Capítulo 15

marzo 12, 2018


Tras lo sucedido con la carta, el número de chicas que le iban detrás a Feng Fei aumentó.
‒¿Sólo por no confesar el nombre de la chica? ‒ Feng Fei jadeó de la sorpresa. ‒ ¿Así de fácil?
‒Esta vez no le he dado a ninguna tu número. ‒ Heo Hao se sentía culpable por lo de la última vez, por lo que ya no ayudaba a ninguna. ‒ Ahora van de buena gente, me parecen muy tontas todas.
‒¡Sí, venga, buena gente! ‒ Feng Fei se burló. ‒ Estoy harto de meterme en líos. Como me vuelva a pasar lo mismo no podré lavarme las manos en el asunto. Oh, sí, este fin de semana no voy a venir, tengo que hacer una cosa.
He Hao se sorprendió.
‒¡Pero si hay partido! ¿De verdad no vas a venir? Habrá muchas chicas.
‒Pues ves tú. ‒ Le contestó Feng Fei como ausente. ‒ Tengo que ir a un sitio. No hace falta que me invites a la fiesta de después, tampoco pienso ir.
He Hao se quedó completamente atónito.
‒Esto es nuevo. ¿Te has echado novia? He oído por ahí que rechazaste a Ji Ya Qi por eso.
‒¿Quién va ladrando esas cosas a mis espaldas? ‒ Feng Fei reflexionó unos segundos y contestó a su amigo. ‒ Bueno, algo así… Pero que no vayan por ahí diciendo tonterías, qué pereza.
‒¿No se lo vas a contar ni a tus colegas? ‒ Cuánto más reservado era Feng Fei, más curiosidad tenía He Hao. ‒ ¿Quién es? ¿Eh? ¿Va a nuestra escuela?
‒Qué más te da. ‒ Feng Fei sacudió la cabeza. ‒ Oh… ¿Qué hacéis?
Feng Fei, que estaba apoyado en el escritorio de He Hao, se dio la vuelta y le echó un vistazo a su compañero de escritorio que tenía un lápiz y un papel.
‒Bunshinsaba[1], ven a mí… ‒ Pan Bai, que se sentaba junto a He Hao, era un muchacho rellenito y risueño que a Feng Fei le recordaba a Buda, sin embargo, en ese momento Pan Pai hablaba con solemnidad. ‒ ¿Con quién me voy a casar…?
Feng Fei leyó los nombres que había escrito en el papel y se quedó callado. Unos instantes después, por fin dijo:
‒Ve tú este fin de semana, tendrás el protagonismo.
He Hao se rió y empujó juguetonamente a Feng Fei que terminó chocando con Hai Xiu que pasaba por ahí.
‒¿No miras por donde andas? ‒ Feng Fei le acusó. ‒ ¿Me parezco al suelo?
Hai Xiu se sintió impotente.
‒Yo… ‒ Hai Xiu intentó pasarle de largo. ‒ No te he visto…
No obstante, Feng Fei no se inmutó y continuó barrándole el paso.
‒¿Tienes mal la vista? Te has chocado conmigo. ¡Ay, qué daño…! ‒ Feng Fei se cogió el estómago y frunció el ceño. ‒ Joder, qué daño…
Hai Xiu contuvo su sonrisa.
‒¿Dónde te duele?
‒Por todas partes. ‒ Feng Fei avanzó medio paso para acercarse a él, le miró y sonrió. ‒ ¿Quieres que me quite la ropa para que me puedas ver las heridas? Me puedes tocar, si quieres.
‒¡Serás…!
Hai Xiu, escandalizado, le empujó y continuó con sus obligaciones. Feng Fei se inclinó sobre la mesa y observó a Hai Xiu pasearse por la clase repartiendo hojas como un tonto.

‒Ya le he dicho a He Hao que este fin de semana no voy a ir. ‒ Feng Fei no esperó a que terminase la clase para anunciarle las noticias a Hai Xiu.
‒¿De verdad…? ‒ Titubeó el otro chico.
‒Claro. ‒ Feng Fei bajó la vista a sus deberes. ‒ Podremos leer libros y bueno, estar contigo es más divertido que jugar con ellos.
A Hai Xiu se le aceleró el corazón.
‒Este… Este fin de semana mi madre no está en casa…
Feng Fei le miró y sonrió.
‒¿Qué quieres decir con eso?
Hai Xiu se arrepintió de haberlo dicho. Entró en pánico e intentó sacar un libro, pero por las prisas se le cayó el bolígrafo al suelo.
‒Te acabo de preguntar ‒ Feng Fei fue más rápido en agacharse y le devolvió el boli. ‒ ¿Que qué quieres decir con eso?
‒Pues… Nada. ‒ Hai Xiu aceptó el bolígrafo. ‒ Gracias, vamos a estudiar…

Llegó el viernes por la tarde: el fin de semana se acercaba y no tenían ganas de leer. Feng Fei estudió a Hai Xiu  que le pasó un libro de matemáticas.
‒Te has saltado dos ejercicios. Hazlos…
Feng Fei lo cogió y, tal y como le había dicho su compañero de clase, se había saltado dos ejercicios.
‒No te muevas…
‒¡Qué manazas eres!
Feng Fei alzó la vista y descubrió a otros dos compañeros de clase jugando al Hada del lápiz.
‒¿Está de moda o algo? ‒ Preguntó en voz alta.
Sus compañeros le respondieron con un “shh” y continuaron con su hechizo.
‒Bunshinsaba, Bunshinsaba, ven a mí, por favor. Quiero saber a qué universidad voy a ir.
Hai Xiu también apartó la vista del libro.
‒¿Has jugado alguna vez? ‒ Le preguntó Feng Fei.
Hai Xiu sacudió la cabeza a modo de respuesta. En su primer año de instituto había visto a dos chicas con el lápiz, pero en aquel momento ignoró la razón.
‒¿Cómo se hace? ‒ Preguntó Feng Fei a uno de los que estaban por ahí.
‒Con dos personas, un papel y un lápiz. ‒ El estudiante miraba nerviosamente su lápiz. ‒ Los dos tienen que coger el lápiz y no moverse, después se mueve en círculos y se recita la oración y se hace la pregunta.
‒Lo mejor es que sea un hombre y una mujer. ‒ Añadió el otro. ‒ Si hay demasiada energía yang puede que el hada no aparezca. Mira, nosotros llevamos medio día y no ha pasado nada todavía. ¡Hey, te he dicho que no tenses la mano! ¿Qué estás-…?
Feng Fei dejó de prestarles atención, rompió un trozo de papel y lo dejó sobre la mesa de Hai Xiu, entonces, le quitó el lápiz y anunció:
‒Venga, vamos a probarlo. No lo has hecho nunca, ¿a qué no?
Hai Xiu, nervioso, extendió la mano y cogió el lápiz.
‒¿Qué…? ‒ Le temblaba la voz. ‒ ¿Qué vamos a preguntar?
‒No sé. ‒ Feng Fei sacudió la cabeza.
Esa posición le parecía interesante, así que le entrelazó sus dedos con los de Hai Xiu.
‒¿Preguntamos si vamos a ir a la misma universidad? ‒ Sugirió Hai Xiu.
Feng Fei casi se cae del asiento.
‒Me decepcionas… Pregunta algo divertido.
Hai Xiu se rompió la cabeza para pensar algo, pero no se le ocurrió nada. Feng Fei suavizó su expresión: Hai Xiu estaba loco por ir a la misma universidad que él.
‒Pregunta quién me gusta. ‒ Feng Fei soltó una risita. ‒ Le interesa a mucha gente.
Hai Xiu también se había enterado de los rumores de que a Feng Fei le gustaba una chica. Le dolió el corazón y susurró:
‒¿Por qué no lo preguntas tú…?
‒Pues no sé. ‒ Feng Fei fingió ignorancia. ‒ No sabes quién me gusta, ¿a qué no?
Hai Xiu se mordió el labio inferior y no contestó. Feng Fei le sonrió.
‒¿Qué pasa?
Hai Xiu no quería saber qué chica le gustaba.
‒Será mejor… ‒ Vaciló. ‒ que preguntemos otra cosa…
‒¿El qué? ‒ Feng Fei se rió. ‒ ¿El color de mi ropa interior?
Hai Xiu frunció el ceño.
‒¡¿Por qué le preguntarías eso a un hada?!
Feng Fei estalló en carcajadas.
‒Bueno, ¿y tú qué? ¿Qué quieres saber?
Hai Xiu no tenía muchas preguntas, así que al final, acabaron con el: “quién le gusta a Feng Fei”.
Feng Fe inclinó el brazo, inmóvil como el lápiz que sujetaban.
‒A lo mejor… ¿Será porque somos chicos?
‒Espera un poco más. ‒ Feng Fei se reía por dentro. ‒ Las manos de las chicas no tienen mucha fuerza, por eso es más fácil que se muevan; yo hago doscientas flexiones cada día sin cansarme, normal que no lo pueda mover.
Hai Xiu abrió los ojos como platos.
‒¡¿Haces doscientas flexiones?!
Feng Fei se le inclinó, hizo una mueca y susurró con voz grave:
‒Si tú estuvieras debajo de mí podría hacer muchas más.
Hai Xiu se ruborizó y empezó a temblarle la mano. Feng Fei hizo ver que no se daba cuenta y continuó invocando al hada del lápiz.
‒¿Quién me gusta? ‒ Preguntó Feng Fei.
La vibración del lápiz fue más dura. Hai Xiu se tragó el nudo imaginario que tenía en la garganta y esperó expectante. Feng Fei, por su parte, sonreía estudiando las expresiones del otro muchacho.
El lápiz se empezó a mover cada vez más rápido, en círculos irregulares y temblaba de vez en cuando. Hai Xiu se tensó, dejó de parpadear y miraba el papel con intensidad.
‒¿Tanta curiosidad tienes?
Hai Xiu asintió inconscientemente y Feng Fei le movió la mano. Poco después, el lápiz se quedó quieto y cayó estrepitosamente tras haber escrito dos palabras: Hai Xiu.


[1] El Bunshinsaba, también conocido como: “el hada del lápiz”, es parecido a la ouija, pero con un lápiz.

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