Capítulo 59

enero 02, 2018

 Tanto sus ojos horrorizados como su expresión aterrorizada me excitaban. Le arranqué la camiseta, me saqué el cinturón y le até las manos. Acaricié su pecho tembloroso y le escuché pronunciar mi nombre con miedo. Por fin, le saboreé. El sabor de su sangre fresca era cien veces más dulce que la mía…
Estaba tan excitado que me hervía la sangre. Quería hacerle llorar. Quería entrar en su cuerpo y sentir su calor.
Le mordí su pecho y lamí la sangre. Exigí que abriese las piernas y le obligué a llamarme, a retirar sus palabras.
Era tan bello… Su cabello negro de punta por el miedo, su rostro aterrorizado y la sangre en la comisura de sus labios por mis golpes.
Entonces, vi que las lágrimas de sus ojos fluían como un hermoso tormento. Eran claras como el cristal, lloraba por mí.
Quería beberme su sangre. Quería romperle las manos. Quería que todo su ser enloqueciera por mí. Le amo, ¡le amo tanto…!
Pero todavía no estaba dispuesto a aceptarme. No lo entiendo. ¿Acaso no sentía mi amor por él?
Le dije a YunSheng que le quería, pero en realidad, quería decirle que quería encerrarle.
Sé que estaba incómodo. Sé que no le gustaba. Pero cuando fui a casa de mi padre, le encerré de todas formas.
Porque no había dicho que me amaba y tampoco admitía que era mío.
No sé lo qué pasó cuando volví. Todo lo que sé es que me aceptó porque lloró por mí. “Nunca te abandonaré. La validez de esta frase es toda tu vida…”, me dijo mientras lloraba.
Me parecía haber recibido el mundo entero.
Me gusta cuando se acurruca conmigo como un gato. Me gusta frotarme contra su cabeza y oler su fragancia que es la misma que la mía. Suele ser perezoso, pero no sabe de sus defectos.
Le encanta tomar el sol. Su cuerpecito delgado y holgazán disfruta de acurrucarse en la silla al lado de la ventana y reflexionar. No sé en qué piensa. Tal vez no piensa en nada. A veces está en la silla y al siguiente segundo ya no. Entonces, corro a ver qué le ocurre y me lo encuentro semi inconsciente desparramado por el suelo. Con las manos todavía en la esquina de la silla mientras intenta volver a subirse.

Duerme mucho. Yace allí tranquilo. Es tan delgado… 

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