Capítulo 73

diciembre 15, 2017

–Es normal que Xiao Li sepa más de sus asuntos internos, pero tú también tienes que actuar acorde. No dejes que te lleven de un lado a otro.
Cuando Sun Ze Yu terminó de hablar, colgó a Wu Qing Hua y marcó otro número.
–Lu Wu, – saludó. – Xiao Li va a moverse antes de tiempo… De repente significa de repente. Tenemos que ponernos al día porque ya ha empezado. Deja que te lo aclare, Li Shi Qing no mató a Yan Ming. Lo dejó en un psiquiátrico a las afueras de la ciudad. Cuando te pedí hombres fue para que fueran allí a liarla con la excusa de estar salvando a Yan Ming para atraer a LI Shi Qing… Ni lo digas, es para otra cosa. Quiero que se vaya de la ciudad por lo menos una hora. Ahora está bien, deja que tus hombres lo rodeen. Xiao Li y yo nos ocuparemos de la ciudad y el resto irá como planeamos. ¿Algún problema…? Vale.
Colgó, cogió aire y miró a la persona que estaba apoyada al otro lado del sofá.
–Juan Juan, – su mirada era fría. – este es el resultado de que dejaras marchar a Qi Xiu Yuan.
–Nunca “le dejé marchar”. – Zhang Juan Juan cogió la copa de vino y la observó a través de la luz. – Se “escapó” él solito.
Sun Ze Yu resopló.
–Xiao Li ya es suficiente problema, ahora encima hay que sumarle a Qi Xiu Yuan…
–Déjate de bromas. – Zhang Juan Juan movió la copa para que el líquido rojo se moviese. – Conozco a Xiao Li. No es tan listo ni ambicioso. Es mucho más fácil lidiar con él que con Liu Zi Cheng o Yan Ming.
Sun Ze Yu suspiró y la señaló.
–Te equivocas. Es fácil de controlar o usar a una persona egoísta y ambiciosa. Por eso fue más cómodo cooperar con Liu Zi Cheng y Yan Ming. Liu Zi Cheng ansía poder lo que hizo que quisiera deshacerse de Li Shi Qing lo antes posible; el odio y la envidia de Yan Ming por Liu Zi Cheng provocó que quisiera destruirle a él y a Li Shi Qing a la vez. Al final, los usamos a los dos. – Reflexionó unos instantes. – Pero, ¿qué crees que quiere Xiao Li?
Zhang Juan Juan estudió la copa que tenía en las manos y habló lentamente.
–No parece querer poder, ni dinero. ¿Por qué se metió en la mafia si no quería esas cosas?
–Por eso es el más difícil de manejar. – Sun Ze Yu dio toquecitos en su escritorio con las puntas de los dedos. – Estos últimos años, Yan Ming ha intentado engancharle, Lu Wu le ha intentado ganar, y nosotros hemos intentado usarle… Pero nos ha rechazado fríamente siempre. Como siempre ha estado vacilando entre tantos grupos nadie sabe exactamente qué hace. Hasta LI Shi Qing ha empezado a tenerle miedo y por eso ha querido tener algún tipo de influencia o poder para atraparle a su lado. – Le echó un vistazo a Juan Juan y continuó hablando como si estuviese impartiendo una clase en una academia. – En términos de inteligencia, tienes que recordar esta frase, Juan Juan: “los más estúpidos son aquellos que todo el mundo sabe que son inteligentes”. Tanto Liu Zi Cheng como Yan Ming fueron derrotados por esta frase y las manos de Xiao Li.
Zhang Juan Juan juntó las cejas.
–Pero si Xiao Li no quiere nada, ¿para qué querrá eliminar a Liu Zi Cheng y Yan Ming?
Sun Ze Yu no dijo nada durante unos momentos y, finalmente, suspiró.
–Eso es lo que he estado intentando averiguar. Por eso no quería que Qi Xiu Yuan y él mantuviesen ningún contacto. – Hizo una pausa. – No quiero ningún conflicto de interés con él porque es el hijo de Qi Feng y Ah Dan.
Zhang Juan Juan le devolvió la mirada y también suspiró.
–Si no hay conflictos de interés las discusiones irán bien. Pero en cuanto se mencionan los intereses… Todos los infiernos se abren y nadie reconoce a su propia familia, ni amigos. Dicen que conforme uno se hace viejo, su corazón se vuelve más amable. ¿Cómo puedes seguir siendo así, tío?
Al final, no se bebió ni una gota del vino y lo dejó en la mesa.
–Le he mentido a Susu y le he dicho que han transferido a Qi Xiu Yuan a un hospital todavía más sofisticado. Ahora tengo que ir a verla y contarle más mentiras. – Dicho esto, se levantó y se fue por la puerta.
–No te olvides de-… – Sun Ze Yu le recordó.
–Lo sé.

*        *        *       *       *

Zheng Nan Fang no era culto ni exitoso, el haber sido capaz de quedarse al lado de Liu Zi Cheng en una posición tan, relativamente, alta había sido por todos los años favores.
Tras la muerte de Liu Zi Cheng, Li Shi Qing le escogió a él entre otros cinco individuos de alto rango para reemplazarle como nuevo líder. Aunque las nuevas noticias le regocijaron, se enfadó y se molestó todavía más.
Para empezar, los subordinados no estaban satisfechos con esa elección. A pesar de que todos los hombres de su mismo rango no lo expresaban con claridad, su mirada revelaba su resentimiento de vez en cuando. Y él, como no quería quedar en evidencia, no les hablaba de ciertos asuntos, sin embargo, cuando le pedía ayuda a Li Shi Qing, éste siempre le regañaba y, ahora, se enfrentaba a un desafío enorme.
Con Li Shi Qing ausente, la policía entrando para una inspección sorpresa y sus ruegos de misericordia y sobornos no funcionando, Zheng Nan Fang se quedó perdido y sin saber qué hacer cuando todos los invitados del Arco del Triunfo salieron corriendo desconcertados. Llamó a unos cuantos subordinados, pero no sabía qué ordenarles. Cuando los otros dos líderes – Yang Ze y Guo Jin Long – llegaron con refuerzos, la escena ya estaba fuera de control.
–¡Has perdido la puta cabeza! – Gritó Guo Jin Long. – ¡¿Qué más da si no te habías encontrado con algo así nunca?! ¡Si la policía quiere buscar, se les deja buscar! Como mucho perderíamos un poco de dinero. ¡¿Qué cojones haces llamando a tantos refuerzos?! ¡¿Te crees que es una película de Hong Kong?!
Zhang Nan Fan no soportó quedarse quieto cuando le regañaron delante de todo el mundo. Justo cuando iba a ordenar a su lacayo que atacase a Guo Jin Long, Yang Ze le detuvo.
–Vale, ya basta. ¿Queréis que la policía se burle de todos vosotros por discutir así delante de ellos? Tranquilizaos. Haced que se vayan y ya.
Guo Jin Long miró a su alrededor y se encontró con agentes de policía en cada esquina. En definitiva, los miembros de la mafia se fueron agitando lentamente. Era imposible saber quién les estaba investigando, pero los miembros se inquietaron y se sintieron amenazados, por lo que empezaron a emitir un aura de hostilidad que hizo que las caras de los agentes se volvieran más severas. Muchos de ellos sacaron las armas. Cualquiera cosa podría pasar en cualquier momento.
Mientras los policías y los mafiosos se encerraban en ese ambiente frío se escuchó la campanita del ascensor y unas risas.
Wu Qing Hua, cuatro o cinco policías, Xiao Li y un tío en silla de ruedas aparecieron conversando jubilosamente mientras se acercaban caminando.
–Muy bien, – alzó la voz. – está vez sí la has hecho buena. Si no fuera por el imbécil este que ha reemplazado a Liu Zi Cheng no me habría enfadado. – Repasó la mirada por los miembros de su banda y entonces, con una expresión temeraria, continuó. – Enséñales bien. Nos vamos.
–¡¿Imbécil?! – Zheng Nan Fang escupió y maldijo con amargura, arrogante y enfadado al ver las fuerzas del orden retirarse. – ¡No necesito a alguien que ha vendido su propio culo venga a decirme esta mierda!
Todos los presentes contuvieron el aliento al escuchar sus palabras. Estaba muy claro que todo iba dirigido a Xiao Li. No obstante, Xiao Li había estado muchos años en la mafia, había avanzado a la vez que Liu Zi Cheng y eran cercanos. Habían trabajado juntos en múltiples ocasiones y, como resultado, Xiao Li gozaba de una muy buena reputación en el territorio de Liu Zi Cheng. A pesar de que se rumoreaba que Li Shi Qing le acogía y le mimaba, nadie pensaba en él como en alguien débil.
Xiao Li se levantó y miró a Zheng Nan Fang fríamente delante de las atentas miradas de todo el mundo.
–¿Te crees que puedes ser el heredero de Liu Zi Cheng sin tener ni puta idea de cuales son las prioridades ni una pizca de tolerancia?
Liu Xi Cheng quiso asesinar a Li Shi Qing y heredarlo todo de una forma lógica. Jamás adoptó un método de fuego en masa o intentó que se diera el caso de una abdicación forzada. Por eso, la mayoría de los miembros de la mafia ignoraban que le habían traicionado y asesinado. Encima, su reputación y poder continuaba intacto. Aunque todos tenían su propia opinión de la traición, sabían que era mucho más capaz que ese vil Zheng Nan Fan que sólo sabía arrastrarse delante de los otros.
Zheng Nan Fang se llenó de ira por la humillación viendo como si pudiese leer el significado de sus palabras en los ojos de todo el mundo.
–Creo que has sido tú quien ha hecho que viniera la policía. – Señaló a Xiao Li e insultó. – Tú, jodido-…
La palma de Yang Ze le cruzó la cara. Zhang Nan Fang se enfadó y los lacayos de los grupos se volvieron hostiles entre ellos cuando Yang Ze empezó a insultarle.
–¡Bastardo! ¿Todavía tienes los huevos de hablar? ¡No son gilipollas, estúpidos y pánfilos! No te siguen porque quieren retar a la policía, sino porque quieren que les protejas. ¡Aunque coman de los actos ilegales que llevan a cabo, no tienen por qué morir o que los ahoguen por ello! ¡Aunque hagan algo ilegal, no quieren que les metan entre rejas! ¡Maldito bastardo! ¿Eres incapaz de enfrentarte a la policía tú solito y tienes los cojones de maldecir? ¡¿Por qué iba alguien a sacrificar su vida por ti aunque seas el líder?!
Ese comentario fue muy astuto. A pesar de que parecía mediocre y ordinario, en realidad, era un golpe poderoso que drenó su espíritu luchador considerablemente. La expresión de muchos de los lacayos de Zheng Nan Fang cambió, incluso su comportamiento asesino y despiadado pareció desvanecerse.
Zheng Nan Fang quiso volver a hablar, pero Yang Ze le pegó un puñetazo en la boca, haciéndole caer de espaldas. Sus subordinados se miraron vacilantes y consternados.  Yang Ze avanzó un paso y le pateó.
–¡Todo el mundo sabe qué clase de persona soy yo, Yang Ze! ¡Seguidme, hermanos! ¡Comeréis bien! Me esforzaré tanto como vosotros os esforcéis. No serviré a alguien como Zheng Nan Fang, que para ahorrarse problemas mete en el frente a cualquiera. Hay algo que quiero dejaros claro: desde hoy, yo no me someto ante este bastardo. Si todos creéis que soy lo suficientemente bueno, apoyadme y llamad a Yang Ge. Yang Ge os ayudará a expandir el territorio sur. Si todos creéis que no soy lo suficientemente bueno, no diré nada más. Rápido, llevaos a este inútil.
El propio lacayo de Yang Ze empezó a hablar y declaró su posición mientras los otros se cuestionaban.
–Yang Ge, no es tu problema. Si todo el mundo te apoya a ti, Qing Ye…
–¿De verdad te crees que Qing Ye tiene mucha expectativa en el territorio sur? –Se burló. – Cuando Cheng Ge estaba aquí y este territorio era provechoso, Qing Ye lo dividió y se lo dio a Lu Wu; Cheng Ge era quien estaba a cargo pero Qing Ye insistió en quedarse en el Arco del Triunfo. No confía en nosotros y nos ha reducido nuestro territorio sin motivo alguno. ¿Qué subordinados son más libres que nosotros? Cheng Ge está muerto y nos han tirado a este bastardo. ¡¿Podéis tolerar toda esta mierda?!
Ninguna voz le cuestionó, sólo hubo susurros y expresiones ansiosas. Zheng Nan Fang se debatió vigorosamente para levantarse.
–¡¿Estáis jodidos todos?!
Guo Jin Long, que no había dicho nada en todo este tiempo, de repente dio un paso adelante y le pateó en la cara haciéndole aullar de dolor.
–Puede que no lo sepas porque Cheng ge fue asesinado, pero Peng ge está con nosotros. Es muy probable que su intención sea convertirse en el jefe.
Se escuchó una voz fría e intensa.
–¡Creeremos a Yang Ge porque está dispuesto a expandir el territorio sur!  – Guo Jin Long, entonces, cambió su forma de dirigirse a Yang Ze. – ¿Qué podrá hacernos Qing Ye cuando llegue el momento y nos unamos a Peng Ge?
–¡Está Li Ge!
–El territorio este ha cambiado muchas veces de líderes, pero todo el mundo es consciente de su situación. ¿Para quién trabajan los hombres de ahí a parte de para Li Ge? Si nuestros tres territorios trabajasen juntos, ¿todavía le tendríais miedo a Li Shi Qing?
La multitud se inquieto y algunos empezaron a gritar:
–¡Yang Ge, te seguiremos!
Los hombres al lado de Yang Ze y, poco después, los devotos de Zheng Nan Fang se unieron, dejando sólo dos hombres a su lado.
–Admiro vuestra lealtad a este tipo de persona. – Les dijo Yang Ze a los dos hombres y le quitó el pie de encima a Zheng Nan Fang. – Lleváoslo.
Los presentes se reunieron al lado de Yang Ze y Gui Jin Ling mientras aquellos dos hombres ayudaban a Zheng Nan Fang.
Yang Ze le echó un vistazo a Xiao Li; ambos intercambiaron una mirada con segundas intenciones antes de que Yang Ze se diera la vuelta y le dijera un par de palabras a Guo Jin Long. Después de aquello, Guo Jin Long se llevó a tres hombres y fue hasta Xiao Li.
–Li Ge. – Dijo con una sonrisa. – Te llevaré al tu territorio.
Xiao Li volvió a mirar en dirección a Yang Ze. Guo Jin Long susurró:
–Li Ge, quédate tranquilo. Yang Ze es un experto en amenazas y promesas que incitan a la gente. – Entonces, miró a Qi Xiu Yuan. – Li Ge, tu amigo…
–Se viene conmigo, pero no vamos al este. – Respondió Xiao Li con firmeza.
Uno de los hombres de Guo Jin Long se acercó caminando con la intención de empujar la silla de Qi Xiu Yuan, pero Xiao Li le echó.

–Vamos al norte. – Dijo mientras empujaba la silla de Qi Xiu Yuan hasta la salida del edificio. 

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