Capítulo 77

enero 02, 2018

La posición de Li Shi Qing y Yan Ming les permitió contemplar la escena por completo.
Todo ocurrió en cuestión de segundos. El hombre que sujetaba a Lu Wu desde detrás, estiró la mano para tocarle el cuello y le hizo derrumbarse lentamente en el suelo. Chen Wu, que estaba detrás de él, levantó la mano de inmediato. Como era de cuerpo robusto, todos los presentes pudieron ver cada uno de sus movimientos con claridad. A su señal, alguien sacó el arma y los disparos y los gritos resonaron por el lugar. Todo acabó tan rápido como había empezado y con siete u ocho personas en una piscina de sangre.
El resto no parecía sorprendido, todo lo contrario, era como si lo hubieran estado esperando.
Li Shi Qing ya lo había adivinado, sin embargo, Yan Ming y Ah Long, que estaban detrás de él, estaban horrorizados ante ese súbito cambio de acontecimientos y no pudieron pronunciar ni una sola palabra durante unos segundos.
Cuando Lu Wu cayó, el que le había estado sujetando se le aferró y gritó:
–¡Wu Ye! ¡Wu Ye! – Entonces, alzó la vista para mirar a Cheng Wu y, aunque su voz era presa del pánico, la expresión de sus ojos albergaba una consciencia que parecía sonreír. – ¡Chen Wu, Wu Ye se muere!
–¿Qué ocurre? – Preguntó Chen Wu con severidad.
–¡Está envenenado! – Respondió. – ¡Le han envenenado!
Chen Wu se limitó a levantar la vista y mirar a Yan Ming en lugar de hablar.
–¿Envenenado?  – Dijo. – ¿Quién ha estado con él?
En sus ojos no había expresión ninguna y permanecían en Yan Ming que estaba como un ciervo en el punto de mira.
–Yo… – Se le tensaron las piernas. – Esta situación… No tiene nada que ver conmigo…
–¿Qué dices? – Chen Wu se burló. – Eres un experto en veneno y drogas, y además eres el último que se ha acercado a Wu Ye. Si no has sido tú, ¿quién? – Movió la mano. – ¡Atrapadle para vengar a Wu Ye!
Cuando Yan Ming vio que unos cuantos se precipitaban sobre él, de inmediato, tiró de Li Shi Qing y corrió hacia su coche, pero en cuanto alcanzó la puerta del coche, alguien le cogió del brazo y le tiró al suelo. Se debatió con todas sus fuerzas, pero no era rival para las manos que le sujetaban: los hombres de Chen Wu le subyugaron rápidamente.
–Qué inesperado. – Chen Wu se cruzó de brazos y miró a Yan Ming, al que habían empujado ante él. – Por fuera parecías haberte rendido a Wu Ye, pero en realidad tenías segundas intenciones y le has envenenado.
Yan Ming ya era completamente consciente de que le habían engañado y que la muerte era inevitable. Se levantó descaradamente y soltó una risotada.
–Vale, vale… Si yo, Yan Ming, voy a ser tu cabeza de turco, la muerte vale la pena.
Chen Wu le miró como ausente y esperó a que terminase de reírse antes de decir:
–¿Quién te ha dicho que te quiero muerto?
Yan Ming le miró sorprendido.
–He oído que no te drogas, – la esquina de la boca de Chen Wu se estiró, mostrando una sonrisa. – ¿es verdad?
Yan Ming empalideció y se debatió para liberarse.
–¿Qué quieres hacer? ¡Chen Wu! ¡No me jodas!
-¿Joderte? – Chen Wu rió cínicamente y preguntó. – Quiero encerrarte y convertirte en un drogadicto, entonces soltarte y anunciar que el asesino que envenenó a Wu Ye ha escapado y que quien le capture tendrá una gran recompensa. ¿Eso es “joderte”?
–¡Chen Wu! ¡Chen Wu, mátame de una puta vez! – El rostro de Yan Ming estaba mortalmente pálido, gritaba y temblaba. – ¡No nos tenemos rencor, ¿por qué haces esto?!
Se lamentó entre llantos mientras los subordinados de Chen Wu le arrastraban al coche. Algunos le dieron puñetazos despiadados, molestos por su pataleta. No se sabe si se desmayó o no del golpe, pero sus sollozos se detuvieron y los presentes volvieron a sumirse en el silencio.
Las manos de Li Shi Qing estaban atadas detrás de su espalda, así que seguía en la posición con la que había caído al suelo cuando Yan Ming le había empujado. Al ver la miserable situación de Yan Ming – algo que también podía sucederle a él – empezó a tener sudores fríos, sobretodo porque era su sobrino. Una figura oscura ya se había cernido sobre él mientras entraba en pánico: Chen Wu estaba delante de él.
–Tú, – Li Shi Qing abrió la boca y descubrió que la tenía seca. Inmediatamente tosió y continuó. – ¿También me vas a tratar así?
–En realidad quería que tío y sobrino se hicieran compañía. – Chen Wu rió sombríamente. – Pero Xiao Li no ha accedido. – Li Shi Qing frunció el ceño.
–¿Qué le conoces bien? Pues déjame contarte algo. – Chen Wu se agachó delante de él. – Hace tres años Xiao Li no vino a buscarme a mí, fui yo quien le fue a buscar. ¿Quién te crees que le contó la verdad de lo que había sucedido? – Miró a Li Shi Qing con una sonrisa todavía más fría. – Cuando le encerraron en la cárcel de la provincia vecina, tampoco fue él quien me vino a buscar. Había buscado una manera de interceptarle y pararle. ¿También te crees que vivir con Xiao Yang había sido un plan de Yan Ming? – Estrechó la mano para cogerle por el cuello y bajó el tono de voz. – Odio a Lu Wu. Pensaba que Xiao Li también te odiaría, pero lo raro es que intentó mantenerse siempre fiel a ti. Vaciló hasta el último momento. Y ahora que Lu Wu está muerto, ¿tú sobrevives? ¿Qué derecho tienes? – Repasó a Li Shi Qing con un tono misterioso. – ¿Qué derechos tiene un viejo bastardo como tú?
Li Shi Qing le miró con una expresión complicada, pero entonces, de repente sonrió ocultando el significado detrás de aquella sonrisa.
–¿A mí me preguntas? ¿Cómo lo voy a saber?
Chen Wu frunció el ceño mientras pensaba en ello. Entonces, resopló y se giró hacía Ah Long.
–¿No estás jodidamente molesto? Has tenido que proteger a este carcamal por órdenes de Xiao Li.
Ah Long sonrió y avanzó un par de pasos para ponerse a su lado. Chen Wu se alejó, les dio una orden a sus subordinados y observó cómo ataban a Li Shi Qing y a sus tres guardaespaldas en el coche. Después de aquello, recogieron los cadáveres de Lu Wu y los demás y los metieron en sus respectivos coches. Al poco tiempo, una docena de coches desaparecieron de la escena sin dejar rastro, tan sólo manchas de sangre por el suelo.
Li Shi Qing estaba atado en el asiento del conductor. Se debatió durante un buen rato hasta que se concienció que era imposible aflojar las cuerdas. Su expresión empeoró cuando la derrota fue inminente. Llevaba en ese mundillo toda la vida, y se había encontrado con un sinfín de situaciones mortíferas, pero jamás le había recorrido la espalda semejante escalofrío. Tanto su cuerpo robusto y ágil, y su sonrisa y comportamiento orgulloso se esfumó lentamente. Sus ojos tenían una apariencia desolada que recordaba a un lobo bajo la luz de la luna.
Contempló la carretera que tenía delante con odio. Una hora y media después escuchó el sonido de las sirenas a lo lejos y levantó la mirada. La amargura e inquietud desaparecieron de inmediato y sus ojos se llenaron de tranquilidad.
Tres coches de policía aparecieron a lo lejos y se detuvieron cerca de ellos. Xiao Li surgió de uno de ellos. Llevaba pantalones negros y una camisa blanca con las mangas enrolladas. Debajo de la luna, su figura alta y delgada mostraba un atractivo inofensivo.
Li Shi Qing le observe atentamente. Sin embargo, Xiao Li dio la vuelta al coche, abrió la puerta y ayudó a bajar a Qi Xiu Yuan que se apoyaba en muletas.
Qi Xiu Yuan era una persona del montón para LI Shi Qing. Carecía de grandiosidad, era bastante inútil y su figura era lamentable. Pero Xiao Li le miró con dulzura, como si no estuviese herido, como si no le colgase un brazo delante del pecho… Como si no se estuviese bajando del coche lenta y terriblemente… Como si no hubiese sido humillado jamás. Además, Qi Xiu Yuan no parecía avergonzarse de sí mismo. No se veía ridículo y Xiao Li tampoco le miraba como si lo fuera.
Li Shi Qing observó que, cuando Qi Xiu Yuan se tambaleó, Xiao Li le ayudó a incorporarse de inmediato. Observó como Qi Xiu Yuan rodeaba a Xiao Li por la cintura. Observó cómo hablaban entre ellos y sonreían y, después de todo eso, observó como caminaban hacia él, lado a lado.

Él cerró los ojos y sintió que todas sus esperanzas se convertían en polvo.

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