Capítulo 92: Débil y lastimosa

marzo 24, 2018


‒No acabo de entender lo que dices. ‒ Li Wei Yang sonrió. ‒ Pero sí que sé que soy una de las hijas de la familia Li y que todos dependemos de padre. ¿No te acarrearía problemas confesar que a la familia a quien le rindes tu lealtad es a los Jiang? ¡No olvides que tu apellido es Li!
A Zhang Le le cambió toda la cara y su fachada se transformó en algo horrible.
‒¡No te lo pienso perdonar jamás! ¡Más te vale andarte con cuidado!
‒¡¿Qué acabas de decir?! ‒ Zhang Le se dio la vuelta al escuchar la voz.
‒Padre. ‒ Llamó Wei Yang a modo de saludo.
Li Zhang Le empalideció al notar lo serio que estaba Li Xiao Ran. Su padre había escuchado lo que le acababa de soltar a su hermana y eso no era nada bueno. La muchacha se mordió el labio y se obligó a tranquilizarse: no sabía qué decir, por lo que se arrodilló y musitó:
‒Padre, justo acabo de llegar.
‒Levanta.
Li Zhang Le hizo cómo le ordenó. Alzó la mirada lentamente para encontrarse con la de Li Xiao Ran y, con un tono cortante, afirmó:
‒Padre, Li Wei Yang ha asesinado a madre. ‒ Sus palabras fueron como dagas.
‒¿Qué dices? ‒ Li Xiao Ran hervía de rabia.
Li Zhang Le odiaba a Li Wei Yang. Se ponía negra con sólo verla allí.
‒Padre, ‒ se tragó el nudo de la garganta. ‒ ¡Li Wei Yang es culpable! Mi madre estaba perfectamente cuando me fui, ¡¿cómo puede haber empeorado tanto en tan poco tiempo?! Esto ha sido uno de los planes de Wei Yang. ¡¿Cómo puede ser que te de igual, padre?! ¡Llevabais décadas casados!
Li Xiao Ran apretó la mandíbula. Estaba furioso, especialmente porque Guogong Furen le había preguntado exactamente lo mismo.
‒Dajie, ‒ Li Wei Yang suspiró. ‒ madre ha muerto por su enfermedad. Tampoco ha sido fácil para padre.
‒¡Cállate! ‒ Gritó Li Zhang Le. ‒ ¡Exijo una explicación! ¡No pienso permitir que esto quede así!
‒¡Tú eres quien debería callarse! ‒ Li Xiao Ran miró furtivamente a su hija mayor, como un lobo, como si quisiera partirla en dos, y habló entre dientes. ‒ ¡Ni se te ocurra volver a hablar de este tema!
Li Zhang Le no pensó que su padre pudiese enfadarse tantísimo, fue como si la hubieran abofeteado.
‒Padre, pero… Soy tu hija favorita… ¿Cómo has podido tratarnos a madre y a mí de esta forma?

‒¿Vas a entrometerte en mi camino como lo hizo tu madre? ‒ Li Xiao Ran recuperó la compostura de repente y habló con un tono burlón.
Li Zhang Le no había visto esa expresión en el rostro de su padre: era gélida y terrorífica. Li Wei Yang, por otro lado, sonrió.
Li Xiao Ran llevaba soportando la presión de la familia de su mujer mucho tiempo y era un hombre orgulloso y reservado. Si había aguantado a Da Furen durante tantos años fue para evitar un conflicto con los Jiang. No obstante, todos esos años de amenazas habían acabado con su paciencia.
Li Wei Yang, con ojos hostiles, bajó los párpados y contuvo su desdén antes de volver a abrirlos.
‒Los invitados te esperan, padre. ‒ Comentó con indiferencia.
Li Xiao Ran volvió colocarse la máscara que llevaba delante de los invitados y, con una sonrisa falsa, recordó:
‒Esta es la última oportunidad que te doy, Zhang Le. Asegúrate de comportarte como la xiaojie que eres y honra a la familia Li. ‒ Dicho esto, resopló y desapareció.
‒Laoye tiene razón, Da xiaojie. ‒ Tan Xiang susurró con el temor en la mirada. ‒ Será mejor que vayamos a recibir las visitas.
‒¡Silencio! ‒ Li Zhang Le la miró de mala manera. ‒ ¡No metas las narices en mis asuntos!
Tan Xiang abrió la boca atónita.
‒¿Por qué no vas a echarle un último vistazo a madre en lugar de discutir conmigo, Dajie? ‒ Li Wei Yang sonrió con ironía.
A Li Zhang Le le cambió el color de la cara. Se le había olvidado todo lo demás por culpa de su enfado.
Li Wei Yang sacudió la cabeza. Da Furen había dedicado su vida entera a su hija y, sin embargo, su propia Da Xiaojie no había malgastado ni cinco segundos en su difunta madre. Tal vez podía dar la sensación de que fuera a vengarse, pero todo lo que esa joven pretendía hacer era pagar su enfado.

Li Zhang Le apareció en el patio Fu Rui, entró y contempló la escena. Da Furen yacía sobre un enorme lecho decorado con varios grabados de temática floral y unas cuantas velas cerca del rosto de la difunta. Guogong Furen estaba sentada en una silla al lado del cadáver, inmóvil mientras que el resto de las mujeres, xiaojies y Furens, lloriqueaban.
Li Zhang Le retrocedió al encontrarse con semejante escena.
‒Ha llegado Zhang Le, madre. ‒ Jiang Da Furen Liu la vio.
Todas las miradas se posaron en ella, incluida la de Guogong Furen Lin. El ambiente estaba demasiado cargado.
‒Abuela. ‒ Li Zhang Le se tapó la cara y corrió a arrodillarse ante ella entre gimoteos.
Lin Shi suspiró al ver cómo caían las lágrimas de la muchacha.
‒Lo siento mucho, niña. ‒ Se lamentó mientras la ayudaba a levantarse del suelo.
Pero sus palabras sólo acrecentaron los llantos de la niña.
Da jiumu Liu shi y Er jiumu Wei shi se acercaron a consolarla y el resto de presentes se secaron las lágrimas. La más tranquila era Lin shi, que ya no lloraba de la tristeza debido a su edad.
‒Marchaos, quiero hablar con ella a solas. ‒ Ordenó moviendo la mano.
‒Venga. ‒ Liu shi miró a su alrededor y asintió con la cabeza.
Las únicas personas que no se movieron fueron Liu shi y Wei Shi. Jiang Da Furen Liu shi era la mujer del primogénito de Jiang Guogong, una mujer con ojos almendrados, alta y larguirucha. Como había tenido cuatro hijos y ella misma gozaba de unos antecedentes nobles, su estatus estaba bien asegurado.
Wen shi era la esposa de zhu zi Jiang Li y sólo tenía un hijo: Jiang Tian, un prodigio de talentos abismales desde joven. A diferencia de sus primos, que eran militares, siempre andaba de viaje y prefería vagar por otros lares que estar en casa.
‒A tu madre le dieron un susto de muerte y eso agravó la condición de su corazón. ‒ Anunció Lin shi con frialdad.
‒De su corazón… Pero madre siempre había estado bien-… ‒ A Zhang Le se le enfriaron las manos y los pies.
‒Ha sido culpa mía, por dejarla en sus manos. ‒ Lin shi suspiró.
Lin shi también ignoraba que Li Wei Yang también había sido la causa de la muerte de Wei Guo Furen.
‒¡Tenemos que vengarnos! ‒ Incitó Li Zhang Le con los ojos inyectado sen sangre. Quería que su hermana pagase el precio, quería que acabase en el infierno.
El humo del incienso flotaba en el aire impregnando la estancia y dándole un aspecto solemne a la anciana.
‒¿No quieres vengarte de todo esto? Siempre me has mimado, abuela.
Wei shi comprendió lo que trataba de hacer Li Zhang Le, así que la ayudó a levantarse.
‒¡Niñita mía! ¡Por supuesto que tu abuela te ha mimado siempre! ¡No se te puede comparar ni con tus primos…!
Todo lo que dijo era cierto. Como la familia Jiang sólo tenía varones, cada vez que Li Zhang Le les hacía una visita era como si estuvieran viendo la luna y las estrellas. Hasta sus tías la mimaban. Pero ahora las cosas no eran como antes, con su madre muerta… ¿la seguirían apoyando? Eso era lo que más le preocupaba a Li Zhang Le, así que estaba probando las aguas.
‒Necesito tu respuesta, abuela. Si te da igual, me raparé y me meteré en un templo. ¡Prefiero morir antes de quedarme con los Li!
Lin shi se sobresaltó, pero continuó callada. ¿Cómo se había atrevido su nieta a retar a toda la familia? Y lo más irónico de todo, ¿cómo había conseguido Wei Yang asesinar a su hija?
‒Niña tonta, qué mal lo debes estar pasando… ‒ Wei shi se emocionó. ‒ Tienes que aprender a vivir con ello… ¡Qué haríamos sin ti!
Li Zhang Le lagrimeó un poco más e hizo el ademán de decir algo, pero Liu shi la interrumpió.
‒Nos vengaremos sin duda, Zhang Le, pero ahora mismo no es un buen momento.
‒¡¿Por qué?! ‒ Li Zhang Le no daba crédito. ¿Por qué los Jiang preferían esperar a acabar ya con Wei Yang?
Liu shi le echó un vistazo a Guogong Furen.
‒Enfrentarte a Li Wei Yang, ahora mismo, es como enfrentarte a la familia Li, ¿no te das cuenta? Li WeI Yang tiene a toda la familia en la palma de sus manos. Lao Furen cambia de opinión según lo que dice, y tu padre ya no te favorece. Estamos de tu parte, pero no podemos intervenir en los asuntos de la familia Li.
‒¿Y cuándo podremos? ¿Cuándo? ‒ Li Zhang Le rechinó los dientes.
Lin shi suspiró. Siempre habían protegido a Jiang Rou a pesar de sus fechorías, pero en esta ocasión todo el mundo parecía estar yendo a una y, por eso mismo, no era prudente empezar a moverse. Li Xiao Ran había descubierto por el que sólo tenía un heredero y, a pesar de todo, había aceptado a su esposa legal para preservar la dignidad de ambas familias. Si exigían castigo para Li Wei Yang sería como insultar a los Li y en su estado actual esa no era una opción.
‒Espera a que vuelvan tu tío y tu abuelo. ‒ Liu shi la consoló.
‒¡Pero están en la frontera! ¿Cuándo van a volver? ¡No me mientas, tía!
Lin shi dio un golpe sobre la mesa, tirando su taza de té por el suelo. Estupefactos, los demás se dieron la vuelta y Li Zhang Le empalideció.
‒Abuelita…
El enfado de la anciana se disipó al ver el rostro de su nieta.
‒No hagas nada, ya me encargo yo.
‒Pero padre me ha dicho que me devolverá al templo dentro de diez días. ¡No quiero volver, abuelita! Es un infierno y-… ‒ Li Zhang Le empezó a parlotear.
Wei shi la miró con cierto desdén. Su madre acababa de morir, y sin embargo, no lloraba su pérdida, sólo le interesaba su bienestar. ¡Vaya muchacha!
‒Tranquila, estoy bien preparada.  ‒ La voz de Lin shi era dura como el acero. Se dio la vuelta y observó el cuerpo inerte de su hija. ‒ ¡Te vamos a vengar, Rou er!
Liu shi y Wei shi estaban acostumbradas a la personalidad terca y fuerte de la anciana, y aun así, se sobresaltaron al escuchar sus palabras. Sabían que las llamas que abrasaban el corazón de Guogong Furen eran terroríficas y que, algún día, prenderían un gran fuego.

Li Wei Yang volvió a sus aposentos bien entrada la noche. Se desmaquilló, se soltó el pelo y se dejó caer sobre el lecho con la cara blanca como el papel.
‒¿Por qué has venido a estas horas? ‒ Preguntó ladeando un poco la cabeza hacia la ventana abierta.
Entonces, una mueca traviesa apareció por el agujero y, acto seguido, él se coló por la ventana de un salo con una bandeja llena de dulces.
‒Estoy seguro de que no has podido ni comer en todo el día. ‒ El muchacho se le acercó y le ofreció lo que le había traído para ganarse su favor. ‒ Pruébalos, le he pedido a la cocina que lo hagan.
Li Wei Yang le miró, entonces se sentó para empezar a comer totalmente risueña.
‒Tú también has estado ocupado.
‒Bueno, pero por tonterías. ‒ Li Min De sonrió y dejó la bandeja.
Aquel día habían venido cerca de cien personas. Siguiendo la tradición, a los aristócratas los recibía la familia directa, mientras que al resto de invitados eran problema de otro. 
‒Me he enterado de que ya sabe que Dage ha escapado.
‒Puede que los Jiang le hayan salvado, ‒ Li Wei Yang sonrió. ‒ pero ha contradicho las órdenes de padre y, precisamente por eso, le ha perdido.
‒Pero sigue siendo su único heredero. ‒ Li Min De estaba preocupado.
‒Mi padre sigue estando en buena forma. ‒ Li Wei Yang curvó los labios. ‒ Tendrá más hijos. Jiu Yiniang está embarazada ahora mismo y el médico ha dicho que vienen gemelos. Mi padre está encantado. Si no fuera por la ley que prohíbe casarte con tus concubinas y el estatus de Jiu Yiniang, ahora mismo estaría en otra posición.
‒No va a cambiar nada aunque dé a luz a un varón. ‒ Li Min De frunció el ceño.
‒¿Crees que los Jiang van a quedarse de manos cruzadas sin que haya una esposa al mando? Antes ya le han insinuado algo a Lao Furen…
‒¿Ya? ‒ Li Min De suspiró, estupefacto. ‒ Se precipitan.
Li Wei Yang sacudió la cabeza.
‒La esposa ha fallecido. Los hijos de la familia deben mantener el luto tres años, pero el marido puede casarse al año sin problemas. Además, si se pone a ello, podría casarse cuarenta y nueve días después. La familia Jiang va a intentar colar a alguno de los suyos.
‒¿Quieres decir qué…? Pero no tienen-…
‒Lo sé, no tienen mujeres solteras, pero sí muchos parientes. ‒ Sonrió. ‒ No te preocupes, no va a ser algo inmediato. ‒ Li Min De no daba crédito. ‒ Lao Furen no permitirá que otra mujer de los Jiang entre en la casa así por las buenas.
Li Min De sabía que Li Wei Yang trataba de tranquilizarle, pero tras la sospechosa muerte de Da Furen y gracias al prestigio de los Jiang, a los Li no les sería tan fácil rechazar sus ofertas.
‒Bueno, no es del todo malo que Da Furen haya muerto. ‒ Li Min De sonrió. ‒ Al menos, Li Zhang Le no podrá casarse hasta dentro de tres años y cuando pueda ya tendrá los dieciocho…
Li Wei Yang tuvo que reírse.
‒Da igual los años que tenga, va a seguir siendo la más guapa. ¿Qué tiene que temer?
Li Zhang Le había sido ascendida a emperatriz a los veinticinco en su vida pasada. En la Capital deberían haberla considerado casi una anciana, y sin embargo, nada tenía que envidiarles a las jóvenes en cuanto a belleza.
‒Esto va a ser un caos con ella aquí. ‒ Le recordó el joven. Como Li Wei Yang continuó callada, Li Min De prosiguió. ‒ Puede que no te hayas dado cuenta, pero Guogong Furen no deja de echarte miraditas odiosas desde que ha llegado.
Wei Yang lo había sentido y Liu shi y Wei shi también la habían contemplado con rencor. Ahora que, había ofendido a los Jiang, era absurdo andarse con falsedades.
‒Somos muy pocos. ¡A saber cuántos de nuestros criados son espías al acecho de cualquier movimiento! ‒ Añadió Min De. ‒ Tendremos que andarnos con más cuidado.
Li Wei Yang exhaló y se tumbó en la cama.
‒Lo mejor será ser los primeros en atacar. ‒ Su replica fue deliberada, como si hubiese predicho algo.
Li Min De se sorprendió, pero cuando adivinó sus pensamientos, sonrió. Su sonrisa era astuta como la de un zorro. Wei Yang le dio un toquecito en la frente y la mueca del joven se hizo más visible.

Li Zhang Le daba vueltas por su cama.
‒¡Tráeme té, Tan Xiang! ‒ Ordenó de repente.
Tan Xiang apareció de inmediato con su té.
‒Aquí tienes.
Li Zhang Le le dio un sorbo y, entonces, sin venir a cuento, tiró la taza de porcelana al suelo.
‒¡¿Quieres que me abrase?!
Estaba en la palma de la mano de Wei Yang, impotente como una marioneta y su abuela materna no tenía la más mínima intención de ayudarla con su venganza, así que acabó pagando su ira con la criada.
Parte del té se le cayó encima a Tan Xiang, pero a pesar de lo roja que tenía la mano, contuvo las lágrimas.
‒¡No pienso permitir que esa zorra se salga con la suya! ‒ Escupió la joven dama.
‒Xiaojie… ‒ Tan Xiang intentó persuadirla. ‒ Creo que lo mejor será que nos olvidemos de eso. ¿No has visto las caras de Laoye y de Lao Furen?
‒Me he equivocado mucho. ‒ Admitió Li Zhang Le con amargura. ‒ No debería haber dicho todo eso delante de ellos. Wei Yang es astuta… Tengo que encontrar la manera de deshacerme de ella sin la ayuda de padre.
‒Xiaojie, xiaojie… ‒ Tan Xiang se asustó todavía más. ‒ Guogong Furen te ha dicho que ella se encargaría de todo, ¿no?
‒¿Ella? ‒ Li Zhang Le resopló. ‒ Está demasiado vieja. Tenemos que pensárnoslo bien, además las dos que iban con ella no son parientes de sangre mío. ¿Por qué me iban a ayudar? ¡Tengo que encargarme yo misma! Pero tienes razón, no puedo precipitarme. Tengo que cambiar la opinión que Lao Furen y que padre tienen de mí, y luego ya me ocuparé de Wei Yang… ¡Aunque con la ayuda de alguien!
Li Zhang Le se vio con la victoria entre sus manos y por fin sonrió satisfecha. A Tan Xiang le inquietó esa mueca victoriosa. Li Wei Yang no era precisamente débil, ¿cómo iban a poder meterse con ella?
‒Pero… ‒ Susurró la pobre criada.
‒¡Pero nada! ¡Haz lo que te diga! ‒ Li Zhang Le la interrumpió.

Al día siguiente, justo cuando Wei Yang iba a informar a Lao Furen que los invitados que se habían pasado por ahí esa misma mañana para ofrecer su pésame se habían ido ya, escuchó un alboroto.
‒¿Qué pasa? ¿Y ese ruido? ‒ la criada Luo salió corriendo.
‒¡Lao Furen! ¡Tan Xiang, una criada de Da xiaojie acaba de decir que…! ¡Que xiaojie se ha suicidado ahorcándose!
‒¿Qué? ‒ Lao Furen se levantó de inmediato.
Li Wei Yang, por el contrario, sonrió. ¿Cómo iba a suicidarse de esa manera? Li Zhang Le valoraba demasiado su vida como para cometer semejante acto.
‒¿Cómo está? ‒ Preguntó la buena anciana alborotada.
‒La han salvado y han enviado a alguien a informar a Laoye.
A Lao Furen se le ensombreció el rostro.
‒¿Qué pretendía con esto?
‒Ayer la regañaste y padre le dijo que la devolvería al templo dentro de diez días, Lao Furen. ‒ Li Wei Yang empezó. ‒ A lo mejor ha sido fruto de la desesperación. Es comprensible.
‒¡Vamos a ver qué quiere! ‒ Lao Furen se burló.

Ya en la entrada del patio de su hermana, Li Wei Yang vio a su padre acercarse a buen ritmo, pero lo que le sorprendió fue encontrarse al príncipe Wu siguiéndole de cerca.
Lao Furen hizo una referencia ante príncipe, pero éste indicó que no era el momento.
‒No, primero tengo que ver a Da xiaojie. ‒ Afirmó dándose la vuelta para seguir a Li Xiao Ran.
‒Estaban hablando cuando de repente ha entrado una criada y les ha dicho que a Da xiaojie le ha pasado algo. Debería haber detenido al príncipe Wu, pero no he podido…
Que un hombre entrase en los aposentos de una mujer soltera no era, en absoluto, apropiado, sin embargo, Lao Furen tenía la cabeza en otro sitio.
‒Será mejor que entremos.
Er Furen repasó con la mirada a Li Wei Yang y, sorprendida, pensó en por qué Da xiaojie había escogido un momento tan malo para colgarse. ¿Por qué querría meter a un desconocido en el asunto?
Por fin entraron y vieron a Li Zhang Le tumbada y perfectamente maquillada. No tenía ni un pelo mal puesto, su tez brillaba de lo pálida que estaba y tenía los ojos cerrados, rebosantes de lágrimas.
A Li Wei Yang le costó no reírse. ¡Vaya espectáculo! Si a ella le parecía una imagen increíble, ¿cómo debía ser para los hombres? Por supuesto, el príncipe Wu parecía adolorido e incapaz de controlarse espetó:
‒¡¿Qué ha pasado, Da xiaojie?!
‒Es culpa mía. ‒ Tang Xiang no dejaba de lloriquear. ‒ La he dejado sola… Da xiaojie no sabía que su madre había muerto hasta que llegó y se sintió mala hija por no haber estado al lado de Da Furen en sus últimos momentos… Además, todo el mundo la criticó…  ‒Li Wei Yang estudió la marca que Li Zhang Le tenía en el cuello. Al parecer había usado una cuerda. ‒Dice que ha cometido demasiados errores y que, como ni Laoye ni Lao Furen la creen, no le queda nada por lo que vivir… ‒ Entonces, miró a Li Wei Yang de soslayo. ‒ Encima, San xiaojie no la quiso perdonar…
A Tuoba Rui le dolía ver a la mujer a la que tanto admiraba en semejante estado.
‒Primer ministro, Da xiaojie es virtuosa, hermosa, refinada y muy digna. ¿Cómo ha podido acabar así? Pensaba que para ti era más valiosa que un jade. ¿Cómo no la has protegido?
Li Xiao Ran hizo una mueca, pero se quedó callado.
‒Laoye, ‒ Tang Xiang continuó. ‒ Da xiaojie sabe que ha hecho mal. En el templo no comía carne, copiaba escrituras budistas cada día y no salía. Lloraba todas las noches de lo mucho que os echaba de menos. Sabe que no debería haberlo hecho, ¡pero perdónala, por favor! ¡Estaba desesperada!
‒Tang Xiang, levántate. ‒ Li Wei Yang habló lentamente. ‒ Deja que padre decida qué hacer.
Tuoba Rui se dio la vuelta y habló con severa dureza.
‒¡No seas hipócrita! ‒ Le espetó a Wei Yang. ‒ ¡Todos conocemos las fechorías que has cometido en contra de Da xiaojie! No me puedo creer que la hija del primer ministro sea tan tóxica. ¡Qué ciego está el mundo!
Li Wei Yang fingió sorpresa, pero se moría por estallar en carcajadas. Este príncipe era todo un personaje.
‒¡Príncipe Wu! ‒ Lao Furen empalideció. Por muy príncipe que fuese, no tenía ningún derecho a disciplinar a los hijos de otra familia y mucho menos con ese tonito.
‒Li Wei Yang no es como dice, príncipe Wu. ‒ Li Xiao Ran frunció el ceño. ‒ ¡Es un malentendido!
‒Yo te respeto, Primer Ministro Li, pero te han dado gato por liebre.
‒Por favor, Su Alteza, no grite aquí. ‒ Li Wei Yang le interrumpió con total frialdad. ‒ Seguimos de luto. Además, no creo que Su Majestad el Emperador esté de acuerdo con su conducta.
‒¡Silencio! ‒ Tuoba Rui se puso furioso. ‒ ¡No podéis tratar a Da xiaojie, que es amable, dulce y generosa, de esta manera! ¡Tú te has negado a perdonarla y la has puesto en una mala posición porque te da envidia que ella sea mejor que tú en todo! ‒ El príncipe se alzo ante ella, mirándola directamente a los ojos. ‒ Te lo advierto, si le pasa algo, ¡no te lo pienso perdonar!
Li Wei Yang fingió asustarse y entristecerse al mismo tiempo.
‒¡Entendemos tus intenciones, pero estamos de funeral! ‒ Li Xiao Ran frunció el ceño al ver a su hija retroceder.
Tuoba Rui miró de mala manera a Li Wei Yang, que aparentaba estar aterrorizada, pero sus ojos mostraban una frialdad sin límite. ¡Qué miedo daba esa mujer! ¡No podía dejar a su Li Zhang Le a merced de esa mocosa!
‒No iba a decir nada, pero visto como está la situación voy a anunciarlo: tengo intenciones de casarme con Li Zhang Le dentro de tres años. ‒ Apretó los puños.
Al principio Tuoba Rui sólo estaba interesado en admirar la belleza de Li Zhang Le, pero verla en ese estado había despertado su instinto protector. No le importaba si su padre o su madre estaban en contra de su unión, ¡iría en contra de los cielos si hacía falta, pero Li Zhang Le sería su primera esposa!
‒¿Sabe lo que está diciendo, príncipe Wu?! ‒ Li Xiao Ran miró a Tuoba Rui con intensidad. ‒ Si Su Majestad no acepta el matrimonio-…
‒Le convenceré, así que ya podéis tratar a Da xiaojie como un miembro de la familia imperial. ¡Tratadla como me tratáis a mí, porque en unos años será Wu Huangzi Fei! ¡Más os vale que no me entere de que la habéis tratado mal! ‒ Tuoba Rui habló con la mirada fija en Li Wei Yang.
Li Wei Yang, por su parte, bajó la vista, hizo una mueca y quedó satisfecha. Esa era la trampa de Li Zhang Le. Lo que sí le sorprendió fue que escogiera a Tuoba Rui y no a Tuoba Zhen. Pero se paraba a pensarlo era fácil descubrir el motivo: Tuoba Zhen no gozaba del mismo estatus ni de la posición de Tuoba Rui. Nadie le hacía mucho caso porque era un príncipe más. Si Li Zhang Le quería seguir viviendo a su bola entre los Li necesitaba a un candidato más favorable.
El médico pellizcó el brazo de Li Zhang Le y la muchacha jadeó. Tenía la respiración acelerada y parpadeaba sin parar.
‒¡Por fin se despierta! ‒ Tuoba Rui suspiró aliviado.
‒Príncipe Wu… ‒ Li Zhang Le abrió los ojos lentamente y empezó a llorar.
Su vocecita derretiría hasta el acero.
Li Wei Yang miró a su padre y se lo encontró algo reacio. Su hermana había sido su favorita durante más de diez años y ese sentimiento no era algo fácil de borrar. El objetivo de Li Zhang Le había sido ganarse la confianza de su padre una vez más y darles un buen escarmiento a Lao Furen y a ella misma. Bueno, eso es lo que parecía.
‒Da xiaojie, cuéntanos las injusticias que has tenido que soportar. ¡Estoy de tu parte! ¿Cómo has podido hacer una tontería como esta? ‒ Tuoba Rui estaba preocupado y, en contraste con las amenazas que siempre le dedicaba a Wei Yang, su tono de voz sonaba increíblemente dulce.
Li Wei Yang se lo miró sin saber si reír o llorar. La belleza tenía un poder terrorífico, podía construir imperios y derrumbar ciudades. ¿Seguirían creyéndose las estratagemas de su hermana si no fuera tan bella?
‒Padre… Padre… ‒ Li Zhang Le lloraba de una manera muy natural.
Li Xiao Ran se adelantó sin pensarlo y Zhang Le se le aferró al brazo.
‒¡Pensaba que ya no me perdonarías, así que no he querido vivir más! ¡No quería darte más problemas, yo…! ‒ Las lágrimas le corrían como un río.
‒No te culpes, Da xiaojie. ‒ Tuoba Rui interfirió sin darle oportunidad a hablar a Li Xiao Ran. ‒ Todo es culpa de tu Sanmei que-…
‒¡No digas eso, príncipe Wu! ‒ Li Zhang Le corrió a cortarle. ‒ ¡No culpes a mi hermana, ha sido cosa mía! La verdad es que yo la culpaba hasta ayer por mi enfado, pero sé que es una buena chica y que estaba preocupada por mí… Ha sido todo un malentendido-…
‒¿Todavía quieres defenderla? ¿En tu estado? ‒ Li Zhang Le le parecía amable y misericordiosa. ‒ Qué buena eres, Li Wei Yang. ¡¿No te da vergüenza?! ¡Mira a tu Dajie y reflexiona!
Estaba furioso. Cualquiera que les viese pensaría que Li Wei Yang había cometido una ofensa imperdonable. Su reacción superaba con creces la expectativa que Li Wei Yang tenía, pero por fin comprendió que al que debía eliminar primero era a este príncipe.
‒Dajie acaba de reconocer que ella tiene la culpa, pero el príncipe Wu no deja de repetir que yo soy la cruel y la mala. ¿Acaso intenta evitar que nos reconciliemos?
¿Reconciliarse? Li Zhang Le se la miró como si quisiera matarla allí mismo. Había creído que Li Wei Yang se retractaría si la dejaba en evidencia delante de todo el mundo, pero su hermana se le acercó y le dijo con suavidad:
‒Por supuesto que te perdono, hermanita. Y no sólo yo, todo el mundo lo hará. ¿Verdad, padre?

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1 comentarios

  1. Muchísimas gracias por el capítulo nuevo estuvo genial esperando el que sigue n_n

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