Capítulo 77: Incendio masivo a la mitad de la noche

diciembre 02, 2017

Tuoba Zhen sonrió un poco.
–Pasaba por aquí casualmente y me he parado a presentar mis respetos a Buda.
La comisura de los labios de Li Wei Yang se curvaron y sonrió como ausente.
–¿Oh? ¿También crees en Buda, Su Alteza San?
Su pregunta extrañó un poco a Tuoba Zhen y preguntó:
–¿Cómo no?
Li Wei Yang le sonrió a la estatua de Buda del atrio, mostró una sonrisa postiza y no se explicó con claridad. Tuoba Zhen se frustró, pero no permitió que se le notase, en lugar de eso, continuó sonriéndole a Tuoba Yu.
–¿Entiendes lo que xianzhu quiere decir?
A Tuoba Yu también le habían dejado perplejo. No sabía por qué sentía que Li Wei Yang era antipática con Tuoba Zhen. Tal vez esa era la razón por la que lo ayudaba. ¿Qué enemistad podía tener la señorita de la casa del primer ministro con el príncipe San de la casa imperial? No conseguía comprenderlo.
Li Wei Yang se había prometido que no dejaría que Tuoba Zhen consiguiese lo que quería en esta vida y cada vez que le veía, el desprecio que le tenía resurgía mientras que todo lo demás le daba igual. Ella no le provocaba, pero él no dejaba de ser condescendiente, despreciarla y prometerle llevarla a lo más alto: era irónico. ¿Cómo iba a repetir el mismo error de caer a un estado tan patético? Pensando en ello, se dio la vuelta y dijo:
–Mi familia me debe estar buscando, me voy a ir yendo. Vosotros continuad, por favor. – Hizo un saludo ceremonial y, dirigiendo a Bai Zhi y Zhao Yue, se marchó.
Tuoba Zhen quiso detenerla, pero Tuoba Yu le barró el paso.
–¿Qué haces? – Una luz fría le pasó por los ojos a Tuoba Zhen mientras hablaba lentamente.
–¿No te has dado cuenta de que xianzhu no quiere hablar contigo, hermano? – Tuoba Yu le sonrió con ironía.
–¿Cuándo te has convertido en su mensajero? – se burló Tuoba Zhen.
–¿Nunca has escuchado: “<juan> gritan las águilas pescadoras sobre la isleta del arroyo[1]”?
A Tuoba Zhen le pareció irónico y sus ojos se ensombrecieron.
–Espero que no me lo tengas en cuenta por recordártelo, pero, aunque Li Wei Yang sea la xianzhu, su título sólo es un nombre: no tiene ningún poder o respeto. Si deseas casarte con ella, mucho me temo que la Emperatriz De Fei se opondrá a ello.
Tuoba Yu no le prestó atención a sus palabras, permaneció con una expresión neutral.
–No hace falta que te preocupes por eso. Si tienes tanto tiempo, en lugar de ir a pedir la mano en matrimonio de la Da xiaojie de la residencia del primer ministro, podrías dedicarte a pensar en causar buenas impresiones.
Ambos tenían pullas y sus respuestas fueron igual de mordaces. El monje de la otra habitación empezó a sudar al escucharlos hablar. No sabía lo que pasaba entre los dos príncipes, ¿por qué estaban tan tensos? ¿Acaso sería por la joven? Qué extraño. ¿Qué tenía que fuese tan encantador?
Tuoba Yu sonrió y se alejó.
–Su Alteza San, el patio de Li Furen está justo delante, sígame, por favor.
Tuoba Zhen se burló:
–Hazle saber a la señora que tengo que ocuparme de unos asuntos importantes, adiós. – Entonces, se dirigió a las puertas.
El monje se quedó ahí parado. No había pasado mucho tiempo desde su aparición, y sin embargo, el príncipe ya se iba. ¿Qué significaba aquello?

*        *        *       *       *

Mientras Li Wei Yang estaba ausente, Mo Zhu había ordenado a alguien que le limpiase la habitación. Ya era por la tarde y las criadas fueron a darle la cena. Li Wei Yang dio un par de bocados antes de dejar los palillos y llamar a Zhao Yue.
Zhao Yue entró en la habitación algo inquieta y tensa. Li Wei Yang no fue directamente al grano, sino que le preguntó:
–¿Dónde está tu hermano?
Zhao Yue se sorprendió momentáneamente, pero respondió:
–Ha venido con los soldados de la residencia Li para protegerla.
Li Wei Yang sonrió.
–Volved esta noche. Decidle a Min De que no necesito a alguien como vosotros a mi lado.
Zhao Yue se asustó tanto que se puso blanca como el papel. Cayó de rodillas y habló con la voz temblando.
–Señora, no sé qué he hecho para hacerla enfadar, pero por favor, no me eches.
Li Wei Yang sacudió la cabeza.
–Has tomado cartas en el asunto sin que te diera una orden. Eso sólo puede significar dos cosas: o no conoces las reglas, o no me ves como a tu señora. No necesito a gente como tú, vete con Min De.
¿Volver con el joven amo? El joven amo les había indicado con total claridad que si no cuidaban bien de Li Wei Yang los echaría y el general no les iba a dejar en paz.
–¡Ahora las sé! – Interrumpió precipitadamente la niña. – ¡Ya sé las reglas! ¡Desde ahora haré lo que mi señora me diga! ¡No intervendré si mi señora no me da la orden! Le ruego que no me eche, sino mi hermano y yo volveremos a la calle otra vez.
–¿Cuánto tiempo vais a seguir fingiendo? Lleváis mintiéndome mucho tiempo. – Dijo Li Wei Yang como si nada. – ¿Venir de la calle Tuoba Yu es famoso por su espada y por ser un prodigio en las artes marciales, ¿cómo puede ser que una niña que vagaba por las calles haya podido intercambiar unos cinco o diez golpes con él? Si tú eres así de buena, tu hermano debe ser todavía mejor, ¡¿todavía te atreves a mentirme?!
Sus palabras hicieron eco en la mente de Zhao Yue.
–Mi señora, – repitió con la cabeza en el suelo. – digo la verdad. Me han ordenado proteger a San shaoye, pero no puedo delatar a quién me ha dado esa orden, si lo hiciera, perdería la vida. Somos diez y San shaoye nos ha elegido a mi hermano y a mí para protegerla a usted, no le miento.
Hasta este momento, Zhao Yue había tenido una opinión pobre de Li Wei Yang. Pensaba que sólo era una señorita rica que nunca había sacado un pie de su patio, no obstante, ahora veía que subestimarla había sido una estupidez y que su señora había sido capaz de descubrir su fachada con mucha rapidez. En realidad, la culpa no era de Zhao Yue. Había crecido en el ejército y pasado por un entrenamiento exhaustivo, por lo que al descubrir la respiración de Tuoba Yu desde su escondrijo, sacó la espada y se enzarzó en una pelea por reflejo.
Li Wei Yang lo comprendía y no la culpaba por ello.
–Vete.
Zhao Yue no conocía sus intenciones y se atemorizó al pensar que la devolverían. Apretó los dientes y continuó rogando.
–Mi señora, aunque no estés satisfecha conmigo, le ruego que se quede con mi hermano. ¡Él no ha hecho nada malo! – Si la echaban, la etiquetarían de traidora y la ejecutarían. No esperaba que le tuviesen piedad, pero al menos quería salvar a su hermano mayor. – ¡Sus artes marciales son mejores que las mías, la podrá proteger!
–¿Quién ha dicho que quiera deshacerme de los dos? – Li Wei Yang sonrió con frialdad.
–¡Mi señora, perdone a mi hermano, por favor! Yo… – Zhao Yue levantó la cabeza y habló con convicción. – ¡Puede matarme usted misma!
–¡Muy bien! – Li Wei Yang la interrumpió. Levantó la taza de té y la miró como la lluvia, delicada e indiferente. – Que así sea, seguirás mis ordenes sin cuestionármelas mientras sigas conmigo. Si llega el día en que tu amo anterior te llama o en el que tengas otras intenciones, me lo dirás y yo os permitiré, tanto a ti como a tu hermano, iros.
Zhao Yue estaba en un estado de sorpresa, incrédula. ¿Los estaba perdonando?
–¿No le vas a dar las gracias a tu señora? – Bai Zhi rió con suavidad.
Zhao Yue se precipitó a arrodillarse en el suelo, inmensamente agradecida.
–¡Gracias, señora! ¡Gracias, señora!
Bai Zhi la acompañó afuera después de aquello.

*        *        *       *       *

El cielo ya estaba negro cuando Mo Zhu entró un candelabro y encendió una vela. Li Wei Yang ordenó a todas las criadas que se retirasen y se quedó a solas con Mo Zhu.
–¿Qué están haciendo las demás?
–Xiaojie, – respondió Mo Zhu. – Da Furen sigue en sus aposentos, las otras xiaojies están cenando, Si Yiniang está copiando escrituras budistas y Jiu Yiniang ha dicho que le dolía la cabeza, así que se ha ido a dormir.
Li Wei Yang asintió.
–¿Qué te ha dicho Qiu Ju?
–Qiu Ju antes me ha dado noticias de ayer, – Mo Zhu habló con suavidad. – al parecer, Jiu Yiniang se puso ropa de criada y fue al patio de Da Furen en secreto. No sabe de qué hablaron, pero Jiu Yiniang salió un buen rato después. ¿Xiaojie, crees que son noticias creíbles? No creo que Qiu Ju nos esté ayudando de buena fe, ¡xiaojie le ha dado mucho dinero, pero todavía no nos ha traído ninguna información aprovechable!
Li Wei Yang rio.
–Construye un ejército en mil días y úsalo en un momento efímero. Con que nos traiga una noticia provechosa, ya estará bien.
Mo Zhu no comprendió las intenciones de la xiaojie y reflexionó en ello con una expresión preocupada.
–Haz que Zhao Yue se quede despierta esta noche y monte guardia en el pasillo por precaución. – Dijo Li Wei Yang.

*        *        *       *       *

En mitad de la noche se escuchó el grito horrorizado de una mujer.
El patio estaba sumido en el caos. Una habitación del ala sur estaba en llamas y, por alguna razón, las llamas se habían extendido rápidamente por lo que todo el patio estaba envuelto en llamas. Li Wei Yang se sentó y corrió, pero tanto las cortinas de la cama, como el armario estaban en llamas. Li Wei Yang giró por el suelo para apagar el fuego de las mangas que se habían calado en sus mangas al pasar por la ventana e intentó escapar, pero un mástil de madera cayó tapándole su única vía de escape y, justo en ese momento, Zhao Yue entró.
Todo el mundo corrió a apagar el fuego entre gritos que provenían de todas partes. Los vientos escaparon las flamas hasta el punto de avivarlas tanto que el agua no servía para nada y, por eso mismo, nadie se atrevía a acercarse. Lo único que podían hacer era observar las llamas, que parecían pertenecer a algún dragón, bailando y danzando por el viento. El patio se convirtió en un mar de fuego: se oían las explosiones violentas y las cenizas llovían por el cielo, dañando los ojos de las muchas criadas allí presentes.
Li Zhang Le ayudó, algo disgustada, a su madre a ponerse en pie. Da Furen tenía unas cuantas cicatrices del fuego en la muñeca. Si Yiniang buscaba a sus dos hijas frenéticamente. Li Chang Xi tenía la cara negra por las cenizas y Li Chang Xiao estaba completamente pálida. Jiu Yiniang estaba en el patio aturdida, como si no pudiese creer lo que estaba viendo. Las criadas chillaban y se tropezaban entre ellas.
–¡¿Por qué corréis?! ¡Buscad todo aquello que se pueda salvar!
Bai Zhi, que había ido a por agua para Wei Yang, volvió y se encontró las llamas expandiéndose por cada habitación, cada vez más bravas y fieras. Se le cayó el vaso al suelo y corrió a por Mo Zhu.
–¿Dónde está xiaojie? ¡¿Dónde está?! – Gritaba sacudiéndole los hombros.
Mo Zhu miró a Bai Zhi temerosa, todavía incapaz de procesar los hechos. Aquella noche no le había tocado a ella vigilar, así que se estaba preparando para ir a dormir cuando descubrió el fuego y fue corriendo a alertar a los demás. Nadie se había dado cuenta que Wei Yang no estaba.
–¡Xiaojie sigue en la habitación! – Gritó Mo Zhu horrorizada.
–¡Sigue dentro…! – Exclamó Bai Zhi. Hizo a Mo Zhu a un lado y corrió hacia el fuego.
Mo Zhu vio como el mar de llamas se tragaba la habitación y retenía a Bai Zhi.
–¿Te has vuelto loca? ¡¿Cómo puedes entrar corriendo?!
–¡Xiaojie sigue dentro! – Bai Zhi agarró a Mo Zhu por las mangas.
El rostro de Mo Zhu también estaba blanco como el papel, asustado y se precipitó hacia Da Furen.
–¡Furen, San xiaojie sigue dentro! ¡Envíe a alguien para que la salve, por favor! ¡Se lo ruego!
Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Da Furen, pero expresó su preocupación delante de los presentes.
–¡¿Por qué ninguna de vosotras la ha salvado?!
Los monjes, que habían venido a apagar el fuego, y las criadas se miraron impotentes los unos a los otros. Si alguno de ellos volvía a entrar con un fuego así, moriría.
Bai Zhi apretó los dientes y corrió al fuego, pero los que tenía detrás la cogieron y la retuvieron.
–¡No vayas! ¡¿No ves que el edificio está apunto de demolerse?!
Todo el mundo se sumió en el silencio mientras observaba el fuego. Las criadas contemplaban el fuego, asustadas y drenadas de color. No lloraron, ni gritaron, sólo contemplaron las llamas con los ojos abiertos como platos.
Las llamas parecían reflectarse en la mirada de Li Zhang Le. La intención que ocultaba su sonrisa no estaba claro, pero convertía su bello, capaz de hacer caer un imperio, albergar un aura siniestra y algo demoníaca.
Las llamas continuaron tronando y quemando. El techo se derrumbó y las llamas se alzaron al cielo, como fuegos artificiales.
Li Zhang Le apenas pudo contener su alegría. Desde aquel momento no tendría que volver a verle la cara a Li Wei Yang, ni la volvería a provocar.
Sin embargo, Zhao Yue salió del mar de fuego en llamas con Li Wei Yang en la espalda.
Salvar una vida era mejor que construir siete pagodas. Los monjes le lanzaron agua a Zhao Yue, que se tiró al suelo. Le salía humo del pelo y de sus ropajes, respiraba con dificultad y yacía en el suelo con la cara manchada de ceniza. Li Wei Yang no estaba herida, examinó el cuerpo de Zhao Yue y se alivio de ver que sólo tenía un par de arañazos.
La expresión de Da Furen era amable y acogedora.
–¿Estás bien, Wei Yang? ¡Casi me muero del susto!
Li Wei Yang contempló el hipócrita rostro de su madrastra y se burló por dentro, pero no demostró ninguna emoción.
–Siento haberte preocupado, estoy sana y salva.
Li Zhang Le dejó caer la cabeza, decepcionada y miró furtivamente a Zhao Yue. Si no fuera por la intervención de Zhao Yue, Li Wei Yang habría fallecido en un mar de llamas.
–Me alegra oír eso, – En la cara de Da Furen no había ni una pizca de decepción, de hecho, parecía amable y gentil. – si no, no sé cómo se lo habría explicado a Lao Furen.
Li Wei Yang miró por encima del hombro lo que quedaba del fuego con expresión solemne.
Ni Lao Furen, ni Li Xiao Ran habrían podido decir nada si hubiese muerto en ese incendio. Todo el mundo había visto cómo Da Furen había ordenado a los criados que arriesgasen sus vidas para salvarla, pero todos habían salido corriendo. ¿A quién podían culpar si ella hubiese tenido la mala suerte de morir? ¿Centrarse en Jiu Yiniang había sido un error por su parte?
Li Wei Yang posó la mirada en la joven concubina. Jiu Yiniang temía encontrarse con su mirada y, al ver los ojos de Wei Yang en ella, bajó la cabeza.
No, hay algo que estaba pasando por alto. Li Wei Yang repasó a todos los presentes mientras pensaba en todas las posibilidades. Da Furen estaba tranquila, Li Zhang Le decepcionada, a Si Yiniang sólo se ocupaba de vendarlas quemaduras de los brazos de Li Chang Xi, Li Chang Xiao miraba para todos lados preocupada y Jiu Yiniang no se atrevía a aguantarle la mirada: todo aquello debía estar conectado de alguna forma. ¡El mundo entero parecía darle vueltas y todos eran sospechosos!
El abad corrió a su encuentro en ese momento, aunque ya habían apagado el fuego y la mitad del patio estaba quemado. El anciano parecía frustrado.
–¿Por qué no habéis traído agua para apagar el incendio?
–Abad, no podíamos entrar sin más en el patio de señoras. – Informó un monje. – No sabemos cómo ha empezado. A lo mejor las criadas de la cocina no han apagado bien el fuego de la cocina o se ha caído la vela de alguna habitación-…
Li Wei Yang le hizo una seña a Zhao Yue que la joven comprendió de inmediato. Zhao Yue, aprovechando la confusión, regresó a los restos de ceniza, al rato, regresó y le susurró:
–Mi señora, las llamas más fieras han sido las de su cuarto. Al parecer, alguien ha cubierto la puerta de vuestra habitación con aceite.
–¡Habla más alto! – La expresión de Li Wei Yang cambió.
–Sí, mi señora. – Dijo Zhao Yue. – Ha sido un incendio provocado, he descubierto aceite inflamable en la habitación.
La mirada perpleja de Da Furen cayó sobre Zhao Yue.
–¿Qué está pasando aquí? – Dijo. – ¿Acaso hemos ofendido a alguien y se está vengando? ¡Qué suerte que no haya habido heridos! ¡Sino, habríamos perdido la vida en este peregrinaje!
El abad se disculpó sin parar. Por mucho que buscasen, ahora que el fuego lo había consumido todo, hasta las pruebas, no encontrarían nada.
–Mañana por la mañana presentaremos este asunto ante Jingdu Yin y nos ocuparemos de ello.
Da Furen asintió y miró con solemnidad a Li Wei Yang.
Los labios de Li Wei Yang se transformaron en una sonrisa genuina desde el fondo de su corazón.
–¿Qué vamos a hacer esta noche? – Preguntó la criada Lin. – Todas las habitaciones están quemadas.
El abad pensó en ello unos instantes.
–Detrás de este hay un patio más pequeño, pero es demasiado modesto y temo que os pueda ofender.
Da Furen sacudió la cabeza.
–Nadie quería que pasase algo así. Con tener un sitio donde pasar la noche, basta, si no tendremos que bajar la montaña a mitad de la noche. Sin embargo, hay varias criadas heridas y espero que llame a un médico.
–El médico está en el templo, ya he enviado a alguien a buscarle. Li Furen, estese tranquila. – El abad entrelazó las manos, observó el patio destruido y suspiró.
–¿Qué? ¿Ahora tenemos que compartir una habitación entre tres? – balbuceó Li Chang Xi.
–Sí, Furen y Da Xiaojie están en una habitación y Si Yiniang y Jiu Yiniang en otra, así que esta noche Si xiaojie, San xiaojie y Wu xiaojie tendrán que pasar la noche en una habitación. – La criada Lin sonrió con frialdad mientras hablaba.
–¿Cómo puede ser? ¡No quiero estar en la misma habitación que ella! ¡De ninguna manera! – Li Chang Xi protestó incapaz de olvidar su dolor.
La criada Lin, que ya había previsto una situación como esta, la persuadió.
–Wu xiaojie, no podemos culpar a nadie de lo que ha ocurrido. Furen está exhausta, no des más problemas, por favor, xiaojie.
Li Chang Xi no quería causar más problemas, pero, aun así, se negaba a permanecer en el mismo cuarto que Li Wei Yang. Además, era una habitación pequeña. Si con dos personas ya se estaba mal, ¿cómo iba a caber una tercera?
Li Wei Yang contempló todo aquello como si no tuviese nada que ver con ella. Si Yiniang bajó la voz y coaccionó a Li Chang Xi, pero la niña no le hizo caso. Li Chang Xiao miró a Li Wei Yang con una disculpa silenciosa.
¿San xiaojie se iba a quedar sin sitio donde dormir?
–Si Yiniang, – la criada Lin estaba algo preocupada. – ¿qué opinas?
¿Qué podían hacer? Li Chang Xi no le hacía caso. La inquietud se arremolinó entre las presentes, hasta que Jiu Yiniang habló de repente:
–¿Qué os parece esto? Si Yiniang se puede quedar con las dos xiaojies, y San xiaojie, mucho me temo, tendrá que compartir habitación conmigo.
–Esto-… – La criada Lin miró a Li Wei Yang.
–¿Qué?  – Exclamó Bai Zhi. – ¿Desde cuando una xiaojie puede compartir habitación con una Yiniang?
–Bai Zhi, – le recordó la criada Lin. – recuerda que las Yiniang no pueden compartir habitación con Da Furen.
Bai Zhi se quedó sin palabras. No se podía separar a madre e hija, Li Chang Xiao tampoco estaba dispuesta a separarse de su hermana, y mucho menos a compartir habitación con Li Wei Yang. Tal cual estaban las cosas, a Li Wei Yang no le quedaba de otra que compartir cuarto con Jiu Yiniang.
–No es para tanto. – Jiu Yiniang sonrió. – No sobrepasaré mis límites y dormiré en el jergón en lugar de xiaojie: no le daré problemas.
Li Wei Yang estaba reacia, pero no le quedaba ninguna alternativa.
Bai Zhi y Mo Zhu estaban frustradas. Bai Zhi iba a añadir algo cuando Li Wei Yang la interrumpió:
–Bueno, será mejor que nos vayamos a descansar, ya es tarde.
La nueva habitación era más estrecha y simple, no obstante, dada la situación actual no les iba a ser fácil encontrar un lugar mejor para dormir. Bai Zhi ayudó a hacer los preparativos para dormir de mala gana y se volvió hacia Jiu Yiniang.
–¿Dónde vas a dormir?
Jiu Yiniang no podía dormir en la cama con xiaojie por su estatus, por lo que contestó:
–En el recibidor hay otra habitación. – Al acabar de hablar, envió a Qiu Ju a limpiar.
Li Wei Yang se sentó al lado de la cama y se limpió los restos de ceniza de la cara. Bajo la luz de la luna, su larga melena parecía un exquisito rollo de seda negra. La muchacha frunció el ceño al notar los ojos de Jiu Yiniang observándola intensamente mientras se lavaba la cara.
Cuando se dio la vuelta, Jiu Yiniang la miró algo asustada. El semblante de Li Wei Yang estaba algo pálido y la luz de la vela la hacía parecer translucida. De repente, pensó en que, aunque todo el mundo solía notar la belleza de Da xiaojie, la hermosura de San xiaojie tenía un toque distinto.
Li Wei Yang le devolvió la mirada.
–Trae el jergón limpio del carruaje para que Jiu Yiniang pueda dormir. – Le ordenó a Bai Zhi.
Eso tomó por sorpresa a Jiu Yiniang que lo rechazó algo vacilante.
–No hace falta.
La voz de Li Wei Yang era grave, pero sus palabras eran cálidas y amables.
–No lo rechaces. Puede que sea primavera, pero los vientos nocturnos en las montañas siguen siendo fuertes.
Cuando las criadas terminaron y se marcharon, Jiu Yiniang le dijo:
–Eres una buena persona, Jiu Yiniang.
Li Wei Yang sonrió, pero no dijo nada. Se limitó a tumbarse en la cama con su ropa de día. Jiu Yiniang la miró, se acercó a la mesa y pinchó la vela con la uña del dedo. Una esencia sutil difícil de detectar empezó a aparecer.
–Tu collar es precioso, Jiu Yiniang. – Le dijo Li Wei Yang.
Jiu Yiniang entró en pánico y se giró rápidamente para comprobar que la expresión de Li WeI Yang no revelase nada. Contuvo su inquietud y contestó:
–Es un collar de qibao de oro puro que me ha dado Laoye.
Li Wei Yang asintió y fingiendo preocupación añadió:
–Ese collar vale cien liang de oro. Padre te mima mucho.
El corazón de Jiu Yiniang vaciló.
–¿Tan valioso es? – Preguntó.
Li Wei Yang sonrió y asintió con la cabeza. El cuello que adornaba su cuello era de un precioso oro puro y con gemas de ojos de gato. Obviamente era muy valioso. Además, Jiu Yiniang también tenía una peineta de oro con una línea llena de perlas. Las joyas de su cabeza y orejas relucían bajo la luz de la vela. El rostro sonrojado de Jiu Yiniang se podía comparar con el reflejo borroso de una sombra en las aguas, como algo de ensueño, capaz de llegar al corazón de los demás – sin embargo, parecía estar asustada.
No estaba acostumbrada a herir a otra gente.
A Jiu Yiniang se le aceleró el corazón y apretó los labios, mientras que Li Wei Yang, por su parte, suspiró y se lamentó:
–Hace muchos años, padre se fue de viaje de negocios y conoció a una hermosa xiaojie y, de hecho, esta joven compartió su admiración. La quería tanto que hasta le prometió hacerla su igual, para que compartiera el estatus y posición de Da Furen, pero… Padre todavía no era el primer ministro y la familia de Da Furen no se podía tomar a la ligera. Da Furen se negó a dejarla entrar a la casa, por lo que la joven tuvo que hacerse concubina. Da Furen la trataba como eso: una concubina de bajo estatus. Entonces se quedó embarazada, y padre se puso como loco de contento, pero tuvo que volverse a ir de viaje. Da Furen no le permitió irse con él, reenviando que necesitaba cuidarse por lo de su embarazo. ¿Quién se hubiese imaginado que su antiguo prometido volvería a dar problemas el día del parto? Por culpa de eso tuvo dificultades y murió. Cuando padre volvió lloró su muerte, pero, después de todo, le había quitado la prometida a otro, por lo que el asunto se guardó en secreto. – Jiu Yiniang se asustó, no esperaba algo así. Li Wei Yang sonrió. – Después de aquello, todas las otras mujeres se parecían a la fallecida: Si Yiniang, Liu Yiniang, hasta mi madre. Me he enterado de que padre se enamoró de ti a primera vista, a lo mejor te pareces a esa mujer que guarda en su corazón.
Jiu Yiniang recordó que el día en que Li Xiao Ran la vio se quedó atónito, pero no se atrevía a creerlo. Li Wei Yang fingió no notarlo y continuó:
–Dicen que tuvo problemas en el parto, pero en realidad, Da Furen fue quien trajo al hombre que le dio tantos problemas.
–¿Cómo puede ser? – Jiu Yiniang se tapó la boca con la mano, perpleja.
Li Wei Yang sonrió:
–¿Cómo no puede ser? Nuestra familia tiene a Si Yiniang, Liu Yiniang y a Qi Yiniang, aunque no esté favorecida: se puede vivir en paz. Ninguna es una amenaza para Da Furen y, hablando de maquinaciones… ¿Alguna vez has preguntado dónde han acabado Da Yiniang, Er Yiniang, San Yiniang o Ba Yiniang? Yo te lo puedo contar. Da Yiniang era una criada que llegó como parte de la dote de Da Furen y que llevó a cabo un sinfín de maquinaciones por ella, pero tuvo un mal destino. Da Furen se enteró de que estaba embarazada con un niño y, por eso mismo, no sobrevivió ni tres años aquí. Piénsalo, si Da Furen sabe tu debilidad… ¿Crees que te dejará ir de rositas cuando ya no te necesite?
Jiu Yiniang empezó a entrar en pánico.
–Yo… Yo no…
Li Wei Yang movió la mano. De repente una joven saltó desde las vigas de madera con el rostro helado y sostuvo la espada contra el cuello de Jiu Yiniang. Jiu Yiniang estuvo a punto de chillar, pero Zhao Yue le advirtió:
–Cállate.
Jiu Yiniang retrocedió dos pasos, se tambaleó y cayó al suelo. Li Wei Yang se acercó con la vela entre los dedos.
–Esta vela tiene un incienso hipnótico. ¿Da Furen te ha ordenado que te aproveches de cuando esté durmiendo o tiene otra cosa pensada? – Sugirió Li Wei Yang.
Jiu Yiniang le echó un vistazo a la espada fría y brillante que había delante de ella, empalideció y se precipitó a decir:
–¡San xiaojie, perdóname la vida! ¡No he tenido opción! ¡Da Furen me ha arrinconado y me ha obligado a hacer esto!
Li Wei Yang suspiró.
–¿Cuándo me rogaste que te ayudase a escapar en el jardín también era parte de una estratagema?
Jiu Yiniang empezó a sudar, incapaz de encontrar su propia voz.  Li Wei Yang le echó un vistazo a Zhao Yue y la joven le hizo un corte leve en el cuello. Jiu Yiniang empalideció todavía más, asustada del dolor y Wei Yang.
Li Wei Yang le sonrió con dulzura.
–¿Sabes? Soy una buena persona, pero no creo que seas capaz de soportarme si me vuelvo retorcida.
Todo un conjunto de emociones distintas le pasaron por la cara a Jiu Yiniang, pero al final, se vio obligada a admitir:
–Sí, Da Furen es quien ha preparado todo lo que he hecho, incluido el incendio. Si San xiaojie moría, todo acababa ahí; pero si sobrevivías, tenía que compartir habitación contigo y, con esto que me dio-… – Le mostró unos polvos que tenía bajo las uñas. – Esto duerme a la gente, si lo quemo puedo conseguir que tengas alucinaciones… Ella me iba a ayudar a escapar, y me permitiría ir con-…
–Con tu amante. – Li Wei Yang no necesitó que la joven terminase sus palabras.
Jiu Yiniang la miró estupefacta.
–No es la primera vez que lo hace. – Li Wei Yang sonrió con ironía. – San Yiniang era muy cercana a un mozo desde que era pequeña. No había nada entre ellos, pero Da Furen les acusó de fugarse y, al final, antes de que San Yiniang pudiese defenderse, acabaron muertos los dos. Jiu Yiniang, puedo asegurarte de que antes que seas capaz de llegar a los pies de la montaña, te atraparán y te enviarán a ver al Emperador.
–¡¿Cómo puede ser?! – Jiu Yiniang no pudo evitar exclamar.
Li Wei Yang soltó una risita suave.
–Da Furen no ha dejado vivir nunca a nadie. Padre no le perdonaría jamás la traición de haberte dejado ir y te encontraría, de una u otra manera. Padre es el primer ministro, hay muchos que buscan la forma de ganarse su favor. Da igual que huyas al final del mundo, con una palabra suya te encontrarían y te traerían aquí otra vez. Y, en ese caso, si te diera por confesar algo relacionado con Da Furen eso la dejaría en una posición horrible, ¿verdad? Piénsalo, ¿cómo te puede dejar ir con vida?
–¡No! ¡No lo hará! Furen me ha dicho que-… – Jiu Yiniang todavía no se lo podía creer.
Zhao Yue, explícale la situación actual. – Li Wei Yang se mofó, sin deseos de seguir hablando.
–Sí. – Afirmó Zhao Yue. – Le he pedido a mi hermano que se fijase en cualquier movimiento de las montañas y hace poco me ha informado de que hay treinta y ocho personas patrullando los tres caminos.
Aunque no quisiera, Jiu Yiniang tenía que creérselo. La joven miró por la ventana atemorizada. Se oyeron tres sonidos fuera, era claramente una señal pero como Zhao Yue todavía tenía la espada contra su cuello, no se atrevió a moverse.
La ventana se abrió y la joven iba a moverse cuando un hombre entró de un salto con la criada Lin a cuestas, atada y amordazada. Zhao Nan hizo una mueca.
–Mi señora, he visto a esta mujer de hurtadillas en la ventana, así que la he atado.
Bai Zhi tuvo que admitir que las habilidades de aquel zagal eran terroríficas. Li Wei Yang sonrió y se detuvo ante la criada.
–Criada Lin, ¿qué tienes que hacer a estas horas para venir a mi habitación?
La criada Lin notó la mirada penetrante y fría de Wei Yang y le invadió el miedo.
–No sabía que la criada Lin y Jiu Yiniang se llevaban tan bien. – La boca de Li Wei Yang se curvó. – Me preguntaba por qué Da Furen no habría aprovechado el incendio y el caos para dejarte ir, y por qué había hecho que compartieses habitación conmigo, pero ahora ya lo entiendo.
Los hombros de Jiu Yiniang se sacudieron como si estuviese sollozando, al escuchar las palabras de Li Wei Yang, alzó la vista, perpleja.

*        *        *       *       *

A la mañana siguiente, alguien llamó a su puerta con urgencia.
–¡San xiaojie, ha venido Furen, levantaos rápido!
–Ahora mismo voy a llamar a xiaojie y a Yiniang, por favor, haced que la Furen espere un momento. – Mo Zhu le contestó a la voz de esta manera.
Li Wei Yang se sentó. ¿Todavía era de noche y Da Furen ya había mandado a alguien que fuera? Se cambió de ropa, se lavó la cara y se peinó de una forma más simple de lo normal, entonces, escuchó como llamaban a su puerta otra vez.
Li Wei Yang frunció el ceño y Bai Zhi fue a abrir la puerta.
–¡Xiaojie todavía se está lavando la cara y peinándose!
La criada Du, una confidente de Da Furen, estaba de pie afuera. No miró a Bai Zhi, o mejor dicho, escaneó la habitación mientras preguntaba:
–¿Y Jiu Yiniang? ¡Furen quiere saber por qué Yiniang no ha llegado todavía!
¡Impaciente e inquieta! Pesé a todo, Bai Zhi permaneció tranquila.
–Jiu Yiniang se ha levantado antes que nosotras.
–¿Se ha levantado más temprano? – La voz de la criada Du se afiló. – ¿Dónde ha ido? Sigue oscuro.
–No sé, – contestó Bai Zhi con indiferencia. – No me encargo de ella. – Dicho esto, se volvió para buscar a Qiu Ju, pero la joven ya no estaba.
La criada Du sonrió con frialdad, se dio la vuelta y gritó:
–¡Oh, no! ¡Jiu Yiniang no está por ningún lado!
La voz alertó a todos los que estaban en el patio.
–¡Qué tontería! – Exclamó Da Furen que había estado bebiendo té en su habitación, y salió.
Du Furen corrió a ella y se tiró de rodillas a sus pies.
–Furen, algo no va bien. ¡Jiu Yiniang ha desaparecido!
La expresión de Da Furen cambió repentinamente.
–¿Y la criada que cuida de Jiu Yiniang? ¿Dónde está?
La criada de Du parecían inocentes.
–¡La he buscado por todas partes, pero no hay ni rastro de ella!
Li Wei Yang acababa de salir vestida con modestia y con una suave sonrisa en los labios.
–Madre, ¿qué puede ser tan urgente a estas horas?
–Eso da igual, ¿dónde está Jiu Yiniang? ¿Anoche no estaba contigo? – Las expresiones de Da Furen parecían demostrar una preocupación genuina.
Li Wei Yang estaba a punto de decir algo cuando escuchó que alguien le informaba:
–¡Furen! ¡Furen! ¡Laoye ha venido!
Da Furen fingió sorpresa y vio como Li Xiao Ran entraba en el patio. En ese mismo momento, el resto de los presentes también se quedaron pasmados de verle.
–Padre, ¿por qué has venido? – Preguntó Li Chang Xi.
Li Xiao Ran la miró y dijo:
–Anoche tu madre envió a alguien para informarme de lo del incendio. Lao Furen se preocupó aunque no hay heridos, y me dijo que viniera a echar un vistazo. – Dicho esto, repasó la mirada por Li Wei Yang y Li Zhang Le. – ¿Estáis todos bien?
Li Xiao Ran estaba preocupado por sus hijas, después de todo, eran carne de su carne.
Li Zhang Le no intentó ganarse su favor por lo del último incidente, sino que se limitó a sonreír.
–Sí, padre, estamos todas bien, excepto que… ¡No encontramos a Jiu Yiniang por ningún lado!
–¿Qué has dicho? – El rostro de Li Xiao Ran se sumió en el pánico.



[1] “<juan> gritan las águilas pescadoras sobre la isleta del arroyo” (關雎) es uno de los poemas más famosos y antiguos de la literatura china y de la antigua antología Shi Jing. El título del poema es, también, su primer verso: “Guān guān jū jiū, zài hé zhī zhōu” (關關雎鳩,在河之州) que evoca una escena donde las águilas pescadoras gritan en una isleta del río. Básicamente, el poema trata de encontrar una doncella casta y buena para un joven noble. 

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