Capítulo 79

enero 02, 2018

Los tres coches de policía partieron y el coche de Qi Xiu Yuan y Xiao Li dio la vuelta hacia otra dirección. El conductor miró atrás y dijo:
–Vosotros sois… algo de verdad, ¿eh?

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Li Shi Qing no se había sentido tan miserable jamás. Cuando Xiao Li se marchó fue como si una gran parte de su vitalidad desapareciese, como si hubiese envejecido diez años.

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Qi Xiu Yuan le cogió la mano a Xiao Li y habló con lentitud.
–¿Por qué preguntas algo tan obvio? – Se giró y le miró de soslayo, entonces, continuó hablando. – Sun Ze Yu conoció a mis padres cuando estaba investigando a mi abuelo. Dejó de perseguir a mi abuelo porque podía conseguir más beneficios de esta forma. Por aquel entonces, controlaba a mis padres y a otras mafias de la misma manera que controlaba a Li Shi Qing y a Lu Wu. Pero cuando mis padres decidieron liberarse de su control, les asesinó. Pero él… – Apretó la mano de Xiao Li con más fuerza en busca de calor conforme avanzaba. – …codició a mi madre. Entre las pertenencias de mi madre había algunas cartas personales suyas en las que relataba lo que había hecho al principio de su carrera. Fraude, soborno, malversación, involucrarse con narcóticos ilegales y demás. El comisario Wu, tú también podrías usarlo.

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Li Shi Qing recordó el pasado e intentó averiguar dónde se habían torcido las cosas. Finalmente, llegó al a conclusión que, si hubiese matado a Chen Wu, si no hubiese subestimado a Qi Xiu Yuan, si hubiese sido más paciente con Xiao Li, si hubiese ignorado todas las consecuencias y le hubiese poseído, si hubiese… Pensó más en ello, pero ya era demasiado tarde. ¿No consiguió convertir la derrota en una victoria cuándo desesperó por culpa de Ma Que Zi, cuando Liu Zi Cheng no lo consiguió, cuando dos de sus subordinados de confianza murieron y Xiao Li salió herido? Entonces, la situación de aquel día no podía considerarse el final. Si pudiese volver a levantarse, él…

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Cuando el coche de policía se detuvo, Wu Qing Hua los miró y se rió de ellos.
–Os dejaré aquí. La relación del ministro Sun con la burocracia tiene problemas muy complicados, así que es difícil abordarla. Me temo que ahora tendré que esforzarme mucho más, pero estas cartas aumentarán mi poder en el juego. Si tenéis tiempo, quemad inciensos y rezadle a Buda por mí. Bendecidme para que  no me muera, algún día la caída de Sun Ze Yu aparecerá en los diarios.

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¿Qué le habrá pasado? ¿Dónde estará? ¿Estará con Qi Xiu Yuan o ya habrá salido con muchos más? Ya no importa, pensó Li Shi Qing acomodándose en el respaldo del asiento. La persona en la que más expectativas tenía le había traicionado y él… no le dejaría marchar con tanta facilidad. Le encontraría y le haría entender lo horrible que era traicionar a Li Shi Qing. Tal vez, debería tratar a Xiao Li con dulzura, encerrarle y tratarle con sumo cuidado…

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Cuando Xiao Li pilló los movimientos lentos de Qi Xiu Yuan, le ayudó.
–Tendríamos que haberle pedido a Wu Qing Hua que nos llevará más lejos.
Qi Xiu Yuan aprovechó esta oportunidad para posar la mano sobre el hombro de Xiao Li, entonces, entró en un callejón.
–No quiero que vea a los que vienen a ayudarnos, además… – Revisó el área por un segundo y entonces besó la oreja de Xiao Li antes de susurrar. – Me gusta caminar contigo.
Las orejas de Xiao Li se pusieron coloradas de inmediato, pero se le pegó todavía más. Ambos se apoyaron mutuamente y se dirigieron al camino de montaña hasta que vieron un Jeep cubierto de polvo esperándoles. Susu estaba al lado con una expresión de preocupación extrema.

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Li Shi Qing ignoraba cuánto tiempo había estado perdido en sus pensamientos, pero después de notar un coche común aparcado a su lado, detectó una figura delgada vestida de negro por el retrovisor.
Una brisa fría junto con un aroma metálico entró el coche cuando esta persona abrió la puerta de atrás y se sentó.
–¿Quién eres? – Preguntó Li Shi Qing con el ceño fruncido.
–Quien va a ayudarte. – La mujer sonrió suavemente con una jeringuilla en la mano. – Qué lástima que no sea veneno. Cuando seguía en el negocio, se me conocía como el ángel del veneno.

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–¿Has traído todo lo que te he pedido? – Preguntó Qi Xiu Yuan.
–Sí, sí. Ese estudiante tuyo me ha dado una lista larguísima, me he cansado sólo de verla.
Susu se apoyó en el asiento, giró la cabeza un poco y asintió mientras miraba a Xiao Li, que estaba sentado al lado de Qi Xiu Yuan, antes de hablar.
–Al parecer, Xiao Yang no estaba de coña. Tú y mi hermano estáis juntos de verdad.
Qi Xiu Yuan miró nerviosamente a Xiao Li. Xiao Li, teniendo a ambos hermanos mirándole fijamente con sus ojos negros, se percató que se parecían y no pudo evitar sonreír.
–Sí, lo estamos.
En cuanto la voz de Xiao Li salió, un beso firme aterrizó sobre su mejilla.
Susu se cubrió la boca y jadeó por la sorpresa. El conductor a su lado los miró con desdén.
–Ya te dije que era un profesor muy bestia. ¡Mmph!

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Li Shi Qing se apoyó contra el respaldo débilmente; la droga le impedía moverse, ni siquiera un dedo. Todo lo que podía hacer era observar a la mujer que le estaba desatando la cuerda. Le pegó el chicle en la mano derecha y entonces le apoyó la boca del arma en la sien con los guantes puestos.
–No te preocupes, – la voz suave de la mujer le llegó al oído. – no te dolerá.
Li Shi Qing miró el retrovisor en silencio para encontrarse con un par de gafas negras delante de un par de ojos negros y sin emoción.
No quería que lo último que fuera a ver en su vida fuese el rostro de su asesina, así que miró por donde Xiao Li se había marchado.
No cerró los ojos jamás.

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Xiao Li se sentó callado, entonces, se giró para mirar por donde habían venido. En sus ojos había una pizca de oscuridad, como si algo invisible le molestase.
Qi Xiu Yuan, al verlo, se le acercó, apoyó la barbilla contra su hombro y le preguntó en voz baja:
–¿En qué piensas?
–En el pasado. – Respondió Xiao Li en el mismo tono que él y sin moverse.
Qi Xiu Yuan rió.
–Todo está en el pasado. Lo mejor será pensar en el futuro.
Xiao Li se limitó a contestar con un: “vale”, y se volvió para mirarle. Se devolvieron la mirada unos segundos antes de besarse con cuidado, y cuando separaron sus labios, ambos sonrieron mientras se apoyaban en el otro.
Susu, sentada en el asiento del acompañante, estaba enviándole un mensaje a Xiao Yang, por lo que no vio la escena. Sin embargo, Han Jia abrió los ojos sin parar mientras la contemplaba por el retrovisor interior, entonces, sonrió lentamente.

*        *        *       *       *

Zhang Juan Juan estudió el coche con frialdad y cautela, entonces, abrió la puerta y salió. Se quitó el abrigo empapado y las gafas manchadas de sangre. Se lo metió todo en la mochila, y lo tiró al maletero de su coche. Seguidamente, se subió al cuche, hizo una llamada y encendió el motor. El coche avanzó con suavidad, dio un giró delante del de Li Shi Qing, y se dirigió tranquilamente a la ciudad.
Zhang Juan Juan, con una expresión indiferente, miraba hacia adelante. Las luces resplandecientes, el caos, la excitación y la atrayente ciudad entraron en su campo de visión.
Sí, aquel era su hogar y su campo de batalla… Y el de mucha gente más.

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Susu se quedó dormida lentamente.
Han Jia se concentró en conducir.
Qi Xiu Yuan y Xiao Li no hablaron.
Mano sobre mano, hombro al lado de hombro, sus ojos no se encontraron, pero su sonrisa traicionaba su corazón.
En el coche había dos personas heridas, un hombre que había sido herido antes y una chica sin pizca de malicia, y el ambiente era de paz y alegría. Como si no hubiese un cielo sombrío y oscuro ante ellos, sino un viaje pintado de los colores de la primavera.
Como si no estuvieran abandonando algo, sino ganando algo.

Como si no estuvieran yéndose de su pueblo natal, sino corriendo a su pueblo natal.


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