada de dolor y afecto, como si llamase a su propio corazón.
Xiao Li no se pudo contener más, se quedó parado ahí mismo y escuchó hablar a Qi Xiu Yuan con tristeza y desconcierto.
–Xiao Li, estoy muy confundido… ¿Qué está pasando? Xiao Li… Xiao Li, gírate y mírame…
Cerró los ojos, cogió aire y se dio la vuelta para mirarle. Entonces, esforzándose por mantener la voz tranquila, dijo:
–No preguntes tanto si sabes que es confuso. Sun Ze Yu ha encontrado la manera de sacar al enemigo de su territorio, deberías aprovechar esta oportunidad e irte. Aprovéchate de él. Si lo haces bien, no volverás a estar en peligro. ¿Por qué hundirte más aguas pantanosas?
–Ya estoy en esas aguas… Y he entrado en ellas voluntariamente. – Qi Xiu Yuan se lo susurró mientras le miraba directamente. Subió la voz un poco. – Tú estás en el agua, ¿por qué iba a quedarme en la orilla? Dejaría que me secuestrasen cada día. Hay mucha gente en el hospital y Sun Ze Yu también ha contratado a una guardaespaldas para mí, si no hubiese querido venir, habría tenido muchas maneras de conseguirlo.
Xiao Li le miró completamente sorprendido. Un segundo después frunció el ceño y habló enfadado.
–¡¿En qué demonios estás pensando?!
Se acercó para coger la parte trasera de su silla de ruedas e intentó empujarle.
–Si no me cuentas las cosas bien, no me iré y aunque me obligues a marcharme: volveré. – Qi Xiu Yuan usó la mano sana para sujetar el puño de la puerta del balcón. Aunque su estado era bastante lamentable, su voz contenía una grata determinación. – Aunque me tumbes y me lleven, volveré. Pensaré en todas las formas posibles para estar a tu lado. Ya lo he hecho antes. Así como lo hice con la pierna rota… Lo volveré a hacer si tengo que hacerlo. Más te vale creerme.
–No digas locuras. – Xiao Li habló irritado y dejó de mover la silla. Querías verme, aquí estoy y ya me has visto. No me pasa nada malo. ¿Por qué insistes en quedarte? ¿Quieres darme más problemas?
Qi Xiu Yuan le miró.
–Para que me uses. – Respondió con una sonrisita. Sus ojos eran como un abismo sin final.
Xiao Li no contestó durante un rato y en su rostro apareció una expresión de perplejidad. Pero tan rápido como apareció, fue reemplazada por otra, como si le hubieran atacado de repente.
Sorpresa, enfado, emoción, preocupación y, entonces, vergüenza. Todas estas emociones tan complicadas se reunieron rápidamente en sus ojos y fueron cambiando de una a otra.
Xiao Li contuvo el aliento y se quedó quieto, como una estatua. Una de sus manos descansaba en la parte trasera de la silla de Qi Xiu. Observaba como ausente al hombre que se enfrentaba a él con determinación. Cuando Qi Xiu Yuan extendió la mano para acariciarle, Xiao Li no se movió.
–Quiero protegerte, quiero serte útil. Xiao Li, úsame. Tengo información que puedes usar contra Sun Ze Yu. Soy una moneda de cambio muy buena. – Sus dedos acariciaron las mejillas de Xiao Li, entonces, se desplazaron lentamente y se detuvieron en su estómago. Sus ojos se oscurecieron al notar las vendas. – No soy Xiao Yang. No puedo aceptar tu protección sin cuestionarla, y dejar que vayas a hacer cosas peligrosas en sitios peligrosos sin que yo lo sepa y donde podrías salir herido…
Xiao Li cerró los ojos y su pecho se movía rápidamente de arriba abajo. Entonces, como para ocultar su expresión, se acercó y permitió que su mejilla tocase la de Qi Xiu Yuan. Qi Xiu Yuan bajó la vista: su mirada entró en contacto con la costura del hombro de la camisa de Xiao Li.
Bajó la cabeza y dejó un pequeño beso en su camisa. Qi Xiu Yuan sintió que con sólo escuchar el sonido de su respiración y sentir su calidez, estaba dispuesto a dárselo todo.
–No me obligues a marcharme, Xiao Li. – Acercó los labios a su oído. – Sé la razón por la que te negaste a irte conmigo la otra vez. Como Sun Ze Yu te hace trabajar para él, no te lo permitiría. Me usó para probarte, ¿no? Quería ver lo importante que soy para ti, ¿no? Por eso te negaste a venir conmigo. Querías que me echase para atrás después de ver lo difíciles que son las cosas… Querías que volviese con Sun Ze Yu para poderme defender. ¿Eso es lo que pensaste? ¿Te negaste a decirme nada porque pensaste que no sería capaz de adivinarlo?
El corazón de Xiao Li dio un vuelco y dejó de respirar un momento, quedándose sin palabras. Pero, Qi XIu Yuan sintió como se presionaba contra él con más fuerza. Besó su oído con dulzura y habló con suavidad.
–No puedo hacerte caso siempre. Querías que esperase, y de repente, ya no. No quiero ninguna de las dos opciones. No quiero esperarte, quiero estar contigo. Aunque sea como un peón, una moneda de cambio, una herramienta… Xiao Li, ¿qué dices?
Xiao Li empezó a temblar. Qi Xiu Yuan podía apreciar cómo su respiración entrase en caos antes de que le apartase. Xiao Li retrocedió dos pasos pero continuó mirándole con histeria y afán en los ojos.
Había tantas emociones inundando su mirar que ni siquiera el propio Xiao Li era capaz de saber qué le pasaba por la cabeza.
Qi Xiu Yuan sintió que la mirada que le devolvía Xiao Li estaba plagada de sentimientos contradictorios, como si quisiera hacerle daño, pero compadecerle; abrazarle con fuerza, pero rechazarle; como si le anhelase, pero le temiese; como si quisiera destruirle y que le destruyeran.
Lo sabía…
El corazón de Qi Xiu Yuan tembló, casi volviéndole incapaz de controlarse.
Lo sé desde hace mucho tiempo. Este es el tipo de hombre que es Xiao Li. Si ama a alguien de verdad, le mirará así.
¿Qué más daba si había engañado a la policía, robado sus radios y se hubiese encerrado en el balcón para obligarles a someterse? ¿Qué más daba que hubiese hecho tantos tratos con su enemigo, a través de métodos que aborrecía? ¿Qué más daba si le hubiese estado persiguiendo en aguas pantanosas hasta que todo su cuerpo y rostro se había cubierto de sangre y barro? Esta persona vivía, respiraba y le miraba a él: le amaba. Era suyo. Todo valía la pena.  
Las miradas de Qi Xiu Yuan y Xiao Li se entrelazaron. Sus cuerpos se sentían cálidos y ligeros como una pluma con sólo mirarse. Era una sensación de plenitud, de ser querido y adorado. Era como si las heridas de sus brazos, piernas, costillas hubiesen sanado en presencia del otro. Lo único que querían era abrazar al otro hasta que su carne y sangre se mezclase.
Entonces, Xiao Li apartó la vista y rio, una risa dulce como si se estuviese burlando de sí mismo. Se tapó los ojos y murmuró:
–Debo estar loco.
Sin mirar a Qi Xiu Yuan, se dio la vuelta y caminó hacia la puerta. Qi Xiu Yuan avanzó un par de pasos y escuchó a Xiao Li hablar desde fuera.
–Dadme un móvil, lo necesito.
Alguien le respondió con sorpresa, lo que provocó que Xiao Li hablase con más ímpetu.
–Venga ya, dádmelo.
El hombre le paso el móvil. Qi Xiu Yuan podía ver la figura de Xiao Li.
–Ministro Sun. – Dijo. – Quiero avanzar el tiempo.
El agente de mediana edad le miró nerviosamente, pero, incluso entonces, la voz de Xiao Li no fluctuó, continuó tranquila y dura.
–Sé que es repentino… Sí, ya he decidido el plan. ¿Tienes otra opción? – Se quedó callado unos momentos, entonces, respondió a la pregunta que le habían hecho desde el otro lado de la línea. – No hay ningún motivo. No puedo esperar más.
Después de escuchar durante unos segundos más, se limitó a decir: “vale”, entonces, le devolvió el móvil al agente con una expresión nerviosa y dijo:
–Escuchad vuestras nuevas órdenes.
Cuando el agente cogió el teléfono, Xiao Li se giró y dejó que sus ojos descansasen en Qi Xiu Yuan un buen rato antes de caminar hacia él.
Qi Xiu Yuan mantuvo sus ojos en él todo el tiempo.

–Qi Xiu Yuan. – Xiao Li se agachó, con los ojos brillando al verle. – estoy dispuesto a hacerlo.

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images