Capítulo 80: Tamborileo

diciembre 25, 2017

Cuando la canción terminó, Yan Zhi se levantó, hizo una reverencia y se marchó en silencio.
–San Jie, se me ha olvidado la capa. Voy a buscarla.
¿Cómo iba a olvidar su capa? Li Wei Yang tenía curiosidad por el por qué Li Min De se sentía atraído por Yan Zhi y por quién era esa mujer. No obstante, la muchacha no cambió su expresión ante ambos príncipes y sonrió genuinamente.
–Adelante.
–¡Iré contigo! – Saltó la princesa Jiu, pero antes de poder hacer nada, gritó estridentemente.
–Lo siento, princesa. No lo he hecho adrede. – Se disculpó Li Wei Yang.
Li Wei Yang acababa de derramar su taza de té sobre la bella falda de la princesa Jiu.
–¡Qué torpe eres!
La princesa puso mala cara y apretó tanto los labios que casi sería capaz de aguantar una lámpara de aceite. Era obvio que Li Wei Yang lo había hecho a propósito para evitar que siguiera a Li Min De.
La princesa se fue de la habitación para cambiarse y los únicos que quedaban en la estancia, además de los criados, eran tres personas con expresiones extrañas dibujadas en sus rostros.
–Parece que nosotros tres tenemos una afinidad muy extraña. – Tuoba Zhen rió.
En efecto, una afinidad maldita.  Li Wei Yang rió con frialdad y se giró para admirar el rio.
–¿Qué es eso? – Preguntó de repente.
Tuoba Yu siguió su mirada.
–Oh, es la pagoda de punta de jade. Se construyó en una isla en el corazón del rio, de noche es especialmente bonita. Si quieres, algún día podríamos ir a la isla para echar un vistazo.
Li Wei Yang sonrió y murmuró:
–Es un buen sitio. – Sus palabras ocultaban otro significado.
Los ojos de Tuoba Zhen relucieron y se quedó paralizado por la sorpresa durante unos instantes.
–¿Qué quieres decir? – Preguntó suavemente.
Ella le miró y le contestó entre sonrisas.
–Es un buen terreno. El rio se forma con la mezcla del riachuelo de la montaña y del lago Hu Po. Si se hiciera un canal en la parte más baja de la cuenca donde se encuentran, se podría dividir el rio en dos y controlar la navegación y el riego de cultivos fácilmente. ¿Ves? ¿A qué es un buen sitio?
El rostro de Tuoba Zhen cambió. No sabía cómo Li Wei Yang lo habría descubierto, pero ese era uno de los planes que todavía no había sido capaz de empezar. Si lo llevaba a cabo, conseguiría el control absoluto del transporte de los dos ríos y su riqueza aumentaría considerablemente, de hecho, superaría la de Tuoba Yu y la de los demás. Sin embargo, era incapaz de idear un plan para obtener la tierra sin alertar al resto y no podía permitirse que otra persona pudiese moverse.
–Si fuera posible, – comentó sorprendido. – ¿por qué no lo ha hecho nadie? Es muy poco realista, Xianzhu.
Li Wei Yang continuaba sonriendo.
–Su Alteza San, deberías saber que no es tan inédito. El famoso rio Xian Yuan Yuan fue dividido en sección internas y externas, y se controló el flujo de sus aguas.  Al hacerlo, se previnieron inundaciones, habilitaron comercios y riegos, e incluso se construyó el hermoso y masivo puente Dong Jiang. En un principio el ser humano no debería haber sido capaz de hacer algo así, pero lo ha hecho. ¡Cómo va a ser poco realista volverlo a hacer!
La sonrisa que había estado en la cara de Tuoba Zhen desapareció por completo y, de repente, sintió una oleada de frío. Li Wei Yang le devolvió la mirada cómo si entendiese lo que estaba pensando, como si supiese cuál sería el siguiente paso de su plan. El príncipe, bajo la atenta mirada de la muchacha, sintió que le tiraban un cubo de agua fría pro encima.
Tuoba Yu detectó el ambiente tenso entre ellos y, justo cuando iba hablar, llegó la voz de alguien desde fuera.
–La princesa Jiu dice que le duele el estómago y ha huido por una ventana.
¡Esa mocosa traviesa!  Tuoba Yu no pensó en nada más, se levantó y se apresuró a decir:
–Xianzhu, quédate aquí, por favor. Voy a ir a buscarla.
Li Wei Yang sonrió.
–Su Alteza, la princesa seguramente ha ido a buscar a mi San Di al carruaje.
Tuoba Yu titubeó; no le preocupaba que Tuoba Zhen tuviese las agallas de hacer algo, era su territorio después de todo, pero… ¿De verdad era seguro dejar aquí a Li Wei Yang?
–¡Prestad atención a cualquier movimiento de la habitación! – Les ordenó a los soldados que habían fuera de la puerta en voz baja.
Tuoba Yu bajó las escaleras rápidamente y ahora, los únicos en la habitación eran Li Wei Yang y Tuoba Zhen.
Li Wei Yang se levantó; no tenía el más mínimo interés en compartir mesa con semejante persona.
–Xianzhu, – dijo Tuoba Zhen de repente. – ¿conoces esta historia?
Li Wei Yang se dio la vuelta para mirarle arqueando las cejas. Tuoba Zhen se sirvió una copa de vino.
–En la dinastía pasada hubo un gobernante muy fuerte que llevó a su propio ejército a la frontera sur. Tristemente, tras varios ataques y mucho esfuerzo por mantener la retaguardia, su gente intentó convencerle de parar. Pero él insistió. El monarca anduvo hasta delante de su tienda y escribió: “Ji Lei[1]” en la arena. A excepción del hombre listo que hizo las maletas de inmediato y se quiso ir, nadie entendió el significado de esas palabras. Sus camaradas le preguntaron por qué estaba recogiendo a lo que él contestó que Su Alteza empezaba a considerar la rendición, pero que todavía tenía que confirmarlo. Así que, como iba a retirarse de todas formas, él ya empezaba a recoger. Como los que le escucharon pensaron que tenía algo de razón, también empezaron a prepararse. Cuando el Emperador lo descubrió se quedó perplejo. ¿Qué opinas del hombre listo?
–No sé lo qué el gobernante habría hecho, pero sé que, si fueras tú, Su Alteza San – Li Wei Yang sonrió. – hubieras matado a todos aquellos que hubiesen especulado sobre tus intenciones.
Tuoba Zhen ni parpadeó.
–Tienes razón. El hombre intentó ser el más listo en el campo de batalla incluso antes de que se diera una orden y afectó a la moral del ejército. Matarle para dar ejemplo es la única salida cómo líder de las tropas. Por tanto, hay que ser listo, pero no demasiado. Hay que saber demostrar la astucia delante de los demás para evitar que lo maten. No vale la pena.
Li Wei Yang le contestó con frialdad.
–Lo siento, no tengo tiempo para quedarme aquí a escucharlas historietas de Su Alteza.
Tuoba Zhen bajó la copa de vino con cierta frialdad en los ojos.
–Li Wei Yang, no te estaba contando una historia, te estoy relatando un evento histórico real. La historia suele repetirse; si tú fueras el hombre listo, ¿crees que te mataría?
Li Wei Yang vio las ansias asesinas en los ojos de Tuoba Zhen por un momento.  El príncipe debía estar en pánico porque su plan siempre había sido crear el canal, sin embargo, ahora que el séptimo príncipe también había descubierto que era posible hacerlo, le iba a ser imposible llevarlo a cabo. Li Wei Yang era consciente del fuerte impacto que esa revelación iba a tener en Tuoba Zhen, pero lo dijo de todas formas. Además, delante de su cara para hacerle enfadar.
Li Wei Yang sentía que tenía a un tigre por la nuca – rebosaba una sensación de logro. Por supuesto, era algo peligroso; un paso en falso y podría hacerse daño.
La muchacha sonrió con gentileza y los ojos danzando bajo la luz y, de repente, avanzó dos pasos. Cogió el borde de la mesa y se enfrentó directamente a Tuoba Zhen.
–Su Alteza San, te aconsejo que no hagas ningún movimiento sin considerarlo con detenimiento, sobretodo si buscas hacerme daño a mí o a alguien de mi entorno. Te aseguro que te arrepentirás si lo haces.
Tuoba Zhen se quedó helado como un iceberg.
–¡Li Wei Yang! ¡¿De verdad te da igual todo?!
Li Wei Yang curvó los labios.
–No, me importan muchas cosas, sobretodo mi vida. Así que no me asustes, Su Alteza, porque no soporto los sustos; si se me escapasen sin querer cosas que no debo mencionar, mucho me temo que Su Alteza San podría perder la cabeza y su bajuna existencia. – Soltó la mesa y se dio la vuelta para irse.
Tuoba Zhen no podía creérselo, no podía creer que Li Wei Yang tuviese algo contra él. Sentía que sólo le estaba amenazando, asustándole o, tal vez había adivinado sus planes en una muestra de astucia. No se tomó en serio su amenaza y le cortó la salida; su única vía de escape.
–¡Li Wei Yang! ¡Quieta ahí!
Tuoba Zhen la miró con intensidad, como si su mirada repleta de odio pudiese hacerla trizas.
Bai Zhi, que también estaba en la habitación, se quedó perpleja. La distancia entre ellos le imposibilitaba escuchar su conversación, pero un miedo interminable surgió en su corazón al ver el extraño comportamiento del príncipe. Zhao Yue, a un lado, ya tenía la mano preparada sobre la empuñadura de la espada.
Li Wei Yang echó la vista hacia atrás con frialdad. Tuoba Zhen ignoraba por qué la expresión de esta muchacha le dificultaba la respiración.
–¡¿Te atreves a irte sin mi permiso?! – Apretó los dientes.
Li Wei Yang sonrió y extendió los dedos para limpiarle una mancha de vino del pecho a Tuoba Zhen.
–Su Alteza San, tú para cruzar tienes un camino soleado, mientras que yo tengo que pasar por un puente. Recuerda mantenerte alejado de mí, no me sigas todo el día como un cachorro perdido. Te llevo odiando desde el primer día. ¡Recuérdalo! – Le dio un toquecito en el hombre y salió pavoneándose ignorándole como a un montón de ropa sucia.
Tuoba Zhen se quedó ahí de pie. Se estremeció de los pies a la cabeza y una brisa fría le envolvió. Acababa de ser testigo de lo gélida que era la mirada de Li Wei Yang; no parecía humana, era como si un espíritu maligno se hubiese arrastrado fuera del infierno para exigir su vida.

*         *        *        *        *

Li Wei Yang no bajó por las escaleras al salir de la habitación, en lugar de ello, abrió la puerta adjunta entre sonrisas.
–¿Te ha gustado escuchar a escondidas, Su Alteza Qi?
El hombre que había salido a buscar a la princesa Jiu llevaba sentado allí todo el tiempo, sin rastro de culpabilidad.
–¡Qué agallas tiene la Xianzhu! – Levantó la copa a modo de saludo.
Li Wei Yang rió con frialdad.
–Zhao Yue, vigila afuera. Mata a cualquier entrometido que se atreva a entrar.
–Entendido.
Zhao Yue y Bai Zhi salieron dejando asolas al príncipe y a Wei Yang.
–¿Cómo has sabido que estaba en la puerta de al lado? – Tuoba Yu alzó las cejas y le dedicó una sonrisita.
–Los soldados son los que buscan a la princesa, además, sabes que Tuoba Zhen no tiene buenas intenciones y dudo de que me dejes encargarme de él yo sola, ¿no? – Li Wei Yang le respondió gélida.
–Me conoces bien, en efecto.
–¡Qué lástima que me equivocase contigo! – Le replicó. – Pensaba que después del último incidente seríamos, como mínimo, aliados, aunque no pudiésemos confiar en el otro totalmente. ¡Y, aun así, haces estas cosas!
En la fría cara de Tuoba Yu apareció cierto rumor; debía admitir que todavía no creía en Wei Yang de todo corazón.
–No era mi intención.
Li Wei Yang controló su enfado. En realidad, no era irracional que Tuoba Yu no confiase en ella. Era factible que Li Wei Yang fuese una aliada de Tuoba Zhen y que todas sus acciones hacia él hubiesen sido teatro, después de todo, era una pelea entre príncipes. Li Wei Yang sabía, gracias a su vida pasada, que Tuoba Yu no era tan ingenuo.
Por lo tanto, suavizó su disgusto y habló en voz baja.
–Sé que no va a ser fácil ganarme tu confianza, pero ya he preparado unos cuántos regalos para demostrarte mi sinceridad.
–¿Por ejemplo? – De repente, Tuoba Yu estaba muy interesado en lo que tenía que decir.
–El príncipe San, por fuera, es encantador con sus hermanos y respetuoso con el Emperador, pero en realidad, es de corazón ambicioso. Tiene alianzas secretas con oficiales de la corte y contacto con la mafia. De toda su red de élites, hay que mencionar a cuatro de sus generales, a tres hombres muy sabias y a dos señoritas.
Los cuatro generales eran Li Jing, Mu Yang, Zhou Heng y Lu Lu; maestros en el arte de la guerra, sobretodo Li Jing, que poseía el título de: “dragón celestial por encima de los cielos” gracias a haber luchado y matado a quinientos seis hombres en la batalla de la frontera sureña hacía trece años. A pesar de haber sido un gran comandante que dirigió a miles al calvario de la batalla, le echaron por retrasar al ejército hacía ocho años por haberse emborrachado. Tuoba Zhen le ayudó a crear una identidad falsa y volver a entrar en el ejército como general.
Mu Yan era, en apariencia, un escolar débil, con un rol menor en el censo del palacio imperial, no obstante, a los dieciséis años asumió la responsabilidad de ser el segundo líder de una sociedad secreta.
Zhou Heng provenía de una familia de oficiales que habían servido al anterior Emperador, sin embargo, todo su clan fue decapitado por una trampa que les pararon sus enemigos. Él escapó de la muerte huyendo y creció en tierras poco habitadas. Tuoba Zhen le acogió y le insertó en el ejército responsable de la seguridad del Emperador bajo un nombre falso. Subió de rangos y ahora era el subcomandante de la rama norte de la guardia imperial.
Por último, Lu Lu era de antecedentes humildes, pero gracias a sus habilidades de comunicación tenía buenos contactos. También era cruel y, sin duda, leal. Por eso estaba en el campo de espías y se especializaba en asesinatos silenciosos.
Li Wei Yang hizo una mueca conforme recapitulaba la información. Tuoba Yu cogió aire y se cogió las manos por detrás de la espalda. Vaciló, dejó caer las manos a los lados, cambió de posición y, una vez más, se metió las manos en las mangas. Estaba obviamente incómodo ya que desconocía los hechos que la muchacha le acababa de contar.
Li Wei Yang le acababa de contar secretos que sólo Tuoba Zhen sabía.
–Los tres sabios son Gao Cheng, Jing Neng y Sun Song. – La joven continuó. – Gao Cheng excede en conspirar y es un ayuda en la casa del príncipe heredero. Jing Neng es un experto en etiqueta y las obligaciones de los emperadores; es el profesor del príncipe heredero. Sun Song tiene el don del habla; en este momento, puede que no parezca muy útil, pero llegado el momento su lengua de plata ayudará a su señor a conseguir los corazones de los oficiales y las gentes. Y en cuanto a las señoritas, bueno… Una ya se ha ganado el corazón del Emperador siendo su favorita, y la otra está en la casa del príncipe Wu ahora mismo-…
Tuoba Yu se levantó extremadamente sorprendido.
–¿Sabes lo que estás diciendo?
–Sé que no crees que Tuoba Zhen tenga tanto poder, – Li Wei Yang sonrió. – pero lo que sí es verdad es que lleva años utilizando las riquezas del príncipe heredero, el poder de la Emperatriz y el de la familia Wu para hacer cosas que le beneficien. Sus dotes actorales son buenos, tan buenos que lleva engañando a la Emperatriz y su hijo durante muchos años.
La intuición de Tuoba Yu le decía que todo lo que la joven le estaba diciendo era cierto, no era información que se pudiese decir a la ligera. Sin embargo, pensaba que podría haber estado exagerando las cosas – después de todo, cada príncipe tenía espías en la casa de sus rivales. No creía que Tuoba Zhen diese tanto miedo.
Li Wei Yang sabía que el príncipe tendría sus dudas, que no se daría cuenta de lo peligrosos que podrían llegar a ser esos individuos.
–Son la punta del iceberg. Sobornará a los que pueda, y a los que no, los convencerá. Si no consigue lo que quiere con esos métodos, los matará. Sé que todos los príncipes tienen poder y espías en la casa del resto, pero esos espías son fáciles de comprar con dinero. Sin embargo, la lealtad no se puede medir en dinero. Me atrevo a decir que nadie tiene la paciencia y la voluntad de Tuoba Zhen. No a todo el mundo le gusta el dinero; si no puedes ganarte a alguien, ¿serías capaz de dejar de dormir y montar durante siete días para encontrar el regalo que quiere tu objetivo? ¿Serías capaz de ofrecer tus respetos cada festival de Qing Ming en la tumba de otra persona para convencerles que se unan a ti? ¿Serías capaz de demostrar tu sinceridad a los gamberros de los bajos fondos? Es imposible que el príncipe heredero, el príncipe Wu o tú os podáis comparar con él en este estado.
Tuoba Yu sintió que un escalofrío le recorría la columna vertebral, como si le hubiesen colgado del techo.
Al principio pensó que Tuoba Zhen no se había podido resistir a la tentación y que por eso estaba ayudando al príncipe heredero. ¿Quién se hubiese imaginado que su estratagema era utilizar al príncipe heredero y a la Emperatriz como fichas de ajedrez? Normal que fuese tan perfectamente filial con ellos; era un lobo con piel de cordero.
Tuoba Yu se sentó en silencio y, al rato, habló:
–Te creo. También me gustaría saber cuánta gente sabe esto.
–Aparte del príncipe enfadado que se acaba de ir, sólo tú y yo. – Contestó Li Wei Yang con una sonrisa en la cara.
La mayoría de todas estas personas todavía no habían mostrado todo su potencial, pero en el momento más crucial, se convertirían en la clave para la obtención del trono de Tuoba Zhen.
–¿Se lo contarás a alguien más? – Tuoba Yu cogió aire.
Li Wei Yang comprendió su mensaje oculto, así que sacudió la cabeza.
–Nadie más lo sabrá.
Al escuchar su respuesta, Tuoba Yu suspiró aliviado. No sabía cómo la joven se las había apañado para conseguir la información, todo el mundo tiene sus secretos y mientras fuera cierto, ¿qué más daba cómo lo había descubierto? Lo más importante era que no le revelase a nadie más aquello.
El príncipe volvió a suspirar inconscientemente.
–Tengo dieciocho establecimientos más que me dan información. Durante todos estos años he conseguido mucho y con mucho detalle, pero basándome en lo que me acabas de contar, sólo dos de todos ellos son de confianza. El resto me deben haber estado pasando pistas engañosas que Tuoba Zhen ha debido escapar a propósito. Sus motivos son extremadamente terroríficos.
Li Wei Yang sólo pudo sonreír. Puede que Tuoba Yu no perdiese ante nadie en términos de perspicacia y deducción, pero en cuanto a paciencia y reflexión de los detalles de la información, no tenía nada que hacer contra Tuoba Zhen. Tampoco era de extrañar, nadie le prestaría demasiada atención a un príncipe que no constituía ninguna amenaza. Tuoba Yu se había esforzado mucho en conseguir información de los demás, desatendiendo a Tuoba Zhen.
Por el contrario, Tuoba Zhen no dejaba ni una sola piedra sin mover. Daba igual lo fuerte que fuera su apoyo en Luo Guo Gong, siempre habría información que se podía usar en su contra.
–Nadie es infalible; hay siempre alguien destinado a hacer que seas menos precavido. Son gente astuta y cruel, como una serpiente escondida en la oscuridad esperando a morderte cuando no estés alerta, así que, mientras le tengas sujeto no hay nada que temer.
–Conozco a todos los que has mencionado, pero me los había tomado como gente sin importancia, algunos de ellos son buenos amigos míos. Me he dado cuenta de que he cometido un error muy grave; muchas gracias por tus consejos. Recordaré mi deuda; si alguna vez necesitas ayuda, haré todo lo que pueda por ayudarte. – Tuoba Yu habló con tranquilidad, como si estuviese teniendo una conversación sin importancia y casual.
Li Wei Yang miró a sus ojos penetrantes y supo que en ellos había una promesa solemne.
–Gracias. – Se sumió en silencio.
–Lo que le has dicho a mi hermano… – Él suavizó la mirada y continuó con lentitud. – No ha sido para agitarle, sino para ganarte mi confianza.
Li Wei Yang no se lo negó ni lo confirmó, se limitó a sonreír y le contempló durante un buen rato. De repente, se dio cuenta que él la estaba observando en silencio con un toque de dulzura en la profundidad de su mirar.
El príncipe ignoraba desde cuándo su interés se había transformado en un tipo de gusto. Los ojos de Tuoba Yu la abarcaron con profundidad y suspiró.
–Tú… – Pareció querer decir algo, pero vio por el rabillo del ojo que estaba lloviendo. – Te llevaré a tu carruaje.

*         *        *        *        *

Cuando se fueron de la mansión todavía era de día, pero ahora el tamborileo de la lluvia se cernía sobre ellos. Todos los que habían estado admirando los farolillos corrían en busca de refugio.
–Xiaojie, – Bai Zhi habló conforme Li Wei Yang aparecía en la entrada de la posada. – hay un paraguas en el carruaje, iré a buscártelo.
–Toma. – Tuoba Yu ya había ordenado que le trajeran un paraguas.
Bai Zhi se adelantó para recibirlo, pero Tuoba Yu sonrió y se lo apartó.
–Permíteme.
La lluvia goteó sobre el paraguas y cayó por su mejilla; Tuoba Yu bajó la cabeza y su voz, mezclada con las gotas de lluvia, flotó hasta el oído de Li Wei Yang.
–Descansa bien cuando llegues a casa, Xianzhu.
Su perfil parecía más claro de lo normal y más atractivo bajo la lluvia.
–Eso espero. – Li Wei Yang sonrió.
Li Min De la esperaba delante del carruaje. Hacía dos horas que se había marchado y no se había molestado en volver. Li Wei Yang no le interrogó y subió al carruaje. Tuoba Yu sonrió a Li Min De, que le contestó con frialdad y se marchó.
El carruaje se dirigía a la residencia de los Li. Li Wei Yang todavía podía ver la figura alta en la lluvia a través de las cortinas. No entendía por qué no estaba usando un paraguas y por qué estaba contemplando el carruaje sumido en sus pensamientos.
Li Wei Yang hizo una pausa y dejó que las cortinas cayeran.
–SanJie… – Li Min De habló desde su lado.
Ella se dio la vuelta para mirarle.
–¿Qué pasa?
–¿No me vas a preguntar dónde he estado?
Li Wei Yang levantó la mano y le quitó una fina capa de lluvia que tenía en los hombros con suavidad.
–¿Has ido a ver a Yan Zhi?
Li Min De se desconcertó, pero no respondió nada.
–No has comido nada en el festín – Li Wei Yang sonrió. – He ordenado que te traigan vino y comida. Bai Zhi.
Bai Zhi respondió a su nombre de inmediato. Abrió la caja de comida y presentó los platos uno a uno. Li Wei Yang echó un vistazo al rostro pálido de Li Min De y dijo:
–Hace frío cuando llueve de noche. ¿Por qué no te has puesto otra capa de opa? Da igual, bebe un poco de vino de osmato, te ayudará a deshacerte de los escalofríos.
Li Min De se quedó de piedra. Li Wei Yang le observó; el joven tenía una estructura facial clara y definida, mezclada con cierta belleza y voluntad. La combinación de esos elementos solía ser conflictiva, pero, en su rostro, era hechizante.
Sus ojos estaban llenos de sonrisas cuando volvía a hablar.
–¡Acércate, rápido! – Él se le acercó y cogió los palillos sin tocar la comida. – ¿En qué piensas?  – Le golpeó la frente con el dedo. Li Min De se tocó la frente por el dolor repentino. – Otra vez en tu mundo… ¡Parece que me estés desafiando a propósito!
–Yo no-… – Él abrió la boca para explicarse.
Li Wei Yang rió de repente, y aunque desapareció en unos segundos, Li Min De se quedó cautivado.
–No me digas cosas como: “lo siento, no te puedo decir la verdad”, aunque no me gustan los truquitos… – Suspiró. – Sea cual sea el caso, todo lo que tienes que saber es una cosa: no te voy a culpar de nada, aunque te niegues a contarme la verdad…
Las pupilas de Li Min De se estrecharon y en la profundidad de sus ojos apareció un rayo de gratitud que reemplazaría la tristeza.
Li Wei Yang notó los cambios de su expresión con total claridad e, involuntariamente, le dolió el corazón. También sintió cierta distancia, hecho que la entristeció. ¿Estaba creciendo este niño que solía depender de ella? Cada vez era más difícil entender sus sentimientos. Sin embargo, Li  Min De posó su cabeza sobre los hombros de ella al siguiente segundo.
–¿Qué pasa? – Preguntó Li Wei Yang sorprendida.
Li Min De no contestó, continuó descansando sobre sus hombros. Tenía los ojos al borde de las lágrimas; cada vez que pensaba en que al final tendría que dejarla, su corazón se retorcía por el dolor.
–Dijiste que habías crecido y tienes tus secretos. Deberías alegrarte de que no indagué, porque eso significa que confío en ti. – Li Wei Yang tiró de él, le volvió a meter los palillos en la mano y le dio, personalmente, un pedazo de pez agridulce. – Come.
El vino de osmanto no tenía demasiado alcohol y Li Wei Yang disfrutaba su sabor dulzón. En la cena habían desconocidos y creyó que no sería muy inteligente beber demasiado, pero ahora mismo, el único que estaba delante de ella era Li Min De por lo que saboreó el vino lentamente. Una calidez inundó su corazón conforme bebía. Observó las capas de lluvia cayendo fuera y pensó en lo furioso que debía estar Tuoba Zhen. Rió y se tragó la copa de vino de una sentada.
Li Min De hizo una pausa y se volvió hacia ella.
–¿Sanjie? – Nunca la había visto beber y mucho menos había visto una expresión como aquella en su rostro.
Li Wei Yang también hizo una pausa y se serenó.
–No me emborracharé, tranquilo. Sólo es una copita. – Sonrió.
–¿No te has bebido ya tres? – Li Min De le echó un ojo a la copa que tenía en las manos y se la quitó, pero con la velocidad de un rayo, ella la volvió a coger y se la bebió de un trago. – ¡¿Sanjie?!
–¿Mmm? – Li Wei Yang sonrió dulcemente. Tenía un mechón cubriéndole la cara. Bajo la luz de la vela sus ojos parecían humo, claros y en su expresión había una pizca de impaciencia. – ¿Desde cuándo eres tan quejica, señor cuidador?
Li Min De bajó la cabeza, avergonzado. Vio que todavía sujetaba la copa con los dedos y continuaba mirándole fijamente, embriagada. Li Wei Yang apoyó la espalda atrás, borracha, descansando un poco sobre él.
El rico aroma del osmanto combinado con la fragancia de su cuerpo se tornaba un aroma que entraba a la nariz del muchacho, se colaba en sus extremidades y alcanzaba las profundidades de su corazón. De repente, quería que ese momento fuese eterno, pero una voz resonó en su cabeza advirtiéndole que no debía ser demasiado codicioso y que no se sumergiese en esa calidez. Su existencia sólo conseguiría acabar con ella y le ocasionaría peligros inmensurables. Ese no era su lugar, y si la perdía jamás conseguiría pagar el precio.
Li Min De dejó caer la cabeza y cogió el vino de osmanto que tenía delante. Llenó la copa que acababa de usar Wei Yang y bebió saboreando algo completamente distinto a lo que había probado antes.
Zhao  Yue protegía el carruaje y Bai Zhi estaba seleccionando las velas con cuidado, pero en realidad se sentía rara. San Shaoye parecía diferente a antes. Era un chico listo, astuto e inocente, pero ahora, sobretodo cuando estaba callado, no se atrevía a hablarle. De alguna manera radiaba poderío y nobleza, un aura de la que carecía en el pasado. Sus ojos disparaban indiferencia y frialdad que sólo solía aparecer en los rostros adultos. ¿La muerte de San Furen había ocasionado ese cambio tan drástico?
–¿Min De? – Li Wei Yang sonaba realmente borracha; inclinó la cabeza a un lado, como si estuviese viendo a un desconocido, y le llamó. Extendió la mano y le pellizcó la mejilla.
–¡Ah!
–¡Sonríe, me gusta verte sonreír! – Había recuperado su fiereza.
Li Wei Yang no pudo contener el impulso de estirarle las mejillas viendo sus mejillas coloradas y los ojos tan parecidos a las aguas veraniegas.
–¡Sanjie, estás muy borracha!
Era como si la hubiesen cambiado por otra persona. Li Min De estaba atónito y su cara parecía una croqueta de tanto pellizco.
–El vino ayuda a olvidar las penas y depresión. – Murmuró ella. – Min De, bebe tú también. ¡Si ya eres tan quejica ahora que ere joven, imagina lo horrible que serás cuando crezcas!
Li Wei Yang tenía la sensación de que el mundo entero e sacudía e intentó abrir los ojos. Al hacerlo, se encontró a un Min De rojo como un tomate. Le soltó y buscó una posición más cómoda para descansar.
–Esto está bien, mientras seas feliz, todo me parece bien. – Li Min De sonrió al ver su rostro durmiente.
Aquella noche los sentimientos de Li Wei Yang habían sido turbulentos. A pesar de que el joven desconocía el motivo, sabía que estaba más que dispuesto a hacer cualquier cosa para ganar una sonrisa suya.

*         *        *        *        *

A la mañana siguiente, Lao Furen invitó a Li Wei Yang a He Xiang Yuan. Todo no puede ir siempre bien. A pesar de que Li Wei Yang lo tenía todo bajo control, tenía una infinidad de problemas dirigidos a ella.
–Madre, tú también estás. ¿Te encuentras mejor? – Wei Yang sonrió respetuosamente al ver a Da Furen sentada en e gran salón aunque estaba enferma.
Da Furen esbozó una sonrisita.
–Me he tomado la medicina que me recetó el médico, pero no he mejorado. Ah, siempre he tenido un cuerpo débil, es inevitable.
A LI Wei Yang le pareció extraño que Da Furen, que siempre quería mantener una fachada fuerte, estuviese dispuesta a permitir que la gente viese su lado débil.
En realidad, Jiang Guo Gong había invitado a Li Xiao Ran para conversar por la tarde. Era completamente normal que una suegra visitase a su yerno para saber cómo iba todo, aunque en su caso, su intención había sido usar su estatus para presionarle para que dejase volver a Li Zhang Le. Sin embargo, Li Xiao Ran había rechazado su invitación afirmando tener asuntos de estados que atender y la anciana, a su edad, no iba a ir a rogarle nada con su estatus.
Este incidente hizo saber a Da Furen que su marido ya no era el oficial de bajo rango y sumiso que había sido diez años antes; tal vez, llevaba tiempo queriendo enfrentarse a los Jiang y ahora es cuando estaba mostrando sus verdaderos colores. Visto lo visto, tenía que pensar en otra manera y por eso, a pesar de no poder andar sin tambalearse, tuvo que apretar los dientes y presentarse allí.
–Están pasando muchas cosas en casa y me siento frustrada. Da igual qué medicina me tome, no funciona. – Da Furen le contó a Lao Furen sobre su enfermedad directamete. – Mucho me temo que voy a necesitar más tiempo para recuperarme.
–Si Da Sao no puede ocuparse de los asuntos de la casa, yo puedo ayudarte… – Er Furen respondió de inmediato pues intentaba asumir el control de la casa.
–No hace falta, – Da Furen habló tranquilamente sin cambiar ni un ápice su expresión. – ya tengo a mis ayudantes. Aunque sí necesito vuestra ayuda para servir y cuidar a Lao Furen…
Er Furen parecía disgustada. ¡Qué astuta era Da Furen! Se negaba a entregar su poder e intentaba pasarle sus obligaciones filiales con Lao Furen a otros.
Lao Furen continuó tocándose las perlas de rezo, como si no escuchase nada.
–¿Cómo fue el festival de faroles de ayer? – Preguntó Da Furen reflexiva.
–Hermoso, claro. – La sonrisa de Li Wei Yang era tranquila y bella. – Es una pena que tu salud no te permitiese acompañarnos.
Da Furen suspiró.
–Sí, siempre llevo a tus hermanos. A tu Dajie le encantan los farolillos de Lotus y le cuesta soltarlos. Tenemos nuestro propio artesano, pero le encanta el puestecito del puente, como una niña pequeña… – Le dedicó una mirada a Lao Furen que ni siquiera se la miró dos veces.
Da Furen se sintió mucho más sola. Desconocía desde cuando sus palabras habían perdido fuerza, o tal vez, la estaban ignorado adrede.
Li Wei Yang llevaba meses siendo muy próspera en la residencia y Da Furen no podía quedarse escondida en su habitación. No dejaba de escuchar como la Xianzhu recibía regalos e invitaciones para eventos, hecho que la enfurecía. En cuestión de meses su cabellera se había llenado de mechones blancos.
Da Furen miró el Sutra que llevaba en las mangas y lo abrió para enseñárselo a Lao Furen.
–Esa niña tonta ha oído en algún lado que usar tu propia sangre para escribir los sutras demuestra sinceridad, así que se ha pinchado su propio dedo para hacer una copia del Sutra Fa Hua para Lao Furen…
Lao Furen no le dedicó ni una sola mirada. Se había despertado muy temprano aquella mañana y no podía evitar que se le cerrasen los párpados.
–¿Por qué me has invitado? – La interrumpió.
Da Furen empalideció y rechinó los dientes.
–Lao Furen, Zhang Le ha escrito una carta. Ha aprendido la lección y lamenta lo que hizo. Ruega que la perdones y la dejes volver. No estoy bien de salud y necesito a alguien a mi lado para que me cuide. ¿Soportarías verme así de frágil por la enfermedad, sin nadie para cuidarme o para darme la medicina? – Se secó las lágrimas mientras hablaba.
Li Wei Yang sonrió al ver la actuación de Da Furen. En la corta Fu Rui había, como mínimo, treinta criados, ¿cómo no iba a haber nadie que pudiese servirla? Simplemente quería aprovechar esa oportunidad para que Zhang Le volviese.
–Debería estar allí reflexionando. – Lao Furen frunció el ceño. – ¿Sólo lleva tres meses y ya no puede aguantarlo más?
Da Furen no se rindió.
–La hemos mimado desde pequeña, no soporta las dificultades. Lao Furen, eres compasiva, deja que vuelva, por favor. Así tendré a alguien más a mi lado.
–Da Sao, – la que respondió con frialdad fue Er Furen. – ¿qué dices? ¿No tienes más de una hija? San xiaojie, Si xiaojie, Wu xiaojie, ¿ellas no te pueden cuidar? Tú misma dijiste que las tratas como si fueran tuyas. ¿Por qué no les das una oportunidad ya que estás buscando a alguien que lo haga?
Er Furen amaba dejarla contra la espada y la pared, por lo que no era inesperado que saltase con esa sugerencia.
–No quiero complicarles las cosas. – Da Furen sonrió de mala gana.
–Para nada, – Si Yiniang contestó rápidamente. – su deber es mostrar piedad filial a Da Furen. – Le echó un vistazo a Li Wei Yang conforme hablaban. – No sé si Xianzhu, pero-…
Por supuesto, Li Wei Yang no iba a rechazarlo: ir a casa de Da Furen cada día agravaría su salud y le reduciría la esperanza de vida unos diez años. Además, no era algo que puede negarse a hacer, porque, aunque fuese la hija de una concubina, seguía siendo su deber como hija. Aunque esa petición llegó demasiado súbitamente.
Los ojos de Da Furen se iluminaron e hizo una mueca como si quisiera rechazarlo, pero al final, preguntó:
–¿Qué opinas, Lao Furen?
Era una petición razonable a la que Lao Furen tendría que acceder, por lo que asintió y movió la mano como si estuviese espantando una mosca.
–De acuerdo, eso haremos.

*         *        *        *        *

Li Wei Yang permaneció callada de vuelta a sus aposentos. En sus habitaciones escogió un libro y se sentó en su mecedora para leer.
Bai Zhi vio que tenía algo rondándole la mente, así que se quedó a su lado con un bordado en la mano sin atreverse a alejarse mucho.
Un buen rato después, Li Wei Yang continuó callada sin mover las páginas del libro hasta que, dos horas más tarde, lo dejó a un lado.
–Bai Zhi. – En su tono de voz había cierta duda. – ¿Por qué crees que Da Furen me ha permitido entrar en su casa y atenderla? – Li Wei Yang parecía estar hablando para sí misma, pero a la vez, parecía hablarle a su criada. Tocó las páginas del libro inconscientemente, doblando y desdoblándolas. Eso era una prueba de que su cerebro estaba procesando rápidamente sus pensamientos.
–Me temo que Da Furen no lo hace de buena gana, no le gustas. Cuando Xiaojie le hizo una visita, la escuché tirar y romper cosas cuando nos fuimos. – Contestó Bai Zhi.
Li Wei Yang respondió con un gruñido afirmativo y continuó su silencio. Si Da Furen quería deshacerse de ella, no necesitaba haber hecho tanto. Así que, ¿qué tramaba?



[1] Jī Lèi (鸡肋) significa, literalmente, “costillas de pollo”, sin embargo, también se emplea para describir algo de poco valor, interés, poco sabroso o físicamente débil. 

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